Relatos Eróticos Infidelidad
Mi concuño me dio el placer que nunca había tenido | Relatos Eróticos de Infidelidad
Publicado por Nerida Campos el 28/11/2021
Primera parte - 1/3
Mi concuño me observaba desde que tenía 15 años. Todo comenzó mientras yo ensayaba para mi fiesta en la casa de mi novio. Yo tenía unos lindos y grandes pechos copa C además de unas piernas gruesas y sexis; creo que eso le llamó la atención del resto de las chicas que allí estaban.
El primer contacto sucedió unos tres años después cuando mi novio me volvió a llevar a su casa, a una fiesta de fin de año. Me presentó a toda su familia incluyéndolo a él, que para mí resultó indiferente. En esa época yo trabajaba por las mañanas y en las tardes estudiaba en la Universidad.
A los pocos días, mientras yo esperaba el transporte público para dirigirme a mi trabajo, mi concuño se acercó en su auto, me saludó y me invitó a subir para llevarme al metro. Me pareció un gesto agradable y amigable, pues era un familiar de mi novio que además se portaba muy amable y atento. A los pocos días, volvimos a encontrarnos y luego otra vez y otra vez, yo pensaba que eran casualidades, le comenté a mi novio que me encontraba de continuo a su cuñado y me dijo, muy a la ligera, no le hagas caso a ese güey. Yo no entendí de que se trataba ese aviso.
Con el paso de los días, en cada conversación mi concuño me hacía sentir importante, me decía que yo le parecía una niña inocente, me ofrecía su ayuda, preguntaba sobre cómo me iba en la escuela y que si necesitaba algo o si requería que me llevara a algún lado, que sólo se lo dijera. Con ese buen trato me quitó la pena y empecé a tener una mayor confianza con él. Un día estiró y colocó su mano sobre el dorso de mi mano al instante sentí su calor y la textura de la palma de su mano de hombre. Él me dijo que todo estaba bien, que sólo quería tener una linda amistad, pura y sincera porque ya había confianza. Yo no sabía que pensar, por un lado, tenía dudas de sus intenciones, ¿cómo alguien mayor que parecía tener una vida tan ocupada, podría estar interesado en tener una amistad conmigo? Pero, por otro lado, se escuchaba tan convencido de querer apoyarme en lo que fuera, que pensé que tal vez sus intenciones eran sinceras y acepté que en ocasiones su mano estuviera sobre la mía, era como una forma de mostrarme su apoyo, al menos así yo lo sentía y no me desagradaba.
Al llegar a mi parada, él se acercaba para abrazarme y despedirse de beso en la mejilla, me gustaban sus atenciones. Las últimas ocasiones, ya intentaba besarme sorpresivamente los labios, a veces lo conseguía y yo me bajaba rápido sin decir palabra alguna, aunque sorprendida. No podía creer que yo le gustara.
Él era mayor por varios años. Tenía una gran personalidad, poseía el don del habla y era muy amable. Estaba bien vestido, olía bien y eso me gustaba, además me hacía sentir importante ir sentada en el lado del copiloto de ese auto tan elegante y moderno que manejaba. Tenía dos hijas con la hermana de mi novio. Según las conversaciones de la familia, él tenía un puesto gerencial en una gran compañía con un futuro prometedor.
Entonces, me di cuenta de sus intenciones… empecé a evitarlo cada día tratando de salir de casa más temprano o más tarde, así pude librarme de verlo por un tiempo. Sin embargo, un día él esperó por mucho tiempo cerca de donde tomaba el camión y se acercó cuando llegué, no pude evitarlo o desviarme, bajó la ventanilla y me dijo que subiera. Yo le dije que no, que tomaría el autobús y que no quería desviarlo de su trayecto y caminé un poco hacia adelante. El me siguió en su auto y por varios minutos rogó que subiera. Finalmente, me ganó un poco la pena y el qué dirán de las personas que pasaban, así que acepté y me subí.
La situación se volvió idéntica a las anteriores, tomó mi mano y me hablaba cosas bonitas así que me relajé, pensando en que llegaríamos pronto a la estación del metro. Llegando a donde siempre, él no se detuvo y se siguió. Yo no supe que decirle y quedé inquieta de donde me dejaría. Siguió conduciendo hasta que llegó a un motel y se metió. Volteó hacia mí y me dijo que quería que entráramos un ratito. Me sorprendió, yo le dije que no, que me dejara donde siempre. Insistió, que quería estar conmigo un ratito, que yo iba a estar bien. El siguió conduciendo hasta detenerse en el estacionamiento de la habitación. Bajó a pagar y yo me quedé inmóvil dentro del auto, no sabía qué hacer. Al regresar me dijo, vamos, no te va a pasar nada de lo que tú no quieras, no tengas miedo, todo está bien, yo no muerdo. Yo me quedé pensando que estando dentro algo podría pasar, pero no sabía que. Me quedé pasmada, no sabía cómo reaccionar, todo eso era nuevo para mí. El insistió y me dijo que tuviera confianza en él con una voz suave, que todo estaría bien, que no sucedería nada que no quisiera. Como yo no sabía del todo lo que iba a pasar, me dio curiosidad y acepté entrar sin decirlo. Él tomo la iniciativa y subió primero a la escalera y me tomó de la mano para jalarme con cuidado, pero con firme decisión.
Entramos a la habitación y el me seguía hablando bonito, con un tono de caballerosidad me seguía pidiendo que confiara, que no sucedería nada que yo no quisiera. Yo me quedé junto a la puerta, no avancé, no sabía que hacer, no estaba segura pero la curiosidad me tenía allí. El regresó por mí, cerró la puerta y me abrazó con calma, me dio tranquilidad y yo me quedé entre sus brazos buscando esa seguridad que me había prometido. Me hablaba al oído, yo escuchaba, me pedía que confiara en él, que no me iba a hacer daño, que no mordía, que no haríamos nada que no quisiera, etc. Finalmente, aunque me tenía contra la pared, me sentí cómoda, tranquila, segura y protegida allí, entre sus brazos y por sus palabras. Deje que sucediera todo.
Sentí como se acercó mucho a mí, pegaba su cadera a la mía como si se empezara a acariciar, y entonces sentí su miembro en mi entrepierna, grande y duro, ahora se frotaba y se empujaba con firmeza. Me empezó a provocar una sensación intensa desconocida para mí y mi respiración se aceleraba, y me excité. Recordé sus palabras de que no pasaría nada que yo no quisiera y me relajé, ahora quería saber, quería sentir… Ese movimiento constante y varonil hizo que mis piernas se separaran un poco para recibirlo y acomodarlo. Me sentía como dividida en dos: en la parte de arriba segura, tranquila y protegida entre sus brazos y en la parte de abajo con un fuego que ansiaba conocer. Ahora lo estaba sintiendo como me imaginaba que lo hacían las personas adultas.
Con toda su experiencia, en un instante desabotonó mi pantalón y a la vez que esté caía sobre mis zapatillas él también desabrochó el suyo. Me sentí muy húmeda, ya mis pantis estaban mojados cuando lo volví a sentir. Ahora era diferente, más intenso, más cercano, más firme. Mis pantis húmedos se hundieron dentro de mí, mis labios se iban separando con cada llegada y ya estaba literalmente a la entrada de mí. Lo tenía super duro. Me abrazó más fuerte y sentí como ya se incrustaba levemente. El placer iba en aumento y recuerdo que ya empezaba a respirar sólo por la boca, profunda pero agitadamente.
Imagino que el me llevó poco a poco hacia la cama, porque sólo me acuerdo cuando me pidió que me sentara. Con su extraordinaria habilidad al momento que me iba sentando el me bajó los pantis, yo levante los pies con naturalidad para dejar que me las retirara. Mientras él se quitaba la ropa que traía de la cintura para abajo, yo instintivamente me acomodé al centro de la cama. Él se acercó hacia mí, me separó ligeramente las piernas de una manera cortés por ser nuestra primera vez y se recostó sobre mí, acercándome toda su virilidad que ya estaba deseando tener. Con un movimiento maestro su pene ya estaba frente a mis labios húmedos y yo entrecerré los ojos con emoción y necesidad de recibirlo, ya lo deseaba dentro. En ese momento me penetró, lo sentí como lo metía todo y sus testículos golpear mis labios. Sentí como entró con fuerza y virilidad, haciéndose dueño de mi vagina, llenándome por dentro, dándome un placer intenso, cumpliendo su promesa de hacerme sentir algo que yo quisiera, sintiéndome gozosa, plena. Se movía y se frotaba dentro de mi dándome ese placer delicioso pero intenso por primera vez, mis manos se sujetaron de la colcha quizá por instinto y ahora cerré totalmente los ojos para sólo percibir el placer.
Pasaron unos minutos deliciosos, de sentir como se movía por dentro por todos lados, de cómo era gentil pero viril, de disfrutar y sentirme atendida. Luego, abrí los ojos y lo vi, al esposo de la hermana de mi novio, me entró el nervio y el temor de saber que era parte de la familia, que eso estaba mal y que tendríamos problemas graves. El seguía arremetiendo contra mí, no se detenía. Entonces, más miedo me provocó el pensamiento de quedar embarazada y me moví y me quité. Él me dijo no, espérate, no te vayas, regresa. Me paré, me alejé, y vi su miembro erecto, en buena forma, no podía creer que todo eso ya lo tenía adentro. Me empecé a vestir, le dije que ya me iba, y me fui. Después le platiqué a una amiga de la escuela lo sucedido, y me enteré de que había sido una niña mala por dejarlo con esa gran erección sin terminarlo, posiblemente ocasionándole un gran dolor. Tal vez me odió.
Segunda Parte - 2/3
Estaba de vacaciones en la escuela, así mis horarios trabajo cambiaron, entraba más tarde, entonces, por un largo tiempo no me lo encontré, así que todo estuvo muy tranquilo y me dediqué a mis cosas. Pero un día, volvió a coincidir conmigo en la parada del camión, me pidió subir, nuevamente no me quise subir, pero el seguía suplicando, ofreció llevarme y yo creí que lo pasado ya se había olvidado y todo estaría bien, así que acepté y me subí a su auto. Me preguntó a donde me dirigía y le dije que a mi trabajo. A su vez yo le pregunté que a donde se dirigía y él me dijo que iba a un curso. La platica fue muy parecida a las anteriores, él ya sabía cómo retenerme. Casi llegando a mi trabajo me preguntó que, si yo quería acompañarlo a su curso y luego podríamos ir a comer o hacer algunas cosas, me preguntó si tendría problemas por faltar. Yo me quedé pensando en la propuesta. No tendría problemas por faltar un día, además, necesitaba un respiro del trabajo y pensar en la idea de hacer algo diferente me convenció. Por otro lado, yo me sentía segura de alguna manera pues estaba en mi período, por lo que no pasaría nada como la vez pasada. Entonces acepté acompañarlo.
No fui a trabajar y nos encaminamos hacia donde sería su curso, era lejos, por el sur de la ciudad. Me platicó que el curso era algo de alta dirección, me imaginé algo muy importante y que él tenía una gran responsabilidad en la compañía para la que trabajaba, aún no sé porque, pero yo también me sentía importante tan sólo de acompañarlo. Al llegar, me pidió esperar en el auto un par de horas dentro del estacionamiento que era un lugar cerrado y tranquilo. Descansé, dormité un poco y me sentía cómoda en ese auto bonito y lujoso. También pensaba a dónde iríamos a comer.
Al regresar me pregunto que prefería comer y yo le dije que él eligiera. Y me dijo que antes de comer él quería hacer unas cosas conmigo. Como qué cosas le pregunté. Me dijo que quería estar conmigo, estar a solas, que no me preocupara, que otra vez no sucedería nada de lo que yo no quisiera hacer, que confiara en él. Yo le contesté decididamente que no, que mejor fuéramos a comer como me había dicho. Me insistió fuéramos a otro lugar primero, repitió que todo estaría bien, que tuviera confianza, que no sucedería nada de lo que yo no quisiera. Sentí que debía dar argumentos convincentes de mi negativa para hacerlo cambiar de opinión. Le contesté que no se podía porque estaba en mis días. Vi que cambio su expresión en el rostro, como que se emocionó, sonrió y dijo que eso no era un problema, que así era mejor. Yo no esperaba esa respuesta, ese era mi mejor argumento para no estar con él, para alejarme, para irme. Pero, al revés, eso me causó duda e interés, a que se refería con que era mejor, me daba pena preguntar que trataba de decir, me quedé pensando en cómo podía ser eso mejor, no lo podía imaginar.
Yo tenía poca experiencia. Mi novio, aunque tiene el miembro más grande, nunca me ha hecho sentir lo que pude sentir brevemente la primera vez que estuve con mi concuño. Tampoco lo hacíamos durante mi período, por eso siempre creí que no se podía hacer nada en esos días. Así que estaba sorprendida con esta afirmación. Tuve curiosidad otra vez.
Nuevamente con sus palabras, me dio confianza de que no pasaría nada malo, que en ese estado era mejor, que no tuviera miedo de nada, que era bello, que me relajara, que disfrutara el momento, que él sería todo un caballero respetándome. Acepté, le dije que sí, que eso podría pasar. Durante el camino volvió a poner su mano sobre la mía, la acepté y me sentí segura y emocionada. Estábamos muy lejos de la zona donde vivíamos, nadie sabía que estábamos juntos, yo tenía mi regla y no habría embarazos, no sentía pena porque a él no le incomodaba la situación. Asi que no había ningún tipo de riesgo y eso me relajo. Ahora recordaba lo intenso que había sido la primera vez y seguía pensando como eso podía ser mejor, lo cual hizo que me excitara mucho. Yo creo que el conocía la zona porque llegamos muy rápido a otro motel. Bajo a pagar y fue por mí al auto para subir a la habitación. Ya no tenía miedo, ahora estaba emocionada, excitada y decidida a que me hiciera todo lo que se tuviera que hacer. Tenía mucha curiosidad del cómo sería mejor.
Nos paramos cerca de la cama. Mirándome empezó desvestirse a lo cual yo entendí que también debería hacer lo mismo y me quité toda la ropa para evitar mancharnos. Me tomó de la mano y me llevo a la mitad de la cama, yo me acosté boca arriba con las piernas no muy separadas. Él se recostó sobre mí y mis piernas se abrieron de manera natural para recibirlo, como si lo recordaran. Igual que la ocasión anterior, con un movimiento de cadera nuevamente presentó a su miembro frente a mis labios y en un instante me penetró. Sentí muchísimo placer, sentí que el momento era perfecto, imaginé que era la continuación de lo sucedido la primera vez, que él ya estaba donde debería y que no necesitábamos mayor preparación o introducción. Sentí su penetración completa, me estaba sucediendo algo que no me había sentido antes, como si se hubiera deslizado hasta el fondo de una manera sencilla, como si ya conociera todo de mí, el ancho y el fondo de mi vagina. No sé si era mi nivel de excitación o que yo estaba en el tercer día de mi periodo por que la humedad era la ideal, como si fuera un lubricante perfecto, todos sus movimientos se sentían muy bien. Cada vez que entraba su miembro me acariciaba todo al pasar hasta llegar al fondo, luego se movía por dentro durante algunos instantes como frotándose por todos lados de mi vagina, lo que incrementaba mi placer y salía de mí como haciendo movimientos en círculos o no sé cómo describirlos pues sentía nuevamente que me tocaba todo o lo que no me había tocado ya por dentro de la vagina. Sentía esos movimientos que me ocasionaban sensaciones nuevas, intensas, un placer delicioso, y mi cuerpo ya estaba entregado totalmente a él. Era como estar en el mar y sentir las olas constantes y firmes, sin cesar, moviéndose de un lado para otro, arremetiendo contra mí. Sus movimientos no eran duros o fuertes, era cadencioso de buen ritmo, con una velocidad lenta que aseguraba tocarme todo, pero sin detenerse; lo sentía tan intenso y lo disfrutaba. Nunca le había permitido besarme libremente, en este momento ya deseaba sentirlo y tenerlo por todas partes, ya me besaba. Conforme pasaban los minutos las sensaciones iban en aumento y el placer crecía, mi vagina ya controlaba a mi cuerpo y empecé a sentirme a punto de estallar, mis piernas se tensaron tanto que pensé que se romperían y traté de relajarlas, en ese momento sentí que el me penetró más profundamente aprovechando la reacción natural de mi cuerpo, lo que provocó que otra vez se volviera a tensar, de manera instintiva mi cadera se levantó un poco como formando un arco que le permitiera seguir penetrándome profundamente sin detenerse, sentí que iba a estallar y mi cabeza se movía de un lado a otro, como si tratara de escaparme de algo extraño que no conocía. Finalmente explotó todo mi cuerpo, me vine de una manera tan intensa que tuve todas las sensaciones y emociones al mismo tiempo, sentía la sangre recorrerme toda, en ese instante donde el placer es lo máximo en una mujer. Fue mi primer orgasmo en la vida y fue intenso, delicioso. Resultó como me lo había prometido. Ahora ya sabía lo que era hacer el amor, lo que hacían los adultos y de lo que todo mundo hablaba. Aún el día de hoy recuerdo perfectamente esas sensaciones que fueron al máximo de placer.
Él se dio cuenta cuando yo me iba a venir y mantuvo el movimiento constante dentro de mi vagina, comprometido con hacerme sentir lo delicioso que era y asegurándose que yo estuviera bien. Poco a poco me fui recuperando de ese máximo de sensaciones y yo me relajé quedando totalmente a su disposición. Me sentía muy abierta, llena de placer y húmeda y ahora lo sentía mucho más profundo. Se escuchaba el ruido de mi humedad en cada uno de sus movimientos. Él tenía una cara de haber disfrutado mucho lo que me ocasionó y siguió con la penetración constante por varios minutos más, acariciando todo por dentro de mi vagina, besándome los labios y tocando mi cuerpo. Entonces, empecé a sentir que el aceleraba la velocidad de la penetración, entraba y salía rápidamente, se movía de derecha a izquierda, ahora era el movimiento era duro, rápido y firme y comencé a sentir un nuevo placer delicioso, totalmente diferente al de mi orgasmo, dulce y agradable que me hizo sentir tan femenina y una mujer completa. Así es como él se vino de una manera tan intensa, tan rica y satisfactoria en mi vagina. Se derramó totalmente dentro de mí y yo sentía que todo me escurría de la vagina con el dentro, no sé si era mi excitación, o mi período o su semen o todo junto, pero fue delicioso. Se quedó sin fuerzas y se recostó sobre mi pecho relajándose, sintiéndose satisfecho de haberme ocasionado ese gran orgasmo, de haberse venido en mí y seguramente orgulloso de haberme hecho suya también.
Parte final – 3/3
Ese día me dejó cerca de mi casa, no hablamos durante el camino, los dos íbamos sumidos en nuestros pensamientos. Yo impresionada por lo que había sentido, lo que realmente era hacer el amor, estar completa y satisfecha.
El tiempo pasó y yo decidí que esa era una lección aprendida y que no volvería a tener sexo con mi concuño, eso no estaba bien. Así que seguí con mi vida cambiando mi rutina y asegurándome de no encontrármelo.
Sin embargo, una mañana que tenía prisa, su auto se volvió a parar junto a mí, se abrió la ventanilla y era mi cuñada en el asiento del copiloto que me decía que me subiera que ellos me llevarían al metro, me sorprendí, al voltear a los asientos traseros también pude ver a sus dos hijas lo cual me dio más descanso y tranquilidad. Me subí confiada y segura que todo estaría bien, nada saldría mal. Mi cuñada me preguntó que si iba al metro le contesté que sí y ella dijo sí, allí te vamos a dejar, eso me dio muchísima calma. Durante el camino la plática era de cualquier tema, una conversación muy agradable con ella y sus hijas. Pero en el camino se detuvo para dejarlas en el hospital, ella me dijo aquí nos bajamos, mi esposo te llevará al metro, ven pásate adelante. Cuando bajé pensé en querer escapar, en cómo no subirme de vuelta, en cómo decir que ya no quería que me llevara sin levantar dudas o sospechas. Pero ella era muy amable y sostenía abierta la puerta del copiloto, yo no podía ahora contradecirme de que no iría al metro. Las niñas decían súbete nuevamente aprisa para que no se te haga tarde. No pude decir nada, me preocupaba que pensaran algo y se dieran cuenta de lo que habíamos hecho, y traté de actuar natural. Me subí en el asiento del copiloto. Mi cuñada cerró la puerta y me dijo adiós al igual que sus hijas.
Ya sabía cómo eran esos rides que no siempre llegaban al destino que debería ser, que a veces se desviaba. Me arriesgue a subir otra vez pensando que ahora si me llevaría al metro. Al avanzar mi concuño me dijo que me había extrañado, que había pasado mucho tiempo sin vernos y que le gustaría saber si estaba bien o necesitaba algo. Otra vez su mano se posó sobre la mía y me dijo que confiara en él. Yo le pedí seriamente que me llevara al metro donde siempre y allí me dejara. Él dijo que sí, que todo estaría bien. La conversación nuevamente fue sobre los mismos temas, si estaba bien, si necesitaba algo, que él estaría al pendiente de mí, etc. Su preocupación por mí me hacía pensar que esta vez no tendría nuevamente esas intenciones. Poco antes de llegar tomo una desviación, pensé que estaría tomando ese camino por que habría tráfico y con eso rodear y llegar pronto. Pero dio una vuelta más y entró en otro motel por la entrada trasera, tan rápido que me tomó desprevenida. Al principio me molesté conmigo misma, pensando en que ya sabía a lo que me exponía de aceptar esos aventones, pero no le dije nada. Se dirigió al fondo, a la habitación que le indicaron y se estacionó. Me dijo otra vez vamos a poder estar juntos, confía en mí, ya regreso voy a pagar.
Ahora era como un juego mental para mí porque estando afuera era no quiero estar con él, no quiero entrar, pero ya cuando estaba adentro, decía pues ya estoy aquí y empecé a ver las cosas positivas, no puse resistencia y me emocioné. Le reclamé un poco del porque me había llevado nuevamente al hotel, él no contestó, pero no dije más y no hice más, entonces acepté estar allí nuevamente con él. Ya no puse resistencia, me tomó de la mano y entré con él. En la habitación dejé que las cosas pasaran tal como él quería y deseaba. Me desvistió totalmente y dejé que me hiciera el amor plenamente. Me recostó sobre la cama y me abrió las piernas, y me penetró con una maestría exquisita. Lo sentía dentro nuevamente y tocándome todo. Me tomó de las manos para evitar que me fuera y yo me sentía totalmente a su disposición, dominada, controlada y deseada. Yo no ponía resistencia y no traté de irme, ya lo disfrutaba enteramente. Se movía dentro de mí sin parar dándome toda clase de sensaciones que mi cuerpo reconoció de inmediato, me dejé llevar por esos estímulos que me empecé a excitar tanto que me vine a los pocos minutos, otra vez tan intensamente. Poco a poco me fui recuperando de ese mar de emociones sintiéndome otra vez una mujer completa y satisfecha. Ahora noté que él ya estaba muy excitado también y en los siguientes minutos él se vino también total y deliciosamente dentro de mí. Nos vestimos y nos fuimos cada uno a su trabajo, yo, ya iba tarde de por sí.
Me embarazó. No supe que hacer. Meses después, ya muy confundida le dije a mi novio que estaba embarazada. No me dejó terminar de decirle la historia y se adelantó a decir que se haría cargo de nosotros, que sería responsable. No tuve el valor para decirle que el hijo no era suyo. Mi concuño no sabe. Ahora tengo un hijo de mi concuño y una hija de mi esposo. Nadie lo sabe.