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EN EL CINE | Relatos Eróticos de Infidelidad

Publicado por Charlines el 16/05/2024

EN EL CINE

CHARLINES

Aquella tarde hacía calor, mucho calor y decidí ir al cine, iría a una sala donde la película fuese de arte y ensayo y así seguro que tenía un par de horitas para dormir. Justo cuando terminase la película ya se podría andar por la calle y el aire acondicionado de la sala me mantendría fresquito. Lentamente fui hacia la taquilla y como había supuesto, no había nadie. Saqué mi entrada y esperé que abrieran las puertas. Casi cuando las abrían, apareció ella. Ella era una bonita mujer de figura delgada y con curvas bien definidas, calculo que estaba cerca de los cuarenta, pero aún no había llegado. De piel trigueña y un largo pelo castaño oscuro. Con tacones sobre el uno setenta. Unos bonitos y bien puestos pechos, que llamaban la atención y ese trasero espectacular, respingón que te pedía un azote y una reverencia.

Nuestras miradas se cruzaron y yo no desvié la mirada, a mis sesenta años, ya no tenía edad de hacerme el “casto Martín” jajajajja. La verdad es que me la comía con los ojos y a ella no parecía disgustarle, pues, aunque desviaba su mirada, mordía repetidamente su labio inferior.

Ese vestido de tirantes realzaba su pecho y marcaba ligeramente sus pezones, pezones que cada vez eran más notorios bajo la fina tela. Recogido en su cintura le daba un aire muy juvenil. Sus muslos bien torneados se dejaban ver y daba una preciosa imagen con esas piernas largas y torneadas.

Cuando se abrieron las puertas únicamente estábamos ella y yo en la sala. Ella avanzó hasta la fila diez, más o menos y yo me quedé en la trece. Cuando comenzó la película, pronto intuí que era un peñazo, pero por eso la había elegido. Ella volvió su cabeza en varias ocasiones y me lancé al abismo. Me acerqué hasta su fila y lentamente fui acercándome a su butaca. Me senté a su lado y la miré a los ojos, ella, me miró y no dijo nada. Acerqué lentamente mi mano a su rostro y dibujé con mi dedo pulgar el contorno de sus labios. Sorprendentemente, su boca se abrió ligeramente y su lengua chupó mi dedo, para envolverlo después con sus labios. Los dos estábamos excitados y nuestra respiración cada vez era más rápida. Después de unos minutos chupando mi dedo, se lo saqué de la boca y descendí con el hasta el canal que formaban sus pechos, ahí lo metí y lo saqué muy lentamente, mientras notaba como su cuerpo temblaba. Subí mi mano hasta uno de los tirantes del vestido y lo bajé, lentamente subí a por el otro y lo bajé también dejando sus pechos al aire. Con mi mano abierta acaricié la piel de su hombro, su cuello y sus pechos. Tenía unos pechos de buen tamaño y duros como los de una jovencita. Su areola era oscura y su pezón terminado en un botoncito marrón oscuro, llamó a mis labios. Me acerqué lentamente, lo atrapé entre mis labios y succioné de él como un pequeño neonato. Ella gimió y sujetó mi cabeza contra su pecho.

Así, despacito mi niño malo, así.

Mi boca y mi lengua dibujaban paisajes de colores en esos preciosos pechos, mientras mi mano serpenteaba por su cuerpo hasta llegar a su tanga que justo daba para cubrir su sexo. Acaricié sin prisa ese sexo sobre la tela de raso de esa diminuta prenda, sin dejar de amamantarme de sus pechos. Ella gemía muy suabe y recogía mi cabeza apretándola contra su pecho. Su tanga ya empapada, me mostraba su excitación.

Quítate las bragas.

Ella gimió al oír mi voz, acercó su cuerpo al borde de la silla, introdujo sus manos por los lados de su cuerpo y lentamente se quitó las bragas, que dejó sobre el asiento de al lado.

Mi dedo corazón recorrió lentamente ese canal que se formaba en medio de su sexo. La humedad viscosa que descendía de él hacía que mi dedo se deslizase suave y lento entre los labios, produciendo suspiros de placer en ella. Yo no tenía prisa por lo que estuve un buen rato recorriendo ese canal y bañando mis dedos en él. Tras un buen rato y teniéndola ya entregada, subí mi mano hasta su pecho, rodeé su pezón y lo aprete entre mis dedos a la vez que sellaba su boca con la mía. Ella tembló en la butaca, mientras abría su boca buscando aire. Al volver a su sexo lo noté totalmente mojado. Impertérrito continue mi caricia, acercándome cada vez más a su clítoris. Ella gemía y se retorcía en la butaca dejándose hacer. Cada vez sus gemidos y ya casi sus gritos eran más fuertes.

Métete las bragas en la boca.

Me miró sorprendida, pero recogió las bragas del asiento y las metió en su boca. Ahora sí, ahora sí, me dirigí a su clítoris. Lo acaricie de arriba hacia abajo y de lado a lado, con toda la lentitud de que era capaz. A los pocos minutos noté como cerraba sus piernas entorno a mi mano y como un grito quedaba atrapado por sus bragas. Tras unos segundos de reposo, me situé entre sus piernas, tiré de su cuerpo hasta el borde del asiento y sacando mi lengua, saboreé las mieles que esa mujer me ofrecía. Repasé innumerables veces sus labios, hasta apropiarme de ese botón descapullado y duro que requería de mis atenciones. Ella apretó las piernas sobre mi cabeza, yo suavemente las coloqué sobre mis hombros y entré a bucear en esa cueva que se me ofrecía en toda su magnitud. notaba como sus caldos lentamente llenaban mi boca y como ella apretaba mi cabeza contra su sexo hasta que explotó en un prolongado orgasmo que la dejo laxa sobre la butaca.

Casi me matas cabrón ¡¡¡joder que rico!!!

Después de unos minutos tirada sobre la butaca, se volvió y echó su mano a mi entrepierna. Acarició mi miembro duro, duro, duro y me sonrió. Le ayudé desanudando mi cinturón, y bajando la bragueta del pantalón. Ella sacó mi miembro por ese agujero, lo sopesó y lo rodeó con su mano. Creo que justo abarcaba su grosor y esto pareció gustarle, empezó un lento sube y baja sobre mi tayo y me pidió acercarme más al borde de la butaca. Lo hice y cuando lo hice, ella aprovechó para tirar hacia abajo de mi pantalón y dejar mis huevos y polla libres. Me miró a los ojos y me susurró al oído.

Ahora vas a ver de lo que es capaz una hembra satisfecha.

Diciendo esto clavó sus rodillas en el suelo del cine y acercó su boca a mis huevos. Esa lengua me comía los huevos con pasión, con ganas. Subía por mi tallo lentamente mientras con sus labios y su lengua sorbia de mi gorda vena.

Yo me volvía loco con mis manos apoyadas en su cabeza.

Por fin llegó hasta mi frenillo, lo lamio reiteradamente con su lengua y tras una mirada ladina y una sonrisa de bruja, Introdujo todo mi capullo en su boca, lo rodeó con su lengua y lo subió y lo bajó, hasta que por fin se introdujo una buena porción de mi polla en su boca. Una arcada marcó el final de la incursión y vivió a salir dejando un hilo de babas entre mi polla y su boca. Me miró, se relamió y volvió a meter mi polla en esa caliente boca. Ahora se folló la boca con ganas. Yo aguantaba como podía, pero cada vez me era más difícil, esa boca me estaba volviendo loco. Así que, sin más, sujeté fuerte su cabeza y le follé la boca con fuerza, con ganas. Ella me empujó con sus manos y consiguió sacar la boca de mi polla.

¿Dónde lo quieres zorra?

En mis tetas, lo quiero en mis tetas.

Ella bajó su vestido dejando sus tetas ante mi verga y yo tras pajearme unos segundos, descargué sobre ellas, tornando esas morenas tetas en blancas e inmaculadas.

Toma perra, tomaaaa

Le dije, mientras descargaba una copiosa cantidad sobre esos lindos pechos. La miré satisfecho y ella risueña, llevó las manos a sus pechos y extendió por ellos mi corrida, se llevó los dedos aun impregnados con mi esencia a la boca, los chupó y se subió el vestido cubriendo nuevamente sus pechos. Me dio un ligero beso, se levantó y se marchó. Nunca más la volví a ver.
Si les gusta, mandare mas.

 

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