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El tren, relato erótico de alguien infiel | Relatos Eróticos de Infidelidad

Publicado por DULCES PLACERES el 17/04/2016

EL TREN

Soy un tipo común, normal, como la mayoría de los mortales, tengo una familia armada, esposa e hijos, trabajador, trato de ser buen padre, buen marido.
Me considero un tipo bien parecido, pero no soy un sex simbol, ya pasé los cuarenta y cinco, de tez morena, delgado de un poco más de un metro ochenta pero con una barriguita incipiente que ya empieza a molestarme, algunas canas ya se asoman en mi cabellera, acostumbro a usar barba rala de un par de días y me gusta vestir cómodo y elegante al mismo tiempo.
No soy un Don Juan, siempre fui fiel a mi mujer, la amo con locura, ella es muy buena y complaciente conmigo, seré honesto y diré que antes de conocerla tampoco estuve con muchas mujeres, no soy de los que le gusta pagar a prostitutas ó ir a escondidas a bares nocturnos, si una mujer va a ir conmigo a la cama deberá ser por atracción mutua, por habérmela ganado.
Tampoco tengo una fortuna, vivo bien, soy ingeniero agrónomo, aconsejo y superviso siembras de alto rendimiento, esto implica estar viajando mucho tiempo y en mi país sobran las superficies sembradas y siempre todo queda lejos, así la rutina me lleva a ausentarme algunas semanas de mi domicilio.

Luego e hacer la introducción y antes de seguir adelante, les aclaro que lo que me sucedió fue solo por el destino, tan solo por estar en el lugar adecuado en el momento adecuado, esas cosas insólitas que parecen sacadas de películas y uno no cree esta vivirlas en carne propia, que se dan solo una vez en la vida.
Mi coche había tenido una avería insalvable, con quince días mínimos en mantenimiento, así que elegí desplazarme en tren, me preparé bien porque serían muchos kilómetros, muchas horas, con viento a favor una doce.
El vagón era confortable, amplio con asientos montados frente a frente y espalda con espalda, a ambos lados, con un pasillo central.
Así comencé mi camino, al principio escuchando música con mis auriculares, observando a la gente que subía y bajaba en cada parada que iba haciendo ó simplemente mirando el paisaje monótono y repetitivo de verdes praderas sinfín.

En una de las tantas paradas programadas subió una joven muy bonita, de rico perfume, apenas cruzamos una mirada y le sonreí cortésmente, se sentó al frente mío, en la misma fila de asientos, solo que al otro lado del pasillo.
Al ponernos nuevamente en marcha me percaté que solo estábamos nosotros dos en ese vagón, pero nada me hacía suponer que algo pasaría entre nosotros.
El sol caía por el horizonte dando de pleno en el rostro de la rubia que había subido hacía algunos minutos, la observaba discretamente hasta que su cabeza se apoyó contra el vidrio, evidentemente se había dormido.

Entonces, solo por ser hombre, aproveché la situación para observarla detalladamente, no tenía muchas cosas importantes para hacer. Tenía naricita respingada, pómulos salientes y gruesas cejas que le daban un toque particular a su rostro, de labios carnosos y tez tirando a morena, su cabello lacio estaba bien acomodado con raya a un costado.
Una remera ajustada negra se pegaba a su torso, dejando notar unos pechos de normal tamaño, el aire acondicionado hacía saltar sus pezones duros y marcados. Abajo tenía una pollera del mismo rojo apagado, un tanto ajustada y larga hasta las rodillas, al estar sentada se había subido lo suficiente para dejarme ver unos generosos muslos, tenía un cuerpo muy armónico, eso lo había notado apenas la vi subir, con un trasero bastante generoso, de excesivas caderas, al menos para mi gusto, y por cierto, era mucho más joven que yo.

Miré por mi ventana, la noche había llegado y el cielo estaba pintado con estrellas, la luna llena se levantaba inmensa por el costado, saqué mis lentes de aumento y comencé a leer el periódico que había comprado en la mañana y aún no había tocado, solo sentía el constante ‘ta-tan ta-tan’ de las ruedas sobre los durmientes y mecerse el vagón levemente a lo largo del camino.
Todo en calma, de repente el estridente sonido del celular de mi casual acompañante la sacudió de su letargo, incluso a mi sorprendió, atendió y sin proponérmelo, escuché su diálogo, las palabras ‘mi amor’, ‘corazón’, ‘querido’ salían de su boca por lo que supuse que hablaba con su marido, ó novio, ó amante, vaya a saber.
Empezó a reír discretamente, solo decía ‘no… no… ja!ja!ja!’ me intrigó la forma de la conversación y la insistencia que parecía tener la voz al otro lado, me incomodó cuando ella comenzó a mirarme, y más cuando la sentí describirme, siempre sin dejar de tener esa sonrisa nerviosa, a esa altura de los hechos levantaba la vista por encima del periódico y la miraba como intentando saber de qué se trataba el juego, pronto lo entendería…

Sin dejar de hablar, con el celular pegado a su oído, clavó la mirada hacia donde yo estaba, a todo esto ya había dejado de prestar atención a la lectura hacía rato y solo le respondía con mis ojos a los ojos perversos de la rubia, a su vez ella seguía con sus risas y respuestas negativas, al otro lado parecía estar dándole indicaciones, entonces llevó su mano libre a sus pechos y comenzó a acariciarlos sutilmente, evidentemente estaba provocándome, la escuché decir

- Si mi amor, ya tengo toda su atención…

Para luego apuntar sus piernas hacia donde yo estaba, apoyando una de ellas en el asiento, de manera de quedar bien abierta, al punto de tener un primer plano de su argolla tapada por una sensual tanga violeta, a esa altura había dejado el diario a un lado y era un espectador de lujo, la joven siguió recibiendo órdenes, dejando el celular por un instante se sacó la remera para liberar sus pechos apenas cubiertos por el sostén, sentía ya mi verga dura por lo loco y curioso de la situación, me resistía a avanzar pero mi instinto animal podía mas, entonces ella bajo el sostén por debajo de sus pechos, dejándolos a mi vista, redondos y perfectos, de grandes y rosadas aureolas, de pezones excesivamente puntiagudos, aún no salía de mi asombro. La extraña joven entonces cambio de lado en el vagón, sentándose frente a frente conmigo, abriendo las piernas y corriendo a un lado su tanga expuso su hermosa concha y comenzó a masturbarse, al tiempo que seguía hablando:

- Ves? Ves porqué me casé contigo? eres un maldito perverso, te amo mi amor…

Siguió masturbándose hasta que mirándome fijamente a los ojos preguntó:

- Cómo? Queres que le chupe la verga al señor? pero si ni lo conozco…

Decidí que era hora de actuar, basta de vueltas, me incorporé olvidándome de todas mis convicciones moralistas , me tomé del pasa manos, me acerqué a ella bajándome los pantalones y calzoncillo hasta las rodillas, dejando mi miembro duro a centímetros de su cara, la rubia sin inmutarse lo tomo pelando bien mi cabeza, llevando la mano bien atrás, contra mis testículos y al tiempo que los masajeaba decía:

- Si mi amor… es hermosa, grandota, y tiene una cabezota y apetecible…
- …… (respuesta que no puedo escuchar)
- Cómo sos…. si… es mas grandota que la tuya!

Dicho esto, comenzó a lamerla lentamente como si fuera un helado, disfrutándola, saboreándola, por completo, solo la dejaba hacer a su voluntad, cada tanto seguía la conversación:

- No sabes que hermosa verga me estoy chupando, no me diga que te da celitos….?

Para volver a lamerla, me considero lo suficientemente inteligente para darme cuenta que las sucias palabras que salían de su boca haciendo comparaciones, solo buscaban excitar a quien la estaba escuchando al otro lado del celular y alimentar mi propio ego, y asumo que me gustaba que lo hiciera.
Seguía en ese juego, ella se aseguraba que desde mi punto de vista elevado pudiera ver con claridad como la base de mi cabeza se apoyaba en su lengua, introduciéndola con suma delicadeza hasta perderla de vista en el interior de su boca, siempre con el celular pegado a su oído, más abajo veía sus pechos y sus pezones duros a los cuales empezaba a acariciar suavemente.

No me importaron cuáles eran sus futuras intenciones, solo decidí tomar la iniciativa del juego, metiendo las manos bajo su pollera y con limitada resistencia de su parte le saqué la pequeña tanga violeta que tenía, al tiempo que le advertía:

- Perra sucia, decile a tu marido que te van a coger…
- Mi amor! Mi amor! mirá que me van a a coger….

No le di tiempo a nada, solo le levanté las piernas arrinconándola en una incómoda posición y se la metí toda hasta el fondo, por completo, noté deslizarme en su interior, mojado por exceso, ella se contrajo instintivamente, cerrando los ojos y aspirando por sus labios dejando sentir un ‘sssssssssss’ provocado por el aire ingresando a su cuerpo
La muy puta gozaba con cada embate, hablaba con su esposo y sus palabras me enloquecían:

- Mi amor….mmmm….me está co….mmmm….cogiendo toda….mmmm….no sabés….mmmm….que pedazo de…..mmmm….de verga que….mmmm….que tiene!

La verdad es que me calentaban más sus palabras que lo que hacía, seguía hablándonos a ambos al mismo tiempo

- Mmmm….si! si!....cogeme toda….mmmm….dale! dale!
- Quién te coge mejor? tu esposo ó yo?
- Vos! vos!….mmmm….me coges hermoso….mmmm….me gusta tu….mmmm….tu pija…

Yo sentía que si la seguía escuchando me acabaría pronto, sus palbras taladraban mis oídos, la cambié de posición haciéndola arrodillar en el asiento e inclinando su cuerpo hacia adelante, sobre el respaldo, levanté su pollera hasta la cintura y me paré tras ella, me encanta esta posición, sus anchas caderas se veían más anchas aun y las curvas de su trasero llenaban mis ojos, se la enterraba con fuerza y le decía en voz alta para que el caballero al otro lado de la línea también escuchara:

- Tomá puta, tomá, tomá!

Ella no largaba su celular y en esta pose llegaba tan profundo que ya no coordinaba las palabras, apenas gemía acompañando los embates.
Mis ojos se centraron en su anillo marrón, tenía muestras evidentes de haberlo usado, fui por todo, sin que se dé cuenta mientras la seguía cogiendo dejé caer saliva sobre él, la sostuve con una mano, saqué la verga y se la apoyé en el otro agujero, su reacción fue inmediata

- Pará! pará! que haces? por ahí no! por ahí te digo que no! la cola se la doy solo a mi marido!!! pará!

Como un toro cegado embestí sin escuchar sus palabras, poco a poco mi carne se abría paso en la suya, ella al ver que yo estaba decidido habló entonces a su marido:

- Mi amor! mi amor! ayyyy! Me la está metiendo… ayyy! en el culo!!!
- …… (respuesta que no puedo escuchar)
- No puedo! ayyy! ayyy! ya está… ya está…

Pareció resignarse, en realidad tampoco había puesto una férrea resistencia, ya estaba domada y mansita, con mi verga en su culo, le di un empujón tan fuerte que el celular rodó por el piso quedando fuera de su alcance.
Le di con ritmo sintiendo como su anillo apretaba mi pija, estaba tremendamente excitado, ella gritaba como nunca, tal vez porque le gustaba demasiado, tal vez para que el otro la escuchara:

- Si! si! rompeme el culo! dale! dale! No pares, dale! rompémelo todo!

Le di hasta cansarme, se la saque, tomé su celular y pregunté:

- Hola, hay alguien ahí?
- Hola! Hijo de puta… soy el marido de la mujer que te estás cogiendo… te gusta no? te pido que no la dejes con ganas…

Seguía hablando pero devolviéndoselo a la rubia le dije

- Tomá, decile que que voy a llenar la concha de leche…

Mientras ella tomaba el celular y le comunicaba mis palabras a su marido, yo volvía a su vagina y se la enterraba nuevamente, ya no aguantaba más, a la vista de su hermoso culo se sumaba el primer plano de su esfínter todo abierto e inflamado por el trabajo que le había dado, sentí acabarme como nunca, sin dudas uno de los mejores orgasmos de mi vida, me pareció acabar litros y litros de esperma en su húmeda cueva, no pude mas…

Habíamos terminado, estaba transpirado y desalineado, ella se despedía de su esposo mandándole miles de besos, lentamente recobraba su postura, guardando su pechos y sacudiendo sus cabellos, noté su concha chorreando mi semen así que gentilmente le ofrecí mi pañuelo, ella lo aceptó con una sonrisa y a cambio guardó algo en el bolsillo de mi pantalón, no pudimos hablar mucho porque el tren comenzaba a detenerse y me dijo:

- Bueno… llegó la hora de despedirnos… fue un gusto, nunca olvidaré este momento…

Tartamudee sin poder decir palabra, no sabía dónde estaba ni cuánto tiempo había pasado, ni su nombre pude preguntarle, solo la observé como tomaba su bolso de mano y sacudiendo sus caderas se fue caminando por el pasillo hasta perderse de vista, la busqué en el andén mirando por la ventana, en la poca luz de la noche la vi abrazarse con amor con el hombre que la esperaba, con el que había estado hablando unos minutos antes, metí la mano en mi bolsillo, que hermosa sorpresa! saqué su bombacha violeta, con sus olores impregnados, la apoyé contra el vidrio con la esperanza que en algún momento me mirara solo para saludarla, pero no lo hizo, ahí me quede parado, solo mirando cómo se iban abrazados saliendo del andén mientras el tren se ponía en movimiento lentamente…



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