Relatos Eróticos Gays

Experiencia Gay a los 18 | Relatos Eróticos de Gays

Publicado por Anónimo el 28/02/2007

Ya tenía 18 años para ese entonces. Nunca quise ponerle nombre a mi sexualidad pero era claro que lo que más me llamaba la atención era mirar a mis amigos, todos hombres, cuando tenían poca ropa o ninguna, y en especial a Julián, un chico de mi misma edad.



Éramos casi mejores amigos, hacíamos tareas juntos y pasábamos mucho tiempo libre juntos. Él era especialmente atractivo. Muy atlético, una piel trigueña suave, una cara hermosa y un culito redondito y delicioso de mirar. Nunca me cansaba de mirárselo. Julián sabía que el culo y el bultito de enfrente se veían más ricos con ciertos pantalones y parecía que los escogiera particularmente para volverme loco de la arrechera. Si Julián pasaba por mi lado, yo no perdía oportunidad de mirarlo y fantasear con su culo.



Desde que aprendí a masturbarme, una de mis fantasías más frecuentes era poder tocarle el culo, mamarle la verga o, mejor aún, abrirle las nalgas con las manos y lamer sin parar su ano rosadito. Me acuerdo que un par de veces olvidó su maletín con su ropa deportiva recién usada en mi casa. En ambas oportunidades no pude evitar la tentación de abrirla, buscar sus pantaloncillos recién usados y sacarlos cuidadosamente para que no se diera cuenta. Una vez los tenía en mis manos los olía cuidadosamente, cada centímetro de ellos. Los ponía contra mi boca y nariz y aspiraba el olor tan fuerte como podía. Olían delicioso. En frente, tenían una manchita ligeramente amarilla, casi imperceptible con restos de orines que olían delicioso y atrás, el doblez de sus nalgas todavía marcado despedía el olor más exquisito, el más excitante perfume que recuerdo. Si ese era el olor de su ano, yo no podría parar de lamerlo u olerlo si lo tuviera en frente.



Un fin de semana, como muchos, me invitó a su casa de campo. Viajaríamos el viernes en la tarde y su familia llegaría el sábado siguiente hacia el mediodía. Llegamos a la casa y nos instalamos en nuestra habitación. Él, como siempre muy desprevenido, se cambió de inmediato y se puso su pantaloneta para ir a la piscina. Yo, más tímido, hice lo mismo pero después de que él se retiró a nadar para que no viera que yo ya tenía cierta erección. Me cambié y lo seguí a la piscina. Él salto al agua rápidamente y yo lo seguí. El nadó de lado a lado unas cuantas veces y yo me relajé en una esquina mientras lo observaba con disimulo pero mucha lujuria. Cuando dejó de nadar se me acercó lentamente, un poco agitado y comenzamos a charlar.



Llevábamos unos minutos charlando cuando observé que había un roto en su pantaloneta y que su verga se veía claramente. Me sonreí y él lo notó. Yo le hice una mirada insinuándole que se observara para que notara el roto. El así lo hizo y se rió a carcajadas y me dijo:



--maricón, cuánto lleva mirándome la verga y no me había dicho nada? --yo le dije:

--me acabo de dar cuenta, en serio, no había visto nada.



Él igual no hizo nada para taparse y siguió hablando. Yo me sentía un poco incómodo porque tarde o temprano notaría que mi verga estaba parada de la excitación y tampoco podría evitar confesar que era por su causa. Al cabo de unos minutos, yo ya un poco más relajado, noté que su verga también estaba parada y completamente expuesta por el roto de su pantaloneta. Esta vez yo le dije



--Julián, se le paró la verga y usted ni se tapa ni nada. --me contestó:

-- para qué, marica, usted ya me la vio... igual no importa, los dos somos hombres.



Dicho esto salió un momento de la piscina, aún con su verga parada y por fuera del roto de su pantaloneta. Me dijo que esperara, fue a la cocina y trajo un par de bebidas con hielo. Al regresar su verga ya estaba flácida pero él no había hecho nada para taparse. Yo seguía igual o más excitado. En su ausencia yo me había tocado mi verga, aún a sabiendas que eso haría la situación más difícil. En fin, el me entregó una de las bebidas, brindamos y comenzamos a tomar. Julián había preparado un par de Cubas libres, un poco más fuertes de lo normal.



Una media hora más tarde seguíamos charlando dentro de la piscina, después de charlar y burlarnos de otra gente yo ya sentía bien los efectos del ron y él también. Me preguntó sobre mi vida sexual y yo le dije lo que no era nuevo para él. Que nunca había estado con nadie, no novias ni amigas (ni mencionar nada con hombres, que son mi verdadera pasión), no sexo. Solo que me masturbaba mucho. Me dijo que había estado en esa misma casa de campo con un par de amiguitas el fin de semana pasado y que se las había comido a las dos. Diciendo esto se le volvió a parar la verga. Yo le dije:



--Ey marica, anda como arrecho hoy, no cierto? –



se sonrió, y empezó a jugar con su verga parada. Se la acariciaba con la mano derecha y con la izquierda se sacó las bolas por el mismo roto de la pantaloneta y también comenzó a jugar con ellas. Yo no sabía qué hacer. Me alejé un poco, no sé por qué. El no sabía que yo era homosexual y que me encantaba mirarlo. Sin embargo no dije nada, me tomé un buen trago y seguí charlando como si nada. Pero el rubor no me ayudó.



--hola marica, esta rojo, se siente bien?

--claro, es solo el ron que me tiene un poco borracho. Pero usted, anda como excitadito, no cierto? jugando con su verga delante de mí como si nada.

--claro marica, somos super buenos amigos, yo estoy borracho, estoy arrecho y tengo ganas de pajearme. Le molesta?

--claro que nó! bien pueda.



El luego se quedó mirándome y me dijo:





--Pero usted también esta como excitado, se le ve que tiene parada la verga.

--Un poco, no sé por qué.

--Hmm, será que le gustó mi verga?

--Noooo, yo no soy marica

--Seguro? a mi no me importa

--Seguro, es que… me acordé de algo

--De qué se acordó? cuénteme

--No se… bueno, pues si no le importa la verdad es que me excité viéndo su verga.

--Yo entiendo, no tiene que apenarse. A mí también me pasó cuando ví la suya.



Diciendo esto se salió de la piscina, caminó hacia una de las sillas playeras, se quitó la pantaloneta rota y se acostó boca arriba, mojado y completamente desnudo a tomar el sol, que estaba bastante fuerte.



--Venga y me acompaña, y tráigame mi Cuba libre que se me quedó allá



Yo tomé los dos vasos y salí de la piscina hacia la silla de enseguida. Ahora era más claro que nunca que mi verga estaba parada porque no me podía tapar o disimular porque tenía ambas manos ocupadas con vasos. Le entregué su bebida y luego me dijo:



--Porqué no se desnuda y toma el sol conmigo y seguimos hablando



Yo muy tímidamente me quité la pantaloneta y quedé por primera vez desnudo en frente del hombre que más he deseado en mi vida. Mi verga bien parada y palpitante casi en frente de sus ojos. El se sonrió al verme desnudo y me dijo:



--es la primera vez que lo veo desnudo. Dese una vuelta para verle el culito.



Yo muy confundido, sin saber cómo un hombre tan apuesto que se enorgullece de su vida sexual con mujeres quiere ver mi culo. Pero igual, me di una vuelta y le mostré mis nalgas y luego acerqué la silla playera para quedar más cerca de él y me senté boca arriba. El me dice luego:





--Pues usted también tiene un culito sexy...h mm, y cuanto lleva con la verga parada. Como que es usted el que quiere pajearse.

--pues sí, no lo voy a negar. Estoy como arrecho desde que llegamos aquí.



Julián se paró de su silla y fue hacia la mía, con lo que pude observar de nuevo el culo tan rico que tiene. Luego se sentó a la orilla de mi silla y me dijo:



--estoy super arrecho, porqué no nos pajeamos?

--usted y yo? pero no es eso como medio marica?

--que putas importa! aquí estamos desnudos y arrechos, nos pajeamos y yá.

Además ya nos confesamos que estamos arrechos por vernos desnudos.

--está bien.

--Además, tengo ganas de tocársela, se le ve como rica esa verga



Yo estaba aterrado de oír semejantes palabras. Pero igual me estaba tan excitado de oirlas que fui yo el que comenzó a tocarle la espalda y luego a bajar mi mano hacia su culo. Luego el me dijo:



--espere un segundo, tengo que ir a orinar, ya vengo.-- Yo le dije:

--No se vaya, orine aquí mismo que eso es bueno para las plantas.



Julián comenzó a orinar hacia el lado opuesto de mi silla, orientando el chorrito amarillo hacia un arbusto pequeñito que nos hacía un poco de sombra. Pero de inmediato noté que se estaba dando vuelta al tiempo que jugaba con su verga, tratando de mojar diferentes lugares con sus orines. No me lo esperaba, pero se dió vuelta completamente y comenzó a orinarme. Yo inicialmente me alejé, pero luego volví a ponerme enfrente de su chorro y a disfrutar sus orines calienticos chorreando por mi cuerpo, mientras descaradamente acariciaba mi verga. El parece haberse excitado con esto porque aunque seguía orinando, su verga se estaba parando de nuevo. Ahora el chorro no solo caía en mi cuerpo sino que también lo mojaba a él, por la inclinación de su verga erecta. Yo seguía masturbándome todo empapado en sus orines. Cuando terminó de orinar, su verga estaba completamente parada y mojada de orines. Olía delicioso y no pude resistir. Me acerqué sin ni siquiera preguntárselo, me puse de rodillas y comencé a mamarle la verga.



Hmmm, sabía y olía delicioso, toda untada de sus orines. Era mi fantasía hecha realidad. Yo estaba finalmente desnudo, de rodillas, mamándole la verga al hombre que más me excitaba en el colegio. El no protestó sino que comenzó a gemir de placer y a empujar su verga contra mi cara. Yo no podía resisitir tanta excitación. Dejé de mamársela por un momento. El entonces hizo que me parara de mi posición y acercó su cara a mi cara hasta que nuestras bocas se tocaron y comenzamos a besarnos. Nuestras lenguas inquietas se entrelazaban y acariciaban con una pasión desbordante. Yo tenía en mi boca una mezcla del sabor de su saliva, su piel y sus orines.



Ya a estas alturas no habría más tapujos. Yo solo quería aprovechar esta realidad que parecía el mejor de los sueños, y experimentar el mayor placer imaginable, teniendo sexo con el hombre más atractivo que yo conocía. Después de ese beso delicioso de nuestras bocas y lenguas nos acostamos en una toalla al lado de la piscina. Yo hice que Julián se acostara boca abajo y comencé a acariciarle el culo. Era una sensación increíble. Una piel suave pero firme, caliente por el sol y la excitación. Le masajeé sus nalgas, le toqué cada rincón de su culo con cada uno de mis dedos. Luego le separé un poco las nalgas con mis manos y acerqué mi boca a ese hoyo delicioso que se abría enfrente de mí. Su ano era más rico de lo que nunca imaginé. Se lo lamí sin parar una y otra vez. Recorrí con mi lengua todo su culo y lo dejé empapado de mi saliva. Yo no podía parar ante semejante pedazo de carne en frente de mi boca. El olor y el sabor me excitaban más cada minuto.



Julián se relajó aún más en esa posición y vi como su ano se hacía más flexible. Entonces, con mis dedos abrí aún más su ojete, un poco resbaladizo por el sudor y comencé a juguetear con mi lengua lo más adentro que podía. Yo sentía que Julián gemía de placer y me incitaba a que siguiera y no parara. Yo estaba en éxtasis. Estaba introduciendo mi lengua en su ano, que sabía y olía intensamente y me recordaba de mis travesuras secretas con sus pantaloncillos. Mi verga producía lubricante abundantemente y palpitaba de excitación. Yo introduje mi lengua en su ano lo que más pude, pero como no podía llegar más adentro de 3 o 4 centímetros, la saqué y comencé a meterle mis dedos. Le metí cada uno de mis dedos hasta el fondo de su culo moviéndolos adentro para darle placer y sentir el calorcito de su recto. Y cada vez que sacaba los dedos de su culo, yo los chupaba con mi boca, como si estuviera lamiendo un helado delicioso. El me veía desde su posición boca abajo, y no decía nada. Yo seguía metiéndole mis dedos entre su culo y luego sacándolos y lamiéndolos, y el sabor era cada vez más delicioso. Yo no quería parar lamer mis dedos untados de su culo y de lenguetear su ano empapado en mi saliva.



--Marica, quiero darle por el culo, me dijo con una voz de placer y extasis que no le había oído antes.

--Claro buenon!, métame su verga exquisita en mi culo. No quisiera ninguna otra cosa en este momento, bueno, además de seguir lamiéndole el ano.



El luego se puso boca arriba y me dijo que necesitaría lubricar su verga para podérmela meter. Yo entendí la insinuación y comencé otra vez a mamársela y a empaparla con mi saliva para que entrara en mi culo más fácilmente. Mi saliva se mezclaba con sus abundates gotas de lubricante que salían de su verga. Unos minutos después de haber disfrutado intensamente el haberle mamado la verga a Julián, me acosté boca arriba, abrí mis piernas y el gentilmente comenzó a rozar la cabeza de su verga contra mi ano para relajarme. Era una sensación deliciosa, un placer intenso que parecía no parar. Al cabo de un rato noté que su verga erecta y calientita entraba en mi culo. Primero suavemente y luego más y más rápidamente Julián me comenzaba a dar verga mientras gemía de placer. Yo también gemía y le pedía que siguiera. Su verga entraba hasta el fondo de mi culo y salía cada vez más rápido hasta que sentí qué después de varios minutos él paró. Sentía cómo borbotones de su semen caliente llenaban mi culo.



El sacó su verga untada de semen la introdujo luego en mi boca. Yo la lamí hasta que la dejé completamente limpia. Luego me besó en la boca y comenzó a besarme todo mi cuerpo. Me mamó mi verga por un rato hasta que me vine en su boca. Luego se acostó al lado mío y me besó y lamió la cara por todos lados.



--Qué rico marica, tenemos que volver a culear.

--Sí, por supuesto! le dije yo.



Charlamos un rato, comimos y nos fuimos a nuestra habitación y nos acostamos en una forma inusual, en una especie de 69. Yo dormiría un par de horas y luego me desperté arrecho de nuevo y sentí el olor de su verga justo en frente de mi boca. Comencé a mamarle la verga a Julián hasta que se despertó y comenzó de nuevo nuestra deliciosa culeada matutina

 

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