Relatos Eróticos Orgias

Fiesta en la playa | Relatos Eróticos de Orgias

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Estaba trabajando en la primavera de hace dos años en mi empresa, cuando sucedió el relato que ahora os narro. Tenía un compañero que se llamaba Ramón, y un día en fin de semana me invitó a ir al campo con dos amigas suyas, según él, con esas mujeres podíamos hartarnos allí. Yo tras ver la oferta, acepté, y así pasaron los días hasta que llegó el sábado en el que quedamos.
A la hora acordada y en el sitio convenido, se presentó Ramón con las dos chicas, a las cuales conocía de vista del trabajo. Me las presentó, una se llamaba Esther, guapa, pelirroja con un cuerpazo, mediría alrededor de 1,75 y con medidas colosales, cerca de 105 - 65 – 95. La otra se llamaba Cinta, guapa aunque no como su compañera, un poco más baja, morena, con un cuerpo hermoso, sobre 100 – 60 – 90, bien proporcionado.
Los cuatro nos dirigimos en el coche de Ramón con dirección a Matalascañas, un pueblo de la costa de Huelva, pero antes de llegar, en una parte más salvaje, nos paramos, aparcamos el vehículo, y nos adentramos en el paraje de ensueño, rodeado de arena y árboles. Nos quedamos fuera de la playa, justo en la duna anterior, pero desde nuestra posición el agua del mar estaba a escasos treinta metros, esta zona estaba solitaria. Antes de situarnos, Ramón nos dijo a Cinta y a mí, que nuestro sitio era en una duna, y que el suyo estaba tras esta, o sea que estábamos juntos, pero separados por la duna de arena. Esther dijo que era lo adecuado, pero Cinta protestó, aunque no le sirvió de nada, yo no dije nada, y ellos desaparecieron tras la duna. El día era muy caluroso, por lo que rápidamente me quedé en bañador, Cinta hizo lo mismo, y se sentó a mi lado. En un principio casi no hablaba, pero intenté romper el hielo hablándole, cosa que logré, pues ella empezó a hablar, bastante incluso. Al pasar una media hora, nos pareció escuchar un gemido, Cinta con curiosidad se levantó y se acercó a la duna, se asomó, y miró con sorpresa, al verla, me levanté y vi a Ramón y Esther desnudos realizándose sexo oral mutuamente entre gemidos. Cinta se excitó, y disimuladamente se tocó su aparato sobre el bikini, mi polla se puso dura rápidamente, cogí a Cinta de la mano, y tiré de ella hacia la toalla, ella se dejó, y sin mediar palabra la apoyé sobre la toalla, y la besé suavemente, ella se dejó hacer, hasta que de repente comenzó a besarme furiosamente, mientras su pubis buscaba afanosamente el máximo contacto con mi polla. Cinta se puso de rodillas sobre la toalla, sus manos rápidamente me quitaron el bañador, y tomaron mi verga, acariciándola suavemente.
Seguidamente, y con mirada deleitosa, su lengua comenzó a dar pequeñas pasadas sobre el prepucio, después le dio una serie de lamidas, para a continuación ponerse de pie, se quitó las bragas, me tumbó, y se puso sobre mí, metiéndome su coño en toda la boca, comenzó a frotarlo furiosamente, mientras sus manos y boca volvían a trabajar sobre mi pene, mi lengua recorría dulcemente su grieta, chupándole su clítoris muy suavemente. Pasado unos minutos, ella dejó de chupar mi polla, solo la acariciaba, se concentró en el enorme placer que le estaba dando, su culo se movía suavemente al compás de mis lamidas, la estaba matando de placer, mi boca chupaba su clítoris, mi lengua jugaba con los sabrosos labios, arriba y abajo, dentro de su vagina, Cinta gemía cada vez mas fuerte hasta que su culo comenzó a temblar, su cuerpo sufrió un poderoso espasmo lanzando, y lanzó un fuerte grito. En ese momento, y como ella había seguido pajeándome, lancé un gran chorro de esperma que fue a parar a su cara y pecho, ella bajó rápidamente su cabeza y comenzó a tragarse todo lo que pudo. De pronto se escucharon risas y aplausos, eran Ramón y Esther que estaban comiéndose un bocadillo mientras miraban, Esther en ese momento me dijo que ella también quería probar, y Carmen le replicó entre risas que era solo suyo, Esther se acercó a mí, y me dio un beso en la boca, y tras esto dijo entre risas que sabía delicioso el coñito de Cinta.
Todos nos reímos y nos fuimos desnudos al agua a bañarnos, allí cada uno sobaba al otro mientras nadábamos, incluso Esther en una de sus zambullidas me cogió la polla con la boca, consiguiendo ponérmela otra vez dura. Tras estar bastante tiempo en el agua, Esther me cogió de la mano, y me llevó hacia las toallas, en cuanto llegamos, ella se tiró sobre una, se abrió de piernas, y con sus dedos se separó sus labios vaginales, y me dijo que le metiese mi palo allí dentro, que lo estaba deseando. Sin pensarlo, me situé entre sus muslos y sin dificultad alguna se incrustó en la entrada de su vagina, y con un ligero movimiento de caderas, mi verga comenzó a penetrar su interior, su vagina estaba muy lubricada. Esther disfrutaba a tope con la polla en su interior, y cuando mis testículos tocaron su culo, ambos acompasamos nuestros movimientos, daba unos sabrosos chupetones a sus erectos pezones mojaditos, mi verga se deslizaba por su engrasado y caliente conducto, era maravilloso, Esther comenzó a emitir sonoros quejidos de placer y a acelerar sus envites contra mí, yo aceleré mis acometidas, y lancé un sonoro gemido, y mi polla comenzó a lanzar leche en el interior, ella soltó un estridente grito y empezó a contraer su vagina, estaba teniendo un magnifico orgasmo. Tras esto, nos sentamos y contemplamos como Ramón le comía el coñito a Cinta, hasta que esta se corrió.
Nos comimos los bocadillos y tras esto, nos tumbamos en las toallas, pero ellas insaciables, comenzaron a jugar, Cinta comenzó a dar lengüetazos a mi miembro mientras Esther hacía lo mismo con la de Ramón, hasta que pasado un gran tiempo, lograron ponerlas duras. Entonces Cinta se colocó sobre mí, y cogiendo con la mano mi pene, lo dirigió a su agujero, y en cuanto la posicionó fue bajando su culito poco a poco hasta que entró toda, Esther hizo lo mismo. Cinta estaba empalada, me comía sus preciosas tetitas, y movía sus músculos vaginales, contrayéndolos, se estaba clavando mi polla en su coñito. Estuvimos un largo rato en esa posición, hasta que para mi sorpresa, ella me pidió a gritos que la enculase, sin pensarlo la quité de encima, la puse a cuatro patas, y lubriqué bien su entrada del ano con sus propios flujos, entonces apoyé mi polla en la entrada y comencé a presionar, tras empujar un poco, la cabeza quedó encajada en su alojamiento, empujé un poco más y mi polla penetró hasta la mitad, un poco más y la tenía absolutamente dentro, ella no dijo nada, se limitaba a menear el culo para facilitar la penetración, lanzando jadeos según la iba penetrando. Tras tenerla un tiempo metida, y su agujero ya acostumbrado, comencé un lento movimiento de mete saca por aquel caliente túnel, con mi mano izquierda le acariciaba sus tetitas, los pezoncitos los tenía duros, luego bajé la mano y con los dedos comencé a acariciar su clítoris, Cinta movía el culo, soltando sonoros gemidos, yo no aguanté más y comencé a lanzar semen en el fondo de su culito, tras esto, ella comenzó a temblar, y su corrida fue apoteósica. Ramón al ver como enculaba a Cinta, puso a Esther a cuatro patas, quería hacer lo mismo, pero esta no se lo permitió, le dijo que por ahí nada, que ella no follaba por ahí, así que machacó su vagina hasta que ambos llegaron al orgasmo. Momentos después empezamos a recoger, momento en el que Cinta, sonriente, le dijo a Ramón que se había equivocado en la elección, en clara alusión al sexo anal, Ramón no contestó, y cogimos el coche y regresamos.

 

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