Relatos Eróticos Filial
Mis padres en el sofá | Relatos Eróticos de Filial
Publicado por Juan romero el 09/08/2023
Los sábados por la noche lo normal es salir con ¿los? ¿las? colegas, bailar, beber e intentar ligar. Esa velada me lo pasé bien, bailé, bebí y me estuve morreando con mi mejor amiga y un par de desconocidos. Pero ella tenía una excursión familiar al día siguiente y nos retiramos pronto.
Lo que no me esperaba al volver a casa era encontrarme a mis padres follando en el salón. Admito que eso sí que fue una sorpresa, además de un bonito espectáculo.
Como fui el resultado de un penalti los dos son muy jóvenes y están muy buenos. Yo paso poco de los diez y nueve.
El culo de mi madre se veía fantástico botando sobre la polla de su guapo marido. El liguero y la medias lo enmarcaban. Y no digo eso por que sea su hija es algo objetivo, mucha gente comparte mi opinión.
- ¿No tenéis habitación?
- No te esperábamos tan pronto. Cielo.
Pero es que no hacían nada por taparse, ni por parar en realidad. Mi madre conservaba parte de su lencería. Un sujetador de encaje muy sexy de media copa sobre el que salían los pezones y todo el volumen de la teta, un liguero y unas medias.
- Veo que habéis tenido una noche romántica.
- Pornográfica más bien.
Las bragas las había perdido en la entrada y yo las había encontrado al llegar. Aún las llevaba en la mano. El vestido, rojo putón y muy sexi, tirado en una silla junto al traje de mi padre.
En la mesa una botella abierta de champán y dos copas eran prueba de que habían decidido pasar una bonita velada.
- ¿Me puedo poner una copa?
- Claro cielo, no será la primera de esta noche. Eso seguro.
- Sabes que nunca bebo mucho.
Me puse una copita de champán tanto para relajarme un poco, como para seguir viendo el espectáculo con una tonta excusa.
Mi padre desnudo del todo lucía su cuerpazo, su torso trabajado. Sentado en el sofá con las manos aferradas a las tetas de su esposa. A ratos acercaba la cara a esos pechos tan bonitos y los besaba o comía sus pezones.
Ella seguía moviéndo la cadera despacio con la polla que yo nunca había llegado a ver bien clavada en su interior. Todavía no, al menos, el cuerpo de mi madre me la ocultaba. De vez en cuando se les escapaba un suave gemido.
No sé si me estaban ignorando a propósito o estaban provocándome adrede. Pero el bonito espectáculo me estaba gustando tanto y provocando un inmenso morbo que mis pies parecían clavados al suelo.
- Y tú, ¿qué?. Podrías irte a tu cuarto.
Saltó al fin mi padre.
- Podía, pero esto es lo más bonito que he visto en toda la noche.
A esas alturas ya había metido una mano dentro de mi short y me acariciaba los labios de la vulva por encima del tanga con suavidad.
Al fin mi madre giró la cabeza para mirarme. Su expresión era de una lujuria total. Supongo que parecida a la mía.
- Nena, ¿te estas haciendo un dedo?.
- Estoy en ello mami. Me gusta que os queráis así. Es bonito. Y muy excitante. Pero ya sé que no está bien que os vea así.
- Bueno creo que con el rato que ya has estado mirando no importará un poco más. ¿Qué te parece?.
- Lo más excitante que he visto en mi vida. Y más morboso todavía por que sois mis padres y estáis muy buenos. No lo digo yo sola, todos mis amigos están de acuerdo en eso.
- ¿En serio? nena.
- Desde luego.
- Acércate cielo.
Mientras tanto mi madre seguía moviéndose despacio, sensual. Cabalgando la polla de su marido sin prisa, solo disfrutándolo.
Me coloqué a un palmo del muslo de mi padre, al alcance de sus manos por si querían hacer algo. Fue mi madre la que actuó. Le dio un tirón al short hasta dejarlo a medio muslo. No le costó mucho, ya lo tenía bien abierto.
Así pudo ver mi mano acariciando mi xoxito sin prisa, casi al mismo ritmo al que ella se movía. Y desde luego muy, muy húmedo encharcado el delicado encaje del tanga.
Solo tuve que mover un poco las piernas para que el pantaloncito terminara a mis pies. Lo único que cubría el pubis era un diminuto tanguita y ya estaba desplazado.
Mi padre me miraba con una sonrisa pícara y lasciva a la vez. Una expresión que solo le había visto alguna vez mirando a su preciosa mujer cuando ella vestía sexi. Bueno alguna vez también me había mirado así a mí si llevaba un bikini o algo para salir de marcha.
Pero no decía nada dejando que mi madre llevara la batuta. Ella pasaba la mano con suavidad por mi piel. Empezó por la parte delantera del muslo y fue subiendo despacio. Acariciándome con el dorso de la mano. Sin dejar lo que estaba haciendo con él.
Pasó de largo mi pubis para acariciar con cariño mi vientre, se metió por debajo del top en busca de mis pechos. Y no es que la dejara, es que me estaban encantando sus caricias.
Ni llevaba sujetador así que le fue fácil alcanzar uno de mis pezones. Pellizcarlo con suavidad y ponerme todavía más cachonda de lo que estaba. Ya estaba jadeando al mismo ritmo que mi madre, parecíamos sincronizadas.
Tiré del top y me lo saqué por encima de la cabeza. En ese momento estaba más desnuda que mi madre. Yo solo con mi tanga y ella con más lencería. Aún así me las apañé para acariciar sus pechos. El sujetador de media copa me lo ponía fácil.
La prenda me permitía acariciar con toda comodidad sus voluptuosos pechos pues se limitaba a sostenerlos desde abajo sin cubrir su volumen. Hacerme con sus pezones y pellizcarlos con cuidado fue una delicia. Son más grandes que los de mis amigas y salen casi un centímetro de la areola.
Me acerqué aún más a ellos hasta rozar con mi muslo el de mi padre. No le veía del todo convencido de hacerme nada a mí. Lo que estaba claro es que iba tan cachondo y caliente que era posible que se soltara.
Mi madre seguía acariciandome, ella sí que estaba más suelta. Y yo nunca me había dado cuenta de que le gustaran las chicas, ni lo más mínimo. Su mano había empezado a bajar de mis peras, jugando con un dedo en el ombligo. Llegó al tanga y empezó a bajarlo desnudando mi pubis.
Ya era oficial estaba caliente y quería follar con mis padres. A esas alturas le estaba amasando las gemelas a mi madre pellizcando sus pezones. Empecé a buscar su boca y ella separó sus sensuales y gruesos labios esperando mi lengua.
Cruzábamos las húmedas compartiendo nuestra saliva. Dejando que las babas de ambas resbalaran por su pecho. Sus dedos por fin llegaron a mi coñito y sustituyeron a mis míos en la paja que me estaba haciendo.
Fue incluso más dulce y tierna acariciando el clítoris y los labios. Por fin mi padre se animó. Empezó agarrando una de mis tetas. Yo recibí esa caricia con un gemido para agradecérselo y animarlo.
Como tenía una mano libre acaricié a mi padre. Su rostro, con suavidad notando la piel un poco rasposa por la barba que le estaba creciendo. Pero lo hice con todo el cariño del mundo. Pasaba la mano por toda su cara hasta el bigote, justo bajo su nariz.
Él podía notar el olor de mis jugos en la yema de mis dedos. Así que los llevó a su boca empezó a lamerlos. Los chupaba como yo hacía con las pollas. Y yo lo estaba gozando.
- Mami, ¿puedo darle un besito a papi?.
- Claro nena. Dale esa lengüita juguetona a mi chico. Ya verás que bien besa.
Lógicamente nunca había besado a mi padre con lengua. Y en ese momento aproveché para meterla hasta la campanilla. Como teníamos permiso nos estuvimos dando saliva un buen rato.
Con todo lo que estaba notando y el morbo de la situación y las dos personas con las que estaba ya me había corrido un par de veces. Creo que todo eso también les influía a mis padres. Se que mi madre también se había corrido dos o tres veces y le llegó el turno a él.
Le estaba llenando el xoxito de lefa.
- Me ha dejado sin su corrida, mami.
- No te preocupes, cielo. Teniéndonos a las dos así se le volverá a poner dura enseguida. Seguro que lo conseguimos.
Yo no sabía con cuál de los dos quedarme. Ponerme a hacerle una mamada a mi padre con los jugos de mi progenitora o al revés y comerle el xoxito a ella rezumando semen.
Dejé descansar el pene para que se recuperara y me dediqué a los pechos voluptuosos y el chumino. La mezcla de sabores, los jugos y el semen eran lo mejor que había probado teniendo sexo.
- Nunca había comido un xoxito con el semen recién ordeñado.
- Pero no es el primero. ¡Eh! Guarrilla.
- No mami, he tenido sexo con algunas amigas.
- Te lo había dicho. Ha salido a mí, le gusta todo.
Dijo, dirigiéndose a mi padre.
- Y a mí, cariño. En eso.
Pensaba que bromeaban. Pero de entonces aquí me ha quedado muy claro que mis queridos padres son todavía más pervertidos y bisexuales que yo.
Mientras ellos cambiaban impresiones sobre mi sexualidad yo le había conseguido un par de orgasmos a mi madre. Pregonados por sus gemidos y palabras entrecortadas a mi padre.
Me tumbé ente ellos para relajarme y dejar que dieran unos mimitos. Claro que yo tampoco me quedé quieta. Nos acariciábamos con suavidad y ternura.
Por encima del morbo de lo que había descubierto sobre mis padres también estaba confusa y tendría que aclararme sobre mis sentimientos. O seamos sinceros mandarlo todo a la mierda y disfrutar de la nueva situación con mi familia.
Para entonces la erección de mi padre no solo se había recuperado sino que parecía más fuerte y orgullosa que la anterior. Mi madre la vio y rozando mi vientre con su antebrazo llegó a tocarla con un dedo.
- ¿Vamos a por el segundo asalto?.
- Vale, pero ahora me toca a mí.
Pedí yo.
- ¿Y yo no opino?.
- Ya lo hace esa cosa que tienes entre las piernas por ti. Cielo.
Sin pensarlo más me subí sobre su cadera. Separé mis propios labios con dedos y me dejé caer sobre el duro miembro de mi progenitor. Los huevos pelados rozaron mi perineo y recibí la profunda penetración con un fuerte gemido.
Mi madre por supuesto también quería su parte de la diversión. Así que ella se puso encima de la cara del vicioso de su marido que de inmediato se puso a comerle el coñito y el culo. Y de inmediato me agarró las tetas empezando a amasarlas. Yo me dirigí a sus labios buscando su lengua y saliva con la mía. Y todo ello mientras le pellizcaba los pezones a mi padre.
Empecé a subir y bajar despacio para acompasarme con las caricias de mi madre. Parecía que lo hubiéramos hecho toda la vida. No era difícil, son las dos personas que más quiero. Y en ese momento ellos me querían "follar" a mí.
Jadeábamos y suspirábamos. No sólo sentíamos placer durante ese polvo, amor y cariño también. Y ya no paré hasta que se corrió dentro de mí. Mezclado con mis jugos notaba como esa humedad se escurría por mis muslos. Pero fue poco tiempo, entre los dos me tumbaron en la cama y se pusieron a comerme el conejo.
Con las piernas lo más abiertas que podía notaba como dos lenguas me limpiaban los bajos y me daban todavía más orgasmos. Estaba siendo una noche de récord. Cuando se dieron por satisfechos con la comida de coño se tumbaron a mi lado.
- ¿Querrás dormir con nosotros?.
- Seguro que podemos repetirlo, nena.
- Pues claro papi, no me voy a conformar con esto. Viendo como sois.
Esa noche me dormí con la cabeza apoyada en las tetas de mi madre y con la polla de mi padre encajada entre mis nalgas. Desperté relajada como nunca abrazada a mi querida mami y con el aroma del café que nos preparaba su chico.
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