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El viejo del parque. | Relatos Eróticos de Gays

Publicado por Danisampedro91 el 26/02/2023

El viejo, nada más verme ya me reconoció, esbozando una socarrona sonrisa mostraba sin inmutarse, orgulloso aquella enorme e hinchada verga que poseía.


Recuerdo que era verano, sería por mediados de julio, ese verano yo iba a ayudar a una cafetería, Atalaya, se llamaba y sigue llamando, mientras no empezaran de nuevo las clases en el instituto, “instituto masculino Salvador de Madariaga” aunque todo el mundo aquí en La Coruña, lo conoce como el masculino, a ese instituto. No creo que haga falta que diga la edad que tenía por ese entonces, pero ya os lo podéis imaginar, solo diré que era un adolescente en plena revolución hormonal, vamos que andaba todo el día con la polla apunto, cada vez que tenía oportunidad ya estaba dándole a la zambomba. Por supuesto todavía no había tenido ninguna relación sexual, lo único habían sido algunas pajas con la pandilla de amigos, donde solíamos pajearnos en grupo. Bueno, aparte de esas pajas grupales, lo que sí ya había tenido, había sido una muy breve relación con un viejo pescador el verano pasado, era un viejo que alquilaba lanchas de remo en el puerto. Ese viejo fue el primero que me desnudó y chupó la pequeña polla que tenía y tengo, 13 o 14 centímetros me mide, eso sí, muy bonita y bien formada, sin circuncidar. También fue al primero que yo le chupé la polla y probé el semen.
Después del viejo ese el cual recuerdo que se llamaba Juan, ese mismo año, descubrí lo que se podía hacer en los aseos públicos, pues recuerdo que acababa de empezar la liga de fútbol, y en el primer partido que acudí al estadio, iba con mi padre, al salir del estadio, estadio de Riazor, que era y es donde juega mi equipo de fútbol, “Real club deportivo de La Coruña”, mi padre al pasar por los aseos públicos que hay en la playa de Riazor, me dijo que esperara que iba a mear. Yo me quedé esperando en la puerta de entrada a los aseos, estando allí esperando a que mi padre saliese, un señor maduro, más o menos de la edad de mi padre, alrededor de los 50 años, se puso a hacerme insinuaciones para que entrara a los aseos y fuese con él. Las insinuaciones no dejaban lugar a la duda, me estaba ofreciendo la verga, verga que se la sobaba por encima del pantalón. Se podía apreciar que tenía un buen bulto, yo no podía dar crédito a lo que estaba contemplando, allí mientras esperaba a que saliera mi padre de los aseos, un señor me estaba ofreciendo su polla a la vez que me señalaba con la cabeza uno de los retretes para que entrara con él. Me susurraba que no tuviera vergüenza y que no tuviera miedo, que me iba a gustar y lo iba a pasar muy rico. No se exactas las palabras que me había dicho, pero más o menos eso fue lo que me vino a decir. Ven, me insistía moviendo a la vez su cabeza señalándome el retrete, mientras con su mano agarraba su paquete para que pudiera notar el tremendo bulto que tenía. Justo en esos momentos, salía mi padre que por suerte no se enteró de las señas e insinuaciones que aquel señor me estaba haciendo. Marché con mi padre y así fue como ese día me di cuenta de lo que se podía hacer en los aseos públicos. Hay que decir que luego de dejar a mi padre, yo en lugar de irme para casa como pensaba mi padre, volví por aquellos aseos, relato que ya escribí en su día y que titulé:
Descubriendo por primera vez los aseos públicos.
Pues salvo esto, yo todavía no había tenido relación sexual alguna. Lo más cerca que estuve de ser desflorado, fue un día estando con uno de mis amigos, amigo de mi misma edad, unos meses más joven, fuimos a pajearnos como solíamos hacer, solo que ese día estábamos los 2 solos, pues no se como se me ocurrió el decirle que si probábamos a meternos la polla por el agujero, él dijo que bueno, y sin apenas tener conocimiento de cómo proceder, empezamos a intentar meter nuestras pollas por el agujero del culo, primero intenté yo, pero nada que no había manera, así que le dije que intentara él. Bufff, no se como fue, pero el caso es que mi agujerito se empezó a abrir y dejar que su glande empezara a entrar. No habíamos lubricado ni dilatado nada, así tal cual empezó a meterme su polla por el culo y cuando estaba a punto de que su glande entrara por completo, le pedí que lo sacara. No es que me doliera, no, no sentía dolor alguno, lo que sentía eran unas tremendas ganas de ir al wáter, pues yo creía que me iba por la pata abajo. Por supuesto que él, que era tan pardillo e inocente como yo, me hizo caso y no siguió con la penetración, sacó lo poco que me había metido y al momento esas tremendas ganas y sensación que tenía desaparecieron. Lo dejamos así pues tenía miedo de que si seguíamos con la penetración las ganas volvieran. ¡Ay que inocentes y pardillos éramos! Si eso me llega a suceder con alguien más experimentado o mayor, ese día mi culito hubiera sido desflorado sin remedio. Cuando le pedí que la sacara, otra persona con mayor experiencia no me hubiera hecho ni puñetero caso, habría seguido con la penetración hasta haberme enterrado su polla por completo, rompiéndome el culito y quitándome el virgo.
Eso había sido hasta entonces toda mi experiencia en relación con el sexo.

Decir que por entonces yo medía más o menos como mido ahora, 1,65 es lo que ahora mido, así que, por ese entonces, más o menos por ahí andaría. De peso se que andaba por los 56 o 57 kilos, ahora un poco más ya que estoy entre los 63 y 65 kilos, 65 es lo que pesé la última vez, y eso por culpa de esta pandemia que no nos deja hacer prácticamente nada, pues suelo, o más bien estaba yendo a natación 4 días a la semana, donde solía hacer unos 40 largos luego de hacer un poco de gimnasia, algo de carrera y unas flexiones para calentar antes de meterme en la piscina. Cosa que desde que empezó la pandemia del coronavirus, no he podido volver a realizar.
Vamos que siempre he sido una persona delgada, menuda ya que no soy muy alto, pero siempre fui delgadito, de culito redondito y algo respingado, blanco de piel, pero así que me da algo de sol, enseguida me pongo muy morenito, es un moreno de esos que suelen gustar, pues siempre llamé la atención por el color que suelo coger en verano. Soy de pelo negro, un negro azabache y muy brillante. Para que os hagáis una idea, yo nunca necesité ponerme protección alguna para la piel, nunca me quemé ni llegué a pelar como muchos de mis amigos. También es cierto que no suelo quedarme al sol tumbado, suelo o estar dentro del agua, o moviéndome por la arena y procurando escapar del sol.

Bueno pues como iba contando, aquel año yo iba a ayudar a dicha cafetería, Atalaya se llamaba y sigue llamando. Dicha cafetería estaba y sigue estando en medio de los jardines de Méndez Núñez, jardines que son como un pequeño parque, parque que está en el mismo centro de la ciudad, La Coruña. En esta zona del parque el cual llamamos Méndez Núñez, hay un pequeño edificio municipal, de aquellas en ese edificio estaba la biblioteca juvenil, al cual se entra por el costado derecho, por el costado izquierdo hay unas escaleras que llevan a la atalaya del edificio y que es donde se encuentra dicha cafetería, la cual se llama Atalaya. En el bajo y separando ambas escaleras que dan una a la biblioteca juvenil y la otra a la cafetería en cuestión, de aquellas había una churrería, churrería que era de la misma dueña que la cafetería, hoy es un servicio más de la cafetería, que hay en la azotea o atalaya del edificio.

Allí era a donde iba todos los días a ayudar, incluso tengo ido algún sábado y domingo. Pues aquel día
La dueña, una muy conocida persona en la ciudad, la cual regentaba esa cafetería, a eso de las 5 de la tarde más o menos, me dijo que bajara con el perro, perro que era un pastor alemán, el cual había sido entrenado para perro policía, y que fuese tras él, mientras el perro hacía sus cositas y se movía un poco por el parque. A la sola orden de la dueña, el perro que estaba en una esquina de la cafetería se levantó y delante mía empezó a bajar las escaleras. Iba bajando las escaleras e iba esperando a que yo lo siguiese, era como si en lugar de ir yo con el perro, fuese él conmigo.
Por supuesto que de aquellas el perro no llevaba bozal ni iba atado por correa alguna, iba completamente suelto. Nada más bajar, empezó a meterse por las zonas de césped y a olisquear en todos los árboles que encontraba a su paso. Iba dejando su marca en todos ellos. Luego de andar olisqueando un buen rato, se puso a hacer sus necesidades allí en medio del césped. Estábamos justo al lado de los aseos públicos, cosa que, al verlos, me entraron ganas de orinar a mí, así que mientras el perro estaba haciendo sus cositas, a mi se me ocurrió entrar en los aseos públicos a orinar.
Juro que no llevaba otra intención que no fuese el mear, pues me habían entrado ganas de repente al ver al perro, así que, al estar frente a los aseos públicos, para allí que me metí. Solo era mear así que no tardaría mucho.

¡Ay! Esas eran mis únicas intenciones, pero…
Bufff que visión tenía delante de mis narices. Allí delante mía, había un viejo con una tremenda polla la cual asomaba por la abertura del pantalón junto a los enormes huevos que se le podían ver. Para mí de aquellas aquel hombre que tenía delante mía era un viejo, pero justo sería decir que muy probablemente estaría sobre los 40 y tantos o los 50 años, cosa que para mí y para muchos adolescentes, cualquiera que anduviera por esa edad, ya eran viejos, así los veíamos y seguramente ahora nos verán a nosotros los adolescentes.
No solo me parecía una enorme polla, la que mostraba sin inmutarse el viejo aquel, pues la misma erguía dura y tiesa como el mástil de un velero, la cabrona se erguía totalmente erecta mirando al techo y además se le podían ver unos enormes huevos, el muy cabrón estoy seguro de que no llevaba calzoncillos o que, si los llevaba, estos debían tener el elástico de estos por debajo de los huevos, ayudando así a que aquella enorme verga se mostrase como se mostraba, tiesa y erguida mirando al techo.

Yo al ver aquella enorme polla, recuerdo que quedé paralizado, no me esperaba encontrar con aquello. No sabía que hacer ni donde meterme. En aquellos aseos públicos, solamente había un retrete el cual quedaba a mi mano izquierda, de frente 2 urinarios donde en uno de ellos estaba aquel viejo que nada más escucharme entrar se había girado mostrándome todos sus genitales, y a la derecha quedaba un lavabo y una puerta donde se guardaban los útiles de limpieza. Yo estaba hipnotizado, no podía apartar la vista de aquel enorme miembro. Yo veía una enorme polla y unos enormes huevos, aquello al lado de mi polla que mide y medía unos 13 o 14 centímetros, me parecía enorme, así me pareció en aquellos momentos, hoy calculo que muy probablemente le mediría entre unos 16 o 17 centímetros, realmente no lo sé, pero seguramente andaría rondando los 17 centímetros. El caso es que yo veía aquello enorme.
El viejo al verme, sin quitarme la vista de encima, se mostraba exhibiéndose a la vez que acariciaba aquella enorme verga. El muy cabrón me estaba invitando para que me acercara. Vio como me había quedado paralizado, como no le quitaba la vista a su enorme polla y el cabronazo se acariciaba mirándome, tentándome para que me acercara a él.

No sé cómo reaccioné, pero al momento me metí en el único retrete que había en aquellos aseos públicos, y mientras trataba de cerrar la puerta totalmente sofocado y temblándome todo el cuerpo, cerré como pude la puerta.
Dios, estaba que me ardía todo el cuerpo, las piernas me temblaban y apenas era capaz de sacarme la polla para mear. Cada vez me estaba poniendo más cachondo, no podía apartar aquella visión de la enorme polla del viejo, hasta pensaba en que en cualquier momento se abriría la puerta del retrete y entraría el viejo para follarme allí mismo. Con esos pensamientos, como buenamente pude, terminé de mear, me había costado trabajo, pues mi pobre polla cada vez se me ponía más dura, pero yo sabía que tenía que salir pronto de allí, pues estaba con el perro y no podía dejarlo solo.
Así que terminé de mear, temblándome las manos, abrí sigilosamente la puerta del retrete, y nada más abrir la puerta, ya volví a ver al viejo. El muy cabrón estaba esperando a que saliera, allí estaba mostrándome aquella enorme polla y aquellos tremendos huevos, me hacía señas con la cabeza para que le viera la tremenda polla y me acercase a él. Pero yo que sabía que no podía estar más tiempo, todo sofocado y excitado a más no poder, salí de aquellos aseos públicos como alma que lleva el diablo.

Menos mal que había salido, porque justo nada más salir, el pastor alemán, ya empezaba a ir camino de la cafetería. Empezó a subir las escaleras esperando a que yo lo siguiese, era como si el que me acompañaba era él a mi y no yo a él.
Nada más llegar a la cafetería, supe que el perro lo que había hecho era obedecer a la dueña, pues sin que yo supiese nada, ella nos estaba viendo desde la terraza de la cafetería, y al verme salir a mí de los aseos, con un silbato que tenía, al soplar este, el pastor alemán ya sabía que tenía que acudir a junto su dueña.
Buff, menos mal que había salido pronto de los aseos, si no menuda papeleta con la que me habría encontrado sin saberlo.

El caso es que yo seguía pensando en el viejo aquel, y la enorme polla que tenía el muy cabrón, no se me iba aquella imagen de la cabeza, es más cada vez yo estaba más caliente. Tenía mi polla tiesa y dura y a cada paso me encontraba más y más cachondo. Moría por volver junto al viejo y tocar aquella enorme polla con mis manos. Así que cuando ya había pasado un buen rato, le dije a la dueña que tenía que ir a un recado, que tenía que ir a ver si ya se podía encargar los libros, pues tenía que reservarlos. Así de esa manera, fue como luego de marchar de la cafetería, supuestamente para ir a ver si ya se podía reservar los libros para el nuevo curso, fue como volví a aquellos aseos públicos.
Ahora sí, ahora iba con toda la intención del mundo, quería volver a ver al viejo aquel y poder agarrar y acariciarle aquella enorme polla, que no se me iba de la cabeza.

Nada más llegar a los aseos, entré como una exhalación, no pasaría mucho más de una hora, iba todo nervioso, el estómago se me encogía y por todo el cuerpo me recorría una extraña sensación.
Por suerte nada más entrar allí seguía el viejo, estaba tal y como lo había encontrado la primera vez, era como si me estuviera esperando. La suerte fue que, a aquellas horas, aún era muy pronto para que hubiera más gente, pues era la hora en la que todavía había en el parque muchos niños con sus padres y allí los encuentros homosexuales no empezaban hasta que empezaba a anochecer, y para eso aún faltaban cerca de 4 horas que era cuando empezaba a anochecer por esas fechas.

El viejo, nada más verme ya me reconoció, esbozando una socarrona sonrisa mostraba sin inmutarse, orgulloso aquella enorme e hinchada verga que poseía, sabía muy bien que si yo había vuelto era por algo. Se la iba acariciando, deslizando su mano a todo lo largo, haciendo que esta se fuese descapullando, pudiéndose ver cómo brillaba aquel glande sonrosado. Supo que ahora sí, que ahora si yo había vuelto era porque seguramente me había excitado y puesto cachondo el ver aquella enorme e hinchada verga que él, descaradamente mostraba exhibiéndose a ingenuos que como yo entrabamos en aquellos aseos públicos, el cabrón sabía que ahora yo había vuelto por él.

Vio como yo, sonrojado lo miraba muriéndome por tocar aquella enorme verga. El corazón me latía como si se fuera a desbocar, tenía esa sensación extraña que recorría todo mi cuerpo, las piernas me empezaban a temblar, estaba deseando abalanzarme sobre aquella enorme polla que hipnotizado no dejaba de mirar. Era incapaz de dar un paso más, ahora que volvía a estar delante de aquel viejo que sin inmutarse me mostraba su erecta polla y aquellos enormes huevos, no sabía que hacer, estaba demasiado nervioso. Mi polla estaba que me reventaba, a cada paso me encontraba más y más cachondo. Sabía que seguramente el viejo ya se había dado cuenta de que había vuelto por él, la visión de aquella enorme polla me había hipnotizado.

El viejo, sabiendo por lo que yo había vuelto viendo mi nerviosismo e indecisión me dijo:
Ven, decía moviendo la cabeza para que me acercara, acariciándose la verga a todo lo largo, ven, tócala ya verás cómo te va a gustar, insistía viendo como yo lo miraba y como brillaban de lujuria y lascivia mis brillantes ojos.

Muerto de nervios y con las piernas temblándome, me fui acercando hasta que estuve frente a él. No podía dejar de mirar aquella enorme polla, pasaba mi lengua por los resecos y calientes labios, deseando tocar con mi mano aquella tiesa y dura verga que completamente erecta se erguía mirando al techo.

El viejo al tenerme frente a él llevó su mano a mi brazo y a la vez que me decía si me gustaba, fue llevando mi mano hacia su polla para que la agarrara y empezase a acariciar.
Yo que seguía nervioso a más no poder, le contesté moviendo la cabeza que sí, que sí me gustaba. Dejando que llevase mi mano a aquella enorme verga que yo no podía dejar de contemplar, empecé a acariciarla.
¡Dios que sensación! Una corriente sacudió todo mi cuerpo cuando por fin acaricié con mi temblorosa mano aquella polla. La notaba caliente y dura, tenía una piel suave y muy agradable al tacto. Traté de agarrar toda la verga con mi mano, pudiendo comprobar lo dura e hinchada que la tenía. Por supuesto que era mucho más gorda y larga que la mía. Torpemente empecé a deslizar mi mano a todo lo largo de aquella enorme polla, sin poder dejar de mirarla. Dios que sensación más placentera sentía, sin poder resistirme, llevé mi otra mano a sus enormes huevos, empezando a acariciarlos y jugar con mi mano a la vez que los iba palpando.

El viejo al ver que ya me tenía acariciando su erecta y dura verga, mientras acariciaba mi cara con su mano, dejaba que yo fuese tocando y acariciando con mis manos su hinchado y duro miembro.

¿Te gusta? Me preguntaba.

Sí, contestaba yo moviendo la cabeza en señal de afirmación.

Siií, ya veo que te gusta, por eso volviste ¿verdad…?

Yo volví a mover la cabeza en señal de afirmación, claro que había vuelto por aquella polla que entusiasmado estaba acariciando. Me había puesto demasiado cachondo el ver aquella enorme e hinchada verga, por eso había vuelto ahora que ya no tenía que cuidar del pastor alemán. Ahora ya no tenía nada que hacer, solamente disfrutar de aquella verga que hipnotizado acariciaba.

¿Quieres chuparla? Me preguntaba el viejo sin dejar de acariciar la cara con su mano.

Yo que no sabía que hacer, solo me dejaba llevar, le miré a la cara como si quisiera pedirle permiso.
Anda, chúpala un poquito ya verás como te va a gustar, me animaba el viejo a la vez que me iba empujando la cabeza colocando su mano sobre mi nuca.

Dejándome llevar, fui agachándome hasta que abrí la boca empezando a tragar aquella enorme verga que tenía delante de mis narices. Abrí la boca metiéndome de una vez todo el glande, luego mientras apretaba mis labios saqué de nuevo la polla, pasé la lengua por todo el capullo, volviendo a meterme de nuevo toda aquella cabeza a la vez que trataba de saborearla.

¡Ohhh! Siií, ¡ooohhh que boquita! Siií, así así, ¡ay que gusto! ¡ay que gusto! Gemía el viejo acariciándome la cabeza, mirando como yo le empezaba a chupar la polla.

¡Ay maricón que bien la chupas! Esta no es la primera que chupas, ¿verdad? Me preguntaba acariciándome la cabeza mientras yo trataba de tragar todo lo que podía aquella enorme polla.

Moviendo la cabeza en señal de negación, trataba de contestarle que no, que no era la primera vez que chupaba una polla.

El viejo viendo lo entusiasmado con que yo me aferraba a su verga, lo bien que le estaba realizando aquella mamada, sabiendo que allí estábamos demasiado expuestos y que cualquiera que entrara nos vería, sacándome la polla de la boca a donde yo me encontraba aferrado mamándola, me dijo:
Ven, vamos para el cubículo, allí estaremos mejor y si entra alguien no nos vera, aquí si entra alguien nos puede ver.

Dejando que me llevase sujetado por el brazo, relamiéndome los labios tratando de que no cayesen aquellos hilos de saliva que me colgaban de la boca, nos metimos en el habitáculo del único retrete que había. Era un cubículo bastante amplio, era el doble de largo que otros retretes que había en otros aseos públicos.
Nada más entrar, el viejo cerró la puerta, se aproximó a mí, agarrándose la verga a la vez que me decía:
Aquí estamos mejor, ven, sigue chupándola, que lo haces muy bien.
¿Cómo te llamas! Me preguntaba a la vez que llevaba su mano a mi cara y me iba acariciándola.
Dani, le contesté mientras le agarraba la hinchada verga acariciándola a la vez que le miraba a la cara, e iba bajando mi cabeza para volverme a meter aquella hinchada polla en mi boca.

Empecé a chupar de nuevo aquella verga que tanto me estaba gustando, mientras el viejo volvía a gemir mientras me iba acariciando la cabeza. Revolvía mi pelo con su mano contemplando como aquel joven adolescente se aferraba a su hinchado y duro cipote, mamándolo como si le fuera la vida en ello.

¡Ay que gusto! ¡ay que gusto! Exclamaba una y otra vez el viejo, empujando cada vez más mi cabeza con sus manos para que fuese tragando cada vez más su hinchado cipote.
Varias veces tuve arcadas, el cabrón del viejo en su entusiasmo por la mamada que le estaba dando, me había empujado demasiado la cabeza haciéndome que me atragantase, abriéndome en arcadas, teniendo que sacarme la hinchada polla de la boca para poder respirar. Las babas me caían por la comisura de los labios y los ojos me lloraban. Los hilos de mi saliva unían mi boca con su dura e hinchada verga cuando subí la cabeza para tratar de respirar. Le miré con ojos de corderito que va al matadero, tenía los ojos llorosos y los hilos de mis babas colgaban uniendo mi boca con su hinchada verga. Con mis manos seguía aferrado a aquella enorme e hinchada polla, la cual seguía acariciando.

El viejo al ver que me estaba agotando, tratando de darme un respiro, me hizo poner de pie y llevando sus manos a mi cara, empezó a acariciarme mientras me miraba como mira un depredador a su presa. Siguió bajando sus manos por mi pecho y abdomen acariciándome suavemente, al llegar a mis pequeñas tetillas palpó pudiendo comprobar que mis pequeños pezones estaban duros e hinchados, siguió bajando hasta llegar a la correa de mi pantalón, la cual empezó a aflojar.

Yo me estremecí sintiendo como aquellas manos iban recorriendo todo mi cuerpo. Cuando noté que me empezaba a aflojar la correa, el estómago se me encogió, era como si tuviera un hormiguero dentro de mis entrañas. Sabía que me iba a bajar los pantalones, era lo que estaba deseando. Noté como empezaba a aflojar la correa, las piernas me temblaban, pero yo no dejaba de acariciar aquella polla que tanto me gustaba.

¿Ya lo hiciste más veces? Me preguntaba el viejo mientras me aflojaba el cinturón.

Quedé pensando en que contestarle, hasta que dudando le dije que sí, que ya lo había hecho, pensaba que se refería a chupar la polla.

¿Ya te la metieron por el culo más veces?

No, le contesté moviendo la cabeza en señal de negación, eso no, le dije bajando la mirada al suelo.

¿Nunca te la metieron por el culo?

No, le contesté moviendo la cabeza en señal de negación.

¡Uy! Entonces eres virgen… Decía terminando de soltar la correa del pantalón.

Yo no dije nada, seguía aferrado a su dura e hinchada verga acariciándola con mis manos, viendo como soltaba el botón del pantalón y empezaba a bajar la cremallera.

Nada más terminar de bajar la cremallera del pantalón, al soltarlo, este cayó al suelo quedándose en mis tobillos. El pantalón que llevaba puesto era un pantalón de vestir de pinzas, que, con el simple peso de la correa, este cayó fulminado a mis pies. Solo me cubría algo la camiseta de propaganda de la Coca-Cola que me quedaba algo larga y el slip que llevaba puesto, el cual apenas se veía al quedar este prácticamente tapado por la camiseta.

Empezó a meter sus manos por dentro de la camiseta, acariciando mi vientre y abdomen a la vez que exclamaba:
¡Ufff que bueno estás!
¡Uy que cosita más rica tenemos! Exclamaba recorriendo mi vientre y abdomen con sus manos. Subió sus manos a mis duros e hinchados pezoncitos, los cuales pellizcó y retorcía a la vez que me susurraba:
¡Ay maricón que calentito y excitado me estás!

Yo aferrado a su hinchada y dura polla me retorcía de gusto sintiendo como sus manos iban recorriendo mi cuerpo, luego me estremecí y solté un ligero gemido al notar como sus manos se metían por dentro de mi slip y empezaba a acariciar mi dura y tiesa polla, ¡ooohhh! ¡ooohhh! Gemí a la vez que me estremecía inclinando mi cuerpo hacía delante, quedando mi cabeza pegada a su pecho.

¿Te gusta, eh?
Te gusta que te acaricien eh…
Mira que caliente y salido me estás, tienes la pollita bien tiesa eh maricón… Me susurraba acariciando mi dura y tiesa polla. Metió luego su mano por medio de mis piernas acariciando mis huevos haciendo que me abriera de piernas, pudiendo notar como iba buscando mi virgen agujerito con sus dedos.

¡Uy que cerradito tienes el culito! Exclamaba palpando mi fruncido esfínter.
Sacó su mano de mi slip haciendo que este quedara a medio bajar, subió mi camiseta haciéndome que pasara la cabeza por el agujero, quedando esta sobre mi espalda a medio quitar, quedando mi torso totalmente al desnudo.

Mientras llevaba su boca a mis pequeños e hinchados pezones y empezaba a chuparlos y mordisquearlos, con sus manos terminó de bajarme el slip, quedándome ahora prácticamente desnudo delante de sus narices.
Allí estaba dentro de aquel cubículo, prácticamente desnudo, en manos de aquel viejo salido, el cual no dejaba de acariciarme con sus manos, chupando y mordiendo mis pequeños e hinchados pezoncitos, haciéndome retorcer y gemir de gusto, mientras seguía aferrado con mis manos a su hinchada y enorme verga.

¡Ay maricón que bueno estás! Me decía sin dejar de morder y chupar mis pequeños pezones, los cuales cada vez estaban más enrojecidos, a la vez que Sus manos acariciaban los cachetes de mi culito

Quiero follarte, me susurraba subiendo su boca por mi cuello haciéndome que me estremeciera y empezaran a temblarme las piernas, al notar cómo iba besando y mordisqueando con su boca.

¿Quieres que te la meta?

¿Eh, que dices…?

¿Me dejas que te la meta por el culo?


Yo que ya lo había escuchado a la primera, dudaba, no dejaba de pensar en ello, moría de ganas, pero la verdad es que tenía bastante miedo. Solo pensar en aquella enorme e hinchada polla entrando por mi virgen culito, ya me asustaba.

No sé, es muy grande y no me va a entrar, le dije dudando en si dejar que me la metiese por el culo.

No tengas miedo, ya verás como sí te entra y te va a gustar.

Primero probamos solo con la puntita y así que se vaya abriendo el culito, tu mismo me vas diciendo para que te vaya metiendo hasta donde tu quieras. Ya verás como te va a gustar y luego quieres que te la vuelva a meter.

No sé, le decía sin saber realmente que hacer. Por un lado, yo lo estaba deseando, por otro lado, tenía algo de miedo.

El viejo al ver que yo dudaba supo que cuanto más me dejase pensar, más difícil le iba ser tratar de convencerme, así que no lo dudó, iba al menos intentar follarme antes de que me arrepintiera y me negara de plano. Sabía que así que me tuviera bien ensartado en su polla, una vez que el culito se dilatara, me iba a gustar. Tenía que aprovechar ya que sabía que yo andaba muy salido, al principio había salido escopeteado al verlo la primera vez, pero luego había vuelto y eso era porque era seguro que yo andaba muy caliente y con ganas de polla.

Mientras me mordía los labios y comía la boca a besos, fue con su mano buscando mi fruncido esfínter y una vez ya lo hubo palpado con sus dedos, haciendo que me pegara más a él, empezó a presionar con un dedo haciendo que mi cerrado agujerito se empezase a abrir.

¡Ohhh! ¡ooohhh! Me quejé al notar como su dedo entraba por mi culo. Lo movió dando vueltas dentro de mi culo, luego lo sacó llevándolo a mi boca, diciéndome que lo chupara bien para que me entrara más fácil. Una vez lo hube chupado y dejado bien pringado de mi saliva, lo volvió a llevar a mi agujerito, volviendo a metérmelo por el culo.

Ahora al presionar ya había entrado con suma facilidad. Empezó a moverlo dando vueltas y presionando hacia los lados, luego lo volvió a sacar y ahora me hizo que chupara 2 de sus dedos.

Yo que me dejaba hacer, chupé pringándolos bien de saliva y luego mientras el viejo con una mano acariciaba mis genitales llevaba la otra, introduciéndome ambos dedos por el culo.

Ahora sí, ahora me había hecho dar un respingo a la vez que abría la boca dando un pequeño suspiro al notar como aquellos 2 dedos se introducían por mi culo, haciendo que mi agujero se abriera y dejara paso a aquellos dedos que lo estaban empezando a profanar.

Así, así, relájate y deja que los dedos vayan entrando. Ves como tu agujerito ya se abre y poco a poco se va dilatando. Tu no hagas fuerza, no apretes el culo, deja que los dedos te vayan dilatando y se vaya abriendo más tu agujerito. Ya verás como cada vez te va a ir gustando más.

Yo que seguía dejándome hacer, abría cada vez más mis piernas y cuando el metía a fondo sus dedos, yo inconscientemente empujaba mi culito para que se fuesen introduciendo más a fondo. Notaba como el viejo abría los dedos como si fuesen unas pinzas, notando como mi agujerito cada vez se iba abriendo más y más.

Ya me tenía el viejo bien dilatado el culo, ya mi agujero se abría sin que yo apenas protestara, así que luego de sacar sus dedos de mí ya abierto culo, me hizo que le volviera a chupar la polla.

Anda, chupa la polla un poco para que esté bien lubricada. Trágala todo lo que puedas y déjala bien pringada con tus babas, así te entrará mucho más fácil.

Haciendo lo que me decía el viejo, abrí la boca y mientras sujetaba aquella enorme e hinchada verga, empecé a chupar tragando todo lo que podía aquel enorme rabo que me iba a desvirgar.

Luego de estarle mamando durante un buen rato la polla al viejo, este poniéndome cara a la pared de aquel cubículo, haciendo que parte del pantalón me saliera de la pierna, me hizo que terminara de sacarme el pantalón y slip para que no nos molestara, apoyándome luego las manos sobre la pared y dejándome algo inclinado.

Yo que estaba muerto de nervios, notaba como todo el cuerpo me temblaba. Sentía un hormigueo constante recorrer mi estómago y una tensión por todo mi cuerpo.
Sentí como el viejo abría mis piernas y como pasaba su mano pringada de saliva por el agujero de mi culo, como arrimaba su hinchada y enorme verga a mi agujero, como colocaba la cabeza de su polla empezando a presionar poco a poco mientras me decía que me relajara.

Así así, relájate y no apretes el culito, tu deja que se abra y no aprietes,
Me iba susurrando mientras me sujetaba con una mano por las caderas y la otra iba sujetando su polla mientras esta iba poco a poco empezando a abrir mi esfínter.

Yo que muerto de nervios notaba como aquella hinchada y enorme polla empezaba a presionar mi agujero y poco a poco iba haciendo que este se fuese abriendo, trataba de relajarme todo lo que podía. Sentía mi culito cada vez más y más abierto, hasta que noté como la cabeza de aquella hinchada y enorme polla empezaba a traspasar mi esfínter anal.

¡Ahhh! Me duele, ¡aaahhh! Para para, le chillaba yo al viejo para que no siguiera metiéndome aquella polla que estaba empezando a desvirgarme.

Tranquilo, tu tranquilo, quédate así quieto, no te muevas ya verás como poco a poco te va pasando el dolor. Así así, deja que se vaya dilatando y acostumbrando, no te muevas si no es peor. Cuando de repente noto como el cabronazo del viejo me sujeta fuertemente con sus manos por las caderas tirando por mi hacia él, a la vez que su pelvis se pegaba contra mi culo, entrándome la enorme polla por el culo.

¡Ahhh! ¡aaahhh! ¡aaahhh ahhh! Chillé sintiendo como aquella enorme polla se introducía por mi culo, haciendo que mi cuerpo se irguiera pegándose a la pared de aquel cubículo, donde me estaban dando por el culo por primera vez.
Sácala, sácala, le pedía yo al viejo, desesperado por el dolor que estaba sintiendo.

Tranquilo maricón, tu tranquilo. Quédate quieto y relájate, ahora ya la tienes dentro, ya te he roto el culo, ya te he desvirgado. Vamos a esperar un poquito para que tu culito se acostumbre y se vaya dilatando, ya verás como poco a poco se te va a ir pasando el dolor.


Dios, yo notaba mi culito totalmente abierto, me sentía totalmente empalado,
Era como si me hubieran introducido por el culo una estaca, me sentía como si fuese un cordero al espeto o un pincho moruno.
Poco a poco me fui relajando y el dolor fue pasando, cosa que notó el viejo que ahora mientras me sujetaba fuertemente por las caderas, me pedía que me fuese inclinando para que no me doliera tanto y así me fuera entrando mejor la polla por el culo.

Ves como ya te va pasando el dolor, anda inclínate un poco y ve echando el culo hacia atrás, así no te dolerá tanto y te entrará más fácil la polla por el culo.

Algo dolorido y muerto de miedo, le fui haciendo caso, pudiendo comprobar que sí, tenía razón, al inclinarme un poco sentí como mi culito se iba relajando y la polla ya apenas me molestaba.

El viejo al ver que yo le hacía caso, que me ponía como me había dicho, supo que yo ya me había entregado, que ya era completamente suyo, ya me tenía en sus manos y ahora iba a darme por el culo hasta hacerme llorar de gusto, sabía que era un caliente adolescente al que le encantaba la verga, por eso había vuelto a los aseos a junto él.
Él se iba a encargar de darme verga y dejar bien satisfecho, iba a preñarme bien preñado para que así volviera a buscarlo cuando mi culito me pidiera más verga. La experiencia le había enseñado que cuando uno es jovencito y le gusta que le den por el culo, estos cuando sienten esa picazón que sienten en el culo, enseguida van en busca de una verga que los folle bien follados.

El viejo sujetándome fuertemente por las caderas, empezó a mover suavemente su verga sacándola y metiéndola suavemente. Vio que yo apenas protestaba y le dejaba que me fuese dando por el culo. Cuando vio que yo ya empezaba a gemir, sabiendo que mi culo ya empezaba a estar bien dilatado, abrió más mis piernas dándome con su pie en el mío para que me abriera un poco más de piernas y así él estuviera más cómodo y pudiera penetrarme más profundo. Abre más las piernas y agáchate un poco más para que te entre toda y no te lastime, me dijo.
Nada más hacerle caso, cuando ya me estaba inclinando un poco más, noté como el viejo tirando por mis caderas hacia él, terminaba por introducirme toda la enorme polla por el culo.
¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Chillé notando como me ensartaba toda la polla. Dios, me la había clavado hasta los huevos, notaba su pelvis pegada a mi culo y sus huevos aplastados en la entrada de mi ano.

Me mantuvo así ensartado completamente en su polla mientras yo me quejaba, a la vez que el viejo me iba hablando, tratando de calmarme. Ya, ya está toda dentro, no aprietes el culito, relájate que así te dolerá menos, ya verás como poco a poco se te va pasando el dolor, ya verás como luego te va a gustar. Noté como el viejo aflojaba un poco y empezaba a sacarme aquella enorme verga que acababa de desflorar mi virgen culo. Noté como la sacaba por completo, sintiendo un gran alivio, cuando de repente noto como me la vuelve a meter, ¡ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Dios, me la había vuelto a meter hasta los mismísimos cojones. Ahora mi recién desflorado culito se había abierto como una flor, apenas había sentido dolor, solo la sensación de mi esfínter abriéndose para dejar paso a aquella verga que me estaba profanando.
El viejo al ver que yo ya apenas había protestado me decía:
Ves como ya no te duele, viste como ahora ya te entró más fácil, ya la tienes toda dentro otra vez. Echa la mano ya verás como la tienes toda dentro tuya, me decía el cabrón del viejo.

Me agaché un poco más llevando mi mano por medio de mis piernas, pudiendo comprobar como tenía sus huevos pegados a los míos, la hostia, no podía creerlo, tenía toda introducida aquella enorme e hinchada verga del viejo en mi culito y podía notar sus pelotas pegadas a las mías. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al tocar sus pelotas y las mías, notando como sus huevos se alejaban y volvían a pegarse a las mías sintiendo como su polla se introducía por mi abierto culo.

El viejo poco a poco empezó a culearme viendo como yo empezaba a gemir, yo me agachaba todo lo que podía a la vez que trataba de pegar todo lo que podía, mi culo a él.
Sí maricón sí, ya te la has tragado toda, ya la tienes toda dentro tuya, ves como sí te iba a entrar. Ahora ya eres mi putita, ahora ya tienes un macho que te va a dar verga cuando quieras. Te voy a preñar de leche y dejar bien embarazado para que sepas quien es tu hombre.

El viejo al ver mi entrega y como gemía, me preguntaba:
¿Te gusta verdad?
Yo no le decía nada, pero estaba claro que aquello me estaba gustando, pegaba todo lo que podía mi culo a su pelvis sin poder dejar de soltar gemidos cada vez que su polla rozaba mi próstata.
Ya sabía yo que te iba a gustar, ya verás como a partir de ahora vas a querer que te la meta más veces.

Yo cada vez gemía más, notaba como aquella enorme e hinchada polla entraba una y otra vez por mi culo llegando hasta lo más profundo de mis entrañas, como cada vez que llegaba al tope rozaba algo que me hacía estremecer de gusto haciendo que gimiera cada vez que aquella polla tocaba aquello.

Así maricón así, ves como te gusta, ya te dije que te iba a gustar, menuda putita que hemos encontrado me decía golpeando una y otra vez mi culito con su pelvis cada vez que me introducía la polla por el culo, escuchándose el sonido que producía al golpear su pelvis con mi culo, plof, plof plof plof plof, plof, plof plof plof plof.

Yo gemía y chillaba abriendo los ojos y la boca sintiendo como estaba siendo follado por aquel viejo, que no paraba de taladrarme el culo con su polla, diciéndome de todo mientras me tenía fuertemente sujetado con sus manos por las caderas, haciéndome su mujercita.

¡Ay que gusto! ¡ay que gusto! ¡ay que gusto! Gritaba una y otra vez sin parar de darme por el culo el cabronazo del viejo.

¡Ay que culito tienes! ¡ay que pedazo de culo tienes maricón! Como te lo voy a llenar de leche, te voy a preñar y dejar embarazado, vas a ser mi mujercita, cuando quieras verga vas a venir para que yo te folle y preñe bien preñado, me decía sin dejar de darme por el culo.

Yo ya sudaba por todos mis poros, tenía la polla que no dejaba de chorrearme gotas de semen y el culo me ardía, cuando de repente noto como el viejo empieza a apurar sus arremetidas y gritar:

Ya, ya me vengo, ya me vengo, ¡ay maricón que gusto! ¡ay maricón que gusto me da! Gritaba empezando a soltar chorros de semen dentro de mi ardiente culito, dejándome preñado con su espeso y blanco esperma.

Cuando terminó de eyacular dentro mía, dejándome enterrada su verga en lo más profundo de mis entrañas, me apretó con sus brazos a él, y mientras me iba besando el cuello y la oreja en busca de mi boca, con su mano agarró mi polla empezando a menearla hasta que yo terminé por explotar en un orgasmo que me hacía temblar todo el cuerpo.
Me corro, me corro, ¡ooohhh! ¡ooohhh! Gritaba yo empezando a soltar trallazos de semen por los azulejos de aquel aseo público, mientras seguía ensartado en la polla de aquel viejo que me mantenía abrazado fuertemente a él y buscaba con su boca la mía, hasta que, en un arrebato de calentura y lujuria, yo llevé mi boca al encuentro de la suya y dejé que metiera su lengua en mi boca la cual chupé y succioné como si me fuera la vida en ello.

Una vez nos separamos, quedé atónito mirando la larga polla del viejo, todavía estaba medio empalmada, miraba con asombro lo que el viejo me había metido por el culo, Dios, no podía creer que toda aquella polla hubiera estado dentro mía. Todavía podía verse como unas pequeñas gotas de esperma le pringaban aquel sonrosado glande. Llevé mi mano a mi recién desflorado culito, pudiendo comprobar lo abierto y pringado que lo tenía.
En ese momento mientras el viejo me pasaba un trozo de papel para que me limpiara, al ver como me quedaba mirando con asombro para su verga a la vez que palpaba mi abierto culo, me dijo:
¿Te gustó?

Sí, le contesté a la vez que movía mi cabeza en señal de afirmación. Era cierto que me había gustado, me había gustado muchísimo y estaba dispuesto a volver a hacerlo.

Pues si quieres vienes el sábado por la mañana, a eso de las 10 y media estate por aquí y si quieres te la vuelvo a meter por el culo igual que hoy.


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