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Con el amigo de mi esposo | Relatos Eróticos de Infidelidad

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Soy una mujer de 33 años, casada, morena, mido 166 de estatura, buen cuerpo, unas tetas grandes, unas piernas bien torneadas, casi siempre me pongo vestidos cortos o minifaldas. Y resulta que mi esposo estudia en la Universidad, y en una ocasión le acompaño Orlando un amigo de mi esposo al cual yo conocía, por cierto siempre me ha gustado, como yo a él, pero siempre nos habíamos respetado.

Era fin de curso y mi esposo solo iba a entregar un trabajo, pero la Universidad estaba cerrada y sólo algunos de sus compañeros estaban en el patio. Íbamos en nuestro auto, Orlando nos acompañaba, mi esposo bajo y Orlando y yo nos quedamos a esperar en el auto. Pero yo tenia ganas de ir a un tocador, me daba pena decirlo, y no había casas alrededor, sólo instalaciones de la Universidad, pero cerradas, no podíamos acceder a los sanitarios. Buscaba algún lugar y era difícil, así que con toda la pena del mundo, le pedí a Orlando tomara el volante del auto y me llevara.

Yo vestía una minifalda de piel, negra, dejando ver mis formadas piernas, llevaba, medias con liguero y unas zapatillas altas color rojo encendido, una blusa semitransparente, que dejaba entrever mis enormes senos, apenas cubiertos con mi bra. Desde que nos encontramos a Orlando, cada vez que podía no dejaba de mirarme y yo de reojo veía su asombro. Desde antes el había mostrado mucho interés por mí, pero como amigo de mi esposo nunca me había hecho ninguna proposición. Mi esposo y el son socios en una compañía, mientras que yo trabajo como profesora.

Así es que, nos fuimos del lugar en busca de un Sanitario, y Orlando se paso a conducir y los dos en el auto de mi marido y él no dejaba de ver mis muslos, mis piernas. La minifalda negra estaba muy arriba y casi se veía mi liguero. Dábamos vueltas para encontrar un lugar donde pudiera ir al baño. Hasta que por fin localizamos una escuela y se veía abierta. Orlando se detuvo, bajo y pregunto al vigilante si tenían sanitarios, a lo que respondió que si y me llamó, baje y le dijo al vigilante si, refiriéndose a mí, que si mi esposa puede pasar al tocador de la escuela. Yo me ruborice, pero entendí la situación, me presentaba como su esposa.

Orlando me acompaño, atravesamos un pasillo y accedí al sanitario. Me estaba lavando las manos, cuando sentí atrás la presencia de Orlando, diciéndome, Daniella, que hermosa te ves, me gustas, siempre me has gustado, mientras me besaba en el cuello, acariciaba mi cabello, y me tomaba de la cintura. Mmmmm... que rica estas Dany, siempre me has gustado y ahorita te ves increíble, mi polla esta paradísima y en el trayecto he venido observándote esas ricas piernas que tienes, me fascinan. Yo estaba súper caliente y aun así le dije que no ahorita no, aquí no, pero Orlando ya tenia su pija cerca de mis nalgas, encima del pantalón se sentía, mucho, y yo le movía el culo, como exigiéndole que lo hiciera.

Me moría por tener esa verga enorme en mi vagina, la necesitaba, me urgía, pero afortunadamente Orlando presentía lo que quería y me dijo: Mmmmm... Dany, que rica estas, muy deliciosa, me alzó la minifalda, y me toco las nalgas, las acaricio, se bajo su pantalón, mientras yo me lavaba las manos, y poco a poco sentí, primero la cabeza recorriendo mi culo, buscando mi vagina. Yo le decía no Orlando aquí no, pero el seguía buscando, hasta que sentí algo caliente, duro, grande que poco a poco se introducía en mi vagina, mientras su boca besaba mi cuello, y sus manos recorriera mis muslos. Que linda estas Dany, me encantas, lindura, te gusta como te voy penetrando mi Dany, decía Orlando y yo, ya caliente solo decía que no que allí no, hasta que por fin tenia yo toda la polla adentro, comencé a decirle que me pinchara, y sus testículos rebotaban en mis nalgas, yo ahora me movía, y el me tomaba de mi cintura, y recorría mis muslos, yo sentía la gloria de tener tan buena polla, que sabroso, mmmm..., y ahora, le decía: Mmmmm... Orlando damela, damela, toda y él decía que la tuviera que era mía solo mía. Una y otra vez entro en mi vagina su polla, hasta que por fin, tuve varios orgasmos y Orlando saco toda la leche, que yo trataba de retener en mi vagina, quería quedarme con el olor y con el semen. Me saco su polla y salimos del lugar, sólo habíamos tardado unos minutos, pero ambos habíamos disfrutado plenamente.

Cuando regresamos al poco rato llego mi marido, y nos fuimos, al día siguiente Orlando salía de viaje a Japón y no he vuelto a saber de el. Es una lastima.

 

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