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Experiencias con Maria | Relatos Eróticos de Sadomasoquismo

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Hacia tiempo que venía fantaseando mucho con hacerle cosas a mi mujer. Aunque nuestra relación no es todo lo apasionada que yo desearía no es todo lo satisfactoria que yo quisiera, y además mi mujer es bastante clásica en cuanto al sexo, y no le entusiasma demasiado experimentar cosas nuevas. Si bien después de tener nuestro primer hijo, su figura se descuido un poco, me consta que sigue siendo muy atractiva, pues con sus 32 años tiene un cuerpo de escándalo, algo voluptuoso pero increíble. Cuando se arregla los fines de semana acapara muchas miradas, y nuestros amigos suelen piropearla, lo cual me agrada; Tiene el pelo corto, mide alrededor de 1,73 m., usa una generosa talla 100 de sujetador, y aunque el embarazo le dejo algunos kilos de mas, sus curvas quitan el hipo.

Yo llevaba tiempo leyendo mucho sobre sado y dominación, y ver en película y fotos a aquellas mujeres sometidas, ver sus cuerpos castigados, expuestos, atados, me excitaba. Alguna vez conseguí que Maria se dejara atar, y hacerle el amor así, pero poco más. Alguna vez, cenando mi cuñado y yo, salió el tema, y el parecía entusiasmarse con la idea de ver a su cuñada sometida. Y ocurrió. No se como me deje convencer, pero el hecho es que organizamos una cena los cuatro, mi mujer María, su Hermana Elsa, 4 años mayor y con un cuerpo algo delgado para mi gusto, pero muy sexy, mi cuñado y yo, que por cierto nos llamamos Ángel los dos.

Tras cenar, salimos a tomar unas copas, y sobre las 4 de la madrugada, en el baño de un pub, mi cuñado se acerco y me dijo:

- Si lo que hablamos el otro día te sigue rondando, Elsa y yo te echamos una mano, se lo comente, y le excitó muchísimo la idea de torturar a su hermana.

Yo no podía creer lo que oía, pero seguramente por el efecto de alcohol, la idea me provoco una erección inmediata.

- Aunque me encantaría, no podré convencerla para hacerlo, y mucho menos con vosotros.

- Eso es cosa mía, vamos a tomar la última, y le hecho en la copa un somnífero que tengo en el coche. Cuando reaccione, no podrá volverse atrás.

Accedí, y así lo hicimos. A la hora, llegamos a mi casa, que esta en las afueras, y bastante aislada. Es grande, con un jardín alrededor y la casa en medio. En costado tiene unas antiguas caballerizas, que rehabilité como sala de estar y de juegos, y esta llena de vigas y travesaños de madera ideales para lo que nos proponíamos a hacer.

Sacamos a Maria del coche y la echamos en el sofá, crucé una mirada con mi cuñada, y esta respondió con morreo impresionante; me corte y trate de separarla, pues su marido estaba allí, pero este no se molesto lo mas mínimo.

- Comencemos antes de que se despierte - dijo el.

Elsa comenzó a desnudar a su hermana, y Ángel y yo le ayudamos. Bajo la ropa llevaba un conjunto que yo le había regalado, con diminuto tanga de cordones; al acabar de desnudarla, Ángel se quedo un rato mirando a mi mujer y comenzó a mordisquear sus pezones, que respondieron poniéndose muy duros, pero ella ni se inmuto, seguía completamente dormida. Si algo no me gustaba demasiado de mi mujer, era su vello púbico, a mí me gusta muy rasurado, pero le salen granos cuando lo hace, por lo que habitualmente no lo lleva afeitado, solo arreglado. Saque del baño un cortapelos eléctrico y le apuré al máximo. A continuación con una maquinilla y espuma termine el trabajo, he hice lo mismo por detrás, entre sus nalgas.

- Ahora si que esta desnuda - dijo Elsa.

La pusimos de pie y la atamos a una de las vigas centrales del salón, con los brazos levantados y abiertos, y casi rozando solo el suelo con los pies, pues esta bastante alta, luego mi cuñada trajo una bolsa del coche, y saco una barra con grilletes que le amarró a los tobillos, dejándole las piernas muy separadas. Paso otra cuerda por otra de las vigas, la enganchó a la barra con un grillete y tiró, elevando las piernas de María y dejándola colgada de las muñecas y los tobillos, con sus dos agujeros completamente expuestos y enrojecidos, y a la altura perfecta para ser penetrados.

Le puso un antifaz de cuero, y una bola en la boca, que le habría la mandíbula hasta casi desencajársela, sujetada con unas gomas muy tirantes tras las orejas. A continuación se desnudo ella por completo, y nosotros hicimos lo mismo. Yo tenía una erección tremenda y mi cuñado parecido, a lo que Elsa comento:

- No vais a aguantar mucho así, y esto esta empezando.

Acto seguido se arrodillo y comenzó a chuparnos la polla a los dos, corriéndonos en su boca casi de inmediato, y luchando ella por tragarse todo el semen sin dejar caer nada. Jamás me había hecho una mamada tan increíble. Para cuando acabamos, María se había despertado, pues se movía atónita y asustada, seguramente dolorida por las ataduras, y sin saber donde estaba. Elsa se acercó y le puso unos cascos del equipo de música, y lo conecto a buen volumen para que no pudiera reconocer nuestras voces. Comenzamos a meterle mano por todas partes, a morderle salvajemente los pezones, lamerle el clítoris, el ano, mordisquearle todo el cuerpo, pellizcarla, y ella no podía ver ni oír nada, tan solo un hilillo de brillante baba caía por la comisura de sus labios, y su coño comenzaba a humedecerse, a la vez que oponía menos resistencia y se dejaba hacer.

Ángel saco unas pinzas de la bolsa, yo las reconocí de haberlas visto en Internet. Eran para castigo eléctrico. Le ajustamos dos en los pezones, y otras dos en los labios de la vajina, y comenzamos la tortura. Se retorcía e intentaba chillar, pero solo hacía que conseguir una nueva descarga mas larga y fuerte cada vez. Continuamos durante casi 15 minutos. Al acabar y desconectarle las pinzas, tanto de los labios como de los endurecidos pezones, brotaban pequeños hilillos de sangre ocasionados por los punzantes dientes de las pinzas. Elsa se acercó y se los beso y chupó durante un rato, y cuando Maria comenzaba a entregarse de nuevo, le regaló unos fuertes mordiscos que le hicieron retorcerse de nuevo. Ángel entonces, apareció con una botella de tequila que trajimos de un viaje a México, muy fuerte, y le echó un poco en los pezones, y también en la enrojecida piel que yo acababa de rasurar, lo que la hizo retorcerse de nuevo de dolor. Elsa comenzó a untarle el esfínter con una crema y le fue introduciendo dedos hasta que se dilató un poco, para comenzar a meterle un enorme consolador. Con el dentro, volvió el castigo a los pezones, donde clavamos varias agujas, así como a sus grandes tetas, donde la quemamos varias veces con un cigarrillo.

Después cogí mi cinturón y descargué varios golpes en su dilatado culo. La descolgamos, le quitamos la bola de la boca y el consolador del culo. Elsa se tumbó boca arriba y bajo ella Ángel. Puse a María sobre el, hasta que este pudo introducirle la polla en el coño, le empuje la cabeza hasta que su boca toco el coño de su hermana, la forcé a sacar la lengua, y comenzó a comérselo, he inmediatamente, le introduje mi polla de un golpe en su culo, aquel culo que una únicamente hasta aquella noche había tenido dentro alguno de mis dedos, y que ahora se amoldaba a mi con holgura y calidez. La primera en correrse fue Elsa, con unos espasmos y unos gemidos, que hicieron a su marido terminar dentro de mi mujer casi a la vez que ella lo hacía, siendo yo el último en estallar dentro del culo de María. Al hacerlo, saque la polla y la metí en la boca de mi cuñada, que se esmeró en dejármela perfectamente limpia, haciendo lo propio Ángel en la boca de mi mujer.

Acto seguido la drogamos de nuevo, le dimos un baño y la acostamos. Mis cuñados se marcharon, y yo me metí también en la cama, no sin antes observar el cuerpo de María, magullado y torturado, y pensando en que explicación le daría cuando se despertara por la mañana, pero eso es otra historia.

 

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