Relatos Eróticos Lesbicos
Daniela y Sofía, madre, hija y esposas | Relatos Eróticos de Lesbicos
Publicado por Anónimo el 21/10/2022
Mi nombre es Sofía, tengo 33 años cumplidos el 13 de febrero, y mi mamá se llama Daniela, que tiene 49 años cumplidos el 23 de marzo. Vivimos en un departamento en un barrio tranquilo de Buenos Aires, Argentina, y para el momento en que empieza esta historia teníamos ya 6 años de vivir las dos juntas después de la separación de mis padres, que decidieron el divorcio por constantes peleas. Mi padre rehizo su vida y nos visitaba raramente. Mi madre siempre fue un gran ejemplo para mí, una mujer muy emprendedora segura de sí misma y ayudando a las personas. Nunca dejo de ser cariñosa conmigo, me escuchaba, hablaba conmigo y me entendía, me consentía en todo, siempre me apoyaba en lo que quisiera hacer, a pensar de ser una madre trabajadora. Ella es gerente de una agencia bancaria y es una mujer muy respetada y a pesar de que le apasiona su trabajo, ella siempre me ha dado el primer lugar en su vida.
Mi vida era el colegio y ahora soy ama de casa, y desde que tengo uso de razón notaba que mi cuerpo reaccionaba con sensaciones inesperadas ante la interacción con otras mujeres, y yo no daba razones para sospechas, era una de las chicas más femeninas del grupo, mi grupo estaba cargado de chicas hermosas, con cuerpos desarrollados, pero yo era la más admirada y siempre me gusta ser la más linda y mejor vestida, sin embargo ninguna aparentaba interés por las mujeres y por otro lado constantemente hablaban del sexo opuesto, un interés que no compartía, y me preocupaba, fingía con mis amigas prestar atención y hablaba sobre algún actor famoso del momento que me gustaba o inventaba enamorados ficticios, pero lo hacía para no levantar sospechas, para mí era evidente que no era como las otras, fue confuso sentir escalofríos y atracción por las mujeres. Y no sentía remordimiento alguno pero sí un poco de temor a lo desconocido del tema del sexo y más todavía al pensar en estar con una mujer era algo que me causaba inquietud por mi falta de experiencia.
Debo reconocer que desde toda mi vida fue que me enamoré perdidamente de mi madre, una mujer alta de 1,75 mts. e increíblemente hermosa, cabello oscuro abundante y largo hasta la mitad de la espalda, ojos hermosos negros penetrantes, piel muy blanca, una nariz respingada, una boca con labios gruesos siempre rojos y con un lunar estilo Cindy Crawford, una figura muy femenina, vientre perfectamente plano, caderas anchas, pechos generosos, cintura delgada, un trasero redondo resaltado que vibra un poco al moverse y caminar, piernas largas torneadas, los años no pasan para ella, sin embargo tiene ese aire sexy de mujer madura, con mucho liderazgo, pero amorosa, maternal, inteligente, osada, muy sonriente, pero firme en todo lo que hace, en definitiva, la mujer perfecta. Todas las mujeres incluso las más hermosas y jóvenes envidian el cuerpazo y el rostro perfecto de mi madre. Sin necesidad de gimnasio o dietas siempre en nuestra familia las mujeres han sido de gran cuerpo, pero el rostro y físico de mi madre sobresale entre todas las generaciones.
Yo no conocía el sexo, era muy conservadora en ese tema, le huía a esa posibilidad, en ocasiones se me acercaron chicos y hombres pero no me llamaban la atención, pero las chicas si y mi madre era la primera (y seguramente la única) de la lista, pero con mi fuerza de voluntad y manteniéndome con la mente ocupaba en el colegio suprimía mis instintos sexuales, logre mantener el deseo sexual bajo control, sin embargo la lujuria poco a poco consumía mi fuerza de voluntad y un sábado cuando tenía 14 años y mamá 30, durante una noche de lluvia, me desperté de madrugada inquieta, estuve teniendo sueños extraños de pequeños recuerdos de mi madre paseando en casa en jeans, para mí eran fantasías eróticas encendidas y esa noche incluso llegó a despertarme la lujuria, así que sola en mi cuarto abrí el cajón de mi mesita de luz, saqué un álbum de fotos y busqué una de mi amada madre, la saqué de la página, la tomé con mi mano izquierda, la miré fijamente, mientras mi mano derecha recorría mi cuerpo de adolecente. Era una foto de cuerpo entero con un jean apretado y una remera blanca con el ombligo al aire, sus manos a sus caderas sonriendo a la cámara con una mirada sexy, y mi mano torpemente apretaba mis pezones, poco a poco la fui bajando hasta llegar a mi sexo, lo toqué levemente sobre mi tanga pero fui suficiente para estremecerme. Lo hice poco a poco pasando las yemas de mis dedos, imaginaba que mi mano traviesa le pertenecía a mi madre y mi cuerpo inmediatamente se sobresaltó, la lluvia torrencial matizaba los sonidos de mi cama al comenzar a encorvar mi espalda y al disfrutar de placer, era mi primera vez que me masturbaba. Así continúe hasta que comenzó a bajar la intensidad de la lluvia y se dejó oír un gemido amplio agresivo de placer que inundó mis oídos que me hizo paralizar.
-¡Siiiiiiiii!- se oyó desde el otro cuarto.
Paré mi autosatisfacción y mis sentidos fueron en búsqueda de ese sonido, pasó unos segundos y volví a escucharlo.
-¡Qué buenooo!- no era un gemido de dolor, era algo placentero, era una voz de mujer, era una voz conocida, y sonó de nuevo.
-¡Aaaaah!- un poco más corto, el gemido venía de la habitación de mi madre y eran gemidos de placer de ella.
Eso me hizo palpitar mi corazón a mil por hora, al bajar la lluvia su intensidad mi madre fue conteniendo su gemido.
Mi curiosidad me mataba, deseaba ir a investigar.
¿Estaría con alguien?, ¿Quién era ese amante? ¿Por qué no lo escuché entrar? Así me fui a la puerta de su habitación, salí de mi cuarto con mucho cuidado, fui lentamente en puntas de pie y me acerqué a la puerta, miré por la cerradura, las luces apagadas pero el cuarto estaba iluminado por la luz de la portátil y la luz de las velas, la laptop estaba sobre la cama, la cual estaba abandonada, la pantalla daba de frente a mi vista, pero había una escena que no entendí muy bien qué era, pero luego lo distinguí, eran dos lesbianas desnudas una encima de la otra frotándose sus sexos, yo me quedé en shock, mi madre volvió a la cama, desnuda, se acomodó de frente a la portátil, acostada, traía una cosa enorme en la mano (luego supe que era un consolador) y con su mirada puesta en la pantalla comenzó a hacerse el amor a sí misma, ella se ponía su mano en su boca para que el sonido de sus gemidos no fueran tan lejos, mientras que se penetraba su vagina con un consolador inmenso, comenzó a intensificarse la lluvia y mi madre con más soltura comenzó a gemir con libertad ante el ruido cómplice de la lluvia cayendo, la escena era increíble, mi corazón estaba por explotar, mis pezones casi al instante se endurecieron, mi vagina comenzó a mojarse por primera vez en mi vida, su rostro reflejaba una satisfacción erótica, su cuerpo se veía hermoso, brillaba, sus pechos tenían unos pezones color té con leche, su vagina era bellísima.
Mis dedos jugaban con mi vagina. No sabía lo que era pero estaba alucinando de placer. Mi madre tomó otra posición y se puso boca abajo y levantó su cola sobre sus rodillas y dejó a mi vista su culo hermoso, pudiendo distinguir su ano y su vagina, rápidamente se insertó su verga artificial en su sexo, la metía y la sacaba fuerte y rápidamente, hasta que vi cómo la sacó del todo e inmediatamente salió de su vagina un chorro de líquidos, mientras daba un fuerte gemido ahogado por una almohada y agarró un poco de aquellos fluidos para metérselos en su boca para degustarlos, la imagen era tan erótica que de nuevo sentí la explosión de placer. Ella quedó exhausta y yo también. Ella poco a poco volvió a su compostura, se puso de pie frente el espejo de cuerpo completo, lamió el consolador, se acarició lentamente cada rincón de su cuerpo y se besó apasionadamente al espejo, diciéndose a sí misma que se amaba. Así estuvo un par de minutos y se despidió de su reflejo con un beso pícaro. Se acostó en la cama, apagó la portátil y las velas.
Volví silenciosamente a mi cuarto con esas imágenes en mi cabeza, me desnudé, me acosté, agarré la foto de mi madre y me masturbé, recorriendo mi juvenil figura y dándome una paja deliciosa, hasta que sentí como si me orinara y fue como una explosión en mi vientre, me estremecí completa, casi me desmayo de placer, y los jugos de mi orgasmo los esparcí por la foto y la lamí, imaginando que mis jugos espesos y salados eran los de mi madre, hasta que la lluvia se terminó, y me quedé dormida placenteramente.
Después de esa noche comprendí el mundo de la masturbación, me permitió descargar mi tensión sexual acumulada, usaba mi imaginación por las noches, llevando a mi cama a través de mi mente a mujeres que conocía, famosas de la tele, actrices, modelos y vedettes, pero había una figura de la cual estaba obsesionada, mi hermosa madre.
Esperaba que ella volviera a hacer su show para espiarla pero no lo hizo. La veía con más lujuria que antes, me quedaba como tonta viendo su figura, y buscaba como fuera la forma de abrazarla y fingiendo descuido la rozaba, y luego me masturbaba donde pudiera.
Durante un par de semanas vi que los sábados y domingos de madrugada hacia sus noches de fantasías, siempre de 1 a 5 de la madrugada. Comenzaba usando crema sobre su cuerpo, luego se acariciaba y comenzaba a autocomplacerse, miraba uno o dos videos porno, usaba ese consolador enorme que parecía de vidrio transparente y terminaba con una paja fabulosa. Yo quería saber más, pero mi madre era muy cuidadosa con sus noches de autosatisfacción, guardaba su biblioteca de videos porno y su consolador muy bien, y nunca tenía tiempo de espiar su cuarto.
Un día que estaba de vacaciones de verano, faltaban un par de horas para que llegase mi madre, así que invadí su habitación, busqué y busqué, pero no logré encontrar algo de lo que usaba. Pero me topé con el canasto de ropa sucia, vi adentro y me encontré una tanga animal print de leopardo que olía a sexo femenino, me envicié de ese aroma, me quité mi ropa y me lo puse, mirándome frente al espejo de cuerpo entero donde ella siempre completaba sus noches de placer, y comencé a frotarme como ella lo hacía siempre y observaba mi figura. Mi piel blanca, mis ojos celestes y cabello rubio platinado por herencia de mi padre (descendiente de ucranianos), un lunar que tengo en el mentón y mis pechos aún pequeños pero redondos y mi cintura eran el fiel reflejo de mi madre, así también mi mirada y mis labios, me di vuelta y observé mi cola, y al frotármela no aguanté y me masturbé al verme en el espejo, sentía más placer, caí de rodillas y me hice la paja hasta el orgasmo increíble, tumbándome en el piso.
Estuve unos minutos allí, observé el ropero y miré algo extraño, el ropero tenía un fondo falso, lo examiné y encontré una tabla que se zafaba, al abrir aparecieron el juguete, una carpeta con fotos y unos videos, y la carpeta tenía fotos plastificadas con modelos, actrices, vedettes y famosas del momento, justamente las que más me gustaban, y mujeres con mujeres, sin hombres, y al ver los títulos de los videos mis sospechas fueron confirmadas. Títulos como “mujeres con mujeres”, “lesbianas ardientes”, “las come vaginas”, me hicieron dar cuenta de que mi madre tenía gran gusto por lo lésbico, tenía cientos de títulos de sexo lésbico, fotografías lésbicas, relatos lésbicos, todo perfectamente bien clasificado, entendiendo así por qué los desacuerdos de con mi padre y por qué mi madre nunca volvió a tener novio y siempre evitó los hombres, era una lesbiana y muy fogosa, entonces guardé todo como estaba, y me quité su tanguita y lo puse de nuevo en el canasto, la había dejado empapada pero esperaba que no se diera cuenta.
Cuando mi madre volvió a casa, yo tenía la cena lista, nos abrazamos como siempre, pero me detuve un poco más sobre ella, y le di un beso cálido y largo en la mejilla.
-Hola mi amor- dijo mi madre.
-Hola mami, andá a cambiarte porque ya te hice la comida. -le sonreí coqueteándole.
-Gracias mi amor, ya vengo.
Ella siempre usa unos camisones largos para estar en la casa cómoda flojo, pero esta vez ella volvió con una musculosa blanca sin corpiño y con el ombligo al aire (algo anormal en ella), pero mi sorpresa y mi shock fueron al verla con la tanguita de leopardo con la que tuve un orgasmo, claramente se veía mojada con mis fluidos.
La tanguita nunca lo usa frente a mí, es más, era una noche bastante fresca a pesar de que era verano, y se le veía más tallada y sus labios vaginales muy apretados, y en sus manos el canasto de ropa sucia.
Pasó a mi lado sin decirme nada, y siguió hasta el lavadero, miré su tanguita marcada entre su cola y metió la ropa sucia.
No pude evitar decir algo y dije:
-Mamá, ¿no hace frío? Porque andás sin el camisón.
-Es qué quería estar más cómoda. Gracias por la comida, sos un amor.
Se me acercó y me abrazó muy pegada hacia mí. Claramente sentí sus pezones sobre los míos y su cintura pegada a la mía, así me tuvo unos segundos más de lo normal y sentí como el aroma de su tanguita me emborrachaba.
Las dos comimos en la mesa como siempre, pero yo no dejaba de ver sus pechos enormes y cómo sus pezones se marcaban perfectamente, transcurrió la cena entre charlas de mi madre que a diferencia mía habla mucho.
Todo parecía normal, pero mi corazón latía a mil por hora. El aroma a sexo de la tanguita llegaba hasta mí, yo no sabía que pensar, estaba súper excitada.
Terminamos, lavamos los platos, ya mi susto había pasado pero mientras lavábamos los platos, ella me ofreció algo inusual.
-Amor, ¿porque no nos tomamos fotos?-.
Se me nubló la mente. Solo dije: “OK”.
-Bueno, hija, pero tenés que ponerte ropa como la mía.
Terminamos de secar y guardar los platos y corrí a mi cuarto. Estaba segura que mamá quería jugar y quería seguirle el juego, bajé con un short muy ajustado blanco de algodón y un top blanco para hacer contraste con lo que ella lucía.
-Muy bien hija, me gusta, te ves fabulosa- me decía mientras yo le hacía un breve modelaje.
Eligió la zona más iluminada de la sala, puso una alfombra y tenía todo listo para la sesión amateur.
Muy bien, tómame fotos a mí y luego yo te tomo fotos a vos y luego colocamos la cámara y nos tomamos las dos juntas. Así comenzó al inicio con poses normales, y luego comenzó a subir la temperatura, ella sonreía como si fuera un juego y yo también, pero pasaban cosas dentro de nosotras que no queríamos reconocer, finalmente comenzó a tomar poses como de modelo porno con expresiones de lujuria, manoseándose sus senos y poniendo su mano en su cola y muy cerca del pubis.
Yo estaba aturdida de excitación y mi madre lo sabía. Cambiamos y ahora ella sería la fotógrafa, comencé tímida, pero poco a poco ella me fue alentando a soltarme y ser más atrevida, y así fue, no tardé en hacer todo lo que había hecho mi madre.
Foto por foto reíamos, pero por dentro sabíamos que nos moríamos.
-Ahora las dos juntas- dijo ella.
Colocó la cámara y comenzamos a posar. Yo posaba como siempre. Pero mi madre me enseñaba.
-Tenés que ser más sexy amor, así.
Luego, ella quería fotos eróticas de las dos, le seguí el juego hasta extremos casi muy cerca de besarnos, cruzamos nuestros cuerpos, siempre fingiendo ternura pero por dentro emanando lujuria, rozándonos los senos, y muy cerca una de la otra, con nuestros labios muy cerca, casi besándonos, pero sin ir más allá, cada pose terminaba con risas nerviosas, hasta que finalmente tuvo otra gran idea.
-Grabémonos bailando juntas.
Ella puso en modo película la cámara, y yo puse música chill-out y comenzamos a bailar, nos rozábamos, reíamos y jugábamos.
El momento más erótico fue cuando me puso de espalda a ella y comenzó a frotar su pubis contra mi cola. Yo me reía y hacía mi cuerpo para atrás, mientras ella hacia su cuerpo hacia mi, fingiendo que me lo hacía.
Yo no podía creer que habíamos llegado a ese punto, estaba visiblemente mojada y parecía no importarle, luego cambiamos y ella me dio su cola y yo le correspondí; sentía esa cola en mi vagina que estaba ardiendo de placer, ella se movía frotando sus glúteos en mi vagina, yo la sostenía por la delgada cintura apretándola muy fuerte, y así siguió hasta que comenzó a frotarse fuertemente de arriba abajo bailando y cada movida la sentía en mi clítoris.
Ella me volteaba a ver sonriendo con cara de lujuria, yo solo veía su cola haciendo ese trabajo maravilloso. Fueron diez minutos de música en la que no paró de frotarse contra mí.
Yo me estremecía de placer, pero como pude guardé la compostura, y luego intercambiamos otra vez, en este caso frotándome hacia ella, me envestía fuertemente entre las nalgas y totalmente fuera del ritmo de la música, y eso me prendió al máximo, tenía una habilidad y una fuerza increíble, llevándome a la luna ida y vuelta, hasta que se detuvo de repente abrazándome fuertemente con su respiración agitada, despegándose de mí y fue a apagar la música.
Se fue fingiendo inocencia pero claramente ella estaba mojada y yo también, pero finalmente paró la cámara, le pedí que me dejara ver lo que grabamos, y me dijo.
-Mañana te las paso, tengo que bajarlas en la compu.
No insistí ya que estaba excitada, no sabía que pensar, ella paró de golpe y no sabía por qué.
Después mi madre se dio una ducha y salió con su bata habitual. Y al verla así entendí que no había más diversión. Yo me duché y me fui a la cama, casi enojada por no poder ir más allá. Sin darme cuenta me quedé dormida, la locura vivida durante el día me transportaron a sueños muy eróticos, me desperté y miré la hora, eran las 2 de la madrugada, la calentura me tenía a mil, suavemente la calmé pajeándome.
Tuve una idea de darme una vuelta por su cuarto a ver, y al salir al pasillo escuché el sonido inconfundible.
-¡Siiiiiii!.
Me di cuenta que mi madre estaba pagando la factura por la calentura con su hija, así que me desnudé y decidí volver a espiar por la cerradura. Estaba ella boca arriba, totalmente desnuda y masturbándose con el consolador transparente, era increíble cómo se lo metía y se lo sacaba con ambas manos de forma frenética. Al contemplar tremendo espectáculo ella acabó con un orgasmo múltiple, y luego se levantó y buscó una foto mía, yo estaba tirada en el suelo, sin embargo algo conocido había en ese video, la música que sonaba era la misma que habíamos bailado, volví a mirar, era el video que habíamos grabado, mi madre se masturbaba viéndome bailando de forma erótica con ella y sus jugos los esparció por mi foto para luego lamerla mientras decía:
-Te amo, pendejita, quiero ser tu mujer para siempre…
Así que corrí a mi cuarto a pajearme con la realidad de que mi madre me era correspondida, así que agarré la foto de cuerpo entero de mi madre y acabé de una manera increíble, llevando mi mano enchastrada y esparciéndola, diciéndole:
-Te amo, mamá, quiero ser tu mujer para siempre…
Después de esa noche ella jugaba un juego perverso conmigo, llegaba del trabajo, solía ponerse ropas cortísimas o muy apretadas, ella observaba detenidamente mis reacciones y buscaba maneras de provocarme, se agachaba frente a mí, rozaba mi cuerpo con el de ella y yo le seguía el juego, pero ella lo detenía de alguna manera, varias veces le pedía que bailáramos pero no accedía o no había la oportunidad, yo ya no sabía que pensar, lo que sí aumentaban eran nuestras noches de masturbación, las de mamá cada vez más ruidosas, yo no dejaba de espiarla y pajearme pensando en ella.
Así pasó un mes, hasta que llegó el 13 de febrero, la fecha de mi cumpleaños de 15.
Era un viernes y mí madre se levantó muy feliz, me propuso irnos de fiesta después de que ella volviera de trabajar, y por supuesto acepté de manera feliz. Para esa noche nos bañamos y nos arreglamos como nunca, ella con un vestido de leopardo corto y muy pegado a su cuerpo, seguramente haciendo juego con su ropa interior también de leopardo, y yo vestía un vestido blanco.
Invitamos varias de nuestras amigas, y simplemente nos fuimos a un bar after-office, bailamos con varios hombres, tomamos tragos e hicimos fiesta.
A mitad de la noche nos sentamos mientras las demás bailaban y ella me preguntó si había estado con alguien, pero antes de contestarle ella interrumpió y me pidió que le dijera la verdad, y le dije que no había estado con nadie en especial. Y ella me preguntó si me gustaban los hombres o las mujeres.
Me hice la sorprendida por la pregunta y le dije que me sentía muy atraída por las mujeres y le pregunté:
-¿Y vos, mamá?-, mirándola fijamente a los ojos.
Ella me contesto:
-¿Y vos qué pensás, hija, acaso no me viste con tu padre?-.
La interrumpí y le dije
-Dale, ma, decime la verdad-.
Ella me tomó de la mano y me dijo:
-OK, hija. Yo crecí en una época muy distinta y en aquel tiempo, cuando tenía tu edad, tu padre me pretendía, yo quería salir de dudas sobre mi identidad sexual, y cuando estuve con él, me di cuenta que era 100% lesbiana, pero para mi suerte quedé embarazada.
-¿Pero por qué suerte?
-Porque así tuve la hija más hermosa del mundo, la cual amo por sobre todas las cosas y con la que quiero estar por siempre con ella más que nada en el mundo.
-Gracias, mamá-, y nos abrazamos.
Decidimos abandonar el bar, les avisamos a nuestras amigas y nos fuimos, y al llegar a casa le dije.
-Buenas noches, mamá, gracias por esta noche, me divertí mucho-
-Buenas noches, hija.
Ya eran las 12 de la noche, y era ya 14 de febrero, el Día de los Enamorados, y cuando me iba a mi cuarto, ella me detuvo y me dijo:
-Amor, ¿por qué no dormimos juntas hoy? Andá a cambiarte que te espero en mi cuarto.
Yo fui con el corazón a mil por hora, me saqué el vestido, quedándome con un conjuntito de corpiño y tanguita de algodón blanco, y me fui a su cuarto que estaba iluminado solamente con dos velas, ella me esperaba de pie junto a la cama, con su tanguita animal print de leopardo, su vagina se le partía de lo ajustada y se puso una toalla para cubrir sus preciosas tetas.
Entré, cerré la puerta con llave, me acerqué a ella y nos abrazamos, quedándonos frente al espejo de cuerpo entero, nos contemplamos las dos y comenzamos a acariciarnos suavemente. Ella me preguntó:
-¿Sabés qué día es hoy, hija?
-El Día de San Valentín, ma…
Mirándonos a los ojos desde el espejo le pregunté por qué no se volvió a casar, ella respiró profundo y me contestó con mucha calma.
-Porque no me gustan los hombres.
Hubo un silencio, le tomé la toalla y se la quité lentamente, dejando ver sus senos maravillosos, ella agachó la mirada y le pregunté por qué no tenía novia, mientras yo me quitaba el corpiño, quedándonos las dos entangadas, volvió a mirarme a los ojos y me contestó.
-Es que cuando me divorcié lo pensé, pero al verte tan chiquita y hermosa me di cuenta que no necesito otra mujer en mi vida, ya tengo a la nena más hermosa del universo.
Yo le sonreí tímidamente y le dije:
-Gracias, mami, soy la hija más afortunada del mundo.
Y al abrazarnos, nuestros pezones duros quedaron pegaditos y la tensión sexual se fue al máximo, mire su colita paradita y sensual a través del espejo, no aguanté y puse mis manos sobre esa cola y la froté suavemente, ella dio un gemido que me calentó al máximo, ella inmediatamente hizo lo mismo, lo que me hizo dar un gemido más fuerte, y comenzamos el vaivén de nuestros cuerpos. Se detuvo y me tomó con sus manos mi cara y me plantó un beso con lengua apasionado, largo y muy sensual, el primero de mi vida y el primero lésbico de ella, además del primero con una persona que no fuera mi padre. Nos miramos profundamente a los ojos y le dije:
-Mami, quiero que seas mi novia y ser tu mujer para siempre, estoy perdidamente enamorada de vos desde toda mi vida.
Eso la hizo explotar de pasión, me abrazó y me besó con fuerza, me puso contra la pared y me pegaba su cuerpo al máximo. Comenzó a lamerme las orejas, el lunar de mi mentón, mi cuello, mis hombros y se deleitó con mis pechos pequeños, sentía como fluía por mis piernas líquidos de mi vagina, sintiendo sensaciones increíbles con cada lengüetazo.
Me quitó mi tanguita y comenzó a besar mi sexo que estaba empapado y luego comenzó a comérselo, metiendo su lengua hasta donde podía. Todo lo que me hacía me derretía y luego me dio vuelta y se arrodilló, metió su boca entre mi cola, mis nalgas cubrían su rostro y me daba lengüetazos, igualmente yo aguantaba como podía.
Ella se puso de pie y bajó mi cabeza hasta su concha súper empapada, levantó una pierna sobre la orilla de la cama y le probé el sabor delicioso del sexo de mi madre sobre la tanguita que era casi una segunda piel de color leopardo, ella comenzó a gemir como loca, apretaba mi nuca y se movía como loca, hasta que me levantó y me tiró en la cama, sumergiéndose en mi vagina y me llevó a conocer el cielo con su lengua y sus dedos.
Pero como si fuera poco tomó una de sus tetas con su mano, llevo su pezón color té con leche hasta mi vagina y me dio amor hasta hacerme explotar de placer, teniendo así mi primer orgasmo de la noche. Luego llevó sus pechos a mi boca que los devoré con besos y pasión, con los fluidos que le había acabado. Ella se dio vuelta, se quitó la tanga y se sentó en mi cara. Yo le chupé la concha como siempre quise, sintiendo toda su intimidad, e incluso besé su apretado ano, ella no paró de gemir, hasta que se estremeció y sentí el chorro de su primer orgasmo de la noche inundando mi garganta, y luego se acostó a mi lado y me susurró:
-Es hora de que te conviertas en mujer, hija…
Se levantó, puso una silla en el centro de la habitación, se subió y con una mano levantó un panel del cielo raso, metió la otra mano y bajó una bolsa negra, bajó de la silla y sacó de la bolsa el consolador transparente de vidrio, y que medía 30 cm. de largo por 6 cm. de diámetro. Yo no me imaginaba que esa enorme verga se encargaría de desflorarme, y me puse un poquito nerviosa.
-Con que allí lo tenías-, le dije.
Ella me sonrió y yo estaba tirada en la cama, sólo acerté en abrir mis piernas lo más que pude y abrí mis labios vaginales mientras le decía:
-Cogeme, mami, por favor.
Ella empezaba a pasarme el consolador por mi vagina de arriba abajo, hasta que lentamente comenzó a presionarme poco a poco para que me doliera lo menos posible, yo estaba súper excitada, no me importaba si me dolía, y poco a poco se fue metiendo hasta el punto donde ella me metió con un poco más de fuerza y me rompió el himen, perdiendo de esa manera mi virginidad.
En ese momento se detuvo y sentí el dolor de mi primera vez, pero al mismo tiempo la excitación de que fuera con mi hermosa madre, mi primer y único amor de mi vida. En ese momento me sacó la verga y capturó con su boca los fluidos de mi primera vez con un poco de sangre y me escupió una mitad en mi boca y la otra mitad se la tragó ella.
Después nos fuimos a la ducha y nos deleitamos besándonos todo nuestros cuerpos , y al salir de la ducha nos volvimos a la cama y me dijo que había guardado una virginidad para mi, y yo le pregunté cuál, a lo que me respondió:
-Te guardé mi culito, princesita, para que me lo rompas cómo vos quieras.
Yo me excité, así que comencé a besarla, en la cama la puse en cuatro patas y comencé a besar su culo llenándolo de saliva e introduciendo mis dedos, luego me masturbé, y con mis fluidos y los suyos, mi saliva y la suya se lo lubriqué y se lo repartí bien en la profundidad de su culo, masajeándolo por completo, llevándola a un orgasmo con mis besos y mi lengua.
Luego le puse la verga de plástico duro de 30 cm. de largo por 6 cm. de diámetro, y apunté directo a su culo y comencé adentrarlo, ella mordía la almohada mientras gemía de dolor, y finalmente lo introduje a una profundidad media. La lujuria y el morbo me provocaban que no escuchara los gemidos de dolor de mi madre, sino que tomara más y más fuerza, hasta que acabó con un orgasmo súper explosivo. Se lo saqué, lo unté con sus jugos, y lo lamí y lo chupé degustándolo como si fuera el más delicioso helado que jamás haya probado en mi vida, con el más exquisito sabor de sus orgasmos y de lo más profundo de su culo. Pero ahora yo quería que me hiciera lo mismo, que me rompiera el culo.
Entonces mi mamá se arrodilló entre mis piernas y comenzó a acariciar la parte interna de mis muslos. Yo temblaba con cada roce de sus suaves manos. Tomó el consolador y me lo empezó a pasar arriba y abajo por mis labios vaginales, introduciendo apenas la punta dentro de mí, y pude sentir el cosquilleo por toda mi conchita, que seguía derramando jugos, moviéndolo hasta que su punta se encontraba justo sobre mi clítoris lo que me volvía loca de placer. Ahí sentí como me introducía dos dedos dentro y acariciaba mis paredes vaginales. Después deslizó un dedo hasta la entrada de mi culo y lo masajeó con movimientos circulares, introduciéndolo lentamente dentro de mí. Yo sentía como se estiraba mi pequeño orificio.
-¿Te gusta?-, me preguntó mamá.
-Me encanta, mamá, me volvés loca, meteme el consolador, no doy más.
Mamá, mientras se masturbaba me llenaba el culito con sus fluidos y su saliva, y me empezó a masajear con el consolador, que empezaba a abrirse paso dentro de mi culo.
Al principio me dolió bastante, realmente me ardía cada vez que entraba y salía, pero de a poco esa sensación dio paso a otra mucho más placentera, la más placentera de mi vida. De repente, sentí la boca de mamá sobre mi conchita. No lo podía creer, desde ese momento me convertiría por el resto de mi vida en una adicta al sexo anal, y exclusivamente para mi mamá.
Fue alucinante, su lengua jugaba con mi clítoris al tiempo que el consolador de 30 cm. por 6 cm. se me clavaba en el fondo de mi culo y yo explotaba de placer. Empecé a gritar, enloquecida, delirando, sintiendo cómo se me venía encima un orgasmo espectacular que sacudió todo mi cuerpo. Quedé mareada de cómo acabé, realmente fue un orgasmo inolvidable.
Y al sacármelo de un tirón yo la veía como lo lamia y lo chupaba, mientras yo trataba de recomponerme, y luego lo limpiamos con nuestras lenguas. Y después de acabar, comenzaban nuestras confesiones.
-¿Y desde cuando estás enamorada de mi, mamá?
-Desde el día que supe que estaba embarazada de una nena supe que algún día íbamos a estar juntas, pero desde que me separé de tu padre, cuando tenías unos 8 años ya tenía ganas de hacerte el amor.
- Y yo toda mi vida estuve enamorada de vos, mamá. ¡Qué lástima que perdimos tantos años sin hacernos el amor!
- Tenés razón, pero ya no importa nada. Lo bueno es que desde esta noche y para el resto de nuestras vidas vamos a estar juntas para siempre. Ahora descansemos, que mañana es sábado y tenemos todo el día para hacernos muchas veces el amor.
-¡Feliz Día de los Enamorados, mamá.
-Feliz Día, hija, te amo con toda mi alma.
Recogimos un poco del resto de nuestros fluidos, nos los esparcimos por nuestros labios, cada una se metió dos dedos en el culo, lo chupamos, nos miramos profundamente a los ojos, y nos dimos el beso más romántico de nuestras vidas, con el sabor de nuestros orgasmos y de lo más profundo de nuestros culitos, hasta que nos quedamos abrazadas y dormidas, piel con piel, tal como lo soñamos todas nuestras vidas.
Desperté, miré el reloj y eran las 11 de la mañana, estaba desnuda a mi lado mi madre que dormía hermosa como una princesa de cuento de hadas, no lo podía creer, ella era ahora mi mujer y para el resto de nuestras vidas, quería que se repitiera todas las noches lo que habíamos vivido y quería complacerla y que me complazca en todo, le toqué su sedoso cabello y su rostro, ella abrió los ojos y me sonrió, me preguntó cómo me sentía, le contesté que de maravillas. Nos quedamos dormidas un rato más, como hasta las 3 de la tarde, y cuando volvimos a despertarnos, nos besábamos apasionadamente y nos bañamos las dos juntas y nos hicimos una y mil veces el amor.
Así vivimos juntas desde aquella noche de mi cumple de 15, el 14 de febrero de 2004, que nos convertimos en novias, amantes y esposas hasta el día de hoy, felices hasta que solamente la muerte nos separe, aunque prometimos siempre tratarnos de madre e hija ya que eso nos enciende el morbo a las dos, guardando el secreto frente al resto de la sociedad, y nos despierta mucho más morbo mantenerlo oculto.
En este momento estamos las dos desnudas y escribiendo este relato, nuestros cuerpos están sintiendo escalofríos y nuestros sexos están mojándose al estar reviviendo nuestra primera vez juntas, así que ya estamos preparadas para volver a hacernos el amor una y mil veces, acariciar nuestras pieles atreciopeladas, besarnos nuestras bocas y nuestros cuerpos excitados, meternos nuestros dedos, lenguas y consoladores en nuestras conchas jugosas y calientes, y además de nuestros puños en nuestros culos, ya que somos unas terribles adictas al fisting anal, para después dormirnos abrazadas y desnudas en la cama de mi mamá, ahora nuestra cama matrimonial, como todas las noches de nuestras vidas como lo hacemos hace más de 18 años.
Besos únicamente para todas las mujeres, y esperemos que se mojen y se masturben pensando en nosotras y gracias por leernos.
Daniela y Sofía, madre e hija.