Relatos Eróticos Sadomasoquismo

Sueños imposibles | Relatos Eróticos de Sadomasoquismo

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Estimados amigos/as , el relato que os voy a narrar gira en torno a lo harta que me tienen mis vecinos. Bueno , en concreto, mis dos vecinitas, la madre y la hija y de lo que yo me imaginaria que las haría si las tuviera delante mía.
Como ya os acordareis en mi otro relato, no me ando por las ramas y si creo que alguien de mi familia, como fueron antaño mis hijas, se merecen una buena tunda, no me corto. Pero claro, el problema estriba en esta ocasión que no se trata de mis niñas, sino de las vecinitas de la puerta de enfrente a la nuestra.

Se que la relación de vecinos es difícil y que es hasta lógico que surjan desavenencias, como en todo bloque de vecinos, pero es que de la Marisol y de Eva, estoy hasta el...Por eso, cuando estoy de mal humor por algo que me molesta de ellas, imagino que las propino una buena azotaina.

Ya no solo son mal educadas, contestonas e imbeciles. Parece que a esa mujer y a su hija el marido no las sabe atar en corto, el cornudo de él. Todo el día voceando a través del patio de vecinos, poniendo la música bacaladera a toda pastilla, no barren el rellano cuando la corresponde y si pudiera, se quedaría con toda la cacharrería que la presto día si, día también.

Por eso os voy a contar lo que las haría si pudiera, porque así me desahogo, si nos os importa.

Me imagino que me toca ser la presidenta de la asociación de vecinos este año. En el orden del día, figura como tema principal la decisión por parte de la Junta de vecinos de su posible expulsión de nuestro bloque de pisos, por el comportamiento antisocial de Marisol Galván y de su hija, Eva Durantez Galván.( los nombres y apellidos son inventados, no fuera a ser que estas personas aludidas frecuentaran nuestras mismas aficiones). El pobre marido me daría pena, bastante tiene con lo que lleva encima de la cabeza.

Durante la reunión, los vecinos me habrían dado plenos poderes para actuar como yo pensase que era correcto, para poner en vereda a "esas"dos. Yo presidiría la reunión, en la que estarían presentes todos los vecinos propietarios y expondría las acusaciones delante de las aludidas. Ellas claro están, protestarían. Yo severa como la que más, gritaría más que ellas hasta conseguir que se asustasen de veras por el cariz que tomaban los acontecimientos. Las dos, temerosas de que en menos de 10 días tuvieran que abandonar el piso, rogarían e implorarían que reconsideráramos nuestra actitud y que no fuésemos tan severos, que cambiarían de actitud y toda esa parafernalia de suplicas.

Como en el fondo no soy tan mala del todo, les indicaría de forma severa que se merecen por lo menos una lección y que si no se quisieran ver en menos que canta un gallo con las maletas en la calle, tendrían que recibir un duro correctivo, a la vez que humillante: una buena tunda de azotes para cada una. El marido, harto de la "víbora de su mujer " y de la malcriada de su niña, moviera la cabeza, asintiendo afirmativamente. Ellas aceptaron ya con la vergüenza reflejada en su rostro. Los demás vecinos tomaron el castigo como justo. Para Eva, la más joven, aun alumna de la ESO, una buena azotaina propinada por mi sobre mis rodillas y para la madre, aun de muy buen ver y de unos 40 años de edad, una buena tanda de correazos infringidos a dos cada uno por cada vecino ( porque con casi todos tuvo problemas) allá presente, es decir, quince vecinos por dos, igual a 30 correazos sobre su trasero al aire.

Yo , henchida de satisfacción , viendo como el anterior orgullo de mis vecinas ya pasó a la historia, coloco mi silla en el medio de la sala. Ordeno con voz autoritaria que Eva comparezca ante mi presencia. La chica, de pelo rojizo cortito, vestiría con blusas y pantalones vaquero negros. Inmediatamente, la ordenaría que se bajara los pantalones y se tendiera sobre mis rodillas. Eso haría y en un instante, la tengo sobre mi. En un principio, su ropa interior blanca de algodón no me molestaría y la chica pasaría menos vergüenza. Comenzaría a azotarla vigorosamente, pues el castigo no es "baladí". Lloraría, se retorcería y pediría perdón. Descanso un poco las mano y la bajo de un tirón sus braguitas y se las quedo a mitad de muslo, pues es algo ancha de caderas, para seguir azotándola hasta que la mano ya me duele más a mi que a su trasero bien rojo. A la vez que la azoto, miro de reojo a su madre, que permanece de pie , presenciando asustada el castigo de su hija , mientras mira a su marido , implorando un perdón que no va a tener.

Eva se levanta frotándose el trasero y gimoteando como una niña pequeña. Los azotes han sido fuertes, pero pienso que no para tanto , por lo que , cuando ésta ya tenia subida las bragas, la di dos fuertes azotazos extras, por idiota y quejita. Eva se froto el trasero con vehemencia, se subió los pantalones con sumo cuidado, pues eran de pata estrecha y la rozar con su culo, a buen seguro la escocería.

Me dirijo a la madre, una cuarentona de también anchas caderas y grandes senos y la ordeno que se acerque hacia mi. Sin que lo espere , la doy un bofetón y la indico que apoye las manos sobre el respaldo de mi silla. Ella obedece sorprendida aun por el bofetón y se agacha para cumplir lo por mi indicado. La levanto las faldas y la bajo las bragas de color negro muy despacito para que aun sintiera más vergüenza. Pronto su cara de color tomate iba a estar como su culo,: rojo,¡ pero rojo, rojo!. Su marido colabora. El será el que empiece. Repito que contra el no teníamos nada. El bueno de Andrés se quita el cinto y en un instante lo descarga con gran fuerza sobre el culo de su mujer, que salta a cada azote que la da. Ya dos marcas rojas se otean sobre el dolorido a buen seguro trasero. Andrés la propino un tercero, sin duda la rabia y la frustración de estos años salían a la luz.

Así el castigo duro hasta los treinta y un azotes de rigor,. Yo misma la di los dos ultimo y os juro, que si mi sueño se cumpliría, tendría ese culo asqueroso al rojo vivo y los lloros por cada correazo, se oirían hasta en Mostoles.

En fin, este seria mi sueño. Que bonito sería que todos nos llevásemos estupendamente y que para zanjar nuestros diferencias de vecinos, recurriéramos a las azotainas, ¿ no creéis?.

 

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