Relatos Eróticos Orgias
Mi mujer goza como una perra | Relatos Eróticos de Orgias
Publicado por Anónimo el 30/11/-0001
Tengo 41 años y mi mujer 36. Hace unos cuatro años venimos disfrutando el sexo en todo su esplendor, sin inhibiciones ni prejuicios, a ella le gusta andar sin ropa interior en lugares públicos y en ocasiones le fascina enseñarle la chocha a algún desprevenido chico que se cruce enfrente de ella. Esa situación la excita enormemente tanto a ella como a mí, no solo cuando la veo hacerlo, sino también cuando ella me lo cuenta. Desde entonces quisimos vivir una aventura con otro hombre u otra mujer. La primera experiencia en trío no fue muy estimulante para ella, creo que el chico que escogimos para acompañarnos no era el adecuado. Hace tres años decidimos ir a un lugar de streptease masculino, a ver el espectáculo para excitarnos y luego ir a hacer el sexo juntos, por esa razón ella llevaba una súper minifalda y no usaba ropa interior. Las cosas salieron mejor de lo que esperábamos, ya que uno de los muchachos de nombre Michael se fijo en ella y cada vez que podía le hablaba y le hacia propuestas, entusiasmado por que ella le había dicho que yo era solamente el conductor que la estaba acompañando. Al finalizar el espectáculo, los muchachos se quitaron la ropa interior y dejaron al descubierto por unos segundos sus atributos masculinos, ese momento fue aprovechado por Michael para enseñarle su enorme pene y ofrecérselo con un gesto sensual a mi esposa. Esa acción terminó de enloquecer a mi mujer, que entonces decidió que quería que saliéramos con él, entonces se pusieron de acuerdo y lo esperamos a la salida en el auto. Resolvimos ir a disfrutar de la noche a una casa desocupada que teníamos. En el recorrido hacia donde se encontraba ubicada, se desarrollo en el auto una escena de morbo impresionante, como supuestamente yo era el conductor, iba al volante y ellos dos viajaban en el asiento trasero, escuchaba perfectamente todas las obscenidades que se decían, por que mi mujer también estaba totalmente desinhibida, él le tenia la pequeña camisa que llevaba, debajo de sus tetas, y la minifalda totalmente en la cintura, le venia acariciando las tetas y la chocha con sus manos, mientras la besaba apasionadamente, entonces ella le metió la mano en su pantalón y le saco la verga y comenzó a acariciarla con mucha admiración por su enorme tamaño, lo cual repetía permanentemente, los tres estábamos muy excitados, yo escuchando todas las morbosidades que decían y los jadeos de mi mujer por la excitación que la envolvía, tanto que pude escuchar como podía venirse varias veces por el intenso placer que sentía. De vez en cuando dentro de mi afán por llegar al lugar de destino a disfrutar de la noche, miraba por el retrovisor y podía ver las caras de emoción que los dos tenían. Cuando llegamos a la casa, era tanta la prisa que tenia mi mujer por comenzar a gozarse a Michael, que me dejaron abandonado en el garaje, mientras estacionaba correctamente el carro. Cuando subí a la alcoba principal donde se desarrollo el resto de la reunión, ya estaban los dos casi desnudos y en un beso y abrazo apasionado que me dejo perplejo, estaban muy excitados y restregaban sus cuerpos entre si de manera vulgar y erótica, entonces resolví no interrumpirlos y preferí quedarme afuera del cuarto tratando de ver sin ser advertido, como se quitaban mutuamente la poca ropa que les quedaba, mientras ella se restregaba la chocha en una de las piernas de Michael y le cogía la verga con una de sus manos acariciándola violentamente. Sin poder aguantar mas las ganas que traían, el tomo un condon que había llevado y quiso ponerlo en su verga, entonces mi mujer se lo quitó y procedió a ponerlo ella muy delicadamente, acto seguido comenzó a mamársela de una forma muy sensual, entonces no me pude aguantar las ganas de masturbarme, estaba tan excitado que me vine de inmediato, era como si estuviera viendo una película pornográfica en vivo, luego pude disfrutar viendo como Michael la acostaba y la clavaba en el suelo, le metía y le sacaba esa verga de entre la chocha haciéndola venir una y otra vez, ella jadeaba y gritaba como esas perras que ponen en las películas de porno, lo mejor de todo es que lo que veía era real, en vivo y ninguno de los dos fingía. Lo mas emocionante, excitante y que tenia mi adrenalina al tope era que quien estaba allí pichando era mi mujer, y digo pichando por que era así como lo gozaban y disfrutaban los dos, además por un buen momento estaba convencido de que se habían olvidado de mi, lo cual nunca me disgusto, eso todavía hacia mas excitante mi situación y me conformaba con ver reflejadas en los vidrios del cuarto para no ser visto, las imágenes de su cuerpo y el de él restregándose y culiandose sin compasión. De repente ella me llamó para participar en el bacanal, no sabia si ir o continuar tan solo mirando, pero creo que me agradó la idea, mi verga no tenia nada que hacer al lado de la de Michael, por un momento se la mire y me dio envidia de su gran tamaño, que vergonononon tan enorme y bien hecho el que se estaba comiendo mi mujer, eso también me éxito muchísimo, no entendía como le pudo caber, de verdad que ella tenia razón de estar tan provocada y de no haberse aguantado las ganas de chuparla, entonces se me elevo de nuevo la adrenalina y apenas sentí sus labios en mi verga y mientras él le enterraba su verga en posición de perrito, me vine de nuevo, esta vez en su boca, en menos de quince minutos ya llevaba dos eyaculaciones, también ella estaba a punto de reventar de placer, ese hombre la clavaba con unas ganas que parecía que la estuviera castigando, pensaba que le iba a reventar la chocha, pero contrario a lo que creía mi mujer le pedía que le diera mas y mas duro, y que no le sacara su verga ni por un segundo, entonces pensé que quien se iba a reventar era él por que mi mujer no se terminaba de saciar y no iba a aguantar que le sacara su verga ni para descansar. Mi mujer gritaba con tanto placer e intensidad que creí que todo el vecindario se habría dado cuenta, bueno eso también fue muy excitante, pensar que además cuando saliéramos y se percataran de nuestra presencia, pensarían que puta que es esa mujer, lo cual creo que me termino de emocionar. Para redondear la noche, Michael me cedió el turno, no se si por cortesía o por que ya estaba cansado, yo hubiera querido seguir mirando y creo que ella también lo hubiera preferido, por que además me vine tan pronto como le metí la verga, a pesar de que por el enorme tamaño de la verga de Michael, mi mujer tenia la chocha como una olleta y mi verga bailaba de lado a lado sin mayor resistencia, creo que eso fue lo que me impresiono y acelero la excitación. Venirme tres veces en menos de media hora, eso si es un buen record, pensaba para mis adentros. No se cuantas veces se pudo venir él, nunca lo supe. Bueno, el que empezó tuvo que terminar la faena y así nuevamente fui espectador, continué observando como seguían culiando y después como jugaban morbosamente en la ducha, ella no descendía del clímax en que la tenia Michael, por un momento creí que iban a comenzar otra vez a culiar, pues mi mujer continuaba encaprichada y para nada quería que el se vistiera, desafortunadamente no había mas condones, por que o si no, creo que nos hubiera sorprendido la mañana siguiente, dándose cuenta el vecindario cuando saliéramos en el día, que clase de puta era mi mujer. Desde entonces me fascina recordar esta fantasía hecha realidad que se convirtió en uno de los momentos si no el mas excitante que he vivido. A mi esposa también le encanto la experiencia, tanto, que posteriormente ella volvió a ir a aquel lugar con una amiga y salieron con dos muchachos para el apartamento de uno de ellos, viviendo una nueva experiencia que posteriormente me relato mi esposa con mucho detenimiento, disfrutándola de manera intensa. Lo mas reciente ha sido una relación de amigos que ella sostuvo con un compañero de la universidad, aún cuando no han consumado la relación sexual, si han morboseado en lugares públicos, incluso se han acariciado sus órganos sexuales en los salones de clase cuando están solos. Debo confesar que cuando ocurre una aventura de estas se me eleva el nivel de erotismo y no puedo evitar tener mi verga parada casi todo el día recordando las cosas vividas, de esta forma terminamos culiando con mi mujer casi todo el día en cualquier lugar que podamos. La verdad es algo que todos los hombres deberían experimentar, eso ayuda a renovar la relación conyugal y mantenerla sexualmente vigente.