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Fui a los aseos públicos y salí con el culo preñado de leche. | Relatos Eróticos de Gays

Publicado por Danisampedro91 el 16/06/2022

Yo no le sacaba la vista a la polla de aquel viejo, veía cómo se tocaba la verga acariciándosela. Me fijé que no estaba meando, tenía la polla medio morcillona y no dejaba de acariciar la verga mirando para mí, escaneándome de arriba abajo.

Era ya de madrugada cuando salía del pub, había ido a pasar un buen rato a la vez que tomaba unas copas, era un día de semana, estaba de vacaciones y al día siguiente no tendría que ir a trabajar. Llevaba justo una semana de vacaciones y aún me quedaban 40 días más para embarcar de nuevo, pues solíamos tener entre 45 y 50 días de vacaciones, luego echábamos 6 meses en alta mar. Solo solíamos ir a puerto a los 3 meses y eso si no hacíamos víveres y repostábamos en alta mar, cosa que en más de una ocasión habíamos hecho.
A los 6 meses cuando llegábamos a tierra, salíamos como caballos desbocados, lo primero que solíamos hacer, era ir a beber unos tragos y buscar sexo. Eso es lo que yo llevaba haciendo toda la semana y ese día no iba a ser menos.

Andaba bastante caliente ese día, había ido a la zona de pub que hay en mi ciudad, La Coruña, zona del Orzán, pero ese día no parecía haber mucho ambiente y lo poco que había, no me había llamado la atención, vamos que no era mucho de mi agrado, así que cuando salí de aquel pub, había decidido ir andando hacia la discoteca, a ver si por allí tenía más suerte.
De camino a la discoteca, tenía que pasar por la plaza de Pontevedra, ahí había unos aseos públicos que solían estar abiertos día y noche, ya había acudido a ellos en más de una ocasión y aunque ese día no se me había pasado por la imaginación el ir a ellos, al llegar a la plaza de Pontevedra, ver lo solitario en que se encontraba la plaza, al momento se me ocurrió bajar hasta los aseos. Seguramente las ganas de mear y el morbo por ver si me encontraba con alguien, decidí bajar a los mismos.

No creía que hubiera nadie a aquellas horas en los aseos, pues serían cerca de las 4 de la madrugada y al ser un día de semana no contaba encontrarme con nadie. Además, que apenas había ambiente por la calle. Pero ¡oh! Grande fue mi sorpresa al entrar en el aseo de caballeros y encontrarme con un hombre en los urinarios.
Los 2 nos asustamos al momento de encontrarnos, yo no creí que pudiera haber nadie, y seguramente él tampoco esperaba que a alguien se le ocurriese bajar a los aseos a aquellas horas, pero lo que son las cosas, sin contarlo, allí nos encontrábamos aquel hombre maduro de cerca de unos 60 años y yo, un jovencito de poco más de 23 años. Por supuesto que los 2 andábamos calientes y con ganas de sexo, por algo habíamos acudido a aquellos aseos públicos. Lo que pasaba es que a ninguno de los 2 se nos ocurrió que a aquellas horas pudiéramos encontrarnos allí uno frente al otro en búsqueda de sexo.

Mirando la cara de sorpresa con la que me miraba, me coloqué a la izquierda de aquel hombre, decidido a mear, iba con ganas y sería lo primero que iba a hacer. Mientras aflojaba el cinturón y desabrochaba los botones del tejano Levi’s que llevaba, miraba para aquel hombre mientras sacaba mi polla y me ponía a mear.

Podía ver que el hombre ya mayor de alrededor de unos 55 años tenía la polla de fuera y no estaba meando, se le veía una verga medio morcillona, era claro que estaba caliente y había ido a aquellos aseos en búsqueda de algo, pero que al verme entrar le había sorprendido. No se si era porque no contaba con que bajase nadie a aquellas horas, o por ver al jovencito que ahora estaba junto a él meando, mirándole la polla con ganas de tenerla en sus manos.

Yo no le sacaba la vista a la polla de aquel viejo, veía como se tocaba la verga acariciándosela. Me fijé que no estaba meando, tenía la polla medio morcillona y no dejaba de acariciar la verga mirando para mí, escaneándome de arriba abajo.

Yo esperaba a que él diera el primer paso, no me gustaba llevar la iniciativa, siempre me dejaba llevar. Sin dejar de mirarle la polla me fijé en él, no era ningún adonis ni tenía pinta de mala persona, más bien me pareció algo paradillo. Tenía una estatura aproximada de 1,70, no se le veía gordo y la vestimenta era la de una persona normalilla, de una persona trabajadora cualquiera, vamos que no llamaba la atención por su pinta. Lo único es que él no se decidía a dar el primer paso. Ya llevábamos un rato mirándonos mutuamente, pero ninguno hacía nada.
Yo ya había terminado de mear, y ahora me acariciaba la polla esperando a que el viejo diera el primer paso, en eso estaba cuando de repente se oyen pasos de una persona bajando las escaleras que dan acceso a los aseos públicos. No tardó ni 5 segundos en entrar en los aseos de caballeros donde nos encontrábamos el viejo y yo haciendo que meábamos, un hombre de alrededor de unos 40 años. Se veía un hombre fuerte y algo más alto que el viejo, tenía pinta de macarra. A esta persona ya la conocía de vista, la tenía visto rondando la zona de la Marina y jardines de Méndez Núñez, en búsqueda de maricones y chaperos a los que dar por el culo. Yo nunca había estado con él, me daba algo de temor, siempre que me había tropezado con él, procuraba marchar sin darle oportunidad alguna.

Al ver de quien se trataba, mi primera intención fue la de salir de los aseos. Iba a guardarme la polla y abrochar el pantalón, cuando sin darme tiempo a nada, noto como el hombre que acababa de entrar se pone en el urinario del medio que estaba libre y quedaba entre el viejo y yo y sin que yo terminara de abrocharme los botones del pantalón levi’s, echa su mano haciendo que sacara la mía, no pudiendo terminar de abrocharme el pantalón. Me giro mirando para él, viendo como me miraba a la vez que metía su mano por dentro de mi pantalón, palpándome la polla y genitales. Al momento comprobó lo empalmado que yo estaba y mientras tiraba de mi slip y pantalón hacia abajo, llevaba su otra mano a mi culo, apretando los cachetes de este diciéndome a la oreja, mientras se pegaba a mí:

A dónde vas con lo caliente que estás, no tengas prisa maricón, vamos a disfrutar un poquito. Mira que empalmado y caliente estás, me decía sin dejar de manosearme la polla y genitales a la vez que me apretaba los cachetes del culo.

Dios, al momento me puse colorado, sentí recorrer un escalofrío por todo mi cuerpo mientras enrojecía poniéndome colorado como un tomate. La verdad es que además de la vergüenza que sentía y la timidez que tenía, aquel hombre me daba algo de miedo, no sé por qué, pero siempre me había dado ese temor. Además, que no estábamos solos, el viejo que estaba en los aseos cuando yo había entrado, seguía allí con su polla de fuera, mirando como aquel macho se había lanzado a por mí, nada más entrar.

El viejo no decía ni hacía nada, se limitó a apartarse un poco haciéndole sitio, mirando como aquel macho me metía mano sin importarle nada que él estuviera allí delante nuestra con la polla de fuera, poniéndosele cada vez más dura.

Al ver como lo miraba, rojo como un tomate y algo asustado, viendo como mis ojos iban de él al viejo que no perdía detalle, se dio perfecta cuenta de mi timidez y vergüenza.
Tranquilo maricón, tranquilo que no pasa nada, estás conmigo y aquí no te va a pasar nada, me decía bajándome los pantalones junto al slip, dejándome desnudo de cintura para abajo.

Dios maricón, que bueno estás, me decía metiéndome mano sin darme tregua alguna. Apretaba los cachetes de mi culo a la vez que me iba meneando la polla, quería excitarme y ponerme más caliente. Sabía que ya me tenía en sus manos y no me iba a dejar escapar, solo tenía que prepararme un poco y yo solito me entregaría a él, dejándome hacer lo que él quisiera. Ya estaba acostumbrado a toparse con jovencitos como yo, primero se asustaban y decían que no querían y luego se dejaban hacer, así que los tenía bien empitonados, todos se retorcían de gusto y gemían como perritas en celo pidiendo más polla.

Viendo lo tenso que yo seguía estando, no me había movido dejándole que me desnudara de cintura para abajo mientras me metía mano, mirándolo algo asustado y colorado como un tomate maduro, mirando de vez en cuando al viejo que seguía allí de voyeur, empezó a comerme la oreja a la vez que me susurraba al oído:
Tranquilo, tu solo relájate y déjame follarte, no tengas miedo y no te preocupes por el viejo, estás conmigo y no te va a pasar nada.
Anda, sácame la polla y acaríciala un poco, ya verás cómo te va a gustar lo que te voy a meter por el culo, anda no seas tonto que lo estás deseando, me susurraba empezando a morder y chupar el cuello, haciéndome estremecer al notar sus dientes morder el cuello.
Al ver como temblaba de gusto, supo que ya era suyo, ya me empezaba a entregar a él, había dado con mi punto débil e iba a hacerme gozar y desear que me poseyera entrando en mí. Iba a follarse y reventar aquel culito tan sexi que lo estaba volviendo loco.

Sin dejar de chupar y morder mi cuello, fue desabotonándome la camisa que llevaba puesta, mientras yo temblando de gusto, me aferraba con mis manos a su cinturón, tratando de aflojarlo.
Una vez ya me tuvo quitada la camisa, dejando que callera al suelo de aquellos aseos públicos, llevó sus manos a mis pechos, empezando a apretar los pequeños e hinchados pezones, comprobando lo excitado que ya estaba.
Pellizcaba y retorcía los pequeños y duros pezoncitos, mientras iba subiendo su boca por mi cuello, hasta que llegó a mi boca, donde luego de morder mi labio inferior y pasar su lengua por ellos, se apoderó de mi boca, metiéndome la lengua dentro, saboreando y jugando con su lengua dentro de ella.

Mientras él me comía la boca, saboreando mi lengua y labios, yo que ya había conseguido aflojarle el cinturón, ahora empezaba a desabrochar el pantalón, consiguiendo por fin, sacar aquella verga que tanto deseaba y que me iba a hacer suyo. Una vez tuve en mis manos aquella larga y dura verga, empecé a bajarle el pantalón junto al calzoncillo, dejándolos por arriba de las rodillas. Palpé los enormes huevos que tenía, dándome un escalofrío que me hizo temblar todo el cuerpo.
Ufff, que sensación sentí al tocar aquellos enormes huevos, Dios, estaba seguro de que debían de estar llenos a reventar de leche. Aquel macho me iba dejar bien pero que bien preñado.
La polla se notaba bien larga y dura, no era enorme ni gruesa, era de las pollas que me gustaban, se notaba caliente y suave al tacto, ya moría de ganas por que aquel macho me diera por el culo. Quería sentir aquella verga dentro mía y notar como soltaba todo su cargamento de semen, dejándome bien preñado.
Quería que me hiciera suyo, deseaba sentirlo dentro mía y que me poseyera hasta notar como me dejaba preñado con su semilla.

Ya no me importaba nada que el viejo estuviera allí mirándonos, hasta me había olvidado de él, ahora solo deseaba que me diera por el culo y me hiciera chillar de gusto. Me di cuenta del viejo, porque al intentar agacharme el macho que me iba a follar haciéndome suyo, para que le chupara la polla, pude ver como seguía allí delante nuestra, con la polla cada vez más empalmada y dura. Joder con el cabronazo del voyeur del viejo, se gastaba una buena verga, era tan larga y bastante más gorda que la del macho que estaba a punto de hacerme suyo.

No pude resistir pasar la lengua por mis labios cuando vi la verga que se gastaba el voyeur del viejo, joder que hijo de puta, menuda tranca que tenía el muy cabrón y que caliente se le veía. El gilipollas si se hubiera decidido de una puñetera vez, cuando estábamos los 2 solos, seguro que ahora me estaría follando él, pero por idiota, ahora se tenía que conformar con estar allí mirando como me iban a follar delante de sus narices.

Yo cada vez más excitado y caliente, todavía me encontraba algo nervioso y un poco tenso, además del viejo que no sacaba los ojos de mí, prácticamente estábamos delante de la puerta de entrada a los aseos y aunque era poco probable de que bajara más gente a los aseos, el verme allí tan próximo a la puerta de entrada, me tenía algo tenso y nervioso, eso sin contar con lo asustado que me ponía el macarra que estaba a punto de dar por el culo. Algo asustado le pedí que fuéramos para el fondo de los aseos o que fuéramos a los aseos de niños, que así podríamos estar solos. Pero él, viendo como me tenía, temblando de gusto y caliente como estaba, me volvió a decir que estuviera tranquilo, que estaba con él y que no me iba a pasar nada.
No te preocupes, estás conmigo y no te va a pasar nada, deja que el viejo disfrute viendo como te follo. Mira como te mira y lo empalmado y caliente que lo tienes, me decía comiéndome la oreja y cuello a la vez que no dejaba de meterme mano, preparándome para la enculada que me iba a dar.
Mira que polla tiene el cabrón del viejo, ¿no te gusta ver lo cachondo que lo pones?

Sin llegar a decir nada, volví a mirar para el viejo, pudiendo ver como estaba de empalmado. ¡Dios! Si el macarra que me estaba a punto de follar me tenía a mil, el verle la polla al viejo, todavía me había excitado más. El muy hijo de puta no dejaba de acariciarse la polla viendo como me tenía el macarra a punto de darme por el culo. Cada vez se le veía más dura y empalmada, incluso se podía ver como le brillaba la punta de la polla, seguro que estaba soltando líquido preseminal, joder si hasta ganas me dieron de acercarme a él, agacharme y chuparle aquella verga que tan burro me estaba poniendo.

Pero al separarse un poco el macho que me tenía en sus manos, mirando la estampa de mi cuerpo prácticamente desnudo, ya que solo me quedaban los pantalones y slip sobre los tobillos, volvió a ponerme las manos sobre los hombros y a la vez que me empujaba para que me agachara, me ordenaba que le chupara la polla.

Vamos maricón, chúpame la polla que quiero follarte, mámala bien para que quede bien lubricada y te entre bien en el culo, ya verás como vas a disfrutar, me decía empujándome hacia abajo.

Haciendo lo que me pedía, me fui agachando a la vez que me sujetaba con una mano sobre su cadera y la otra agarraba la verga, llevándola a mi boca.

¡Ohhh maricón que bueno! Así así, gemía poniendo sus manos sobre mi cabeza a la vez que impulsaba su pelvis, tratando de meterme toda la polla en la boca. ¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh maricón que boquita tienes! Gritaba haciéndome tragar todo lo que podía su polla.

Yo como podía, me sujetaba a él, tratando de aguantar las embestidas que me daba y abriendo la boca tragando aquella verga que me iba a dar por el culo. Varias veces me abrí en vómitos, saliéndome las babas por la comisura de los labios e incluso la nariz, pues el muy cabrón empujaba mi cabeza a la vez que impulsaba su pelvis, haciéndome tragar toda la verga, traspasándome en varias ocasiones la campanilla.
Con los ojos llorosos y cayéndome las babas por la barbilla, luego de chuparle durante un buen rato la polla, me hizo levantar y dándome la vuelta, me puso mirando para el viejo que seguía allí sin perder detalle, con la verga a tope de empalmada, y mirando hacia la puerta de entrada a los aseos.
Allí apenas podía sujetarme, solo tenía de apoyo los urinarios, y estos quedaban a mi mano izquierda, por lo que solo me podía sujetar a ellos con dicha mano. Me hizo inclinar un poco haciendo que le diera mi culito, pasó su mano por todo el canal de mi culo, palpó con sus dedos la entrada de mi agujero, luego llevó su mano a mi boca metiéndome 2 de sus dedos en ella, dándome a entender que los chupara bien y dejara bien empapados con mis babas, cosa que entendí y así lo hice.
Luego de dejarle los dedos bien pringados con mis babas, llevó estos a mi culo, los pasó por la raja buscando mi agujero, presionó un poco, pudiendo notar como mi esfínter cedía dejando paso a aquellos dedos que se iban introduciendo en mí, a la vez que lo iban lubricando.

Al notar como aquellos dedos me abrían el culo, dando un pequeño respingo, me erguí a la vez que gemía notando como mi culo se abría, ¡ohhh! ¡ooohhh! Gemí notando como me sujetaba a la vez que sus dedos entraban en mí.

Tranquilo maricón tranquilo, deja que se abra el culito, relájate y no aprietes, me decía abriéndome el culo con sus dedos, haciéndome que se fuera dilatando mi agujerito.

Así maricón así, relájate y deja que se abra el culito, ya verás cómo te va a gustar la follada que te voy a dar, me decía metiendo una y otra vez sus dedos en mi culo.

Una vez ya me tuvo bien preparado, colocando su verga en la entrada de mi ano, sujetándome por las caderas, dio un movimiento a su pelvis, enterrándome de una sola estocada toda la verga en lo más profundo de mis entrañas, profanando mi culito.

¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Grité notando como su verga entraba por mi culo abriéndome en canal. Dios que hijo de puta, menuda embestida que me había largado el muy cabrón, de un empellón metió toda su verga en mí, haciéndome erguir mientras su polla entraba por mi culo, llegándome a lo más profundo de mi ser. Dios, notaba sus pelotas pegadas en la entrada de mi ano, y su vello púbico, pegado a los cachetes de mi culo.

Así maricón, así, ya la tienes toda dentro, ya tu culito se tragó toda mi polla, ahora relájate y disfruta de la follada que te voy a dar, deja que te posea y seas mío. Mira como te mira el viejo, fíjate como le brillan los ojitos, seguro que se muere por cogerte él también, ¿quieres que te folle él luego?

No contesté nada, en esos momentos solo pensaba en la polla que tenía enterrada en mi culo y no me salía nada más que gemidos como si fueran lamentos, eso sí, la vista no se me iba del viejo, veía como le brillaban los ojitos y como me miraba con lascivia, el cabrón estaba disfrutando, viendo cómo me tenían empitonado en aquella verga gimiendo y gritando, mientras estaba siendo follado.

Así que empezó a darme por el culo el macho que me estaba follando, empecé a gimotear bamboleándome con cada culeada que me daba. Apenas me podía sujetar con una sola mano, era la izquierda con la que trataba de sujetarme apoyado en uno de los urinarios, por lo que al ver como me bamboleaba sin apenas poderme sujetar, el viejo por fin se atrevió a acercarse más, pudiendo de esa manera apoyar yo mi mano derecha en su hombro.
El que me estaba follando al ver como el viejo se acercaba y como me miraba, sin dejar de follarme, me dijo:

Agáchate un poco y chúpale la polla mientras te doy por el culo.

La verdad es que eso no me disgustaba nada, hasta lo estaba deseando, pero con las culeadas que me estaba dando, se me hacía un poco complicado. Llevé primero mi mano a la verga del viejo que se veía bien dura y totalmente empalmada, y nada más cogerla con mi mano, noté lo caliente y pringada que la tenía, nada más notar mi mano el viejo, soltó un gemido, ¡ooohhh! Gritó a la vez que se pegaba más a nosotros. Trató de besarme y comerme la boca, cosa que logró a medias, pues el bamboleo que tenía con la follada que me estaban dando, apenas pudo comerme la boca. Lo que sí pudo hacer, fue llevar su mano a mi polla y huevos, empezando a acariciarlos, comprobando como mi polla no dejaba de soltar gotas de semen.

Mientras tanto yo sin dejar de gimotear mientras me daban por el culo y agarraba la verga del viejo tratando de agacharme para chuparle la polla, le pedí que parara, que no siguiera acariciándome la polla que, si no me iba a correr, pero el que empezó a correrse, fue el que me estaba dando por el culo.
Noté como gruñía a la vez que apuraba sus metidas de polla y de pronto sentí como su verga empezaba a palpitar a la vez que sus metidas de polla eran mucho más profundas y rápidas.
¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh ohhh maricón que gusto! Gritaba el macho que me estaba follando, soltando varios trallazos de leche en lo más profundo de mis entrañas, preñándome con su semilla.
Una vez hubo descargado todo su esperma dentro mía, mientras seguía culeándome ahora más lentamente, pude por fin agacharme y llevar mi boca a la polla del viejo empezando a chuparla con desesperación por las ganas que tenía de más verga.

El macho que acababa de darme por el culo, al verme como me agachaba y le chupaba la polla al viejo teniendo todavía su polla dentro de mi culo, dándome unas palmadas en los cachetes de mi culo, me dijo:
Joder maricón, como te gusta la verga ¿eh?
Menuda puta que encontramos, anda deja que te folle el viejo que, seguro que lo estás deseando, y dándome otras palmadas en los cachetes del culo, fue sacando su verga mientras me animaba a que le dejara al viejo que me diera por el culo, que con lo caliente y salido que estaba seguro de que lo estaba deseando.

Y así era, en esos momentos la calentura que tenía y lo salido que estaba, moría de ganas por ser enculado nuevamente.

Ayudado por el macarra que acababa de darme por el culo, dejé de chuparle la verga al viejo, y girándome hacia él, le puse el culo al viejo, listo para ser enculado nuevamente.
Cosa que al momento hizo el viejo, sujetándome con sus manos por las caderas, llevó su verga a mi agujero que ahora totalmente abierto, colorado y rezumando semen por la follada que acababan de darme, introdujo su polla por mi culo, haciéndome suspirar mientras su polla me entraba hasta lo más profundo de mi ser.
¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemí notando como volvía a ser penetrado por una verga, mientras me sujetaba al macho que acababa de follarme.

Al ver cómo gemía mientras volvía a ser follado, ahora por el viejo que estuvo viendo como me follaba, no lo dudó, viéndome así inclinado sujetándome a él, llevó su polla que ya se estaba empezando a desinflar, a mi cara, y colocándola en mis labios, hizo que yo abriera la boca, empezando a chuparle la verga que acababa de preñarme el culo con su semen.
Abrí la boca y mientras ahora estaba siendo enculado por el viejo que no paraba de gritar, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Empecé a chuparle la polla dejándosela limpia y reluciente de todo resto de semen.
Al cabronazo del macarra, le empezaron a temblar las piernas al sentir como le chupaba la polla, dejándosela bien limpita y reluciente.

Ya la verga del macarra estaba totalmente flácida, pero yo no la soltaba, la tenía en mi boca y la chupaba como si me fuera la vida en ello, mientras el viejo seguía dándome por el culo, haciéndome delirar de placer, notaba como su polla llegaba a lo más profundo de mis entrañas y como una y otra vez su polla rozaba mi próstata, masajeándola con cada arremetida que me daba, haciéndome gemir y gozar como una perrita en celo.
Gemía y me retorcía de gusto, con mi polla sin dejar de soltar gotas de semen, mientras volvía a ser poseído de nuevo aquella noche.
Dios aquellos 2 cabrones aquella noche, me estaban haciendo gozar como nunca, que tremenda follada me estaban dando sin esperarlo aquella noche.

Al rato de llevar un tiempo siendo follado por el viejo, de pronto empecé a notar como el viejo clavaba sus dedos en mis caderas a la vez que apuraba sus embestidas y gritaba que ya, que ya se venía.
Me vengo, me vengo, gritaba aferrándose fuertemente a mis caderas y empezaba a soltar su semen dentro de mi culo, dejándome preñado por segunda vez aquella noche.
¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba el viejo empezando a eyacular preñándome con su semen.

Una vez hubo descargado todo su esperma dentro mía, sin terminar de sacar su verga de mi culo, llevó su mano a mi entrepierna y apoderándose de mi pringada y dura polla, empezó a acariciármela a la vez que la meneaba, haciéndome correr al poco de empezar a meneármela.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Me corro, me corro, gritaba yo soltando varios chorros de leche en el suelo de aquellos aseos públicos, mientras el viejo aún tenía su polla dentro de mi culo y el macho que me diera primero por el culo, acariciaba mi cara a la vez que pellizcaba mis duros e hinchados pezones.

Una vez solté toda la leche que contenían mis huevos, mientras el viejo mordía mi nuca y su polla iba escurriéndose de mi abierto y preñado culo, cuando por fin mi cuerpo dejo de estremecerse y mis piernas de temblar, ayudado por ambos, empecé a vestirme, ni siquiera traté de limpiarme un poco, solo me vestí, y una vez vestido, los 3 salimos de aquellos aseos, ellos iban bien satisfechos, pero yo además de satisfecho, iba colorado, sudando y con el cuerpo y las piernas tan pero que tan relajadas, el culo algo dolorido pero bien follado y sobre todo bien pero que bien preñado de leche, hasta podía notar como el semen con el que acababan de preñarme, iba resbalando y mojando mi slip.
Aquella noche, iba bien follado, quien me lo iba a decir cuando salí de casa a divertirme un poco en aquellas vacaciones que apenas empezaba a disfrutar.


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