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Perdoname Laura, confesión real, sin mentiras | Relatos Eróticos de Filial
Publicado por Socarron47 el 03/09/2018
Hola, este relato es una confesión, real al cien por cien, salvo los nombres, por motivos evidentes.
Llevaba doce años casado y ya habían nacido nuestros dos hijos.
La relación con mi esposa se había enfriado, bueno mas bien se congelo. No manteníamos relaciones mas que una vez cada uno y aveces dos meses, yo me sentía rechazado y como un pordiosero, mendigando sexo.
Mi suegra era viuda desde antes de yo conocerla y aunque no muy guapa, si que tenia dos muy buenas razones para mirarla. Yo no la había mirado de esa forma jamas, ya que su hija tenia las mismas razones. Jajajajaja…. La genética……
Un verano vino a pasar unos días y se quedaba a dormir en nuestra habitación junto a los niños, mi mujer dormía en la habitación de ellos y yo en el sofá. Por la mañana yo necesitaba la ropa de trabajo y me llegue a la habitación, estaban aun dormidos y Laura estaba echada de lado, su camisón subido y se podía ver su braga que al ser blanca y de encaje, pude ver su pubis y el principio de su raja, ademas dos enormes pezones se marcaban en la tela suave de su camisón.
En aquel momento algo cambio en mi, y buscaba cualquier escusa para pasar mas tiempo en casa de mi querida suegra, ademas empezamos a tener conversaciones mas intimas, le conte mis problemas con su hija y lo solo que me sentía.
Un día al ir a verla no me puse calzoncillos y deje mi bragueta abierta, quería saber si me miraba y si le gustaba lo que miraba, solo la vi mirar una sola vez, aunque después me confeso que no dejo de mirar pero que las mujeres son bastante discretas para eso y no las pillan.
Mi deseo por ella era ya inaguantable y no fue una decisión predeterminada o prevista, era un día mas de descanso de los que pasaba en su casa hablando, estábamos en la mesa camilla, yo en el sofá y ella en un sillón de orejas, sonó el pitido de un coche y recordé que no había aparcado bien, me levante para despedirme pero en ese momento me vino una idea a la cabeza y la realice sin pensarla.
Me acerque para darle dos besos y después del segundo al oído le dije:
- Perdoname Laura.
- Que te perdone?
Pero antes de terminar la frase mi mano agarraba uno de sus pechos, ella resoplo y miro al lado contrario.
- Bueno no pasa nada, tenias ganas de tocarlo y ya lo has echo, no te preocupes ya esta echo, calmate.
Yo no paraba de masajearlo y rozar el pezón que se marcaba en la tela de su suéter. El coche no dejaba de pitar.
- Voy a quitar el coche, ¿cuando vuelva puedo tocarle?
- vale, ve, pero solo el pecho, ¿de acuerdo?
- Si, enseguida vuelvo.
Mi cuerpo temblaba, no me podía creer lo que había echo y mucho menos la reacción de ella. Baje y el coche no estorbaba, era un camión parado. Subí y al entrar ella estaba mirando la tele, a mi me temblaban aun las piernas y me encendí un cigarrillo, fumaba y miraba al televisor y a ella, cuando me termine el cigarrillo me arme de valor y le puse la mano de nuevo sobre su pecho, ella suspiro mirando al lado contrario a donde yo estaba.
- Esto no lo puede saber nadie, aunque te pelees con mi hija, prometeme que nunca se lo dirás a nadie.
- Te lo prometo.
Mi mano masajeaba su pecho con lujuria y quise levantar su suéter pero desde el sofá me era casi imposible, tire de el y ella se incorporo.
- Espera que así me lo vas a romper.
Se levanto y se sentó a mi lado en el sofá.
- Pero solo el pecho.
Yo ya no conteste, le levante el suéter y baje el sujetador, ante mi, una aureola rosada y un pezón grande y también rosado que me dejo sin habla. Tampoco me hacia falta, porque mi boca fue en busca de aquella delicia, la chupaba y con la otra mano masajeaba el gemelo, ella solo soltaba un ligero soplido siempre mirando hacia un lado.
Mientras besaba y mordía aquel pezón grande y jugoso, mis manos dejaban libre mi polla tiesa y dura como el acero. Cogí su mano y llevándola a aquel pedazo de hierro le dije:
- Mira como estoy.
- Esto no puede ser, eres el marido de mi hija.
- Ahora solo somos un hombre y una mujer y te deseo desde hace ya mucho tiempo.
Su mano agarro mi polla, y empezó a menearla, la agarraba fuerte, y la miraba yo seguía enganchado a su pezón y mi mano buscaba la cobija dentro del pantalón del pijama, llegue a sus bragas que note húmedas, y por un lateral pude llegar a el tesoro de su sexo, el cual estaba empapado, la masturbe un buen rato haciendo que gimiera un par de veces.
- No dirás que no te esta gustando, mira como tienes el coño.
En ese momento saque mi mano embarrada de fluido vaginal y se lo enseñe.
- Una no es de piedra.
Hice una mueca de dolor al intentar meter de nuevo la mano por el pantalón para que pareciese que me dolía al girarla para tocarla. Entonces empece a bajarle el pantalón junto con sus bragas reclamándole ayuda con la mirada, ella levanto su trasero para facilitarlo y cunando estuvo a la altura de su rodilla, le levante una pierna y le quite la zapatilla.
- ¿Pero para que me la quieres quitar?
- Para que va a ser Laura, para metertela.
Ella misma se saco el pernil del pantalón se echo hacia el lado tumbándose a medias y se abrió de piernas dejando su coño abierto a mi merced.
Su reacción en ese momento no me fije pero ahora con perspectiva me doy cuenta de que estaba caliente como una perra.
Yo no me lo pensé dos veces y me eche sobre ella, mi polla entro sin impedimento, seguí lamiendo sus tetas a la vez que la envestía, ella jadeaba y me sujetaba, empezó a gemir y a arquear el cuerpo y solo dijo.
- Yaaaaaaa….
Al oírla, yo no me pude aguantar mas y me corrí llenando su coño y echándome sobre ella sin parar de meterla sacarla.
Nuestros encuentros siguieron unos meses, haciendo locuras que contare en otros relatos.
Espero que os guste. Socarron47