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La enfermera del asilo | Relatos Eróticos de Voyerismo

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

A continuación, les voy a detallar un acontecimiento real que acaeció en Huelva, ya hace algunos años. Yo por esos tiempos, tenía una amiga trabajando en el asilo, Amanda, y a veces iba a visitarla por las noches, pues ella estaba sola cuando le tocaba ese turno y se aburría. Lo que les cuento seguidamente, sucedió una noche, fui a visitarla, normalmente estábamos en su despacho, y allí hablábamos o pasábamos el rato jugando a algo. Lo que me resultaba raro era que siempre mi amiga se iba una vez al baño, según manifestaba ella, y tardaba bastante en volver, no sé lo que ella hacia allí, pero no era normal. Una de las noche de las que le giré visita, decidí seguirla cuando ella se disponía a ir al baño como todos los días, comido por la curiosidad, me acerqué al baño, pero allí no estaba, además no había ningún síntoma en el aseo de haber pasado por allí, me paré un momento a pensar, y decidí empezar a curiosear por el asilo, para ver si la veía, empecé por los alrededores del aseo, pero no la encontré, empecé a ver algunos dormitorios, hasta que visitadas unas cuantas de habitaciones di con ella, Amanda estaba de pie al lado de una cama de matrimonio, en el interior de esta, se hallaba un anciano dormido, el cual con la posición, miraba hacia el techo, la habitación estaba en penumbra, la única luz que había era de un flexo que tenía este dormitorio. Mi amiga Amanda, era castaña, el pelo le llegaba por los hombros, su estatura estaría alrededor de 1,70 cms, pesaría alrededor de unos 60 kilos, ella tenía unos senos muy hermosos y grandes, una boca lujuriosa, muy carnosa, un culito respingón, que atraía bastante.
Al momento de yo estar allí, en la puerta de la habitación, sin que ella me pudiera ver, silenciosamente y sin que se diese cuenta de mi presencia, Amanda relajadamente se introdujo en la cama del abuelo, colocándose en su lado derecho, el viejo tenía una comprensión media, ni gordo ni delgado, y no era muy alto. Ella se puso a acariciarlo con la mano derecha suavemente sin despertarlo, comenzó en el pecho, donde se recreó un largo tiempo gustosamente, para posteriormente del calentamiento inicial, descender su mano hasta alcanzar el pantalón del pijama, una vez que llegó, empezó a acariciar un poco el pene del anciano por encima de los pantalones, para pasar al rato a quitarle el botón y ella le bajó un poco estos y los calzoncillos a la vez, todo esto sin despertarlo.
Tras observar un momento la polla que tenía delante, tomó su verga sabiamente con una mano, y tiró de su prepucio hacia atrás, hasta que emergió el glande, esto hizo que su pene expusiera los primeros signos de excitación claros, ya que el aumento del tamaño de la polla del anciano fue considerable, de estar relajada, a empezar a estar alterada. Ella pausadamente, acercó su cabeza al miembro, abrió la boca y se metió la cabeza de su pene, quedando sus carnosos labios fuera, la verga estaba aunque excitada algo blandita, aunque eso sí, el pene crecía por momentos. Ella saboreaba su polla con la lengua, hasta lograr ponerla a su máximo esplendor, después de esto, empezó a meterse más en la boca, embutiendo casi toda, se la sacaba y metía disfrutando de esto, después continuó por fuera, mamando los laterales del pene, después continuó con introducciones más profundas, las cuales le debían llegar a la garganta, pues teniendo en cuenta el tamaño del pene, y que se lo metía entero, el fin de este debía ser la parte más profunda de la boca, tras un rato así, y con sonrisa de estar disfrutando, ella se sacó de la boca la verga, y empezó a masturbarlo con una mano, primero lentamente, y después algo más rápido, mientras, a la vez, ella se pajeaba con la otra mano su coñito por dentro del pantalón del uniforme.
Ella continuaba masturbándolo a él placidamente con una de sus manos, disfrutando del momento que tenía, cada vez lo hacía con más violencia y rapidez, que era seguida por su otra mano, la cual también era más veloz con su coñito, se pasaba la mano de arriba abajo, refregándola en su rajita, a veces intercalaba este movimiento con la introducción de algún dedo en su vagina, su coñito estaba muy mojado, estaba muy húmedo, esto se reflejaba en su mano, la cual cada vez estaba más brillante. Bastante poco tiempo pasó, cuando el pene del viejo comenzó a latir alocadamente, deseoso de reventar, para posteriormente empezar a arrojar bestialmente chorros de semen, que cayeron por varios sitios, parte en el pijama del anciano, algo en el suelo y lo último a lo largo del brazo de Amanda. Mientras esto sucedía, el anciano innatamente tensó todo su cuerpo e hizo una exclamación pequeña, como un murmullo, parece que había disfrutado, aunque no se enterase de lo que pasó, había sido un sueño del que disfrutó físicamente también, después de esto, inmediatamente se relajó, prosiguiendo su sueño normal.
Ella estaba muy excitada, y se empezó a masturbar alocadamente, gimiendo de placer, hasta que estalló, y se corrió, estaba súper a gusto. Tras un pequeño relajamiento, Amanda se puso a limpiar todo un poco, primero a él como podía y sin alterarlo, para después pasar a limpiar el suelo con un trapo, y antes de que ella se asease, yo me dirigí rápidamente a la oficina, para no ser descubierto. Al momento llegó ella, no le dije nada de lo sucedido, y Amanda hizo como los otros días, como si nada hubiera pasado continuamos hablando y jugando a cosas. Después de un tiempo, yo me fui, me dirigí a mi casa tras despedirme de ella, una vez que alcancé mi domicilio, corrí hacia el cuarto de baño, donde aun con el recuerdo de lo observado, me bajé los pantalones y los calzoncillos, y me masturbé pensando en ellos, sin muchas complicaciones expulsé el semen acumulado anteriormente con el numerito de mi amiga con el anciano.

 

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