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Merkel, Doris El Reencuentro. | Relatos Eróticos de Hetero

Publicado por Merkel el 26/09/2015

Habían pasado varios años desde la última ves. Había terminado mi carrera de administración y volvía de la capital a mi ciudad natal, durante todo ese tiempo no había visitado la ciudad, así que cuando regrese todo había cambiado bastante. Me tomaría unas pequeñas vacaciones antes de entrar a laborar en las empresas de la familia. Me había enterado de que Doris había enviudado y el tiempo le pasaba factura, ya no era la agraciada señora que era antes, estaba delgada, sus pechos caídos y su trasero disminuido, su cabello bastante cano, aunque aún mantenía la imponente presencia señorial que infundía bastante respeto.

Para la poca Yo era bastante más alto 1.80 a comparación de Doris 1.64, yo estaba bastante moreno por el clima en la capital y Doris conservaba aquella piel blanquecina, que no cambiaba mucho debido al clima gélido de nuestra ciudad.

No tardamos mucho en encontrarnos, mis madre me había recogido en el aeropuerto, llegando a casa, baje del auto y vi a Doris sentada en el parque de enfrente hablando con sus vecinas, al verme tal vez no me reconocía porque su cara lo decía todo, mi madre me ánimo a saludarla, cosa que dudó haría si supiera todo lo que pasó entre Doris y yo varios años antes. Fui, la salude y quedamos en vernos más tarde en su casa para tomar una taza de café y contar de nuestras vidas.

Como era costumbre mis padres viajaban mucho así que me quedaría la casa para mi por el resto de la semana, termine de desempacar, almorcé con mi madre y, terminado el almuerzo salió para el aeropuerto. Como no tenía mucho que hacer decidí visitar a Doris.

Doris: hola señor Merkel. Dijo al verme fuera de su casa.
Yo: hola Doris como a estado. Nos saludamos de beso en la mejilla, y después de los chismes cotidianos pasamos a lo verdaderamente importante.

Me invitó a pasar, nos sentamos juntos en la sala que no había descuidado la casa, en eso pasaba los días para no pensar en su difunto esposo. Al rato de estar hablando Doris comienza a llorar alegando sentirse triste, sola y vieja... La verdad era que se veía bastante más vieja de lo que se debería ver, bastante triste y conmovido por la situación, me dedique a consolarla, diciendo que debía ser fuerte y esas cosas que se dicen, tengo que aceptar que de la Doris que me ponía a cien cuando era más joven no quedaba mucho, aunque aún se vestía de manera recatada con sus faldas de señora y sus camisas bastante bien planchadas, había algo que me excitaba de esa situación.

Tenía a Doris abrazada por la espalda con su cabeza contra mi pecho, y algunas lágrimas recorriendo sus mejillas, fui subiendo su falda con mi mano libre lentamente, cuando su falda alcanzó si rodilla, introduje mi mano debajo de esta y comencé a acariciar su muslo, al mismo tiempo Doris ponía su mano en mi entrepierna acariciando, y seguía quejándose de lo sola que se sentia, de la falta que le hacia aún hombre en la casa, mientras yo sólo atinaba a asentir a todo lo que ella decía u poco a poco a seguía subiendo por sus muslos y sentía como se abría más y más de piernas dándome permiso para llegar hasta su concha, bastante peluda.

Doris: esperó que no te moleste, hace mucho que no tengo un hombre. Decía bastante apenada por tener bastantes pelos en la concha.
Yo: desde ahora te los cortas que ya tienes macho
Doris: como tu órdenes... Me hacías lucha falta. Decía mientras ahogaba gemidos.
Yo: extrañe tu culo en la capital. Decía mientras le metía los dedos en la concha.

Doris comenzó a besarme del cuello a la boca y luego a la oreja, llevaba mucho tiempo sin sentirse mujer, se notaba por la manera tan descontrolada con que me besaba, casi me arrancaba la piel con cada beso, y sentía en mí piel su pegajoso labial. Se paro y se quitó la falda de un sólo movimiento, mientras sus ojos no dejaban dudas de la necesidad de sexo, pasará lo que pasará sabía que no podría huir de allí, Doris estaban dispuesta ha Amarrarme y violarme si era necesario, antes de que se quitara la camisa que llevaba.

Yo: dejesela puesta.
Doris: quiere jugar señor Merkel?, a llegado juguetón no señor Merkel?.
Yo: bailame.

Doris se quedó un poco extrañada con mi comentario, pero luego de un momento puso una sonrisa de zorra, y se comenzó a morder el labio inferior, mientras con un movimiento un poco torpe movía su cuerpo, giraba lentamente Moviendo su gran trasero, que estaba un poco caído pero aún así era el culo más enorme que viera en mi vida, se giraba, se pasaba las manos por la concha sobre las bragas de encaje negras, pasaba sus manos por sus pechos y subía su camisa hasta casi dejar ver sus senos son sujetador... Acercó su trasero a mi cara para que pudiera verlo nuevamente de cerca, son medir palabra, me paré y la tome de las hachas caderas y la pegue con todas los fuerzas a mi pelvis para que pudiera sentir mi verga que para entonces estaba casi dura, repegada, una y otra vez, Doris comenzó a gemir y me senté de nuevo en el sillón y la sente sobre mi, Doris había comenzado a saltar para masajearce la concha sobre mi pantalón, Doris no dejaba de gemir fuertemente como siempre. Podía ver gente pasando delante de un gran ventanal, gracias a que las cortinas estaban puestas no podían vernos claramente, pero eatoy seguro de que podían escuchar Doris gemir, pues varios se quedaron viendo hacia el venmente..

Doris: dejalos, que nos vean. Decía Doris como si leyera mi mente

Inmediatamente después de eso, Doris se paró, me toma de la mano y me lleva a su habitación, había cambiado bastante, la cama era más pequeña, sólo habían una almohada y sus zapatos estaban por todo el lugar.

Doris: iba a organizar después de regar el jardín.
Yo: deja, vinimos a desorganizar. Dije mientras e!pujaba a Doris contra la cama.
Doris: papi, cojeme duró, revienta mi concha a vergazos.

Sin decirle nada, comencé a manosearle la concha que aún conservaba los calzones, me quite los pantalones, los bóxer, y mi verga ya estaba totalmente dura, le baje los calzones a Doris y le escupí para lubricar, al pasarle la verga por su concha empezó a gemir y a mover sus carnes intentando meterla, ya no podía con la impaciencia de tener una verga tan cerca de romperla, le acariciaba despacio los labios vaginales, hacia círculos, hasta que son avisarle se la enterré hasta el fondo... Doris había quedado con los ojos blancos, y sin sacarla, Doris soltó un pequeño sollozó de dolor y pude ver un nuevo par de lágrimas correr por sus mejillas, sentía mi verga muy apretada, era obvio que mi verga había crecido y su concha no había tenido acción en mucho tiempo.

Doris: me partiste. Dijo entre sollozos.
Doris: que rico me partiste papi, segui, segui partiendome.

Sin decir nada más, se la saque lo más lento que pude, y volví a embestirla con todas mis fueras, ya entraba y salía más libre, su concha se había adaptado perfectamente a mi verga, mientras la cojia en cuatro, la tenía sujeta de la cintura y la alejaba y traía contra mi lo más fuerte posible. Doris se retorcía de placer al tiempo que hembra a y lloraba casi parecía morirse haciéndolo conmigo, clavada contra la almohada, se apretaba las tetas encima de la camisa, mientras comenzaba a gritar

Doris: más duró, dame más, matame con ti verga, así, más, más

Le saque la verga por completo, le di tres palmadas en el culo dejando la marca de mi palma en sus nalgas. La voltee de un sólo movimiento, Doris me sonreía, sabía que ella estaba disfrutando como nunca, le devolví la sonrisa, ella se mordía el labio, sabía muy bien que eso me enloquecía, sin más.

Doris: que más me va a hacer señor Merkel?
Yo: de todo Doris, de todo.

Le abrí las piernas, me puse en medio, quedando encima de ella, me agache, la bese, me sostuve sobre mis muslos y le arranque la camisa que tenía puesta, los botones salieron a volar, y me adueñe de sus tetas, que parecía ayer la última vez que las había tenido sus aureolas tan grandes como casi la mitad de sus tetas, sus pezones, como balas, duros y rosados, podían ser un clitoris perfectamente, clitoris? ... Se me vino a la cabeza, nunca Le había chupado el coño a Doris, y ella tampoco me la había chupado, estaba seguro que ella nunca lo habían echó, así que dejando sus tetas hermosas, fuy bajando por su abdomen, lentamente alcance su pelvis, llegue a su concha, busque su clitoris, cuando lo encontré sacándolo un poco comencé a jugar con mi lengua, sobre ese glorioso clitoris.

Doris: pero que haces?. Dijo un poco confusa.
Yo: te la chupón Doris, te la chupo.
Doris: pero eso no se chupa mi niño.
Yo : Doris, todo se chupa, luego me chupara la verga y verá lo rico que es.

Doris nunca me había negado nada en cuanto al sexo, hacia lo que yo le pedía, y rara vez se resistía ma algo nuevo, esta vez puso un poco de resistencia, pero el placer la fue doblegando, ya se había corrido así que estaba muy empapada, y eso hacia más morboso chuparla, ver como Doris se retorcía d placer era una de las mejores cosas, se veía que sus penas se le olvidaban, su coño viejo pero con poco uso palpitaba cada vez más duro, y ella se retorcía más, hasta que ya casi sin aliento y con un grito de haber alcanzado la gloria soltó un chorro que me dejó totalmente mojado.

Después de quedar totalmente empapado por la corrida de Doris , subí hasta su boca y comencé a besarla, ya casi rendida Doris sonreia, y le besaba, me pide en medio de sus piernas, se la metí en misionero ya casi terminaba yo también, y después de un par de embestidas termine dentro de su concha.

Y rendido me acosté sobre Doris que m acariciaba, me besaba y me daba las gracias por una tarde de tanta pasión, jadeando, me acosté al lado de Doris, y Doris se acostó de lado, dejándome sus enormes nalgas a disposición d mis manos, me encantaban esas nalgas y ella lo sabía.

 

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