Relatos Eróticos Gays
Las escaleras | Relatos Eróticos de Gays
Publicado por Anónimo el 30/11/-0001
Cuando trabajaba al sur de la CD de México en un centro comercial muy grande, encontré otro uso de las escaleras de servicio.
Al terminar el día de actividades para mi alrededor de las 5 de la tarde, encontré en el sanitario una mirada de un chico de unos 22 años alto delgado, piel blanca, ojos claros, nariz recta y un trasero si no grande si paradito y firme, cuando nuestras miradas se cruzaron algo nos indicó, cuales eran nuestros gustos, ya que de los ojos pasamos a revisar lo que en ese momento teníamos entre las manos, el suyo aproximadamente de unos 18 cm y delgado claro rosadon, y el mío casi tan largo pero poco más grueso y más moreno, enseguida buscamos si alguien estaba con nosotros, más al no haber nadie nuestras manos se dispusieron a inspeccionar, acariciarnos, las mías le tocaron su trasero aprisionando su cuerpo, un solo glúteo que mi mano apretó y de donde mis dedos se deslizaron hacia el fondo de su línea divisoria, despacio, queriendo marcar, profundizar en esa vereda hacia el foso del placer, mientras la otra aprisionaba uno de sus pechos sobre la playera que vislumbraba un mapa plano con ligeras elevaciones de un cuerpo suavemente torneado, su mano acarició mi pecho con un poco más de forma y se deslizó por mi vientre hasta topar con el elemento que le daría placer más tarde.
Al ser un lugar muy transitado optamos con una mirada salir de ahí, y claro que me siguiera, como no pretendía perder oportunidad en saborear ese trasero, lo conduje por el pasillo de servicio hasta las escaleras todo el pasillo y escalera son poco usados así que sería fácil aprovechar el tiempo, caminaba detrás de mí rápidamente, lo que me excitaba demasiado, las escaleras cubren los dos pisos de la plaza y suben a la azotea, ahí nos fuimos a la planta baja en el descanso donde sería fácil desplazarnos en caso de que algún inoportuno apareciera, así me acomodé contra la pared y él contra mi fundiéndonos en un beso apasionado, sintiendo su lengua juguetona en toda mi boca, la mía le recorría los labios los dientes queriendo poseerlo desde ahí, así en lo que nuestra saliva se mezclaba, nuestras manos reconocían cada parte de nuestro cuerpo, y tratando de arrancar el único obstáculo que nos impedía pertenecernos, la ropa Cuando mis manos soltaron su pantalón, le di vuelta lentamente besándole la nuca mordisqueándolo y bajando despacio, subiendo su playera y arrastrando mi barbilla por la espina dando muestras de desesperación, de pasión, lujuria, así mi lengua llegó a su destino deseado un par de duraznos que deseaban ser desgajados, chupé suavemente sus nalgas blancas y cubiertas con ese bello tan sutil, mis manos apretaban las piernas, subiendo con las uñas por sus muslos lo que le hacía retorcerse, así llegué a sus nalgas y las separé despacio al momento que mi lengua penetraba humedeciendo el camino saboreando ese aroma juvenil, cuando mi lengua pudo introducirse despacio fue secundada por uno de mis dedos, y después otro mi boca bajó por entre sus piernas mordisqueando su escroto, donde se sentía, el calor de su miembro erecto como mástil, mientras una mano le penetraba la otra le masturbaba suavemente, lento como caricia al ver que sería mío con la facilidad, de la mantequilla, le di la vuelta dejándome ver su miembro a punto de explotar de placer mi boca buscó sus testículos los besé y fui deslizando mi lengua por todo el tronco por la orilla y los muslos nunca lo metí a mi boca lo que lo desesperó me tomaba de la cabeza pero solo conseguía que le mordiera con más fuerza, así fui subiendo por su estómago el costado subí sus brazos y lamí sus axilas que sudaban un aroma fresco, un desodorante mentolado, hasta sus codos el solo se retorcía, así con mis manos aprisionando las suyas le empujé hacia debajo de un jalón se soltó y se apoderó de mi pantalón el cual soltó sin problema alguno, dejando de un tirón mi miembro expuesto a su gustosa boca, que de un bocado desapareció en medio de humedad y calor.
Después de un rato de excelente sexo oral lo recorrí al barandal así lo levanté y di la vuelta encaramándolo en este dejando su trasero al aire y a la altura perfecta para ser poseído por mi mástil humedecido por su boca. Así despacio lo fui penetrando hasta que sentí chocar mi pelvis con sus nalgas, en medio de jadeos acallados, y un sudor que nos recorría entre su espalda y mi pecho lo fui montando durante un rato hasta que sentí como su esfínter se contraía estaba terminando ya que el barandal le aprisionaba el miembro y el movimiento hizo lo de más, en ese momento también sentí esa extraña sensación, esa corriente que desde los pies hasta la nuca te recorre en ese momento tan sublime, en un empujón le dejé sentir mi ser entero, mi leche caliente. Durante unos momentos no nos movimos solo descansamos, él sobre el barandal y yo sobre su espalda, lentamente me retiré, nos besamos y pusimos nuestras ropas en su lugar, regresamos al baño, limpiamos nuestro cuerpo del sudor y demás humedades, así nos fuimos a tomar una bebida, y claro platicamos para ponernos de acuerdo para algún encuentro posterior.