Relatos Eróticos Gays
Espiando al magrebí. | Relatos Eróticos de Gays
Publicado por Danisampedro91 el 06/04/2023
Dios que morbo y excitación sentí, me daban ganas de sacarme la polla y empezar a pajearme allí mismo, escuchando como gemía el jovencito.
Era un día de luna llena, serían sobre las 24:00 de la noche, pero no parecía tan tarde, pues en el cielo se veía una deslumbrante luna llena que hacía que esa noche pareciera que no fuese tan tarde, vamos que parecía que el día aún estaba empezando a dar paso a la oscura noche, además de ser un día de esos completamente despejados.
Yo acababa de salir de los aseos públicos de la plaza de Pontevedra, había ido buscando sexo, como no había nadie, después de esperar un buen rato, tomé la decisión de salir de los aseos e ir dando un paseo hacia el parque donde se encuentran los jardines de Méndez Núñez, a esas horas ya suele haber gente en búsqueda de sexo, sexo gay.
Cuando iba más o menos por la mitad del camino, no creo que haya más de 250 metros desde los aseos públicos de la plaza de Pontevedra donde yo me encontraba hasta los jardines en cuestión, me crucé con un joven gay, lo conocía de vista, nunca había hablado con él, pero sabía que era homosexual, pues además de ser bastante guapo, sus ademanes y gestos no dejaban lugar a la duda. Además, es que frecuentaba los mismos lugares por los que solía rondar yo en búsqueda de machos para follar. Vamos que los mariconcitos de una ciudad pequeña como es La Coruña, nos solemos conocer todos, o al menos distinguir. El caso es que cuando lo vi, no iba solo, llevaba de la mano a un magrebí, cosa que ya me llamó la atención, pues no era muy normal ver esas señales tan claras, además que llevaba una carita de felicidad que tiraba para tras. Decir también que siempre que solía verlo, siempre lo vi muy risueño y con cara agradable y siempre sonriente, pero… es que ese día iba como en una nube.
Ni que decir tiene que, al momento me di cuenta de que el jovencito se acababa de ligar al magrebí e iba a follar con él. Muerto de envidia y curioso por saber a donde lo llevaría, me quedé un momento mirando para donde se dirigían. Al ver que iba justo en la dirección de donde yo acababa de salir, me vino al momento la sospecha de que seguramente lo llevaría a los aseos públicos. Nunca lo había visto en dichos aseos, pero sabía por ser uno de mis lugares favoritos, que a aquellos aseos públicos los cuales estaban abiertos día y noche, iban muchos homosexuales a follar, era un picadero ya digamos reconocido en el ambiente.
El caso es que se me ocurrió ir tras ellos, quería saber si bajaban a dichos aseos públicos. También en mi fuero interno, no se si por envidia o ganas que tenía de que me follaran, en ver si podía participar, vamos que, si me daban chance, no les diría que no.
Iba la verdad excitado y muerto de envidia, pues ya llevaba unos días caliente y esa noche precisamente estaba que lo excitado y cachondo que estaba me hacía echar humo por las orejas de lo caliente que estaba.
Al girar la plaza y enfocar las escaleras de bajada hacia los aseos públicos, no vi a los 2 tortolitos, por lo que me supuse que sí, que habían bajado a los aseos. En ese momento me alegré de venir tras ellos, pues mis sospechas parecían que se habían cumplido. Muerto de nervios, empecé a bajar las escaleras de dichos aseos públicos, nada más empezar a bajar las escaleras, ya me percaté de que la puerta del aseo de niños estaba entornada, no se podía cerrar ya que dicha puerta no terminaba de encajar para poder cerrarla, cuando hacía un momento que yo había salido de dichos aseos, esa puerta estaba totalmente abierta, así que sospeché que se abrían metido allí. No hizo falta que terminara de bajar las escaleras para confirmar lo que estaba sospechando, pues se pudo escuchar muy claramente los gemidos de excitación que acababa de soltar el jovencito. No me gustó mucho que fuese allí en el aseo de niños donde estuvieran, pues allí solo había 2 cubículos y no tenía urinarios, por lo que entrar se me hacía algo fuera de lugar. Me dirigí hacia los aseos de hombres, entré y pude comprobar que no había nadie, estaban tal y como hacía un momento que los había dejado yo. No sabía que hacer, estaba que me moría de envidia y la excitación y calentura cada vez era mayor, así que sin tener muy claro en que hacer, salí del aseo de caballeros y me acerqué al aseo de niños. Este se encontraba justo en la otra esquina ya que el aseo de señoras estaba justo en medio de ambos aseos, caballeros y niños.
Cuando me acerqué a la puerta de dichos aseos, ya pude escuchar muy claramente los gemidos y jadeos que soltaba el caliente del jovencito, bufff, aquello me ponía más malo de lo que ya estaba. Me quedé pegado a la puerta sin saber que hacer, por un lado, deseaba entrar y por otro me daba mucha vergüenza, no quería interrumpir lo que a todas leguas sabía lo que estaban haciendo. Miré por la abertura que dejaba la puerta entornada pero apenas se podía ver nada, solo veía parte de la espalda del que me pareció el magrebí, volviendo a escuchar los gemidos que soltaba el jovencito, Dios que morbo y excitación sentí, me daban ganas de sacarme la polla y empezar a pajearme allí mismo, escuchando como gemía el jovencito.
Justo fue cuando me acordé de que desde las escaleras que bajaban hacia los aseos, al llegar a la mitad, se podía ver por uno de los ventanucos que daban afuera, el interior de los aseos de niños, pues estaba roto y si además no se habían metido en ninguno de los 2 cubículos que tenían, como así parecía ser, pues podría verlos perfectamente, para que no te vieran desde dicho ventanuco que se encontraba roto, tenías que cerrar la puerta del cubículo, cosa que nadie solía hacer. Yo tampoco lo había hecho el día que descubrí que por allí te podían estar viendo, el día que me estaban dando por el culo, teniéndome completamente desnudo.
La cosa es que cachondo como estaba, para allí que me fui, quería y deseaba ver como el magrebí le daba por el culo al jovencito y lo hacía gemir. Efectivamente, al llegar a mitad de las escaleras, al mirar por dicho ventanuco, ya pude ver con bastante claridad como el magrebí se follaba al jovencito. Dios, no me corrí de milagro, pues noté como mi polla soltaba unas gotas de semen que casi me hacen gemir a mí.
La estampa que estaba viendo era de lo más erótico y porno que jamás había visto. Una larga polla entraba y salía del culo del jovencito, no podía verla por completo, pero con lo que estaba viendo, estaba claro que el magrebí, calzaba una buena verga, no me extrañaba nada que el jovencito estuviera gimiendo como gemía, aquel era un buen rabo que se estaba tragando por el culo el jovencito.
Ver aquella estampa, hizo que todo mi cuerpo se estremeciera, Dios que envidia sentí al ver como aquella larga polla entraba una y otra vez por aquel joven culito.
No podía dejar de mirar, tenía ganas de sacarme la polla y ponerme a pajear allí mismo, en eso estaba pensando cuando me fijo como el magrebí mira hacia el ventanuco, pudiendo ver como yo los estaba espiando desde las escaleras.
Me quedé unos instantes mirando hacia la cara del magrebí, dándome cuenta de que el magrebí me acababa de descubrir, ambas miradas se cruzaron quedando, mirando uno para el otro, pero el magrebí al parecer no le importaba que los estuviera viendo, es más hasta creo que le agradaba. Es como si me estuviera diciendo, mira, mira como me follo a tu paisano, mira como le meto la polla por el culo, mira como chilla y gime, la putita.
Estuve unos instantes todavía viendo como el magrebí le daba por el culo, incluso el cabrón del magrebí se colocó de tal forma que todavía podía contemplar mejor como le introducía aquella larga verga por el culo al jovencito que no dejaba de soltar gemidos, gemidos que se escuchaban perfectamente allí afuera.
Algo avergonzado y muerto de envidia, empecé a subir las escaleras que faltaban y me fui para encima de la plaza. Desde allí podría ver cuando salieran y si tenía suerte a lo mejor el magrebí le apetecía follarse otro joven culito, culito que me ardía en deseos porque me lo follaran.
Al poco de estar allí esperando, fue cuando vi salir a ambos, los 2 me vieron perfectamente, el magrebí sabía que yo los había visto, pero no sabía si le había comentado algo a el jovencito, porque los 2 al verme allí, se sonrieron siguiendo su camino, iban por donde los había visto cuando venían hacia los aseos públicos. Estaba claro de que el magrebí iba bien servido y no le apetecía darme por el culo.
Así fue como ese día al final terminé bajando nuevamente a aquellos aseos públicos, y luego de estar un rato esperando, al no poder aguantarme más, terminé pajeandome, era demasiada calentura la que tenía encima y sabía que, si me iba, así como estaba, para casa, al final iba a terminar con un dolor de huevos, así que no me quedó más remedio que sacarme la polla y soltar aquel cargamento que tenía acumulado.
Cuando me iba caminando para casa, no dejaba de pensar en el magrebí, Dios tenía la imagen de aquella polla entrando y saliendo del culo del jovencito, bufff que envidia me había dado, no dejaba de pensar en la suerte que tenía el cabroncete aquel del jovencito. Lo que no sabía, era que, a no muy tardar, esa suerte la iba a tener yo. Fue a los 20 días más o menos, cuando yendo por la calle de los vinos, me encontré con el magrebí, los 2 nos cruzamos, yo iba en una dirección y él iba en otra. Justo iba en dirección hacia la plaza de Pontevedra, que era donde quedaban los aseos públicos donde lo había visto como le daba al jovencito por el culo, no hacía muchos días.
Por supuesto que los 2 nos reconocimos, ambos al cruzarnos nos quedamos mirando a la cara y nada más acabar de cruzarnos, los 2 nos volvimos para ver para donde íbamos, yo al ver que él iba en dirección hacia la plaza de Pontevedra que era donde quedaban los aseos públicos donde lo había visto como le daba por el culo al jovencito, me quedé pensando en dar media vuelta y seguir a aquel magrebí. Vi como él también se había dado la vuelta quedándose, mirándome y al ver que yo también me daba la vuelta mirándolo, llevó su mano a la entrepierna acariciando su paquete. Era como si me estuviera invitando a probar aquello que yo le había visto aquel día, cuando le estaba dando por el culo al jovencito.
Nervioso como me estaba empezando a poner, decidí seguirlo, miré para los lados por si había más gente a quien él pudiera estarle haciendo aquellas claras señas, pero no, la poca gente que había a aquellas horas, iban todos caminando sin pararse, así que viendo como él comenzaba a caminar girándose de vez en cuando para ver si yo lo seguía y al ver que yo ya iba tras él, este siguió ahora convencido de que acababa de encontrarse a otro mariconcito al que le iba a dar por el culo y dejarlo bien preñado como se había follado al jovencito cuando yo los había estado espiando.
Vi como claramente iba en dirección a los aseos de la plaza de Pontevedra, estaba claro que el magrebí, ya sabía a donde ir para dar por el culo, a mariconcitos de aquella ciudad, La Coruña, a la que no hacía mucho había llegado.
Justo al dar la vuelta a la cafetería Manhattan plaza, la cual quedaba a un costado de dicha plaza, ya estaban las escaleras que bajaban hacia los aseos públicos, como yo iba unos metros más atrás, al girar vi como el magrebí se volvía a girar mirando que yo lo siguiera y ahí ya lo perdí de vista. Me supuse que por supuesto bajaría a los aseos públicos cosa que así hice yo.
Cuando empecé a bajar las escaleras, ya lo vi como me estaba esperando a que yo bajara. Estaba precisamente en la puerta de aseos de niños donde lo había visto dándole por el culo al jovencito no hacía ni un mes de ello.
Cuando terminé de bajar las escaleras que daban acceso a los aseos, ya me giré hacia la izquierda que era donde quedaba la puerta de entrada a los aseos de niños, la puerta de aseos de señoras estaba cerrada como solía estar siempre y luego bajando de frente, estaba la puerta de entrada a los aseos de caballeros, aseos a los que ya ni se me ocurrió ir. Ni siquiera para ver si por casualidad podría haber alguien. Era mucha la excitación y calentura que llevaba.
Muerto de nervios, con el estómago encogido y el alma en un puño, me dirigí al aseo de niños que era donde estaba el magrebí, nada más entrar ya me estaba esperando en la puerta, al parecer él también estaba ansioso, pues nada más poner un pie en la entrada, ya el magrebí me agarró por el brazo para que pasara, cerrando la puerta al igual que había hecho la vez que se folló al jovencito el día que yo los estuve espiando. Por supuesto la puerta no se podía cerrar, solo se podía dejar entornada, así que cualquiera que quisiera entrar, solo tenía que empujar la puerta.
Nada más dejar la puerta arrimada, sin soltarme el brazo, llevó su otra mano a mi culito empezando a magrearlo y manosearlo, estaba muy claro quien allí era el macho y quien la hembrita, los 2 lo sabíamos y allí estábamos sabiendo cual era el papel de cada uno. Yo sabía que me iban a dar por el culo y el magrebí sabía muy bien que si yo estaba allí era para que él me diera por el culo, yo iba a ser su hembrita y el encargado de dejarme preñado aquella noche.
Me llevó al final del aseo, justo donde le había dado por el culo al jovencito cuando los estuve espiando, allí sin que me dejara dar la vuelta, mientras me seguía manoseando y magreando el culito, ya se lanzó con su boca a mi oreja y cuello, haciéndome gemir y estremecer al notar como me mordisqueaba el lóbulo de la oreja y parte del cuello, ninguno decía nada, solo se escuchaban nuestras respiraciones y jadeos que el magrebí daba, junto a los leves gemidos que empezaba a emitir yo al notar como me comía la oreja y mordisqueaba parte del cuello.
Así como me tenía, empezó a aflojarme la correa del pantalón y cuando me quise dar cuenta, ya tenía la correa aflojada y me estaba bajando el pantalón junto al slip sin dejarme de morder la oreja y cuello. Cuando ya me hubo bajado el pantalón y slip, con una mano acariciaba los cachetes de mi culito, mientras con la otra mano acariciaba mis genitales y polla, comprobando lo caliente y empalmado que yo ya estaba. Fue subiendo la mano por mi vientre y abdomen, hasta que llegó a mis pequeñas tetillas, allí empezó a acariciar los duros y excitados pezones, primero los acarició pasando alrededor sus dedos para luego pellizcarlos a la vez que los retorcía con sus dedos.
Yo gemía notando como aquel magrebí me manoseaba todo el cuerpo mientras me iba despelotando, estaba nervioso y con mi mano echándola hacia atrás, trataba de tocar el bulto que el magrebí tenía en medio de las piernas, Bufff, aquello se podía notar que era inmenso. Yo ya sabía que el magrebí tenía una buena verga, lo poco que le pude apreciar el día que los había estado espiando, ya vi que se gastaba una buena macana, y ahora que la estaba palpando, me hacía estremecer todo el cuerpo, ahora era a mi a quien le iba meter toda aquella verga que el magrebí calzaba y por lo que estaba palpando, aquello era inmenso. Menos mal que yo aquel día ya había bajado preparado, ya solía ser costumbre mía, pues solía bajar lavadito, lubricado y la mayoría de las veces con el culito ya bien dilatado, pues desde hacía tiempo que mientras me duchaba, me solía introducir por el culo a modo de consolador, un viejo y grande destornillador que tenía era un destornillador de madera cuyo mango mediría unos 15 centímetros y era bastante grueso. Solía colocarlo entre los listones del banquito que tenía en el baño, quedando este con el mango mirando al techo, allí era donde poco a poco me lo iba introduciendo ayudado por el jabón el cual usaba a modo de lubricante, quedándome sentado con el mango de aquel destornillador introducido por completo dentro de mi culo. Así era como solía dilatarme antes de bajar al centro, solía quedarme entre 15 o 20 minutos allí sentado con aquel viejo destornillador introducido por mi agujero, hasta que ya una vez veía que podía introducírmelo sin ningún problema. Siempre solía fumarme un par de cigarrillos estando allí sentado con el destornillador introducido en mi culito. Ya no es la primera vez que no pude aguantar y terminaba teniéndome que pajear del gusto que me solía dar, eso me solía ocurrir cuando ya andaba muy caliente y no me daba aguantado.
Así que, aunque estaba algo nervioso cuando le empecé a palpar aquel tremendo bulto que se le notaba al magrebí, por las posibles dimensiones de aquel tremendo bulto que estaba pudiendo palpar con mi mano mientras él no dejaba de meterme mano, cuando de repente me dio la vuelta quedándome, mirando para él, pudiendo ver con que cara de lascivia y lujuria me estaba contemplando, mientras seguía sin decirme nada. Ahora estaba desabotonándome los botones de la camisa que llevaba puesta, la cual me quitó junto a la delgada cazadora que llevaba, dejando ambas prendas colgadas de la puerta de uno de los aseos, cosa que me sorprendió aquello que acababa de hacer el magrebí, pues era la primera vez que lo veía. Al menos aquel macho que me iba a dar por el culo, parecía que tenía algo de consideración.
Nada más dejar colgando de la puerta ambas prendas, ya se abalanzó sobre mí, apoderándose de mis erectos y hinchados pezones. Dios, los chupaba y mordía como si quisiera quitarme leche de ellos, era tanto lo que succionaba y mordía que hasta me hizo sangrar de uno de ellos, aquel macho estaba desesperado y ansioso por follarme y hacerme suyo.
Luego de cansarse de chupar y succionar mis duros y erectos pezones, fue subiendo a por mi boca la cual besó, mordió y saboreó, dejándome los labios enrojecidos e hinchados de tanto que me había besado. Me había metido su lengua saboreando toda mi boca, mientras tanto yo ayudado por él, aflojaba su correa del pantalón bajando este y dejando fuera aquella tremenda polla con la que me iba a dar por el culo y dejarme bien preñado aquella noche.
Dios, así que pude contemplar aquella verga del magrebí, quedé medio conmocionado, es como si quedara en shock al ver el tremendo rabo que se gastaba. Era una polla morena, circuncidada, bastante larga, yo diría que, de unos 17 centímetros, pero la condenada se veía gorda, no es que fuese descomunal, pero aquello me iba a abrir en canal. No me extrañaba nada que hiciera gemir como gemía el condenado del jovencito maricón al que había visto como le daba por el culo, con aquella polla metida en el culo, cualquiera chillaría, como estaba seguro me iba a hacer chillar y gemir a mí.
El magrebí al verme como me quedaba embobado mirando para la tremenda polla que le colgaba, fue cuando me hablo, llevando mi mano a su caliente y dura verga, me preguntaba si me gustaba.
¿Te gusta!
Yo que todavía no me había recuperado de lo que estaba contemplando, acariciando con mi mano aquella verga que me iban a meter por el culo, le dije que sí moviendo la cabeza en señal de afirmación.
El viendo como me quedaba absorto mirando para su polla, comprendió que estaba algo asustado, por lo que trató de tranquilizarme diciéndome que estuviera tranquilo, que no me iba a hacer daño, que iba a ser muy cariñoso y metérmela despacito.
Tu tranquilo, yo meter despacito, con mucho amor, ya veras como no voy a hacer daño, tu tranquilo me decía acariciándome el brazo con el que estaba acariciando aquella larga y gorda polla que el magrebí poseía.
La verdad es que algo asustado sí estaba, sabía que aquella verga me iba a abrir el culito bien abierto, vamos que me iba a dejar el culo como el canal de la mancha de abierto, pero la excitación y calentura que tenía encima me hacía desear ser poseído por aquel semental que estaba a punto de darme por el culo.
El magrebí viendo que yo seguía absorto acariciando su polla, me dio la vuelta poniéndome mirando cara a la pared, colocó mis manos sobre la pared de azulejos de aquellos aseos públicos donde me iba a follar, me hizo quedar algo inclinado, abrió todo lo que mis piernas y pantalón le dejaron, y así como me tenía, llevó la punta de su larga polla a la entrada de mi ano luego de haber pasado antes sus dedos y ver que yo ya estaba lubricado y que mi agujerito se abría como una flor, me dijo que me agachara más y así que me agaché inclinándome aún más de lo que ya estaba, noté como su polla empezaba a introducirse por mi caliente y lubricado agujerito.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Chillaba yo notando como aquella verga me iba entrando por el culo, abriéndome en canal.
Dios, el magrebí me tenía bien sujeto, iba poco a poco, pero el cabrón no paraba, así que mi esfínter se abrió, sin parar ni un instante, fue metiendo su verga por mi culo, hasta que me la tuvo introducida por completo.
Así que ya me tuvo completamente ensartado en su polla, sin moverse, empezó a acariciarme con sus manos dejando que mi culito se fuese adaptando a la tremenda polla que me acababa de meter por el culo.
Así así, ya está, ya la tienes toda dentro, me decía empezando el magrebí a gemir, notando como mi caliente culito le apretaba la polla, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba el magrebí con la polla metida hasta los huevos en mi caliente culo.
Yo que seguía completamente inclinado facilitándole así que su polla pudiera entrar más fácilmente, podía notar sus cojones pegados completamente a la entrada de mi culo y como su pelvis y vello púbico, estaban pegados a los cachetes de mi culito.
Cuando el magrebí vio que yo ya me había relajado, empezó poco a poco a mover su pelvis, haciendo que su polla fuese saliendo y volviendo a entrar por mi culo.
Yo al notar como su polla salía y volvía a entrar por mi culo, chillaba y gemía como un poseso, no es que me doliera, no ya no me dolía nada, era que con su suave movimiento que me estaba empezando a dar, podía sentir como aquella verga rozaba una y otra vez mi glándula prostática, haciéndome delirar de gusto.
El magrebí al ver como yo además de gemir y chillar Como un poseso pidiéndole que me follara, veía como yo cada vez pegaba más mi culo a su pubis cada vez que el sacaba su polla para volvérmela a meter, empezó poco a poco a follarme más rápido.
Así, así, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Gritaba el magrebí dándome por el culo cada vez a mayor rapidez.
Ya la follada que me estaba dando era una follada salvaje, me movía como si fuese una marioneta de papel, me sujetaba fuertemente con sus manos y me daba por el culo a saco, ya no tenía contemplación alguna, sabía perfectamente que mi culito ya se había dilatado y acostumbrado a su polla y ahora me daba con toda su alma.
Yo que no podía parar de gimotear, cada vez ya estaba más erguido, incluso hubo ocasiones en los que me puso prácticamente en el aire, ya prácticamente me tenía de puntillas y seguía follándome como un toro de miura.
Yo no dejaba de soltar gemidos chillando de tanto gusto que me estaba dando aquel magrebí, ¡ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gimoteaba notando como la polla del magrebí se introducía por mi culo una y otra vez.
Allí solo se escuchaban nuestros gemidos, los jadeos y gruñidos que daba el magrebí y el golpeteo de su pubis, golpeando los cachetes de mi culo, una y otra vez, plof, plof plof plof plof, plof, plof plof plof plof.
Ambos estábamos sudando como 2 toros de miura en plena corrida, hasta que empecé a notar como el magrebí apuraba como si fuese una locomotora, me clavaba sus dedos fuertemente en mis estrechas caderas, empezando este a gruñir y resoplar, pudiendo sentir como su polla empezaba a palpitar dentro mía, como se clavaba más a fondo, empezando a soltar trallazos de esperma dentro de mi culo, preñándome con su semen mis entrañas.
Ya, ya me corro, ya me corro, ¡ohhh que gusto! ¡ooohh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba el magrebí, soltando trallazos de semen que regaban mis entrañas, dejándome el culo preñado de leche.
Yo que estaba que me derretía de gusto, cuando el magrebí empezó a correrse dentro mía, no pude más y al igual que él, exploté en un orgasmo que me hizo soltar varios trallazos de leche, regando la pared y suelo con mi semen, sin poder dejar de chillar y gemir mientras me corría de gusto sin haberme tocado la polla, ¡ohhh! ¡ooohhh! Me corro, me corro, ¡ooohhh ohhh! Gritaba yo soltando toda mi corrida sobre el suelo y azulejos de aquel aseo público de niños, en el que me estaban dando por el culo.
Cuando ya por fin pudimos recuperar la respiración y nos dimos repuesto de aquella salvaje follada que el magrebí me acababa de dar, nos limpiamos con papel que solía llevar yo siempre, nos vestimos y salimos de allí los 2 juntos. Fuimos un rato andando juntos, luego nos separamos, pues él iba en dirección contraria a la mía, se despidió dándome unas palmaditas en el dolorido culito el cual aún aprovechó a magrear después de darme las palmaditas, sabía que yo iba bien follado, y que dentro mía llevaba su esperma, esperma con el que aquel magrebí, me había preñado aquella noche en la que me hizo suyo, en el mismo aseo público de niños, donde yo lo había estado espiando el día que le dio por el culo al otro joven maricón.
Iba para casa, iba con el culo algo dolorido y completamente abierto y bien preñado de leche, esperma con el que me acababa de preñar aquel semental magrebí.
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