Relatos Eróticos Filial

Me atormenté en el patio de servicio | Relatos Eróticos de Filial

Publicado por Alexandra Love el 14/01/2024

Mi nombre es Alexandra, tengo 28 años, mido 1.68 m. Soy de piel clara, tengo el cabello castaño claro, me gusta traerlo largo, me llega hasta la mitad de la espalda, soy delgada, tengo una cara bonita afilada y ojos color café claro me gusta maquillarme ligeramente y usar labiales rojos. Considero que tengo bonita figura ya que me gusta hacer ejercicio solo para tonificar mis piernas y glúteos, mis senos medianos y redondos, mis pezones son rositas y como montañitas. Conservo una cintura definida y un culo muy bien formado, sobre todo cuando uso jeans, se me marcan muy bien mis nalgas levantaditas y al juntar mis piernas se me forma un huequito apretando mi zona íntima, tengo piernas estilizadas que me gusta mostrar cuando uso minifaldas pues tengo la piel muy suave. Me gusta ser muy femenina, seductora y vestir provocativa, aunque siempre procurando mantener una buena imagen ante las personas que me conocen. Soy divorciada, sin hijos y actualmente vivo con mi mamá en Zapopan, Jalisco.
Han transcurrido algunos días, desde mi llegada a la casa de mi papá en Morelia, Michoacán. Como ya lo relaté en “Papá me rompió el culo en la cocina”, me di a la tarea de apoyarle con algunas cuestiones administrativas, en sus bodegas de aguacate, en el mercado de abastos. Mi papá se sintió muy satisfecho con mi colaboración en sus negocios, ya que le facilité llevar su relación de clientes y pedidos, así como del inventario. Cada día era una faena, hasta que por fin logre dejar todo en orden. Cada que tenemos oportunidad de estar a solas, lo aprovechamos al máximo, entregándonos caricias y besos apasionados. Andamos abrazados por la calle, una joven con un cuerpo delicioso y un hombre maduro y atractivo con ella, causando la admiración de las personas al vernos pasar. Los más jóvenes envidiando a mi padre y las mujeres mayores criticando por nuestra diferencia de edades, lo que a nosotros solo consigue excitarnos más.
Debido a que mi papá vive solo, hace tiempo contrató a una señora para que le haga las labores domésticas, infortunadamente ella por motivos personales tuvo que mudar su residencia y dejó el trabajo. Así que me propuse terminar muy pronto mis actividades en la bodega, para ayudarle a mi papá con dichas cuestiones. Habiendo terminado, me retiré para ir a casa temprano. Pasé a una tienda de artículos para el hogar y compré unos paquetes de pinzas de madera para tender ropa, ya que mi papá tenía muy poquitos en su casa. Después fui a un restaurante y compré comida china para llevar, mientras iba conduciendo me tocaba la vagina que ya estaba muy caliente y lubricada, en cada semáforo. Compré unas cervezas muy frías para consentir a mi papá. Al llegar a casa tomé la ropa de mi papá y la metí a la lavadora automática, para que hiciera un ciclo completo de lavado. Entre tanto, yo subí al baño para hacerme limpiezas anales con mi enema y me bañé con mi shampoo favorito, que me deja el cabello muy sedoso y la piel muy suave. Al salir del baño me apliqué lubricante anal y vaginalmente. Coloqué mi plug anal, para sentirme excitada y dilatada. Apliqué mi crema corporal de marca victoria´s con olor coco, me dejó la piel deliciosa y fresca. Mi piel estaba lista para servir de alimento a mi padre, quería que me cogiera muy fuerte y sintiera mi piel deliciosa y fresca en el acto.
En esta ocasión quise excitar a mi papi de una forma descarada, por lo que decidí solamente usar ropa interior erótica color negra de encaje. Era un brasier que levantaba mis senos mostrándolos túrgidos y muy descubiertos, así como una tanguita diminuta. Y por supuesto unas sandalias negras altas de cordones que recorrían mis pantorrillas.
Me ondulé el cabello con mi plancha, apliqué maquillaje con tonos cálidos y labial rojo. Me rocié un poco de loción olor a coco, también de la marca victoria´s. Me veía preciosa, era una princesa muy puta, en ropa Íntima caminando por la casa, el aroma a coco podía percibirse por toda la casa. Mi vagina estaba lubricando mucho al saber que iba a ser penetrada, mis pezones se pusieron muy duros y alargados por la excitación de andar en ropa íntima por la casa.
Ya eran aproximadamente las 2 de la tarde, mi papi no tardaría en llegar. De pronto la lavadora terminó el ciclo, saqué la ropa en un cesto, tomé unas pinzas para tenderla. Salí al patio de servicio y fui tendiendo la ropa, mientras lo hacía, pasó por mi mente una idea excitante de tormento. Sí, así es. Sentí un fuerte deseo de sentirme atormentada con esas pinzas, así que usé las menos posibles para tender la ropa y dejé aproximadamente 100 pinzas para mi piel. Una vez que terminé de tender la ropa fui a la cochera porque recordé que mi papá tenía ahí una cuerda. La tomé y la dejé en el patio junto con las pinzas para la ropa.
Esperé desnuda en la sala hasta que escuché a mi papa abriendo la puerta, en ese momento me dirigí a la cocina para sacar dos cervezas del refrigerador, las que por cierto estaban heladas. En ese momento sin pensarlo, bajé un poco mi brasier para dejar descubiertos mis pezones rositas alargados y duros de excitación, los froté con las latas de cerveza y con el frío mis pezones se pusieron más duros y el escalofrió recorrió mi cuerpo erizándome la piel. Cuando mi papá entró a la sala me acerqué a él caminando muy sensualmente como una gatita en celo, con las cervezas en la mano. Mi papi se quedó sorprendido al ver mis pezones duros y alargados saliéndose del brasier. Yo irradiaba un aura de lujuria y perversión, mi cara sugería una fuerte penetración, la lencería que llevaba puesta y mis sandalias altas de cordones, lo decían todo.
—Hola papi, como te fue. —Le dije muy cachondamente.
—Muy bien hija, ya terminé por hoy, los empleados se encargarán de cerrar. Te ves preciosa por cierto princesa. —Me dijo muy excitado.
— Estoy así por ti papi, tengo ganas de hacer travesuras. —Le dije mientras le daba un beso de lengüita muy apasionadamente.
—Enserio princesa, pues también yo tengo ganas de cogerte preciosa.
—Ven acompáñame al patio, acabo de terminar de lavar tu ropa. —Le dije misteriosa.
—A ver hermosa, vamos. ¡Muchas gracias! —Me dijo al ver su ropa limpia y tendida.
—De nada papi hermoso, y mira lo que tengo aquí bebe. —Yo le mostré las pinzas para la ropa y la cuerda.
—Tengo ganas de que me amarres de las manos y me las sujetes en el tendedero, para que no me pueda mover y tu me pongas las pinzas en los senos, en el culo y mis labios vaginales, y donde se te antoje papi, quiero me atormentes. —Él se quedó perplejo.
—Pero eso te va a lastimar princesa ¿quieres que le las ponga todas? —Me preguntó morboso.
—Sí, todas. Quiero sentir dolor y que me cojas con ellas puestas. —Le dije con voz dulce y cachonda, como la puta sumisa que soy.
—Entiendo hermosa, te voy a complacer, se ve que quieres sufrir hoy.
Entonces, mi papi tomó la cuerda y me amarró las manos juntas, y me sujeto en el tendedero, como si fuese un trapo que no valiera nada, quede abierta de piernas en el patio de servicio, la luz del sol calentaba mi cuerpo, ocasionalmente algunas nubes se posaban sobre de mi atenuando el calor. Mi papá comenzó a poner las pinzas, primeramente, lo hizo en mis senos desde el exterior hasta llegar a la aréola, puso 15 pinzas en cada seno, mis pezones estaban tan alargados y duros que soportaron dos pinzas.
—¡Aaahhhh! ¡Me duele! ¡Aaayyy! ¡Sí papi, tortúrame! ¡Aaaayyy!
—Me excita mucho atormentarte princesa, ya tengo la verga bien dura.
Mi papi continuó poniendo más pinzas ahora en mis nalgas sentí alrededor de 20 pinzas en cada nalga, desde el exterior hasta llegar a la entrada de mi ano.
—¿Te gusta preciosa? —Me preguntó de forma muy lujuriosa
—¡Sí papi! ¡Me excita mucho! ¡Cáusame mucho dolor! —Le dije derramando algunas lágrimas.
—Muy bien princesa ¿sabes en donde sigue verdad?
—Sí, ya lo se. Hazlo papi, aunque grite y llore.
Ahí fue cuando mi papá comenzó a poner pinzas en mis labios vaginales carnosos y calientes, el dolor fue muy fuerte. Me dolió muchísimo, sentí aproximadamente 10 pinzas colgando de mis labios vaginales y otras 10 en mi entrepierna. Las demás pinzas las colocó dispersas en mis piernas, abdomen y espalda y otras en mi cuello. Sentí un gran dolor por todo mi cuerpo, pero la excitación que me causo el sentirme castigada y atormentada por mi padre fue mil veces mayor.
—¡Aaayyy! ¡Aaaaayyyy! ¡Aaahhh! ¡Aaauuu! ¡Aaayyyy! ¡Me duele mucho! ¡Me arde!
—Tienes los pezones muy duros mi amor y tu piel se ve muy irritada ¿Quieres seguir? —Me preguntó retándome.
—Sí, papi, me duele mucho, pero me gusta. Acaríciame frotando con tus manos para que me duela más.
—A ver preciosa, ¿Así? —me preguntó mientras pasaba sus manos sobre las pinzas, moviéndolas para causarme dolor.
—¡Aaayyy! ¡Aaayyyy! ¡Sí, así! ¡Ay que rico papi! ¡Aahhaaa! —Le dije llorando de dolor y placer.
En ese momento mi papi, se quitó la ropa completamente. Su enorme verga quedó expuesta a la luz del sol. Él se acercó detrás de mí y sin ningún tiento, jaló mi plug anal sacándolo y causándome una fuerte punzada. A los pocos segundos sentí como coloco la punta de su verga a la entrada de mi culo, me tomó de las caderas y me dio un fuerte jalón contra su verga, al mismo tiempo que me embestía, rasgándome el ano con una penetración violenta que topó en lo más profundo de mi interior, me hizo sentir un ardor inmenso que recorrió todo mi cuerpo. El tendedero se sacudió por el jalón que me dio, yo no podía moverme, mis manos seguían atadas al tendedero. Me sentí muy vulnerable y desprotegida, solo podía ver como la ropa que se encontraba tendida, se hacía de un lado a otro, sacudiéndose por las embestidas que mi padre me daba rompiéndome el culo.
Esta joven y cachonda escritora estaba siendo destrozada del culo, en manos de su progenitor. Cada que mi padre sacaba su verga para ensartarla de nuevo, las pinzas que tenia mordisqueando mis senos y la zona Íntima, me dolían horriblemente ya que eran nuevas y, por tanto, presionaban con mucha fuerza. El dolor fue mayor cuando mi padre me apretó de los senos para excitarse y cogerme frenéticamente. Yo sentí mis senos ardiendo, estaban muy irritados y mordisqueados por las pinzas. Después el frotó las pinzas de mi vagina con su mano mientras me seguía penetrando analmente como bestia. Sabía que eso me causaba mucho sufrimiento, el daño que estaba causándome quedaba evidenciado por mis lagrimas saladas, mi rostro escurría el rímel negro de mis pestañas. Yo estaba terriblemente excitada y los gemidos se hicieron presentes.
—¡Sí, papi! ¡Me gusta se siente muy rico! ¡Mmjjj! ¡Te quiero mucho papi rómpeme el culo! ¡Aaahh! ¡Quiero que me duela! ¡Aahhh! ¡Quiero ser tuya! ¡Aaahhh! ¡Mmmjjj! —Se me erizaba la piel.
—¡Aaaahhhh! ¡Aaahhh! ¡Mmm! ¡Aaahhaaa! —Yo gemía de placer.
—Me encantas, princesa eres una zorrita muy cachonda. —Me dijo ardiendo de lujuria.
—Sí, papi. Soy tu zorrita. Me excitas mucho papi.
El tendedero se movía bruscamente por los jalones y las embestidas de mi padre, algunas camisas y pantalones cayeron al suelo, víctimas de nuestro sexo duro.
—¡Aahhh! ¡Mmjjj! ¡Que rico papi! ¡Aahh! ¡Aayy!
De pronto él sacó su verga de mi ano, y me la ensartó por la vagina de un solo empujón, provocándome un horrible ardor pues las pinzas que colgaban de mis labios vaginales, comenzaron a caerse estirando mi piel a causa de la penetración violenta que estaba teniendo lugar.
—¡Aaaahhhh! ¡Ay papi me duele mucho! ¡Aaahhh! ¡Sí mi amor! ¡Mmjjj! ¡Mátame, acaba conmigo! ¡Aaahhh! ¡Me encanta!
De pronto sentí como aceleró el ritmo y comenzó a penetrarme brutalmente, cada embestida me lastimaba el culo por el fuerte impacto. Él me tomó de los senos y empezó a frotarlos para tumbarme las pinzas causándome un dolor indescriptible, sobre todo cuando cayeron las pinzas que estaban mordisqueando mis pezones rositas. Mis lágrimas negras del rímel caían sobre mis senos quemándose con los rayos del sol. El dolor que me causaban las pizas de madera que mordisqueaban mi piel y las ensartadas de verga que me brindaba mi padre mi hicieron entrar en éxtasis.
—¡Aaaahhhh! ¡Que rico papi! ¡Mmm! ¡Aaaahhhh! ¡Sí, siento muy rico así bebe! ¡Aaahhaaa! ¡Aaahhhhh! ¡Aaayyyyy! ¡Síííí! ¡Aaahhaaa! ¡Ay! ¡Que rico! ¡Sííí, papi así, que bien lo haces! —Le decía yo muy cachondamente.
Él continuó penetrándome violentamente, sacaba la verga de mi vagina para ensartarla en mi ano, alternando la penetración por cada orificio. Yo temblaba del placer, las piernas no me respondían y me costaba trabajo mantenerme de pie, lo único que me soportaba era el tendedero que ya estaba muy tenso por mi peso tirando de él.
Mi papi me siguió penetrando cambiando a cada minuto de orificio, mientras me pellizcaba los pezones y me lamía el cuello, me sentí tan amada y vulnerada al mismo tiempo. Él me jalaba del cabello hacia atrás y yo aventaba mis nalgas contra su verga, mi ano se quedaba abierto cada que Eduardo, sacaba su verga de mi ano, yo estaba muy dilatada y podía verse dentro de mi culo.
—¡Aaahhh! ¡Así papá! ¡Cógeme fuerte! ¡Aaahhhh! ¡Me duele mucho! ¡Aaauuuu! ¡Me lastimas mucho! ¡Aaahhhaaaa! ¡Así me gusta papi!
—Andas muy cachonda hoy preciosa, me gusta mucho como te quejas. —Me decía en el oído.
—¡Aayyy! ¡Sí, me duele muy rico! ¡Me arde! ¡Cógeme más papi! —Yo gozaba mucho esa mezcla de dolor y placer.
—Estás bien caliente de tu culo mi amor, apriétame la verga con tu ano. —Yo lo obedecía como su esclava.
—¡Te amo papi que rico me coges! ¡Aaaahhhh! ¡Sí hazme tu zorra! ¡destrózame el culo! ¡Aayyyy! ¿Así papi? ¿Te gusta cómo te aprieto la verga con mi ano? —Le pregunté con voz cachonda y sumisa.
—Sí preciosa ¡Así! Aprietas bien rico, siento que te estas comiendo mi verga con tu culo.
—¡Me duele mucho! ¡Me arde! ¡Aaahhhh! ¡Más rápido amor! ¡Más fuerte papi!
—Estas bien rica hija. Me gustas mucho princesa, que culo tan rico tienes. Estás bien caliente preciosa. —Me decía con la respiración agitada y poseído de lujuria.
—¡Ay papi que rico! ¡Así, me duele mucho! ¡Que rica verga mi cielo! ¡Desgárrame el culo! ¡Sí! ¡Así! ¡Cógeme más profundo papi!
La verga de mi papi me estaba destruyendo por dentro en cada embestida, el placer que recorría mi cuerpo me colmaba de dicha.
—¡Ay que rico papi! ¡Aaahhaaa! ¡Me encanta como me penetras papi! ¡Mmmm! ¡Ay que rico! ¡No te detengas! ¡Aaahhh! ¡Sigue así papá! ¡Cógeme, hazme tuya! ¡Házmelo fuerte papi! —Le dije, sintiendo mi vagina lubricada, mi ano dilatado y sensibilizado.
—Se ve que lo disfrutas mucho princesa, eres mi putita. —Me decía metiendo su lengua en mi oído y lamiéndome el cuello.
—Sí, papi. Soy tu putita. Siento muy rico, me quiero venir, ya falta poquito.
Eduardo, me penetró despiadadamente, como si quisiera lastimarme. El tendedero se sacudía por cada embestida. Mis senos saltaban expuestos al aire libre, con las pinzas mordisqueando mis pezones rositas y duros que, ya estaban muy adoloridos e irritados. Sentí mis piernas cansadas y adormecidas. La piel se me erizó y un escalofrió recorrió todo mi cuerpo, los pezones se me pusieron mas sensibles. Cada que el me penetraba una llama se avivaba en mi vientre. Una sensación de angustia, cariño, vulnerabilidad y plenitud de sentirme amada me hicieron llorar de placer. Las piernas se me entumieron y deje caer mi peso por completo, el tendedero se reventó y quede rendida en los brazos de mi padre, quien me seguía cogiendo con frenesí.
—Me estoy viniendo papi. Hazlo más fuerte, no te detengas. —Le pedía llorando entrecortadamente.
—Aquí te va preciosa más fuerte.
—¡Aaaaahhhhh! ¡Aaaaahhhh! ¡Aahhaaa! ¡Ay que rico! ¡Ay papi me voy a venir!
—Ya tengo la verga que me revienta princesa, me voy a correr.
—¡Aaahhh! ¡Mmm! ¡Aaahhh! ¡Aaahhhaa! ¡Aaahhh! ¡Ya me vine papi! —Entre en clímax.
—¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Arrodíllate preciosa, para que le los comas! —Mi papi jadeaba de placer.
Yo me arrodillé y mi padre me disparó un fuerte chorro de semen blanco y caliente que cayó dentro de mi boca, y otro más que salpicó mis pestañas y mejillas. Yo saboreaba el semen delicioso y recogía con mis dedos lo que había caído en mi cara, para chuparme los dedos y mostrarle con mi lengua de fuera que, me había tragado hasta la ultima gota como una perrita obediente. Me levanté y le di un beso de lengüita, él me correspondió apasionadamente tomándome entre sus brazos, para después desatarme y quitarme las pinzas que seguían atormentándome.
Después subimos a bañarnos juntos, nos entregamos caricias y besos mutuos. Nos vestimos con ropa cómoda ya que no teníamos pensado salir. Mientras el sacaba las cervezas del refrigerador y elegia una película en la televisión, yo calenté en el horno de microondas, la comida china que tanto me gusta. Comimos juntos y terminamos de pasar el día como la pareja cariñosa y acaramelada que somos.

 

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