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El arbol caido | Relatos Eróticos de Gays

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Cuando voy buscando un ligue siempre me encaran un montón de tipos, algunos en auto y todo, pero es difícil que me vaya con ellos. Me cuesta por lo general encontrar a alguien que me guste y me genere confianza. Los tipos jóvenes son difíciles de controlar y siempre cabe la posibilidad que me conozcan. Es por eso, creo, que me gustan los veteranos.

A Carlos lo conocí en el parque, una noche en que ya me estaba por ir a dormir. Serían las dos, yo me había estado calentando con el culo formidable de un travesti desconocido, que se había emputecido con mi verga, pero me dejó pagando cuando consiguió un cliente con plata.Completamente sacado, empecé a buscar a Homero, un puto veterano que la chupa muy bien, para que me sacara del apuro, cuando de pronto pasé al lado de un tipo bajito y gordito, con una gorra de lana en la cabeza de donde asomaban una canas cortitas -divino- que me saludó.

Me detuve y empecé a hablar con él.

Me llevó a un campo cerca del Clínicas, atrás de un árbol caído donde el pasto es bien alto. Saqué la verga -redura ya-, me la agarró y se la metió en la boca. Yo también se la saqué afuera y me quedé pajeándolo mientras me la chupaba. Después cambiamos los papeles. No la tenía del todo parada, pero después de un par de lamidas mías se puso al repalo. Buena verga.

Nos tiramos al piso, de costado los dos, e hicimos un 69 riquísimo, que terminamos conmigo encima. Me pidió que me lo cogiera, así que lo hice ponerse boca abajo y se la metí despacito. Sin muchas ganas, lo bombeé un rato, agarrándole la pija y pajeándolo, pero me dijo que no lo hiciera porque no quería acabar todavía. Antes me la quería poner.

Sin sacársela aún, me mojé el culo con saliva y me metí un par de dedos para prepararme. Cuando vi que estaba pronto, se la saqué y me di vuelta, mostrándole todo lo que tenía para él. Muy cuidadosamente me apoyó la cabeza en el ojete, que se abrió para recibirlo. Sentí un poquito de dolor al principio, pero a medida que fue metiéndola me fui abriendo, hasta que terminé empujando yo el culo para que me penetrase todo. Cambiamos varias veces de posición sin separarnos. Primero empezamos en cuatro patas, luego bajamos al piso. Después, de rodillas los dos, me le senté encima.

Realmente, lo maté. Lo hice cogerme tanto que pensé que el viejito la iba a quedar. Cuando lo dejé acabar, sudaba y se apretaba contra mi, exhalando un quejido largo mientras soltaba la leche adentro mío (y del condón). No pude hacerlo al mismo tiempo, así que le pedí que no me la sacara y me pajeé rápido. El mío fue un polvo más bien suave, pero alcanzó para sacarme la leche.

Descansamos un rato, fumando un cigarro y después nos despedimos. Me dio el teléfono de su casa para que lo llame cuando quiera.

Ahora, por ejemplo.

 

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