Relatos Eróticos Intercambios

Operación tetas | Relatos Eróticos de Intercambios

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Todo el viaje bromee con mi mujer acerca de sus nuevos pechos, hacia un par de meses ella había decidido operarse las mamas y colocarse un par de domingas espectaculares. Por debajo del escote se veían poderosos y grandes. Se había puesto una 110 y estaba muy orgullosa pero no me había dejado verlos temiendo mi ímpetu, llevaba mas de un mes sin hacer el sexo, y el bienestar de la operación. Llegamos al hotel en la tarde y subimos a la habitación. Tomamos el ascensor con otra pareja de chicos jóvenes. Los dos no llegarían a los 20 años. El era casi como de mi tamaño pero más delgado y nervudo, se veía que practicaba deportes. Sus ojos, oscuros no se separaron de los pechos de mi mujer durante el trayecto. Ella por su parte, era una rubia de pelo corto y liso engominado y con unos preciosos ojos marrones. Llevaba puesto un top azul que realzaba algo sus pechos que me recordaron a los anteriores de mi mujer. Un bonito culo le arreglaba la espalda. Lo que me llamo la atención fueron sus labios, rojos y grandes. Una vez en la habitación le comente a Esther que el chico no le había quitado ojo de arriba lo que la puso algo colorada.

Nos desnudamos y nos metimos en la cama. La verdad era que los pechos eran impresionantes y la operación había quedado perfecta. No se notaban puntos ni nada y las tetas estaban duras. Estuve un buen rato chupándoselos, sé que le gusta un montón, y después la empale profundamente y estuvimos en el dale que te pego un buen rato. Al final quise correrme en sus pechos pero me dijo que no y termine en su chocho. Como casi siempre se quedo a medias y la ayude a terminar masturbándola con mis dedos. Así transcurrió la tarde. En la noche bajamos a dar una vuelta por los alrededores buscando un lugar para divertirnos. Vimos abierto un bar y entramos. Tomamos algunas copas y bailamos un buen rato. Cuando pensamos en irnos vimos de nuevo a la pareja del ascensor que llegaba en ese momento. Nos saludamos y compartimos la mesa con ellos. Entre copa y copa nos fuimos presentando. Así supimos que Alberto y Olga estaban allí en un viaje de vacaciones pagadas por sus padres, el tenia 20 y ella 19 años. Eran novios desde hacia un año y trataban de pasársela bien. Después de Valencia saldrían hacia Asturias y después volverían a Madrid que era donde vivían. Durante toda la conversación corroboré lo que ya había visto. Alberto se comía, cada vez que Olga miraba a otro lado, a Esther y sus ojos no se despegaban de sus pechos. Mire detenidamente a Olga. La verdad que vestida no perdía nada de su encanto. Era delgada, no llegaría a los 56 kilos, pero el culo proporcionado y los senos le arreglaban el cuerpo. La cara era la que no tenía desperdicio. Parecía un ángel y los ojos, grandes, le daban un aspecto erótico. Seguimos hablando hasta que regresamos al hotel. Una vez allí Esther me dijo que Alberto le había recordado sus años de universidad. Esa noche no hicimos el amor ya que ella pretexto un poco de dolor de cabeza.

A la mañana me sorprendió que Alberto nos llamara a la habitación y nos preguntará si íbamos a ir a la playa. Quedamos en que iríamos juntos. Cuando llegamos nos encontramos que estaba casi desierta. Nos despojamos de nuestras ropas quedándonos en bañadores. Me sorprendí al ver a mi mujer. El bañador era normal pero la parte de arriba casi no le cubría sus nuevos pechos. Debido a sus baños de ultravioleta su piel estaba morena y el contraste de los pechos con el blanco del bañador la hacia muy atractiva. Olga y Esther congeniaron enseguida. Alberto y yo nos demoramos más en encontrar puntos de vista pero a la hora ya reíamos recordando viejos chistes. Las chicas decidieron darse un baño y nos dejaron solos en la arena. Alberto no pudo dejar de mirar el culo de mi mujer mientras se alejaban. Me comentó a pesar de nuestra edad nos conservábamos bien físicamente y que era muy afortunado al tener una pareja así. Yo le respondí que Olga no estaba mal. Entonces me comentó que en todo el tiempo que llevaban de novios solo lo habían hecho dos veces. Le pregunté el porque y me confesó que su pene era un poco grande y ella algo estrecha y tenía miedo. La mayoría de las veces terminaban con una mamada o una paja y ya se estaba aburriendo. Sin saber como termine hablándoles de los problemas de sexo que teníamos Esther y yo y que no nos vendría mal un poco de morbo.

Las chicas regresaron. Como quien no quiere las cosas Esther se sentó al lado de Alberto y Olga no tuvo más remedio que sentarse al mío. Empecé a hablar con ella y me sorprendió su madurez. Al rato de estar allí me preguntó si me molestaba el topless. Le dije que no. Entonces se despojó de la parte de arriba de su bañador y sus senos quedaron al aire a poco medio metro de mi cuerpo. Eran túrgidos y suaves. Le caían un poco pero eso mismo los hacía llamativos. Los pezones los tenía oscuros lo cual daba contraste con el blanco de su piel. No pude evitar mirarlos mientras seguíamos hablando. Al notar lo que había hecho Olga, mi mujer empezó a provocar a Alberto, haciendo que este le untara crema a cada momento pretextando que ella no alcanzaba su espalda y el sol le picaba. Olga ni se inmuto y encendió un cigarrillo lo cual me agrado pues las mujeres que fuman me ponen un montón. Esther hizo que le aplicara crema en la espalda dándole oportunidad de que tocara el borde de sus pechos. Cualquier cosa que quisiera coger de la bolsa que llevábamos, que estaba por encima de ellos, le servía para erguirse y rozarle la piel de Alberto con la punta de las tetas. Yo sabía que estaba calentona ya que algo parecido me lo había hecho a mí en su momento pero me picaba la curiosidad de hasta donde llegaría el juego.

Así transcurrió casi toda la semana. Por la mañana íbamos a la playa con nuestra nueva pareja de amigos y por la tarde nos dedicábamos a nuestros asuntos. He de decir que en todo ese tiempo tanto Alberto como Olga intimaron bastante con nosotros y compartimos mas de una cena. Lo malo del asunto era que en todo ese tiempo Esther no dejo que practicáramos el sexo y entre esto y el topless casi diario de Olga me habían puesto mas de una vez en una situación comprometida. Incluso una noche me hice una buena paja y la mujer que vino a mi cabeza fue Olga y no Esther. El sábado, un día antes de que nos marcháramos, y luego de tomar una buena ducha refrescante en la habitación nos acostamos un rato a descansar la siesta. Mi mujer no cesaba de mirarse en el espejo y de mencionar el vestido que llevaría esa noche. Aproveche el momento y le pregunté a Esther que cuales eran sus intenciones ya que no la había visto de tan buen humor en mucho tiempo. Me confesó que le hacía gracia como la miraba Alberto y le gustaba excitarlo. Sin pensarlo le comenté lo que habíamos hablado el primer día en la playa y le pareció increíble. Ella me dijo que se percataba de que a mi Olga también me gustaba y que si queríamos podríamos jugar a hacer un intercambio. Al principio me mosquee un poco, pero después le fui cogiendo gusto a la idea y de pensar en las tetas de Olga y aquel coñito casi virgen decidí que las cosas tomaran su propio camino. Claro que necesitábamos el consentimiento de la otra pareja pero Esther me dijo que ella se encargaría. Llamó a Alberto a la habitación y le comentó de pasada si quería cenar esa noche con nosotros.

A las diez más o menos nos vestimos. Trate de parecer lo mejor posible y me puse, mi mejor ropa. Esther fue la que rompió el bote. Un vestido blanco que contrastaba con el color moreno de su piel de tantos días de playa. Sin sujetador y con un escote que le hacía un canalillo impresionante. Zapatos de tacón rojos y una linda cadena brillante alrededor de la cintura. Se había recogido el pelo y los labios estaban de un color rosa fuerte. Le dije que estaba fenomenal. Cuando llegamos el lobby del hotel ya Alberto y Olga se encontraban allí. Ella llevaba una blusa negra que terminaba en el cuello con una bonita combinación dejando ver un buen trozo de espalda y una falda corta del mismo color. El maquillaje la hacía algo mayor y mucho más hermosa. Alberto vestía de sport y se veía algo nervioso. Cenamos en un restaurante de la ciudad. Esther se preocupo que durante toda la cena consumiéramos bastante alcohol y a cada rato proponía un brindis. Ya a la cuarta copa de vino todos estábamos algo contentos. En ese momento Alberto y Esther se fueron a bailar y nos quedamos Olga y yo solos. Encendimos un par de cigarrillos y seguimos hablando de todo lo que nos venia a la mente. Se veía que los tragos estaban haciendo su efecto ya que se reía mucho con cualquiera de mis chorradas y sus ojos brillaban. Cuando terminó la canción Esther y Alberto se dirigieron a la mesa y decidimos seguir la fiesta en el hotel.

Fuimos a la habitación de ellos y cuando entramos me llamo la atención de que tenían dos camas aunque se veía que solo habían utilizado una. Alberto nos puso otras copas y se puso a hacer zapping con el mando del televisor. Entre las copas que habíamos tomado y estas cada cosa que decíamos terminaba entre risas y carcajadas. Primero contamos chistes los hombres y después las mujeres. Me sorprendió que el más soez de todos fue el de Olga. Como quien no quiere la cosa Alberto hizo que el televisor sintonizara el Canal X. Estaban poniendo una peli donde se veía una chica que estaba siendo cogida entre gemidos y chillidos con unas enormes tetas. Nos reímos un rato y la atmósfera se caldeo ya que no quitábamos los ojos de la pantalla. En un momento determinado Alberto comentó que la chica aquella tenía unas buenas tetas. Esther, como quien no quiere la cosa, le dijo que ella las tenía mejores a lo que él respondió que eso tendría que verlo.

El silencio que se produjo se podía cortar con un cuchillo. Olga miraba a Alberto y Esther me miró a mí. Asentí con la cabeza ya que ese era el juego. Ni corta ni perezosa se levantó y se acercó a una de las camas. Poniéndose de espaldas, le pidió a Alberto que la ayudara con el vestido. Este se acercó a ella con nerviosismo y le bajó la cremallera de la espalda. Una vez echo esto ella misma metió las manos entre los tirantes y el vestido cayó a sus pies quedándose en bragas. Entonces se volvió quedándose frente a él. Alberto no podía creérselos. Los pechos de mi mujer, erguidos y duros, lo apuntaban como desafiándolos. Esther le preguntó que creía ahora después de verlos. Él respondió que tendría que tocarlos para hacerse una idea. Ella le tomó las manos y se las colocó encima de sus pechos. Él empezó a sobárselos suavemente alucinado por tener aquellos par de tetas en sus manos. Los empezó a recorrer de un lado para otro haciendo redondeles con los pulgares por los pezones y apretándolos. Los acariciaba con devoción y supe que nunca había tenido un par de pechos así en sus manos. A todo esto Olga se fue hasta el otro lado de la habitación y encendió un cigarrillo. Yo fui hasta su lado, rojo de la excitación, y sin saber que decir. Me coloque a sus espaldas y me quede mirando la escena.

En el otro lado Esther se estaba divirtiendo de lo lindo. Mientras Alberto le seguía sobando las tetas ella aprovecho y le quitó la camisa y el pantalón dejándolo en calzoncillos. Él intentó llevarse un pecho a la boca pero ella le dijo que no que no era el momento. Él sonrió pero se notaba que estaba muy excitado y el bulto de los calzoncillos lo delataba. Esther lo acostó en la cama y se recostó a su lado. Luego empezó a pasarle los pechos por la cara dejando que Alberto los lamiese un poco. Cada vez que intentaba morderlos o darle chupetones ella los retiraba y se los volvía a ofrecer en un juego de seducción genial. Por mi parte no pude aguantar mas y le puse las manos en la cintura a Olga. Esta no hizo ningún ademán de retirarlas así que supuse que ella estaba de acuerdo. Fui subiendo las manos hasta dejarlas en sus tetas, por encima de la ropa. De la excitación las manos me temblaban un poco. Lentamente empecé a masajearlas un poco y noté, no sin satisfacción, que los pezones se endurecían poco a poco. La atraje hacia mí y le pegue a mi bragueta para que supiera que yo también estaba excitado. Ella tiró el cigarrillo a un lado y puso sus manos encima de las mías en sus tetas. Yo empecé a besarle la base del cuello subiendo hasta las orejas y lamiéndole parte de la piel con mi lengua. Ella respondió reposando su cabeza en mi hombro. Allí me entretuve un rato besándola y recorriendo aquella piel tan joven a la vez que miraba hacia la otra pareja.

Ella proseguía el juego de los pechos con Alberto. Se había colocado casi encima de su cuerpo para facilitarle las caricias y ya permitía que se metiera en la boca los pezones y los chupara pero sin tocarlos. Alberto entendió el juego y se dedicó a chupar lo que le daban a la vez que sus manos fueron primero a los muslos y en cada chupada que daba subía un poco mas hasta apoderarse del culo de Esther. Ella ni se dio cuenta. Entonces él empezó a bajarle las bragas aprovechando cada movimiento de ella hacia delante y se demoraba más entre chupetón y chupetón. Se metía todo el pezón en los labios y los comía con fruición. Incluso sacaba media lengua para lamerlos cuando me mujer se dejaba. Esther empezó a gemir debido a aquellas caricias y le empezó a acariciar el pelo y el pecho. Él prosiguió hasta que las bragas de Esther estuvieron por sus rodillas. Entonces de un movimiento rápido se incorporó y se coloco encima de ella despojándola a la vez de las bragas. Ella lo miró como se mira a un niño que ha hecho algo malo y luego se fundieron en un beso largo.

Yo decidí pasar a mayores. El movimiento de Olga sobre el mío denotaba que estaba a tope. Le subí un poco la blusa indicándole que terminara ella de sacársela por encima de la cabeza. A la vez que lo hacía me quite mi camisa y los pantalones. La gire hacia mí quedándonos frente a frente. Casi con violencia le quite el sujetador negro que cubría sus pechos. Sus tetas saltaron hacia mí completamente erizadas. Intentó cubrírselas con las manos pero se las separe. Excitado de sobremanera la hice arrodillarse frente a mí y me saque la polla. Ella pareció resistirse un poco pero le sujete la cabeza y se la acerque hasta rozar sus labios. Comenzó a pasarle la lengua al capullo que estaba lleno de líquidos preseminales debido a la situación. Poco a poco empezó a metérsela en la boca, ayudada por mis esfuerzos, hasta tenerla completa. Me sentía en el cielo. Aquello labios rojos subían y bajaban por todo el tronco de mi polla a la vez que presionaba con la lengua en el glande. Se veía que había mamado muchas vergas ya que lo hacia sin ningún tipo de miramientos. Una de sus manos me tocaba los huevos y la otra se aferraba a la base de mi polla ayudando a la mamada. Debido a los días de abstinencia sentí rápidamente que me corría. Ella pareció darse cuenta y se detuvo. Con las manos le agarre la cabeza por los lados inmovilizándosela y empecé a moverme desenfrenadamente follándole la boca. Creo que se la metí hasta la garganta por los gestos que hacía pero no me detuve. Cuando la corrida era inminente la introduje lo máxima posible y estalle. Sentí los chorros salir en un orgasmo como pocos. Incluso cuando la retiraba de su boca notaba que salía semen todavía. La levanté y la llevé a la cama. Una vez allí le quité el resto de la ropa dejándola completamente desnuda. Baje besando su cuerpo de niña hasta llegar a su sexo. Una vez allí comencé a besarlo y a mordisquearle el clítoris. Como la mamada me había dejado la polla fláccida me entretuve en meterle la lengua entre los labios de su chocho y me entretuve lamiéndoselo a la vez que miraba donde la otra pareja.

En la otra cama los jadeos no cesaban en ningún momento. Una vez encima Alberto se había apoderado de los pechos de Esther. Les daba mordiscos pequeños y los apretaba, aunque no los abarcaba totalmente. Su cabeza solo se movía de un pecho a otro deteniéndose en un pezón o en el otro chupándolos con fruición. Esther se contorsionaba debajo de Alberto ya que los pechos eran su debilidad y su punto de mayor excitación y aquel chico le estaba dando un buen repaso. Se agarraba de las sabanas de la cama y gemía con cada chupetón que recibía. Alberto bajo una de sus manos a la entrepierna de Esther. Debido a mi posición y al movimiento de piernas de Esther no pude discernir que estaba haciendo hasta que vi salir el calzoncillo por una de sus piernas. Empezó a moverse con movimientos circulares preparándose para penetrarla. Esther estaba entregada y abrió más las piernas permitiéndole una mejor entrada y a mi una mejor visión. Unos segundos después la punta de la verga de Alberto entraba en la concha de mi mujer. Empezó a moverse hacia delante clavándosela poco a poco. Pude comprobar que era bastante más grande que la mía. Esther comenzó a gemir con fuerza. A cada empujón de Alberto respondía con un grito. Alberto seguía mordiéndole las tetas y no dejaba de moverse. Cuando la tenía metida hasta la mitad Esther le dijo que fuera más despacio que le dolía. Como respuesta el se semincorporó y le dobló las piernas hacia su cuerpo. De esta manera quedaba su sexo totalmente expuesto. Entonces comenzó a bombearla despacio.

El calor del cuerpo de Olga me hizo volver a mis asuntos. Ella también había estado mirando la escena de la otra cama y al parecer se había calentado bastante. Con uno de sus dedos se empezaba a frotar el clítoris. Puse más empeño en mi mamada y le metí un dedo en su rajita. Se lo metía y sacaba completamente. Luego le metí otro más y su respiración se acelero. A todo esto le seguía chupando. Todo aquello combinado hizo que tuviera su primer orgasmo. Una vez que estaba bien lubricada le quité la mano y empecé a subir por su cuerpo besándole cada rincón. Ella cerro algo las piernas. Me detenía en algunas partes de su cuerpo cuando la oía gemir ya que quería excitarla lo suficiente para que me dejara penetrarla. Fui subiendo hasta llegar a sus tetas. Estaban erguidas y los pezones se notaban duros. Los saboree un buen rato dándole golpecitos con la lengua en las puntas y sorbiéndolos a la vez que los acariciaba desde su base. Olga empezó a gemir más alto pero mantenía sus piernas cerradas. Le introduje un dedo en la boca y empezó a chuparlo como a una piruleta. Aquello hizo que me excitara de tal forma que tuve una erección grande. Deje caer mi cuerpo encima de ella y con la mano libre tome una de las suyas. Hice que se acariciara su propio pecho y que me lo diera de mamar. Poco a poco fue abriendo las piernas hasta que me hice un lugar entre ella. Con la punta de mi polla empecé a presionar en su entrada. Sentí algo de resistencia por su parte y mordí un poco fuerte el pezón que chupaba. Ella dio un pequeño grito. Aproveche el momento y le introduje un buen trozo de polla. Ella empezó a decirme que parara pero no me detuve y empecé el mete y saca. Con cada movimiento le introducía un poco más. Era bastante estrecha ya que sentía como rozaba sus pliegues internos. Nunca había sentido nada igual. Con cada embestida ella emitía un ayy!! que fue increscendo a medida que aumentaba mis movimientos. Pronto estuve completamente dentro de Olga. Fui hasta su cara y la bese en los labios apagando sus gemidos. Entrelazamos nuestras lenguas y note que se iba relajando. Quería darle todo el placer que no le habían dado cuando unos quejidos llamaron mi atención.

Voltee la cara hacia la otra cama. Los quejidos partían de Esther. Tenía las manos agarrando el borde superior del colchón. Alberto había pasado del bombeo a un movimiento frenético que parecía no tener fin. Con las manos usando las tetas como base, empujaba con todas sus fuerzas introduciendo su miembro en la concha de Esther. Debía de haberla empalado hasta el útero pues ella apenas se movía. Cuando la metió completa Esther se corrió entre gritos. Alberto se pegó a su cuerpo y agarró sus manos por sus muñecas echándose completamente sobre su cuerpo. Empezó a embestirla con más fuerza y supuse que iba a llegar a un orgasmo. Los botes en la cama hacían que esta se moviera como un tren. En dos o tres sacudidas Alberto empezó a correrse entre espasmos a lo que siguió otro orgasmo de Esther. Los dos cayeron abrazados el uno con el otro.

Aquello me puso como una moto. Empecé a sacarla y a meterla casi por completo del coño de Olga con movimientos rápidos. Se agarró a mi con fuerza y hundió mi cara en sus tetas. Pocos segundos después llegó a un orgasmo brutal ya que casi de desmadejo entre mis brazos. Yo aguante la corrida ya que tenía en mente otros planes. Le di la vuelta y la puse bocabajo pegándole la cabeza a la almohada y elevando su cintura. La volví a empitonar fácilmente, tenía todo el coño húmedo de sus corridas, a la vez que le metía un dedo en el ojete del culo. Quería sodomizarla por primera vez en su vida y hacer mío ese culito. Ella se agarró a la almohada y me dejó hacer. Pasado un rato ya metía dos dedos. Se la saque del coño y la pase dos o tres veces por la entrada del culo lubricándoselo con sus propios fluidos vaginales. Luego empuje adelante introduciendo el glande. Olga chilló un poco pero mordió la almohada y abrió más las piernas. Fui empujando hasta que la metí de un empujón final. Sentía como mi polla latía en su cuerpo. Empezó a quejarse algo cuando la retire la primera vez y se la volví a hundir en el culo, le dije que aguantara un poco. Me moví suavemente para no lastimarla hasta que sus quejidos callaron y comenzó a mover el culo hacia mi. Deslice mis manos hasta sus pechos y se los acaricie un rato. Sabía que no me demoraría mucho pero quería que llegara conmigo. Puse un poco más de ímpetu en mis acometidas y volvió a empezar a gemir. Le dije que me corría y me dijo que ella también. Di rienda suelta a mis aguantadas y empecé a correrme al unísono. La leche tenía pareció escocerla pues me rogó que se la sacara. De su recto salió algo de semen, un poco de sangre y fluidos.

Luego de aquello nos levantamos y nos bañamos. La "Operación Tetas" fue un éxito rotundo.

 

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