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Compañeros de oficina | Relatos Eróticos de Gays

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Esto ocurrió una navidad, hace de ello un par de años. Como todos los años por estas fechas, fuimos a una comida de empresa a las afueras de la ciudad, y como siempre ocurre en este tipo de comidas y fechas, el vino y otras bebidas corrieron en abundancia. Debo añadir que siempre procuro no llevarme mi coche cuando temo que voy a beber en exceso, y ese día fui en el de un compañero de trabajo.

Tras la comida seguimos tomando copas aquí y allá, de manera que se nos vino la noche encima casi sin darnos cuenta, y decidimos volver a casa. Lo hicimos por una carretera segundaria muy poco transitada, y debo reconocer que mi amigo José conducía bastante bien a pesar de lo que había bebido. Habíamos recorrido unos pocos kilómetros cuando me preguntó si me apetecía que parásemos a fumar un cigarrillo, yo accedí sin dudarlo y él se desvió por un camino de tierra que transcurría entre frutales, cuando el coche estaba semi oculto por la oscuridad y los árboles, paró y nos pusimos a charlar sobre cosas sin importancia. Yo capté enseguida el nerviosismo de mi amigo y deduje que este alto en el camino no era solo para fumar. Intuí que quería decirme algo pero no se atrevía, y yo me reía interiormente porque creí adivinar de que se trataba. Así que decidí jugármelo todo a una carta, con mi mano izquierda comencé a acariciarle la nuca, y no ofreció resistencia alguna, a la vez sentí como su cuerpo se estremeció, entonces le agarré la cara con mi otra mano y lo besé en la boca con tanta pasión como deseo había en mi. Cuando vi que él respondía a mi beso con un fervor desmesurado, no me quedó duda alguna. Cuando nuestros labios se separaron, sonreímos los dos y suspiramos aliviados, ¡Lo “peor” había pasado!

Nos pusimos a hablar sobre nuestros gusto en materia de sexo, y él me aclaró que le gustaba hacer de todo pero no que le penetraran. ¡Vaya, otro al que le gusta dar sin que le den! pensé. Pero a estas alturas ya estaba yo demasiado caliente para poner condiciones, así que lo volví a besar sin hacer más comentarios y mi mano buceó en su bragueta liberando su pene, el cual estaba, al igual que el mío, en un estado de tremenda erección a la vez que mojado por la excitación. Sin dudarlo bajé mi cabeza y me lo introduje todo en la boca, él me sujetaba la cabeza mientras se retorcía de placer. Su pene no era tan grande como el mío, pero pensé que puesto que me iba a penetrar, eso era mejor para mi. Al cabo de un rato dejó de apretar mi cabeza sobre su polla y me pidió que parase de chapársela por ahora, entonces me incorporé, solté mis pantalones, y mi polla emergió como impulsada por un resorte. Sin mediar palabra cogí su cabeza y con cierta violencia la puse a la altura de mi desesperada polla, debo reconocer que él también la mamaba muy bien, no había duda de que no era la primera polla que se comía, y muy pronto le tuve que pedir que parase para no correrme aún.

A continuación bajamos del coche y, a pesar del frío, nos desnudamos por completo, volviendo a entrar en el rápidamente. Una vez dentro nos abrazamos y acariciamos nuestros cuerpos desnudos, era muy agradable sentir el contacto de nuestra piel caliente. Ahora José me preguntó si quería dar el paso definitivo, me dijo que tenía muchas ganas de metérmela, que no aguantaba más. Le dije que podía hacer conmigo lo que quisiera. Entonces me pidió que me pusiese boca abajo sobre mi asiento, el cual estaba totalmente reclinado, y separando mis nalgas con sus manos, introdujo su lengua lamiéndome el orificio anal con verdadera devoción, no me esperaba aquel regalo de su parte y aquello me sorprendió muy gratamente. A continuación, muy despacio, me introdujo un dedo, luego otro, y mientras movía ambos dedos dentro de mi, sus labios besaban mi espalda y todo lo estaba a su alcance. ¡Este tío sabe lo que hace! Me dije, y ese pensamiento me reconfortó y aumentó mi erección.

Cuando consideró que ya había jugado lo bastante con mi culo, me pidió que me apartase y se sentó en el asiento del copiloto, el cual ocupaba yo anteriormente, luego me dijo que me sentase sobre él, pero de frente a él, aquello me pareció una postura difícil, pero me comentó que ya lo había echo así otras veces sin problemas. Iba yo a proceder a introducir mis piernas por los lados del asiento, tal como me había indicado, cuando vi que su verga había disminuido de tamaño, por lo que me incliné y me la volví a meter en la boca hasta que esta recobró su rigidez. Seguidamente me senté sobre su polla y muy despacio la dejamos que fuese buscando su camino. Mientras me penetraba iba sintiendo su calor, pero no sentí dolor alguno, el tamaño de su pene no era descomunal y mi amigo me había “trabajado” muy bien el ano. Una vez me había metido todo lo que tenía, comenzamos a movernos de forma acompasada, cuando él empujaba hacia arriba yo dejaba caer mi peso sobre su polla y viceversa.

Mientras el ritmo iba en aumento, nos besábamos, en la boca, en el pecho, nos abrazábamos, aquello era una locura que iba creciendo. ¡Cuanto aguanta este tío! Pensaba yo, pero no me desagradaba, yo lo estaba pasando tan bien como él. Finalmente, como con cierta timidez, me preguntó con voz entrecortada, si podía correrse dentro de mi, naturalmente accedí e inmediatamente sentí como su cuerpo se retorcía de placer y sus puyazos eran muchos más violentos y arrítmicos, finalmente los latidos de su polla y la ola de calor que me inundó por dentro, me indicaron el resto, y vi reflejado en su cara todo el placer que produce un enorme orgasmo. Permanecimos así abrazados unos momentos más, y a continuación procedimos a limpiarnos con un rollo de papel higiénico, que de forma muy previsora llevaba mi amigo en el coche.

Luego, ya cada cual en su asiento, le comenté que la experiencia me había agradado mucho, pero que a pasar de ello mi pene necesita cierta compensación. Asintió con la cabeza y sin mediar palabra, ¡Me volvió a sorprender! Es muy raro que una persona que acaba de tener un orgasmo tenga ánimos para hacer una felación... Pero José volvió a inclinarse una vez más sobre mi polla, la cual había bajado de tamaño en esos momentos, se la introdujo en la boca, y comenzó a mamarla con la misma pasión que al principio. Muy pronto sentí ese placer incontrolable que indica la llegada del clímax y la correspondiente eyaculación, en ese momento temí que mi amante dejase de chupármela para que no me corriese en su boca, entonces, sin pensarlo dos veces, le sujeté la cabeza de forma “traicionera” para que no pudiese escapar, fue como una pequeña venganza de mi parte, y me corrí en su boca con un tremendo placer mezclado con algo se sadismo. Cuando liberé su cabeza, vi como la leche se le escapaba de la boca y llegué a sentirme un poco culpable, mientras esperaba algún reproche por su parte. Pero José se limitó a escupir mis fluidos fuera del coche, luego se limpió la cara con papel, y sin más encendió un cigarrillo.

Nos vestimos e hicimos el resto del camino hasta mi casa en silencio, pero antes de bajarme del coche le pregunté si le apetecía que repitiésemos la experiencia otro día, y él me contestó sonriendo que si. Su respuesta me agradó y reconfortó muchísimo. Por desgracia, al poco tiempo mi amigo cambió de trabajo y de ciudad, y hasta ahora no nos hemos vuelto a ver. Y precisamente ahora cuando termino de escribir estas líneas, estoy pensando en hacer lo posible por localizarlo...

 

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