Relatos Eróticos Primera Vez
Despertar sexual con mi profesora de Inglés - Parte I | Relatos Eróticos de Primera Vez
Publicado por Alex Monk el 04/11/2016
El pretexto
Mi nombre es Alejandro pero todos los que me conocen siempre me han dicho, Alex. Esto sucedió en mis tiempos de preparatoria o liceo como se le conoce en algunos lados y se trata de la historia de cómo mi profesora de Inglés no solo me introdujo a los placeres del sexo, sino que también cambió el rumbo de mi vida. Sobra decir que se trata de un relato verídico.
En fin, como ya mencioné esto sucedió hace bastantes años, estaba en segundo año de preparatoria, siempre fui un chico “normal” si es que así me puedo considerar, de estatura media, con gran afición por los videojuegos, sin embargo también tenía mi lado atlético, pues en esas épocas jugaba mucho basketball con mis amigos por lo que hasta cierto punto mi apariencia en esas épocas no me desagradaba, eso sin mencionar que mi atractivo con las chicas siempre ha sido mi color de piel blanca y mis ojos de color claro.
Como podrán imaginar en cualquier chico de esa edad, el sexo era uno de mis grandes intereses, fantaseaba con las compañeras de clase, con las chicas mayores que encontraba a diario y claro, con mi novia de ese entonces, Mariana con la que nunca había llegado a más que los típicos “fajes” y manoseos propios de un par de adolecentes inexpertos. Sin embargo una de mis más grandes fantasías era con mi profesora de Inglés, la maestra Erika.
La maestra Erika era una mujer madura, de 36 años, pelo largo rizado de color negro, casi de mi estatura, es decir alrededor de 1.66 sin tacón (yo no soy muy alto, mido 1.68), con una figura envidiable pues tenía un culo bien formado y piernas torneadas, pero en definitiva lo que más resaltaba de ella y por lo que era famosa con todos los alumnos, era por ese par de tetas de gran tamaño que siempre procuraba disimular con sus atuendos pero que aun así se podían apreciar a la perfección sin importar el atuendo que decidiera usar.
Afortunadamente, el inglés fue una de mis materias favoritas, y gracias a diversos medios siempre se me facilitó por lo que un curso de inglés de nivel preparatoria no representaba mayor conflicto para mí, por lo que casi de inmediato fui el preferido de la profesora Erika, por supuesto yo le correspondí entregando tareas y sacando buenas notas en sus exámenes y de esta manera, a lo largo de 2 cursos llegó a identificarme bastante bien, casi llegando al punto de la amistad pues platicábamos de varias cosas cada que tenía oportunidad.
No fue sino hasta el final del segundo año cuando nos citó a su clase para entregar calificaciones como era costumbre de los maestros, el cierre de curso siempre era muy difícil para todos pues la profesora era bastante estricta aunque justa al momento de calificar. Y así uno por uno comenzó a llamarnos para entregar la calificación.
Yo estaba muy calmado y realmente no me importaba mucho, pues sabía que por lo menos tendría asegurado un 90 de calificación (nuestro sistema era base 100), cuando por fin fue el turno de pasar con ella, mi quijada casi golpea el suelo al enterarme que mi calificación era 65, es decir 5 puntos por debajo de la mínima aprobatoria.
Muy calmada y siempre con su monótono tono de profesora, me dijo:
“¿Qué te pasó? Porque saliste tan bajo”
Evidentemente y sin tener respuesta alguna le conteste que no sabía.
“¿Sabes qué fue lo que te pasó? Tus inasistencias.”
Reconozco que efectivamente había saltado la clase en varias ocasiones, pero no era el único además de que otros compañeros habían pasado sin problema y ellos habían faltado más que yo, en ese momento un gran sentimiento de indignación recorrió mi cuerpo pues pensé que al menos habría tenido la decencia de advertirme sobre la situación..
Aun así, y conmocionado por mi baja calificación, al final me armé de valor y pregunté:
“¿Y ya no se puede hacer nada para aumentar la calificación?”
Con el pasar de los años y después de pensar mucho en la escena, casi estoy convencido de que la profesora Erika esperaba esa pregunta.
“Hay Alex…pues es que ya es la calificación final, ya las tengo que entregar al rato” cambió un poco su tono a un tono más amigable “mira sé que eres buen estudiante, qué te parece si me vas a ver después de clases en mi oficina y revisamos tus notas y tus asistencias para ver que se puede hacer”.
“Si, está bien.”
Fue lo único que pude contestar ante tal sorpresa.
Al final de la clase, me percaté de que había sido el único que había tenido problemas con su calificación, no faltaron los compañeros felices de haber pasado aun cuando no se lo merecían y por supuesto también había aquellos que se burlaban de mi infortunio. Claro que mis amigos se encargaron de levantarme el ánimo como solo los amigos saben. “Te la va a aplicar por confiado” ”Sino te quiere ayuda, le muerdes una teta”, entre otras cosas.
Así transcurrió el resto del día, hasta que por fin dieron la 1:30 de la tarde y fue hora de buscar a la profesora de inglés.
Fui en compañía de mis amigos hasta el edificio de maestros, en donde se encuentran las oficinas de cada uno de ellos, al llegar me lleve una sorpresa al ver que ella iba saliendo de su oficina con algunos papeles en la mano.
“Alex que crees, me acaban de llamar a junta, espérame un rato, no tardo”.
Mientras ella pasaba junto a nosotros, no pudimos evitar voltear a ver ese increíble culo que se escondía debajo de la falda de su uniforme.
Decidí esperar un rato, sin embargo ya pasaban de las 2 de la tarde, mis amigos ya se habían marchado y no había rastro de la maestra Erika.
Vi como muchos profesores cerraron sus oficinas, dispuestos para terminar el día, incluso aún recuerdo al infame profesor Raúl Morales pasando junto a mí y diciendo “niños, todo al último”, cosa que no me causó nada de gracia, sin embargo justo cuando el profesor Morales iba de salida por fin vi a la maestra Erika en compañía de tres profesoras más entrando al edificio.
Parte 2
La seducción
Cada una de las maestras se dirigió a sus respectivas oficinas aun platicando de varios temas.
“Perdón Alex, el director nos llamó…ven pasa”.
La profesora Erika buscó sus llaves, noté un poco de duda o tal vez nerviosismo, al cabo de unos instantes al fin pudo dar vuelta a la cerradura y pudimos pasar al interior de su oficina.
El lugar era la típica oficina de profesores, es decir de poco tamaño, suficiente para tal vez 4 o 5 personas, un escritorio, ventanas que daban hacia el interior del mismo edificio y donde podías ver los pasillos y el resto de las oficinas de maestros, un pequeño archivero, libros y papeles por doquier.
“Toma asiento Alex…a ver vamos a ver” Dijo la maestra mientras buscaba papeles de entre la infinidad de cosas que tenía en su escritorio.
El tiempo pasaba y pasaba, la maestra buscaba entre sus papeles y de vez en cuando me hacía preguntas sencillas, la mayoría acerca de las clases, pero algunas referentes a mí, cosas insignificantes como “¿ya te tienes que ir?” “¿Ya cerraste todas tus materias?” entre otras cosas.
Durante ese incómodo momento noté que la profesora Erika miraba constantemente su reloj y veía hacia el exterior de la oficina, como si estuviera esperando algo. Poco a poco el resto de las maestras que se encontraban en el edificio cerraban sus oficinas y se retiraban.
“Hasta luego Eri” escuché que alguien dijo desde la puerta.
“Adiós Rosita, buen fin de semana”.
“¿Te vas a quedar mucho tiempo? Acuérdate que aquí espantan después de las 3”
“Jajajaja, es lo que dicen Rosy…pero ya casi terminé, lo que pasa es que me equivoqué con la calificación de este chico y estoy revisando”
“Hay amiga Eri, por tus prisas, bueno que descanses, adiós.”
“Bye Rosy…”
“Hasta luego maestra” Contesté amablemente pero ciertamente intrigado por lo que había escuchado acerca de que se había equivocado, entonces empecé a sentir un poco de ansiedad pues si todo había sido un error, había estado ahí esperando en vano.
Justo en ese momento, la maestra Erika se levantó y caminó hacia la puerta de su oficina, no perdí oportunidad para ver con discreción ese culo tan rico que tiene y noté como cerraba la puerta, no solo comencé a sentir más ansiedad, sino un poco de excitación, la simple idea de estar solo con una de las maestras más sexys del instituto era una idea emocionante.
La profesora regresó a su escritorio y se sentó, volvió a revisar sus papeles sin decir nada por un par de minutos, pero al final habló.
“Tú crees que el director quería que vinieramos a trabajar en las vacaciones” su tono era monótono como el de siempre, y ni siquiera se molestó en subir la mirada, como si estuviera lanzando el comentario a nadie en particular.
“No me diga maestra, ¿por qué?” Respondí con la mayor tranquilidad y desinterés que pude.
“Ideas locas del señor…yo creo que nadie lo quiere en su casa”
Reí amablemente a su comentario y le respondí “Entonces va a venir a trabajar”
“Si, aunque lo convencimos de que nos redujera los días de trabajo en vacaciones”
“Ah que bien, por lo menos” - Conteste mientras ella sonreía amablemente ante mi comentario.
Pasaron otros minutos, ella seguía buscando y leyendo mientras yo esperaba en la oficina y a la menor oportunidad que tenía, buscaba dar un vistazo discreto ese maravilloso escote de ensueño. Al cabo de un rato levantó la mirada, miró a su alrededor, me miró fijamente y finalmente preguntó:
“¿Sabes cómo lo convencimos?”
“No...” Ahora si estaba genuinamente interesado por su respuesta y me incliné un poco para escuchar mejor. Sin embargo la maestra no contestó, al menos no de inmediato, parecía que meditaba por unos segundos, al final dijo:
“Siempre que vamos a junta, me siento enfrente de él…” en eso la profesora se levantó “Y le digo: hay profe Saúl, siempre hace calor en su oficina” entonces la profesora se se quitó su chaqueta…no podía creer lo que estaba enfrente de mí. La profesora tenía un top de tirantes color blanco ajustadísimo que hacía resaltar sus tetas de manera exquisita, jamás la había visto así pues siempre se aseguraba de estar presentable para sus clases. Mi expresión debió haber sido una mezcla de sorpresa y duda, pues de casi de inmediato se volvió a sentar con una sonrisa avergonzada dibujada en su rostro.
“Y después que le digo, profe no sea malo, son vacaciones no podría perdonarnos algunos días” cuando la maestra dijo esto, hizo un gesto de niña inocente, sin embargo cruzó sus brazos por debajo de su pecho lo que creó una vista mucho más excitante de sus tetas que me provocó una enorme erección al instante.
“Creo que lo pusimos nerviosos al pobre porque no sabía a donde mirar, al final nos perdonó algunos días…la maestra Geo y la maestra Rosy nada más se reían, y la maestra Jessy como siempre, se puso roja la pobre…pero ya van tres veces que lo convencemos cuando algo no nos gusta”.
La maestra me miró fijamente por unos cuantos segundos, como analizando mi comportamiento y entonces me hizo la pregunta que cambió mi vida para siempre, nunca olvidaré la forma en la que su voz pasó de ser monótona a tomar un tono muy seductor.
“¿Quieres tocar?”
Parte 3
Comienza el juego
Al escuchar la pregunta levanté la mirada, no podía creer lo que estaba escuchando, en verdad me había preguntado ¿si quería tocar?, mi expresión debió haber sido mucho más graciosa que la de hace unos momentos porque la maestra solo se quedó mirando con una sonrisa esperando mi respuesta.
“S…si…” fue lo único que pude decir, sin embargo no podía levantarme por dos razones; en primera mi cabeza seguía girando debido a lo que estaba sucediendo, y más importante aún, tenía una erección como nunca antes la había tenido lo que me hizo dudar pues no quería que se diera cuenta de que estaba a punto de estallar.
“¿Qué te pasa?” dijo en tono seductor y hasta un tanto burlón “no me digas que no te puedes levantar…” mientras decía eso parecía que su escote reventaría en cualquier instante o tal vez era ella quien estaba acercando su pecho hacia mí por encima del escritorio.
En eso, miré hacia abajo, hacia el bulto que se había formado en mi entrepierna, al parecer la maestra Erika captó de inmediato el mensaje y volvió a decir.
“No te preocupes”.
Entonces se levantó, volvió a mirar a sus alrededores y se acercó a mí, yo seguía sin creer lo que estaba pasando, la maestra de mis fantasías estaba ahí enfrente con un top criminal que apenas y podía contener ese par de deliciosas tetas. Se inclinó un poco, tomó mi mano y la llevó a su pecho, al sentirlo creí haberme corrido pero solo era el líquido lubricante que indica que mi pene estaba listo para la acción, mientras aún estaba acostumbrándome a la forma tan hermosa de esa parte de su cuerpo, ella llevó su mano a mi muslo lo que me exaltó un poco, comenzó a acariciarme mientras me decía al oído “¿Te gusta”? yo solo pude asentir y antes de que pudiera decir otra cosa, me plantó un beso, un beso suave, dulce, tierno, un beso en el que apenas nuestras lenguas se tocaron, un beso que nunca olvidaré, justo en ese momento su mano por fin alcanzo mi pene que estaba erecto al punto del dolor, lo acarició por encima del pantalón y sintió como se estremecía al igual que todo mi ser.
Al fin se separó de mí, parecía agitada y emocionada, como si la maestra que había conocido por tanto tiempo hubiera desaparecido, una vez más revisó los alrededores, finalmente me dijo:
“Te puedo ayudar con tu calificación Alex, pero tienes que hacer un trabajo conmigo ¿ok?”
No hace falta mencionar que dije que sí sin pensarlo.
Entonces tomó mi mano y volvió a decir:
“Necesito que apagues este calor dentro de mí”
Entonces llevó mi mano a su pierna justo por encima de su media, debajo de su falda, sin decir nada comencé a recorrer su terso muslo, la suavidad era increíble, conforme subía más y más ella solo agitaba su respiración.
Yo sabía lo que estaba buscando, no era su pierna, ni siquiera eran esas nalgas tan increíbles que sabía que tenía, mi primer pensamiento fue llegar hasta lo más preciado de su feminidad, me acercaba poco a poco tocando suavemente su muslo hasta que por fin llegué al último obstáculo entre ella y mi mano, sus bragas, de inmediato supe que eran de encaje por la textura con la que me encontré. No pude resistirme y levanté su falda para poder ver el panorama completo, lo que vi me volvió a dejar sin palabras.
Llevaba unas bragas color piel semitransparente de encaje que apenas y dejaban ver un poco ese magnífico tesoro que cada vez parecía estar más a mi alcance.
Introduje mi mano por debajo de sus bragas, ella simplemente se limitó a cerrar los ojos y a disfrutar el momento, comencé a recorrer esa zona hasta que me encontré con esa rajita tan deseada por todos los hombres del instituto, de inmediato supe que ella lo estaba disfrutando pues sentí una gran humedad en mi mano y comencé a explorar con movimientos suaves y hasta temblorosos debido a mis propios nervios, poco a poco introduje un dedo, la sensación era como nada que hubiera sentido antes, el calor y sus líquidos bañaban mi mano de una manera muy excitante, ella solo se limitaba a gemir, no perdí oportunidad y con mi otra mano por fin pude tocar ese espléndido culo que tantas veces había contemplado en clase, era de buen tamaño, redondo y para nada flácido, era perfecto.
Mi propia excitación por poco me traiciona, la escena era tan excitante que por poco termino en mis pantalones, pero me contuve como pude, poco después sentí un leve movimiento involuntario por parte de la profesora Erika, como si algo la hubiera sobresaltado, me atreví a repetir el movimiento que había hecho con mis dedos sólo para percibir una reacción similar, entonces repetí una vez más, con resultados similares, me di cuenta que había encontrado un punto que a la profesora parecía gustarle, no me detuve y continúe con el movimiento aumentando mi velocidad, la profesora se dio cuenta y con un tono de voz que nunca antes había escuchado o siquiera imaginado que ella pudiera tener me dijo:
“N..no, no Alex, para…” No me llevó mucho aprender que ese tono de voz básicamente quería decir que no me detuviera, entonces continué con mis movimientos, subiendo un poco más la intensidad…
“Ya..para por favor…yaaaa, hmmm…” suplicaba la maestra Erika cada vez estremeciéndose un poco más al ritmo de mis movimientos…
“…Todavía no…Alex, todavía no…para…” la profesora Erika se alejó como pudo de mí, casi de inmediato retiré mi mano la cual estaba bañada en sus jugos, como si fuera reflejo lleve mis dedos a mi nariz para poder oler la esencia de mi adorada profesora.
El olor era fuerte, pero para nada desagradable, al contrario. Entonces y si la escena no era lo suficientemente surrealista, la profesora tomó mi mano y se llevó mis dedos a la boca, casi los devora con su lengua, la expresión que ella tenía era de pura excitación.
Cuando liberó mi mano y sin decir nada se lanzó a mis labios y me dio otro beso, esta vez era muy diferente al primero que nos dimos, este no fue dulce y cariñoso, este era salvaje y apasionado, mi lengua casi no podía resistir los embates de la suya, eso sin mencionar que el sabor ligeramente salado de sus labios gracias a sus propios fluidos me nubló la mente todavía más pues el sabor era embriagante.
Al cabo de un rato por fin nos separamos, nuestras respiraciones estaban agitadas, yo estaba listo para llegar hasta lo último con la sexy profesora, no me importaba nada en ese momento, ni la calificación, ni la hora, nada…solo quería volver a besar esos labios y volver a recorrer con mis manos ese delicioso culo y esas jugosas tetas…pero antes de que pudiera hacer algo, lo que me dijo en ese momento me dejó un poco decepcionado.
“Aquí no Alex…aquí no podemos, es muy peligroso” A la fecha aún no sé cómo hizo para controlar su respiración y su tono de voz, pues de repente todo parecía volver a la normalidad.
“Espérame afuera del estacionamiento, yo paso por ti.”
Tuve que esperar un poco para asimilar lo que acababa de pasar y lo que me había dicho, además de tomar un poco de aire y calmar la tremenda erección que aún tenía, por fin después de unos segundos logré sonreír por primera vez desde que habíamos empezado y le dije:
“Si Profa.…nada más permítame tantito, tengo que recuperar fuerza” - Ella rio como una colegiala avergonzada por el comentario, aunque a la fecha estoy seguro que esa risa no era más que parte de su acto de niña inocente pero seductora.
La maestra se levantó y comenzó a tomar sus cosas, no sin dedicarme algunas miradas traviesas, mientras tanto, me levanté y como pude oculté un poco mi erección, justo antes de salir de la oficina me dijo:
“Oye, ¿tienes celular?” Le respondí que sí, que sí tenía.
“¿Qué te parece si avisas en tu casa que vas a llegar tarde?”
Esta pregunta no me paralizó, al contrario, convirtió toda mi ansiedad y mis nervios en una emoción sin igual, como si fuera un niño esperando la navidad. Por fin recuperé un poco de confianza y le contesté:
“Maestra cómo cree, yo siempre llego a casa temprano como niño bueno”
Ella me miró fijo y me percaté de los hermosos ojos que tenía, algo en lo que muy pocas veces había puesto atención.
“Pues hoy me voy a comer ese niño bueno hasta que me canse”.
Salí de la oficina, intentaba relajarme, pensar detenidamente lo que había pasado, comencé a sentir un poco de miedo, al fin y al cabo me dirigía a una situación que nunca había experimentado, además se trataba de una maestra, que pasaría si alguien se enterara.
Decidí distraerme un poco y de paso procurar que mi pene también pudiera regresar a la normalidad y aproveché para llamar a casa.
Uno de mis hermanos contestó y le dije:
“Oye dile a mamá que llego tarde, voy a ir con mis amigos a comer, a jugar videojuegos y tal vez al cine, llego cerca de las 8, como siempre”.
Aprovechando que era un viernes y sobre todo el fin de curso, sabía que mi familia no sospecharía nada pues no era la primera vez que iba con mis amigos a pasar el rato. Incluso Mariana, mi novia de ese entonces había faltado el viernes a la escuela, pues salía desde muy temprano con su familia pues ellos pasaban las vacaciones con sus parientes de otro estado. Por extraño que fuera, todo se estaba alineando.
Cuando iba caminando hacia la salida, sumergido en mis propios pensamiento, me percaté de una silueta a mi lado, no tardé mucho en reconocer quien era, incluso era imposible no adivinar que se trataba de la profesora Jessy.
Como había dicho, la profesora Erika era una de las maestras más sexys de todo el instituto, tal vez la segunda o incluso la tercera si contamos a la señorita Coral, la contadora del instituto, que también tenía una gran cantidad de fanáticos, pero sobre ellas dos, había alguien que se alzaba con el primer lugar indiscutible, la profesora Jessica Araceli era una joven recién graduada de no más de 24 años y era la razón por la que todo alumno y hasta los profesores maduros suspiraban.
Se trataba de una chica bajita como de 1.58 de estatura, delgada pero con una deliciosa figura, con una piel clara como la nieve, cabello rubio cenizo largo y lacio que le llegaba a media espalda, tenía facciones finas y muy hermosas, un par de tetas no muy grandes pero bien formadas, un culo también muy bien formado acorde a su figura delgada, ojos color miel y una sonrisa cautivadora, en pocas palabras se trataba de una verdadera muñequita.
Por si fuera poco era una persona sumamente agradable con todo el mundo, que amaba su trabajo y siempre tenía tiempo para ayudar a sus estudiantes.
“¿Alex tan tarde te vas?
“Hola profesora, si por ahí surgió un detalle con una calificación…pero ya todo arreglado”
“Ah que bueno”
“Y usted, ¿ya de salida?”
“Si Alex, ya a casa a descansar”
Justo en ese momento, el pánico recorrió mi cuerpo...¿Acaso Jessi estaba en el edificio de maestros hace unos minutos? ¿Se habrá dado cuenta de algo?
“Qué bueno profesora, ¿A dónde se va de vacaciones?”
Decidí que no importaba preocuparme por eso, pues la actitud de la maestra Jessi parecía ser la misma de siempre por lo que continuó nuestra plática por un rato mientras nos dirigíamos a la salida, fue entonces que vi estacionado al carro de la profesora Erika, justo en frente.
Por un momento volví a sentir miedo y hasta desilusión pues tal vez la presencia de la profesora Jessy arruinaría los planes que teníamos, sin embargo y de la manera más natural la profesora Erika explicó como por su culpa y por un error que cometió tuve que quedarme hasta tarde para revisar una calificación y que me dejaría en el boulevard del centro para acercarme a mi casa, la maestra Jessy pareció un poco extrañada por la amabilidad de Erika, pero al final dijo:
“Bueno Eri, te veo entonces la otra semana”
“Claro Jessy, dime no quieres que te lleve, podría acercarte a tu casa también”
La profesora Jessy pareció pensarlo un poco, pero con esa sonrisa tan encantadora que tiene contestó:
“No te preocupes Eri, no quiero que te desvíes mucho, bye Alex, te portas bien...”
La última frase me puso pálido, ¿acaso sospechaba algo? Sin embargo la maestra Erika pareció no molestarse o no notó el comentario, y me hizo una señal para que subiera al auto, así lo hice y la profesora comenzó a conducir, entonces me dijo:
“Esa Jessy…es un encanto ¿verdad?”
“Si, le cae bien a todos”
“Espero que no pienses que está mejor que yo”
Por supuesto que lo pensaba, todos en su sano juicio lo pensaban, pero no iba a decir eso…
“No para nada, usted…usted es un monumento” le dije mientras volvía a recorrer su cuerpo con la mirada.
“Mentiroso…” dijo con una voz sexy mientras ponía su mano en mi pierna “Entonces mi amor, que dices, listo para lo que sigue”.
“Claro que si”
“Por cierto y creo que no necesito decirlo, pero no le vas a contar esto a nadie me entiendes”
En ese momento ella me pudo haber pedido que matara al director de la escuela y yo hubiera dicho que sí a todo.
“Por supuesto maestra, a nadie”
Mientras conducía, me comentó acerca de su vida, aprendí mucho de ella, de cómo comenzó a trabajar después de la universidad y como sus jefes siempre querían aprovecharse de ella debido a su escultural físico lo que ocasionó que casi siempre se vistiera con ropas conservadoras y nada llamativas, poco a poco llegué a comprender cómo una chica tímida y hasta reprimida se convirtió en una maestra dedicada, un tanto fría pero muy responsable y muy seria, fue entonces cuando me habló de su prometido…
“¿Está comprometida?”
“Así es Alex, ya hasta estamos planeando la boda...”
Continuará...