Relatos Eróticos Primera Vez

Estreno inesperado | Relatos Eróticos de Primera Vez

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Yo era virgen en serio: una vez mi novio y yo quedamos semidesnudos, él solo con camisa y yo con la falda en la cintura, esa única vez nos masturbamos, pero eso fue todo porque yo no quise más, con otros, los fajes habían sido intensos, pero nunca había llegado a nada más.

No soy una niñita, recién salí de la universidad y no me había “estrenado” (como le digo yo) no sé exactamente porqué; la gente dice que no soy fea y la razón que me dieron algunos hombres con los que había estado a punto de hacer algo fue que yo no era mujer de una noche... que yo era para una relación seria -cosa que a mi no me atrae en lo más mínimo-.

Hace un par de meses mi prima Karina y yo salimos a tomar un café, ahí nos encontramos a nuestro amigo Jorge y decidimos irnos a bailar, fuimos a un bar donde estaban unos amigos de él, los saludamos y uno de ellos me gustó: Juan Carlos pero en ese mismo momento llegó el mesero y entonces se me olvidó que Juan Carlos existía, pasado un rato, me dediqué a coquetearle a Eduardo -el mesero-, y no se hacía mucho del rogar porque pasaba más tiempo del normal en la mesa, por fin se sentó y me pidió mi número telefónico, así que tomé una servilleta y lo anoté junto con algunos piropos y propuestas subiditas de tono. Él me dio otra doblada con su nombre y teléfono y la metí en mi bra –como no traía bolsas, la quise poner en un lugar seguro, donde no la fuera a perder-. Tuvo que ir a atender otra mesa y regresó a agradecerme lo que le había escrito y estuvo un rato conmigo, pero me dijo que tenía que ir a no sé dónde y que regresaría en una media hora, así que me puse a platicar con Juan Carlos que estaba solito, en eso alguien me tiró un tequila en las piernas y Juan Carlos se puso a secarme con una servilleta, tenía su cara tan cerca de la mía que no resistí la tentación: lo besé suavecito y él respondió de una manera más intensa... estábamos besándonos muy rico pero me di cuenta que ya no estaba Karina, así que fui a buscarla al baño y ahí estaba ella besándose con un tipo, yo entré al baño y al salir la vi recargada en el lavabo, le pregunté si estaba bien y me contestó “no”. Me espanté -¿cómo que no? ¿qué te pasa?
- Estoy mal.


- ¿cómo mal? ¿por qué? ¿qué te pasó?
- Ya no me puedo parar sola, si me suelto me caigo, estoy muy mal.


- Espérate ahí, no te sueltes.

Fui a llamar a Jorge y entró al baño a ayudar pero lo sacaron, entró una mujer que le dio a Karina algo para que se le bajara, después de un rato dijo que ya se quería ir; Jorge se hizo cargo y en la salida el mesero me preguntó si todo estaba bien, le respondí que sí y me recalcó que tenía la servilleta que le había dado, le dije que yo también tenía la suya y en ese momento pensé que la velada se había terminado y que por lo menos tenía el teléfono de Eduardo y él el mío, de Juan Carlos ni me acordaba. En el auto estábamos tratando de decidir que hacíamos, si íbamos para mi casa o para casa de Jorge y a ver cómo le hacíamos para bajarle el alcohol a Karina, Jorge propuso que fuéramos a un motel, cosa que me pareció de maravilla: ahí podría bañar a Karina para que se le bajara. Me quedé tranquila y en eso me di cuenta de que Juan Carlos iba con nosotras y además iba muy junto a mi; pensé: “mmm, pero si este hombre no esta nada mal” y lo volví a besar, estábamos fajando cuando Jorge dijo que nos esperáramos a llegar al motel, a mi me dio risa porque no me parecía un faje tan intenso, nos besábamos y nos acariciábamos, pero nada fuera de lo normal.

De repente Juan Carlos me tomó la mano y la metió en su pantalón, más bien en su boxer, me sorprendió mucho pero no la saqué, sonreí y le dije “¿qué es esto?” mientras acariciaba su pene calientito y duro, él también sonrió y dijo “adivina, sigue tocando así y verás qué es”; seguí besándolo y masturbándolo, me gustó mucho la sensación, hacía tiempo que no tocaba uno y su cara de placer me fascinó.

No me pareció que pasara mucho tiempo, llegamos al motel y pedimos un solo cuarto porque solo íbamos a bañar a mi prima. Entramos y yo me bajé a ayudar a Jorge con Karina, la acostamos en la cama y después entró Juan Carlos; los tres nos metimos al baño para ver cómo la iba a bañar, abrí las llaves y ¡no había agua! “¿qué clase de motel es este?” reclamé. Jorge contestó que era uno bueno, que iba a ver que pasaba con el agua y salió, yo iba detrás pero Juan Carlos me tomó de la mano, me retuvo en el baño y cerró con seguro la puerta, yo le pregunté que qué hacía y me dijo: “Vamos a seguir con lo que estábamos haciendo no?”, le sonreí y le respondí simplemente bueno, así que volvimos a besarnos: su lengua se enredaba con la mía sin prisas, me la pasaba por los labios y me mordía suavemente provocándome mucho placer; además me acariciaba despacio, sin apuros por llegar a ningún lado, recorría la espalda, las caderas, los brazos. Era más sensual que sexual el asunto y me estaba gustando mucho, hasta que sentí que no traía blusa, la recogí del piso y me la puse, me dirigí a la puerta y Juan Carlos me tomó de la mano otra vez y me dijo que a dónde iba.


- A ver que pasó con Jorge y a ver si esta bien Karina.


- Si Jorge no ha tocado es porque no hay agua, ven, quédate conmigo.
Le respondí que no y aunque él me preguntó varias veces que por qué, y no le di ninguna razón válida, ni siquiera un “no quiero” porque en realidad si quería pero me daban nervios, Me encantó que me dijera muchas veces: “Dime qué quieres que te haga y te lo hago, solo dime. En serio, te hago lo que quieras, lo que me pidas”. Yo de nervios le respondía que no quería que me hiciera nada. Juan Carlos me decía que eso no se iba a poder y me aprisionaba contra la puerta volviéndome a besar así como me gusta, me volvía a acariciar sin prisas ni presiones; me besaba el cuello y me decía que yo le gustaba mucho, que quería hacerme el amor, que sabía que yo también quería, me decía muchas cosas que me gustaron y excitaron mucho. Yo le decía que no entre gemidos suaves de placer; le decía que no pero tenía las manos debajo de su camisa, acariciándole el torso, los pezones, la espalda, el trasero. Me apretaba contra la puerta para que sintiera su pedazo duro contra mi a través de la ropa y eso me ponía a mil, pero entonces pensé en lo qué estaba pasando y lo que podría pasar, dije no y lo separé de mi.

Se acercó a mi de nuevo con esa actitud de “te voy a coger”, me jaló hacia él y me dijo que sintiera cómo estaba, sentí de nuevo su pene rígido contra mi, yo le sonreí y le rodeé el cuello con los brazos y lo volví a besar, Juan Carlos pasó sus manos por mi espalda y siguió a mi trasero (me gusta mucho que me acaricien las nalgas) lo estrujaba, lo acariciaba y no dejaba de hacerme gozar, sin soltarlo comenzó a besarme por el cuello y empecé a gemir, pasó sus manos a mis senos y los apretó con suavidad, sonreí. Sus besos siguieron bajando y con ellos bajó mi blusa, se cayó la servilleta con el teléfono del mesero y pensé en levantarla después. Por fin se desabrochó el pantalón mientras yo le desabotonaba la camisa y ahí le comencé a besar el torso, él me tomó la mano y la puso en su pene otra vez, así que lo acaricié, pero no me acomodaba y la subí mientras volvía a besar y a acariciar su torso, en especial los pezones porque parecía disfrutarlo mucho, como esta más alto que yo, me tomaba de la cintura y me apretaba contra él, haciéndome sentir su pene duro, eso tenía un efecto inmediato en mi y era bastante obvio: le chupaba los pezones con más fuerza y gemía con cada arrimón.

Aprovechando mi cachondéz volvió a agarrarme las nalgas, encontró el cierre de mi pantalón y lo bajó, me saqué de onda y le puse mil pretextos diciéndole que no, volvimos a besarnos y yo le seguía diciendo que no pero hacía otra cosa completamente opuesta, en eso me dijo: “ahora me toca sentir a mi”, y comenzó a besarme y acariciarme los senos, eso no me produjo tanto placer, creo que lo notó porque pasó sus manos a mi trasero luego deslizó su mano por delante y la metió entre mis piernas sin dejar de chuparme los pezones; me encantó, no esperaba que me metiera la mano tan rápido y lo mejor: que empezara inmediatamente a masturbarme tan rico, di un respingo y empecé a gemir de gusto... para ese momento ya nos habíamos dado cuenta de que soy muy “expresiva”: gemía con fuerza mientras seguía besándolo y no dejaba de acariciarlo por donde podía; él me bajó completamente el pantalón y me mostró su mano brillando por mis juguitos, le sonreí y seguí besándolo, yo quería seguir sintiendo su mano entre mis piernas. Seguimos besándonos, acariciándonos y masturbándonos, después se puso el condón, me cargó y me puso contra la pared, me asusté, le dije que no otra vez y bajé las piernas. Me acomodé la ropa y le jalé el condón, él lo detuvo, aparté su mano y se lo quité despacito, acariciándole el pene, ya no opuso resistencia y me preguntó que por qué no quería.

Mientras nos poníamos la ropa le dije que era virgen y me prometió hacerlo suavemente, me atrajo hacia él y nos volvimos a besar, sentir su pene duro contra mi y sus manos en mi trasero otra vez fue lo que me convenció en ese momento... de nuevo me quitó la ropa, yo le quité el pantalón y la camisa, nos acostamos en el piso (que por cierto estaba muy frío) y me besaba toda, yo estaba nerviosa y no podía disfrutar mucho, hasta que empezó a besarme las ingles mientras me metía un dedo en la vagina, comenzó a masturbarme riquísimo, yo casi gritaba de placer mientras él seguía en su labor y me preguntaba: “A ver ¿te duele?” (metiendo un dedo y moviéndolo). Yo apenas si le decía que no entre tanto gemido, metía mis dedos en su cabello y empujaba hacia mi, él metía otro dedo y me decía “¿y así te duele?” mezclando mi “No” con un grito le pedía que siguiera. Estuvo un rato haciéndome gozar, yo estaba excitadísima, de repente sacó sus dedos, se puso otra vez el condón y me abrió las piernas, sentí la punta de su pene y con las mismas piernas lo empujé y le dije que mejor no, le pedí disculpas y nos vestimos de nuevo, seguimos platicando y me ofrecí a chuparselo un rato, pero nada más (chupar un pene era y es una de mis fantasías), Juan Carlos accedió con una sonrisa.

Nos empezamos a besar de nuevo así como al principio, sentía su pene duro contra mi, él dijo que le gustaban mucho mis senos y los volvió a sacar para acariciarlos, apretarlos, chuparlos y los besarlos tiernamente... estuvo así un rato, pero a mi no me excitaba mucho, así que le pedí que los mordiera y lo hizo suavemente, eso me gustó más. Se dio cuenta y me bajó el pantalón y metío su mano a mi vulva para sentir lo húmeda que estaba, yo también le bajé su pantalón y sus boxers y sonreí al ver su miembro bastante dispuesto, lo acaricié y masturbé lo mejor que pude mientras le besaba los pezones, él gemía y eso me gustaba, sacó su mano mojada y me la pasó por los pezones, yo le apretaba con más fuerza el pene y él gemía más fuerte. Lo solté, puse mis manos alrededor de su cuello y regresé a su boca, a fundir mi lengua con la suya mientras sentía de nuevo su pene como me gusta: fuerte e inflamado contra mi abdomen, sin nada entre los dos; sus manos en mis nalgas me excitaban mucho, empecé a bajar y a hacer un caminito de besos desde la boca, pasando por el cuello y sus pezones en especial, para cuando llegué a su ombligo me dijo que me esperara, bajó la tapa de la taza del baño y se sentó y dijo “ahora si”, me arrodillé y acaricié su pene, lo vi detalladamente, me acerqué a él y empecé a hablar, quería que sintiera mi respiración y mi aliento muy cerca.


- ¡Wow, que color! Y esta muy caliente y muy duro (con las dos manos lo aprisionaba). Y todas esas venas (pasando un dedo por cada una). ¿Por aquí sale todo? (acariciando la cabeza y el hoyito suavemente).


- Ajá. (apenas si respondía, tenía una cara de placer hermosa, sonreía y gemía mucho).


- Me gustan tus testículos.


- Bésalos.
Le hice caso y comencé a besarlos, escuché cómo gimió más y me gustó, empecé a pasarle la lengua y gimió aún más fuerte, comencé a subir alternando mis besos con mi lengua, detallando las venas, subía hasta un poco más de la mitad y regresaba a los testículos, llegué al borde del glande y lamí mucho más, él estaba disfrutándolo mucho, me pidió más, sonreí y lamí con más ganas; siguió pidiendo: “la punta, por favor la punta”, así que la absorbí y succioné con fuerza, (me encanta hacer lo que me pidan porque es placer garantizado). Me dijo “chúpalo todo” y me lo metí lo más que pude en la boca y empecé a subir y bajar mientras se lo apretaba con los labios, pero me daba nervios arruinarlo con los dientes, así que opté por chuparle la cabeza y jalarle el tronco con las manos al mismo tiempo, de todos modos obtuve la respuesta que esperaba: “así, así, sigue, más, más”. Eso me excitó mucho, escucharlo gozar y pedirme más.

Yo deseaba darle mucho placer y parecía que lo lograba, me emocioné mucho y le chupaba esa cosa tan rica casi con devoción. Me excitó muchísimo escucharlo gemir y que no supiera ni cómo moverse o qué hacer del placer que le estaba dando porque comenzó a agitarse y a balancearse hacia el frente y hacia atrás, yo ya no estaba húmeda, estaba empapada de la excitación, realmente esperaba que terminara en mi boca, esa es una de mis fantasías favoritas: tomar semen “directo del envase”, pero de repente me dijo que me detuviera. Yo ya me sabía la teoría: había leído cómo hacer una buena “mamada”, y unos amigos me han contado cómo es que les gusta que se los chupen y que era lo que les volvía locos, así que eso hice. Pedirme que me detuviera me sacó de onda, pero definitivamente me gustó chuparlo, la sensación de calor en mi boca, de la cabeza suave y el tronco rugoso y duro me gustó mucho, sentirlos con la lengua y los labios fue delicioso y ¡las venas!, me encantaron las venas.

Cuando me detuve, me levanté y Juan Carlos me tomó de la mano tiernamente y me dijo “quiero estar contigo” dude otra vez y se lo dije, pero con mucha dulzura me atrajo hacia él y me dijo “ven, siéntate frente a mi”. Lo hice, pero suspendida en el aire, estaba pensando que ya había hecho bastantes cosas como para dejar todo así como a la mitad y mi pensamiento decisivo fue: “si no es ahora, será mañana”. Me dijo: “baja”
- No, me va a doler.


- No te va a doler. Bueno, si te duele me abrazas fuerte.


- Bueno.
Primero paso la punta de su pene por mi clítoris y después la acomodó en la entrada de la vagina, pero me dolió porque parecía estar muy seco, me dijo que era el condón y decidimos que sin condón, pero que terminaría afuera. Se quitó el condón, me volvió a pasar la punta por el clítoris y luego por toda la vulva, sentí una gran diferencia, lo hizo varias veces y me dijo “estas bien mojadita, eso va a hacerlo más fácil”, en la última pasada, siguió de largo de la entrada de mi vagina hasta mi ano. Sentí rico, pero le dije: “por ahí no, hoy no, primero por delante, ya después lo demás”. Me sonrió, acomodó la cabeza de su pene duro y caliente en la entrada de mi vagina y me dijo que bajara, lo hice muy despacito: entró la punta y me dolió muy poco; lo abracé y seguí bajando, siguió entrando y me dolió más, así que lo abracé más fuerte, de repente bajé toda, ya no sé si fui yo que pensé: “ya, todo de una vez” o él me bajó, dejé de sentir dolor y dejé de apretarlo, yo veía a la pared, él me preguntó:
- ¿por qué me sueltas?
- Porque ya no me duele.


- ¿ya no?
- No. ¿qué? ¿es raro?
- No lo sé, yo creo que es bueno. Ahora sube y baja, pero mírame a los ojos

Empecé a subir y bajar despacito y a verlo a los ojos, son hermosos por cierto. Bueno, el caso es que yo subía y bajaba y no le encontraba lo maravilloso al asunto, a él si le gustaba y su cara me empezó a excitar, de repente empecé a sentir rico y la sensación aumentaba: él se movía, me mordía los pezones y me agarraba y apretaba las nalgas; sentía su miembro entero salir y entrar cada vez más rápido, me gustaba hacerlo rápido y me detenía de sus hombros, la estábamos pasando muy bien, gemíamos muy fuerte y sin cesar porque verdaderamente estábamos gozando nuestro placer cuando de repente la expresión de la cara de Juan Carlos cambió, se puso tensa y me dijo: “ya...” me paré inmediatamente y él empezó a masturbarse, a los pocos segundos eyaculó. Me gustó verlo masturbarse, estaba terminado de eyacular y pensé: “si ya estuvo en mi boca, tengo que probar a qué sabe” y como si fuera miel cayendo de una botella tomé un poquito de su semen con mi dedo y lo probé, no me supo a nada. Juan Carlos se sorprendió y con una sonrisa me preguntó “¿qué haces? ¿te gustó?” Le contesté que no sabía a nada. Me puse mi ropa mientras él me platicaba que tenía que estar en su casa a las 9am, le pregunté la hora y respondió que no sabía pero ya era de día porque ya había sol. Me espanté y le dije que nos fuéramos, él pareció no haberme escuchado y me dijo “¿y si nos bañamos?” acercándose a mi otra vez con esa actitud de “te voy a coger”, le dije que no, que nos iban a matar en la casa a Karina y a mi.

 

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