Relatos Eróticos Lesbicos
Vestas | Relatos Eróticos de Lesbicos
Publicado por Anónimo el 30/11/-0001
Corrió la sábana de seda suavemente y se levantó, completamente desnuda de ropas y sabores exóticos... al apoyar el pie derecho un leve dolor en la pantorrilla hizo que frunciera su apetecible boca aún dormida y laxa.
Eso la hizo sonreír con encanto. Fue a sentarse en la silla frente al gran ventanal de la habitación, daba a la incansable ciudad de Buenos Aires.
Sin saber que eran las 4 de la mañana prendió un cigarrillo limpiando una mancha imaginaria en la impecable mesa de fórmica gris oscuro... salió de las estructuras... jamás fumaba un cigarrillo a la madrugada, porque fumar sin tener algo en el estómago le caía mal... Salió de las estructuras... tampoco esa pequeña mesa redonda había estado ocupada con absolutamente nada por más de media hora... Largó el humo con suavidad a las sombras... y hacía más de 4 horas estaba ocupada por ropas desordenadas y pueriles, medias blancas con tiernas flores adornando, ropa interior blanquecina de suave sabor a virgen...
"Vesta" murmuraron sus labios por milésima vez, pero ya no a oídos candentes, sí al espacio entre la ventana llena de luces y sus labios..
"Vestales, jóvenes doncellas vírgenes, elegidas para el cuidado y la protección del Fuego Sagrado, hasta tal vez el fin de sus días..."
Recordé cuando en la clase de historia mencioné aquel tema que tanto me apasiona. Y todo comenzó...
Me recibí de profesora de historia a los 25 años, hacía un año que ejercía, y esta era mi segunda escuela, en un papel mucho más importante, yo no era suplente, ahora quería pelear por ser titular. Pero siempre me apasionó la mitología, y exacerbaba a mis alumnos de entre 16 y 18 años con relatos fantásticos de pasiones desgarradas y tormentos de amor... el que más me atraía era el de la diosa Vesta y su perdurable inocencia, como llamaba a la abnegación de las pasiones, y la contención de los sentimientos más íntimos.
Cuando la vi de repente, en el momento en que la narración afloraba de mis labios como manjares predilectos, sus ojos fueron a los míos con extraña insistencia; yo pude ver como sus pálidas mejillas se colorearon sutilmente....
Me desvié de sus ojos grises a instante, ojos fríos que de repente habían enviado un calor inquietante.
Soy una mujer que básicamente sigo estructuras y cálculos, nada se me dio fácil y así me acostumbré. No demasiado sexual ni mucho menos acreedora de las prohibidas artes lésbicas, dos novios con contadas experiencias sexuales y luego mi carrera, con ella si me iba a dormir entre sábanas de seda oscuras....
Bueno, es que aún nada sabía...
Era una niña, una jovencita de 16 o 17 años a la cual no había visto nunca.
__Cambio de colegio repentino__ dijo la directora cuando se lo comenté a la mañana siguiente, hace exactamente dos semanas atrás__ El papá estaba enfermo, por eso no empezó antes.
Solo asentí y me dirigí a mi clase, reticente... por primera vez mis piernas fallaban, realmente me sentía muy mal. Ni dando el último examen se me contrajo el estomago de esa manera!...
Esa tarde sus ojos grises no se despegaban de los míos, porque yo los buscaba constante e inconcientemente también
En uno de esos días raros después de las vacaciones, me quedé en el recreo más largo dentro del aula, era fines de Marzo y el verano se iba lentamente.
Corrigiendo algunos trabajos prácticos me sentía más relajada, lejos de estar todos los días con la presencia turbadora de esa niña y sus fríos ojos, esos momentos eran de sumo placer para mi.
Hasta que siento a mi lado una presencia y mi momento de privacidad quedó en la nada... sólo atiné a ver el vaso que se me deja al costado, sobre mis anteojos de lectura...
Al instante pensé en el pesado profesor de literatura, cargoso e insistente en su "seducción"; odio el café y lo que traía siempre ¡era café!...
__Detesto el café Carlos...
__Lo sé, por eso traje té....
Esa honda voz ya conocida me trajo incontrolables temblores a la mano, tuve que dejar la lapicera bruscamente.
Y me encontré frente a "ella", realmente frente a una mujer, no una niña como sostenía con todas mis fuerzas. Era la primera vez que la podía ver de cerca... que ambas estábamos tan cerca de la otra.
__¿Qué hace aquí?.
__Mmm__ frunció sus pequeños labios__Vine a hacer las paces.
La miré arrugando el ceño, corrí hacia atrás mis cabellos castaños y me saqué los anteojos.
Sus ojos me taladraban demasiado...
__¿Las paces?, ¿quién esta en guerra señorita?.
Disimular es una de las mejores cosas que me sale, y en ese momento funcionó a la perfección...
__Vos y yo.
Sonreí de lado completamente asustada.... ¡yo!, la mujer más controlada.
Me levanté y quedamos a la misma altura, era tan alta como yo... "las chicas hoy en día se desarrollaban mucho más rápido"...
En ese momento no me di cuenta, pero me pareció un pensamiento muy estúpido luego.
Muy cerca, nuestros pechos casi se rozaban, y las miradas se penetraban queriendo llegar profundo, lo más profundo posible.
__No estamos en nada parecido a una guerra, dice cosas que no existen.
Tampoco le gustaba en ese momento que me tutearan tan abiretamente, esas costumbres modernas no eran para mí...
__Sí, desde que llegué ni siquiera me preguntaste el nombre.
Fui conciente que mi instinto protector a lo que no conozco y a lo que hace que me salga de estructuras prediseñadas, hizo que tuviera una mala impresión de mi. Que se quedara con ella, no pensaba decirle por supuesto nada más...
__Tiene razón, igualmente ya lo deduje por la lista.
__Pero me gustaría decírtelo de todas maneras.
__Está bien, ¿cómo se llama?
__Mara__ me contestó sin pestañear...
"Mara", "mar", pensé. Océanos palpitantes y llenos de tormentas como me sentía allí, entre ella y el escritorio... yo amaba el mar...
__¿Y el tuyo?.
Tragué saliva.
__Profesora Madariaga.
__Tu nombre__... sentí el susurro...
No sé cuanto tiempo estuvimos mirándonos .. una mujer de 26 años, profesora de historia, y su alumna, 17 años, seria, con la mirada más intensa que vio en su vida..
El timbre sonó al fin y la tempestad de alumnos se oía en la entrada y dentro del aula.
Me perdí de sus ojos para salud mía y comencé a recoger las cosas, temblorosa. Decidí no decirle nada, no tenía porque...
Cuando hice un ademán de irme me agarró del brazo, y pude sentir su tibio calor en mi piel debajo en una fina tela de camisa verde claro.
Me alcanzó el café delante de la mirada de algunas compañeros curiosos, que enseguida les dejó de interesar.
Y mis labios se abrieron sin orden alguna, impulsados una vez más por esa mirada que llenaría mis sueños esa noche.
__Loana...__ susurré y me marché rápido.
Tardes....
Tres días después y sin una sola palabras más entre las dos, les había dado a los chicos un trabajo práctico, viendo los temas del año pasado para ver que se acordaban. Tenían que buscar bibliografía en la biblioteca del colegio..
Como mi turno era el de la tarde, aproveché esa mañana para ir temprano al colegio e internarme yo en la biblioteca.
Mara se había ido de mis pensamientos y lo agradecía a mi temperamento y mis ansias de trabajar en mi materia; esa noche sí soñé con ella, pero al despertar tomé un rico té de especias orientales y la olvidé, por supuesto, sólo es una alumna más...
Buscando a uno de mis autores favoritos zigzagueé entre los altísimos, viejos y solitarios estantes, me sentí en mi lugar, siempre me llevé mejor con los libros que con las personas.
Alejada de la bibliotecaria me interné en una de las librerías más antiguas que tenia la sala, me agaché y busqué... "no.... no...no.... si".... lo saqué y para infartante sorpresa, en el hueco que dejé, una cabellera negra se asomaba acurrucada en sí misma, su poseedora estaba sentada en el piso... y el corazón me empezó a bombear como una adolescente en pleno desarrollo, como lo estaba ella. Mis labios no dijeron palabra, mas la adolescente como si se comunicara con mi mente embotada al instante me clavó su aguijón frío, extrañamente irritado esta vez.
Me dedicó la sonrisa más suave que nadie me regaló y se acercó más al estante, sacando algunos libros más se apoyó cómodamente en la madera.
__Hola Loana.
Mi nombre... que diferente sonaba en su voz.
__Buenos tardes... ¿Qué hace aquí tan temprano?.
__Quería adelantar trabajo... una vez te vi pasar horas en este rincón y quería saber que encantos tenia... ahora veo que son muchos, silencios, soledad, paz...
Sí, yo me sentía a salvo.... Sin darme cuenta su propia suavidad me atraía hacia ella, encerradas entre olores a hojas, leve oscuridad, estaba siendo seducida y no podía retroceder.
__¿Me veía?...
Ella asintió.__ Una sola vez...
No pregunté cuando, no importaba... y mientras pestañeaba buscando que decir, ella suspiró mirando mi cuello; en ese momento me fijé otra vez en sus ojos rojos.
__ Estuvo llorando...
Volvió a mirarme.
__Me siento rara...
"¿Quién no?"...
__¿Se ha peleado con su novio?.
Me mordí la lengua porque se notó el sarcasmo.
Volvió a sonreírme.... y destruir mi mundo estático. Negó levemente y se acomodó otra vez en la pared, cerrando sus ojos.
"Atraída hacia una flor de deslumbrantes colores, la mariposa fue devorada por su propia voracidad"...
Había leído una vez... fui hacia la flor, con lentitud que pesaba en mis pies. Rodeé los estantes y caminé bajo la atenta supervisión de su cara levantada y limpia. Me senté a su lado, callada, sin saber que hacer; si tenía líos con su novio....
Sólo un suspiro mío bastó para que la tuviera entre brazos, Mara se lanzó contra mi pecho, violenta, aferrándose a mi carne....
Se ahogó, y en un segundo la tuve entre las piernas, nuestros pechos juntos, jadeantes. Y ese rostro encantador escondido en mi cuello. Casi temiendo un terremoto, me obligué a posar las manos en la espalda de la jovencita muy jovencita...
"¿Cuánto hacia que no abrazaba a un niño?... 10 años quizás"...
Olvidé que no era una de ellas, era una mujer la que me estaba abrazando desesperada, era una mujer la que pegaba sus senos turgentes contra los míos, quemándome, era una mujer la que se esmeraba en mezclar los cabellos en la unión del cuello... y era una mujer la que prodigaba leves lágrimas ardientes en mi piel.
El deseo afloraba de mi entrepierna como nunca lo hizo, aterrándome tanto, que despegué mis manos de esa espalda caliente. La oí gemir pero no le hice caso; y de pronto tuve su cara muy cerca de la mía, roja, lacrimosa.
__No sé lo que me pasa...
Lloriqueó y se escondió otra vez en mi garganta, ahora dándole pequeños besos. Jadeé sin poder contenerme, apretándola más contra mi; apoyé mis labios en su mejilla suave, los besos se intensificaron, ruidosos y húmedos recorriendo mi piel, y yo.... yo... estaba en donde quería estar, por un momento me olvidé de mi nombre, el que ella repetía pensaba era el de cualquier mujer, no mío.
__No se porque cada vez que te veo deseo estar en tus brazos...__se repetía y me repetía gimiente, recostándose ahora sobre mi, mis manos la apretaban en las nalgas con fuerza, la deseaba. ¿¿¿¿Cómo podía ser????... pero era.
__No...
Salía mi aliento pesado, ninguna de las dos lo escuchamos. Con desesperación me acerqué a su mandíbula, ansiando probar a esa niña, remarcar sus labios con mi lengua, y lo hice; al fin sus labios cupieron en mi boca enteros, blandos, mojados, cálidos...
"Yo también lo deseo", se resentía mi mente de una vez por todas, mientras probaba su labio inferior con mi lengua y lo mordía... pero no escuché, no ahora...
Hundí con anhelo la lengua entre sus labios, abarcando la suya para acariciarla con toda la pasión que encontró en mí, pero se asustó y salto de mis brazos.... Eso me dolió, hacía segundos confesó ardiente querer estar en ellos....
Una avalancha cayó sobre mí en ese momento, y lo recordé todo, recordé que era una profesora en una biblioteca pública, seduciendo a una alumna de su clase, y esta a la vez se dejaba hacer....
Me tapé la boca con las dos manos, avergonzada, tomé coraje para enfrentarla... pero ya no estaba...
Noches.....
Dos tardes después del lamentable episodio, la profesora de 4† año anotó "ausente" al costado del nombre de la alumna nueva. Disimuladamente le preguntó a sus compañeras, y estas no sabían que contestar. Fueron a su casa pero nadie atendía, ni siquiera el teléfono.
Por mi parte me arrepentía de la vejación que cometí; no me sentía bien, casi no dormía y de comer... nada, estaba pálida, ojerosa... y desdichada.
¡¡Atormentada!!... en sueños me visitaba y recorría su cuerpo de mujer; mi frialdad se derretía con nombrarla nada más, "su mar propio"...
Al otro día no fui al colegio, llamé a la directora y le expliqué que no podía salir del departamento, me sentía horrible...
Me tomé los dos días de licencia con felicidad, y no pregunté que había sido de esa chica... la semana que entrara iba a pedir el traslado alegando no sabia que pretexto y me alejaría de una vez... Bueno...es que nada sabía...
Esa misma noche sucedió....
Sábanas de seda, noche de Abril inconfundible, una sola vela encendía el comedor de puros muebles de fórmica y metal. Después de un baño me senté en el sillón frente a la tele y empecé a cambiar de canal, una porquería tras otra, yo sólo quería ver ojos grises en mi habitación...
Fruncí los labios y miré el reloj, las 11:57, -sería la última vez que lo vería esa noche-.
De repente tocaron el timbre.... ¿su hermano mayor en algunas de sus visitas sorpresa?, ojalá lo fuera. Necesitaba con urgencia distraerme...
Ajusté el cinturón de mi bata negra y veo por la mirilla de la puerta.
"Ella" miraba fijo hacia adentro. Insulté por lo bajo al verla, respirando nerviosa... finalmente no pude hacer otra cosa que abrirle.
Directamente decidí ponerle mi peor cara de no-bienvenida.
__Loana...
Fue lo único que dijo, con la peor mueca que vi en ella, enojada y caprichosa...
¡¡Otra vez su nombre!!.
__¿Qué hace aquí?.
__¿Es que nunca vas a tutearme?.
Y entró sin pedir permiso, pasando muy cerca de mí; yo cerré con un portazo y me crucé de brazos.
__¿A qué vino?....
Volví a preguntar. Me estaba quedando sin voz por los nervios.
__Ya te lo dije, a que me tutearas de una vez por todas.
Una niña-mujer me enfrentaba con el valor que yo nunca tuve; de jeans gastados y anchos, un fino pulóver que dejaba ver sus hombros desnudos.
Desvié la mirada para no caer como boba ante esa piel tan tersa, fui directo al paquete de cigarrillos y prendí uno, fui a prender la luz y ella me detuvo.
__No, es corto lo que voy a decirte...
Anunció decidida...
__Ya veo. ¿Y para algo tan corto te arriesgás a venir a estas horas de la noche?.
__Mmm__ me miró fijo__ le dije a papá que tomabas prueba y que iría a estudiar a la casa de una amiga...
La miré con ironía__ ¿A ésta hora?.
__No vengo de casa....
__¿Cómo me encontraste; por qué no me ubicaste en el colegio?.
__Quise hacerlo los últimos días, pero no estabas. Tuve que pedirle a la directora tu dirección para "entregarte el trabajo práctico".
Me sonreí sin poder evitarlo.
Dejó de hablar y se puso a mirar toda la casa con ojos curiosos...
E inventé mil fantasías, admirándola en silencios... Desesperada rogué para que se fuera; le di la espalda y miré por la ventana a la noche. No se fue, y el silencio ganó la batalla....
Nosotras se la dejamos a él...
Ella esperó a que terminara el cigarrillo para acercarse por detrás y abrazarme.
__No me rechaces...
Me susurró con la voz ronca.
__Ni vos ni yo podemos hacer esto...
El alma parecía salírseme del pecho para congraciarse con la de suya.
__Esto es lo que siento, y lo que también sentís, porque ante cualquier cosa que seamos, somos mujeres... y te deseo Loana.
Un largo gemido escapó de mis labios al sentir su caricia en los senos al terminar mi propio nombre. Mara hundía la cara en mis cabellos mojados y aspiraba con fuerza... Ya no quise resistir, ni pensar, me di vuelta y apreté su cara contra la mía en un beso que lastimaba los labios, nunca sentí de esa manera...
Quería poseerla entera... recorrí su cintura pequeña para mis manos ardientes, debía estar en todos sus rincones; no sabia como hacerlo pero la profunda ternura y ese sentimiento que me impulsaba a pensarla en todo momento me ayudarían.
Nos recorrimos con frenesí, nuestras bocas llegaban hasta el más profundo recoveco de la dos y lamían todo lo que dejaba una, lo que dejaba la otra...
Las manos de la mujer adolescente me despojaron con salvajía de mi escasa prenda y yo, la mujer mayor, también la desprendí de la suya; nos unimos en armoniosa respiración....
Sentía esos pechos contra los míos, desnudos, y los miré por largo rato, aprendiendo de memoria sus formas detrás de la ropa blanca de algodón.
Mara me miraba los pechos con la boca jadeante, y con una sonrisa deseosa me impulsé hacia delante, ofreciéndoselos.
Los lamió, los embadurnó de su dulce humedad que perduraba en mis sentidos. La sala se llenó de gemidos, y yo quería más, lo quería todo.
Le desabroché el sostén y besé sus puntas erguidas, extrañas para mí, sintiéndolas duras en mi boca, las degusté con placer; luego las uní con las mías... era tortuoso... llevé sus manos a mi entrepierna de fino musgo oscuro y la animé a acariciar los jugos que salían de allí con esmero... me acarició indecisa, estremeciéndome, y la amé por eso.
Pero ese no era el lecho para esta diosa, así que pegando su boca a la mía, la arrastré a la habitación en penumbras...
No podía contenerme, era una hembra en celo. Con ternura amorosa le desprendí el jeans lentamente, oyéndola gemir lastimosa. Metí mis manos en su vulva repleta de sabores y almizcles.
Suavemente le pedí con mis manos que se recueste en las sábanas de seda, y Mara se restregó en deliciosa contorción al sentirlas en su piel desnuda; eso casi me hace tener un orgasmo. Le saqué los pantalones, le saque la tanga de blanco algodón humedecido por sus jugos y las dejé en la mesa cercana.
Sus piernas colgaban del borde, laxas, suaves.... me arrodillé entre ellas y contemplé su profunda y mojada abertura, palpitaba incesante... luego estaba su ombligo, su vientre.... una mujer... Amaba a una mujer....y lo hacia de la forma más salvaje que sentía, y esa misma mujer me hacía sentir cosas nunca pensadas...
Así como lo quería todo, deseaba darle todo.... las emociones afloraban de mi cuerpo como una llamarada. Lentamente fui subiendo hasta posarme sobre ella, con mis piernas a cada lado de las caderas, admirando cada rincón de mi profundo y limpio mar...
Se apoderó de mis pechos con dulzura, masajeándolos mientras me miraba a los ojos. Me estremecí... los cabellos me caían por la cara hasta su cuerpo, haciéndola reír... y volví a amarla con desesperación.
Me acercó a sus labios, y me acercó a su cuerpo que me esperaba, nos apretamos desde las bocas hasta la punta de los pies. Ansiando piel, sorbiendo esencias preciosas y sudores; pero yo bajé, más y más, senos, pezones, nada quedó sin probar una y otra vez... vientre plano y espasmódico, ombligo profundo y tenso... enjambres rizados...
Perforé sin demora ni vergüenza, encontrando su carne que palpitaba loca, como sus caderas. No me cansé de saborearla ni de hacerla subir a cumbres sin límites... yo lo veía... Dios... esa boca hermosa se abría y salía su alma entero.
Yo no cesaba de temblar en impropio abandono de verla sólo a ella, luego bajé, al encierro que poseía allí, estrecho, y mi lengua se movía alrededor sabiendo y no sabiendo... hasta que me avisó, sonrojada. Me detuve y la miré, y sus ojos me hablaron...
Venerándola bajé otra vez y entré despacio, rompiendo el hilo que tejía su inocencia, tiernamente...
__Vesta...
Murmuré llena de ella en mi lengua, en mi espíritu.
Entré al fin, reprimiendo el instinto que me llamaba. Me tomó la cara y la apretó allí al sentir el espasmo del dolor, pero fue un segundo en que se relajó y sonrió, plácida... degustaba sal y cobre en mi lengua cansada, agitada escruté su vulva llena de líquidos.... sangre, había sangre allí, fetichista, hambrienta en salvaje delirio comencé a tomar de ella y llenarme los respiros, entrando y saliendo como una posesa....
Mara estalló en gritos y violentos estremecimientos....
Exhaló su último y desgarrado grito junto a mi boca manchada de su sangre, con la que se marcó también vorazmente.
Caí contra su pecho, débil. Como una cría llorosa gemí el nombre que le pertenecería para siempre en su oído, y ella solo reía y me abrazaba con sus ojos llenos de noche y placer, luego me besaba la frente y acariciaba los cabellos transpirados como una madre, pero era mi amante... con la piel lustrosa de su pecho cobijó mis sienes latentes, y mi boca encontró suspiros en las puntas de sus henchidos pezones exquisitos. Mi vientre con aquella pradera ondulante; era un Olimpo terrenal, sobre esa mujer se degustarían los más preciosos manjares... callé mi mente rápido, no debía apresurarme, tenía aquellos ojos oscuros en mi habitación, era demasiado...
Unió más su pelvis en la mía, sintiendo dulce escozor... suspiré y Mara me acarició los labios.
Con insistencia mi deseo dormido por mucho tiempo clamaba la liberación, pero era mayor el éxtasis de sentirla, de descansar conciente y respirar su olor...Noches....El tiempo se tornó inseguro, no era tomado en cuenta por ninguna de las dos mujeres, y la noche gozosa las acunó entre sus manos, y a ella, Loana, la acunó Mara por unos instantes interminables...
Cuando comenzó a moverse debajo, muy sutilmente internó una pierna entre las mías, empezando a acariciar su vulva apaciguada que al instante despertó, gemí elevando la cabeza mirándola una vez más sin palabras...
Sus caderas guiaron el movimiento que ninguna de las dos sabia, los clítoris en su silencioso latir se comunicaban sus ansias...
Mara rodó hasta ponerme debajo, besándome suavemente el cuello y el nacimiento de mis senos... me miró riendo de lado, picara.
Se elevó un poco y cruzó una de sus piernas sobre una de las mías, y la otra me hizo cruzarla a mi sobre la que quedaba. No perdía mis ojos en ningún momento. Sabía a lo que quería jugar, como era la forma de placer que quería para las dos, y también me uní en risas leves... Las dos éramos más hermosas riendo, teníamos que hacerlo a menudo...
Pero dejamos de hacerlo cuando ella se inclinó de una forma en que cada parte de nuestra intimidad quedaba encastrada en la otra, y allí todo se volvió a mezclar en perfecta lujuria, moviéndonos al unísono, buscando las sensaciones golpeando la otra carne lentamente, pasando después a la más pura desesperación.
Los labios se unían a los labios, la sangre con la misma sangre, los clítoris con escandalosa entrega en sus henchidas arremetidas, los espasmos me llegaron primero a mí. Mara tenía sus ojos cerrados y la expresión mas divina de cualquier. Me la estaba regalando, mostrándome la completa pasión que estallaba; ella excitó mis ansias a la más lejana cúspide, incontrolable. Mis jadeos resonaron contra todas las paredes, los de ella los acompañaban desacompasados mientras las caderas deseaban llegar al cielo y fundirse como la tierra....
El orgasmo me dividió sacando de mi garganta un grito desgarrado, que me hizo desfallecer y caer al abismo.... mas ella no pedía ni otorgaba descanso...
La encontré arriba, azotando mi boca sin aire y besarme llena de alegría y movimientos locos, abajo, se prendía al monte de Venus, cerca de la palpitante carne todavía erguida...
Y allí incansable sus dedos jugaron conmigo, penetrando, socavando acariciando y apretando, ansiando llegar a mi corazón, y lo hizo sin dudarlo, ciento tres veces y más....
No le dio descanso a su boca ardiente, y no me dio descanso, dibujando en mi cuerpo su nombre, sobre mi espalda sus deseos, sobre mis piernas sus fantasías...
Niña-Mujer Vestal que me despojó de todo, dejándome vacía y volviéndome a llenar como un vaso de agua...
Y entre mis piernas uhmmm, entre mis piernas ella leyó mis letras, pronunció mi nombre y significó algo, algo de las dos, durante eternas horas.....
Noches...
Largó otra bocanada a las sombras que se iban, las primeras luces del amanecer tocaban el cielo... y ella no quería, ansiaba soñar un rato más.....
Apagó el cigarrillo y admiró el cuerpo de miembros largos sobre sus sabanas, en la cama, en su habitación... en su vida.
Todavía la sangre manchaba esa piel tersa y seguramente también a ella y sobre las sábanas... No fue un sacrificio, fue esa mujer pura y única; el corazón le saltaba en el pecho al verla volverse soñolienta, llamándola a su lado...
El último pensamiento que tuvo fue el de aprobar su trabajo esa misma tarde en clases; eso la hizo reír divertida.
Ya toda risa cesó cuando se levantó en esplendorosa desnudez, y se acostó frente a ella, entrelazando sus brazos y piernas, fundiéndose una vez más en el callado deseo de permanecer eternas en el lecho oscuro y sedoso...
Besó su frente relajada, su mentón duro y altanero... besó esos labios llenos de sueño y sabor, ellos terminaron siendo su paraíso vestal...