Relatos Eróticos Gays
Si me dejas follarte, te llevo a casa. | Relatos Eróticos de Gays
Publicado por Danisampedro91 el 24/03/2022
Esta es una historia de un lector que al igual que yo, es de La Coruña, y que también frecuentaba los lugares que describo en mis relatos.
Por aquel entonces contaba 19 años, iba al instituto Eusebio da Guarda, eran clases para adultos, muchas veces en lugar de acudir a clase, lataba, otros llamaréis hacer pellas, en fin, la cosa es no acudir a clase. Lo que hacía era ir por La Coruña a beber, fumar, jugar al ajedrez, en fin, ir de rumba todo el día, hasta que llegaba la noche que era cuando me iba a la estación de autobuses para coger el coche de línea e irme para mi casa.
Aquel día cuando llegué a la estación de autobuses, estaba que me meaba por lo que acudí a los aseos públicos a mear, y de paso pues a ver si caía algo.
Cuando entré en los aseos no había nadie, pero al poco de estar yo meando, entraba un tipo de unos 50 años bastante robusto, se le veía muy masculino y apuesto. Llevaba la camisa un poco abierta por donde se le podía ver los pelos que tenía en el pecho. Se puso a mi lado a mear.
Mientras sacaba la polla, era larga y gruesa, poniéndose a mear. Yo medio pasmado me había quedado mirando para la polla de aquel tipo, ya había terminado de mear y seguía embobado mirando para la verga de aquel tío.
El sin inmutarse, una vez terminó de mear, se puso a sacudir la polla viendo como yo lo miraba con cara de pasmado. En lugar de guardarse la polla, el cabrón va y se pone a pajearse mirando para mí, quería ver mi reacción.
Al darme cuenta de lo que estaba haciendo, levanté la vista mirándole a la cara, a la vez que pasaba mi lengua por los labios relamiéndome. Dios que morbo, me había pillado mirándole con todo descaro con cara de bobo.
El al ver cómo me había quedado mirándolo, echó su mano a mi verga la cual estaba totalmente empalmada, empezando a meneármela mientras yo quedaba mirando para su pollón embobado como estaba, pudiendo comprobar él lo caliente que estaba y que me dejaba hacer.
Como vio que no le decía nada y me dejaba hacer, me propuso llevarme a casa si lo dejaba follarme.
Le dije que sí, joder era lo que estaba deseando, y si por encima me llevaba a casa, pues un dinero que me ahorraba del coche de línea.
Salimos de allí yendo para su vehículo, y cuando íbamos camino de Uxes, se metió para un pequeño bosque que había, y luego de parar el vehículo nos fuimos para el asiento de atrás.
Nada más montarnos en el asiento trasero, empezó a meterme mano, me manoseaba todo el culo diciéndome lo bueno que estaba.
Ay maricón que culito tienes, joder, cada vez empezáis más jovencitos, me decía sobándome el culo a la vez que lo apretaba con sus manos arrimándome a él. Me comía la boca y seguía sobándome y apretando los cachetes del culo, mientras yo saboreaba su lengua empapándome con su saliva a la vez que con mis manos iba desabotonándole la camisa y siguiendo luego con el cinturón, desabroché el mismo y luego de bajarle la cremallera, saqué por fin su tranca y huevos, empezando a acariciarlos.
Tienes ganas de polla, eh maricón…
Ya sabía yo cuando te vi que a ti te iba la marcha, pues no te apures que te la voy a meter toda en este lindo y sabroso culito que tienes, ya verás cómo vas a chillar de gusto.
Mientras me hablaba empezó a desnudarme con aquellas manos tan hábiles que tenía, en un plis plas, ya me había quitado la camiseta, y ahora ya me empezaba a aflojar el cinturón, y antes de que yo le diera quitado su camisa, él ya me había bajado el pantalón junto al slip.
Quítatelos, que te quiero en pelotas, me ordenaba mientras él terminaba por sacarse la ropa que le quedaba, quedándose desnudo como Dios lo trajo al mundo, al igual que me había quedado yo.
Sin que me dijera nada, me agaché poniéndome en el hueco de los pies, me lancé a aquella larga y gorda polla, llevándomela a la boca. Empecé a mamarla con desesperación, estaba excitado y caliente a más no poder.
Venías caliente, ¿eh? Joder como tragas y que bien la chupas, maricón.
Así así, chúpala bien que luego vas a ir con el culo bien follado, ¡ohhh que boquita! ¡ooohhh maricón que bien la comes! Gritaba a la vez que me sujetaba la cabeza con sus manos presionando para que tragase más.
Joder parece que naciste con una polla en la boca, la hostia, cada vez empezáis más jóvenes en el sexo, eres todo un experto mamador, cabroncete, me decía disfrutando de la mamada que le estaba dando.
Así mamoncete así, cómetela toda que esta noche vas a ir bien follado, me decía pasando sus manos por mi espalda, hasta llevarlas a mi culo, donde luego de darme una fuerte palmada en él, me dijo:
Sí maricón sí, ya verás cómo te voy a dejar este sabroso y lindo culito que tienes, volviendo a darme otras cachetadas en él, pero ahora aún más fuertes que la primera.
Yo al sentir aquellas fuertes cachetadas, dejé de mamarle la polla quedándome, mirando para él con sorpresa. No es que me molestará mucho, de hecho, algo me excitaba, pero al ver que después de darme varias fuertes palmadas más en el culo me daba una fuerte palmada en la cara, me asusté y al momento los ojos se me llenaron de lágrimas, empezando a llorar.
Dios, en esos momentos pensé que me iba a empezar a dar una paliza y dejarme allí tirado, pero por suerte él al ver cómo empezaba a llorar, llevó sus manos a mi cara empezando a acariciarme y pedirme perdón.
Tranquilo, tranquilo, no te asustes, me decía acariciándome y abrazándome a él. Si no te gusta que te dé palmadas, no te daré más, tranquilo mariconcito, sigue que solo follaremos y luego te llevaré a casa como acordamos.
Estuvo así un rato acariciándome, manteniéndome abrazado a él, hasta que dejé de llorar y pude tranquilizarme.
Pasado ya un buen rato donde me mantuvo abrazado a él, mientras me iba acariciando y metiendo mano volviendo a empalmar y poner caliente como una perra en celo, me pidió que le diera mi culito.
Anda bebé, déjame ese culito que vamos a preparártelo, me decía colocándome sobre el asiento trasero con mi culito mirando para él.
Así, agáchate y levanta bien el culito, me decía llevando sus manos para abrir mi culo y así poder meter su boca entre los pliegues de mi culo.
Ufff, que sensación al sentir su boca meterse por el hueco de mis piernas y notar como mordía la base de mis huevos a la vez que empezaba a pasar su lengua por todo el contorno anal. Dios, notaba como su nariz tocaba mis huevos y su lengua pasar una y otra vez recorriendo todo mi esfínter. Con sus manos abría los cachetes de mi culo y presionaba con su lengua tratando de introducirla por mi agujerito.
Dios, cada vez que pasaba su lengua y acercaba su boca a mi agujero, mi cuerpo se estremecía recorriéndome una corriente eléctrica por todo el cuerpo. Apretaba las manos y el abdomen soltando fuertes gemidos cada vez que notaba su boca pegada a mi ano.
Después de tenerme un buen rato así, comiéndome el culo, me hizo incorporar y sentándose él en el asiento trasero con las piernas juntas, me ordenó sentarme a horcajadas sobre él.
Ven, anda siéntate así frente a mí me decía mientras me sujetaba con sus manos los cachetes de mi culo para que fuera bajándome poco a poco sobre su polla que se levantaba erguida hacia arriba en espera de mi agujerito.
Poco a poco me fui bajando, hasta terminar con aquella larga y gorda polla incrustada en mi culo. Sentía como se iba introduciendo poco a poco, mientras yo me sujetaba a los hombros de aquel maduro lucense, que esa noche me iba a hacer suyo.
¡Ohhh bebé! ¡ooohhh que gusto! Gritaba sujetando mi culo con sus manos a la vez que abría mis cachetes con ellas.
Asiií, asiií maricón así ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba empezando a mover mi culo para que empezara a subir y bajar mientras empezaba a follarme.
Yo que gemía y jadeaba notando aquella enorme tranca profanando mi culo notando como se incrustaba en lo más hondo de mi ser, empecé a cabalgar cada vez a mayor velocidad.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemía clavándome aquella dura y caliente estaca una y otra vez, notando como rozaba mi glándula prostática cada vez que me sentaba sobre ella.
Notaba mi culo totalmente abierto y como aquel maduro lucense mordía mis labios haciéndome suyo, a la vez que me gritaba lo bueno que estaba y que culito tan rico tenía.
Ay maricón que culito, que gusto me está dando, que gusto da follar este culito, maricón, Dios que bueno estás.
De pronto empezó a gemir más fuerte a la vez que gritaba que se corría.
¡Ohhh maricón! Me corro, me corro, ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh que gusto! Gritaba empezando a llenarme el culo de leche.
Una vez terminó de correrse dentro mía, dejándome preñado con su semen, mientras me besaba y comía la boca, sin sacarme la polla del culo, empezó a pajearme, hasta que terminé soltando varios trallazos de leche sobre su abdomen.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemía empezando a correrme sobre su abdomen mientras me sujetaba fuertemente a sus hombros notando como él devoraba mi boca, meneando mi pobre polla que no paraba de escupir semen.
Cuando por fin pudimos recuperarnos, bajándome de él, me senté a su lado, mientras él se levantaba, salía del vehículo, iba a la puerta delantera, la abría y cogía de la guantera unos clines con el que nos limpiamos ambos un poco, nos vestimos y luego como me había prometido, me llevó hasta mi casa.
Esa noche iba bien pero que bien follado, con el culo lleno de semen de aquel maduro lucense que me había preñado.
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