Relatos Eróticos Filial
Eran las tres de la mañana. | Relatos Eróticos de Filial
Publicado por Maduro Salido el 15/09/2007
Eran las tres de la mañana, como en la canción, y yo estaba conectado a internet viendo páginas bastantes subiditas de tono, por no empezar siendo grosero mencionando lo que realmente eran. En cualquier caso, me había excitado y me estaba masturbando en el salón de mi casa, cuando oí la llegada de mi hija y me asaltó, como otras veces, la misma duda: ¿cierro las pantallas o me guardo el miembro? No entiendo mis propias dudas, está claro que lo primero es guardar el miembro y después, con toda tranquilidad, cierras las páginas con el botón derecho y pulsar cerrar grupo. Para ello, aunque es bastante inevitable cuando visitas páginas porno, es mejor tener abiertas un montón y, así, no tienes que cerrarlas de una en una. Como quiera que sea, cuando mi hija llegó al salón yo ya estaba “correctamente” escribiendo el trabajo que nunca acabo pero que siempre abro por si tengo que representar el papel de padre responsable que trabaja hasta altas horas de la mañana, igual que hago ahora mientras escribo este relato. Ni a mi esposa ni a mis hijos se les ocurre preguntar por lo que estoy escribiendo y, mucho menos, interesarse por leer lo que está en la pantalla, afortunadamente. Decía que se acercó mi hija y vi que iba acompañada de una de las amigas que, en ocasiones, trae a dormir a casa. No quiero negar que, a mis cuarenta y seis años, me atraen las amigas de mi hija, y no desde ahora que ya tienen los dieciocho, desde hace unos cuatro años, cuando comprobé que un par de sus amigas tenían una pareja de pechos bastante más generosos que los que yo había podido disfrutar a lo largo de mi vida y, por supuesto, bastante más duros y turgentes que los que me había estado beneficiando en los últimos años. La amiga que acompañaba a mi hija es una chica de casi metro ochenta y no debe pesar ni los cincuenta kilos, rubia de ojos azules y poco pecho. En definitiva; la típica modelo andrógina de moda, aunque últimamente un poco menos de moda, al fin y al cabo la anorexia está mal vista. De hecho, sabía por mi hija que su amiga estaba haciendo sus pinitos en el mundo de la moda como modelo y ya salía anunciando trapos en una revista juvenil y en un catálogo de Zara o Mango, no recuerdo bien, todo ello para gran satisfacción de mi hija y sus amigas, o eso parecía y, lo más sorprendente, sin asomo de envidia. De hecho, creo que consideraban que las características físicas de esa niña le conducían a ese trabajo como algo absolutamente natural. Por otro lado, la niña tenía un carácter francamente adorable y sin ningún atisbo de soberbia. Con todo, no era mi tipo, nunca me había sentido atraído por ella porque, aunque no negaba que era atractiva, la veía como una nena, en definitiva, como me hubiera gustado ver al resto de “amigitas” de mi hija o a las “novietas” de mi hijo, en lugar de haberme masturbado multitud de veces pensando en ellas y a su salud. Después de darme el parte de guerra de la noche de viernes sucintamente subieron a sus habitaciones. Oí como hacían uso del baño y, al rato, todo quedo en silencio. En un par de minutos ya tenía la página de internet donde la había dejado gracias al historial del explorer que, en otras ocasiones, tanto me preocupaba que mis hijos pudieran ver accediendo a mi portátil. Una preocupación muy inferior a la que me asalta por si alguien de mi entorno llega a leer lo que estoy escribiendo. Mientras había reiniciado mi masturbación con todo el énfasis paseando por colegialasputas.com, sin demasiadas colegialas y con muchas putas por cierto, oigo una vocecita que me dice: - Perdón. Levanto la mirada y veo de pie en pijama a la amiga de mi hija a unos cuatro metros de mí y, aunque con un sofá de por medio que me tapaba bastante, con la altura de la niña no tenía ninguna duda de que no sólo había visto mi cara y mis movimientos sino que también tenía que verme el pene dentro de mi mano totalmente excitado. En el tiempo que me la guardaba a toda prisa, unos cuatro segundos calculo, se me quedó morcillona como si la hubiera metido en agua helada. Me recompuse como pude y le contesté. - ¿Si? - Quería tomar un poco de leche y no sé... - Claro ahora voy. Dije balbuceando y apagando el portátil con el botón de encendido y pasando de si cascaba la configuración; como si se quería pegar fuego. Sólo pensaba ¿Qué hago?. Como lo comente con mi hija o, peor aún, con sus amigas. Maldita sea. Me levanté con dirección a la cocina e intentado aparentar la máxima naturalidad le pregunté: - ¿Cómo te gusta le leche? –Y pensé: vaya pregunta imbécil - - Tibia. Abrí la nevera para sacar el brik de leche e iba a preguntarle si quería azúcar y alguna pasta cuando me suelta: - Se estaba usted masturbando. ¿No? Lo dijo con la voz más dulce que he oído en mi vida, lo dijo de tal modo que me dio la impresión de que le parecía lo más normal del mundo, para mí lo era desde luego, pero en ese momento sentía en el estómago un sentimiento de culpa considerable. - Le puedo ayudar, si quiere. - ¿Cómo?. - Que le puedo ayudar a satisfacerse. Si quiere, claro. - ¿Cómo?. -No era capaz de articular mas palabras- - Que si quiere podemos pasar un rato agradable. Por eso le decía lo de la leche tibia. - ¿Pero cómo? -No sabía que decir, estaba alucinando- - ¿Subimos al cuarto de su hijo? Mi hijo estaba fuera desde hacía semanas y la “nena” tenía que dormir allí sola. Me cogió de la mano y como si flotara en el aire subió las escaleras, iba descalza y la seguí como si fuera un ángel que me llevara al paraíso. Ella misma comprobó que las puertas de las habitaciones de mi hija y la mía, con mi mujer dentro, estaban cerradas, cerrando por dentro la habitación de mi hijo: Por un momento me sentí en peligro como si estuviera acorralado y fuera a sufrir daños irreparables, pero al oír de nuevo su voz angelical me sentí nuevamente lleno de paz interior. Empezó diciéndome: - Verá. Si le apetece podemos pasar un rato juntos y, si le apetece, sólo si le apetece, me hace algún regalo. Lo que usted quiera. - ¿Un regalo?. ¿Qué tipo de regalo?. - Lo que usted quiera, aunque lo cierto es que me iría muy bien poder elegir lo que más me guste y, para ello, lo mejor es el dinero. La amiga de dieciocho años que mi hija había traído a dormir a mi casa era un putita colegiala. Joder. Y en ese momento, como si me estuviera leyendo el pensamiento a través de mis ojos de pazguato abiertos como platos y sin pestañear desde hacia rato, como si me reprendiera pero con un tono suave, infantil y pícaro en su voz, me dice: - No soy una putita ¿sabe?. No cobro por sexo, no está obligado a darme absolutamente nada, bueno, si me da un poco de placer mejor, pero si no me da ni eso tampoco pasa nada. Creo, por lo que he visto abajo, que usted está necesitado de un poco de cariño y estoy dispuesto a dárselo y no lo hago a cambio de dinero. Por eso no son un putita. - Vale, yo ... –Soy gilipollas, me ha delatado mi cara- Debió ver que no sabía como reaccionar y tomó la iniciativa absolutamente y lo hizo de tal modo que ni me di cuenta, me parecía que yo estaba controlando lo que hacía, cuando en realidad no había dicho más de once palabras en mis últimas cinco intervenciones. La verdad, no necesitaba hablar y, aunque la situación era de los más excitante, la tenía tan pequeña que me daba vergüenza imaginar que la pudiera ver así. - ¿Qué le apetece hacer? Mientras me desabrochaba la camisa, ni me había dado cuenta de que ya me había quitado una rebeca con cremallera, que estoy seguro que llevaba puesta, empezó a besarme el pezón izquierdo, recuerdo perfectamente que era el izquierdo y que mi polla empezaba a tomar forma para mi tranquilidad, en ese momento reaccioné. - Perdona un momento, voy a asearme un poco, no tardo nada. Ponte cómoda y no te quites el pijama por favor. ¿Te apetece algo? ¿Un vaso de agua o de leche? Lo que sea. Lo dije de un tirón y sin respirar, estaba más nervioso que el día de mi boda o el de mi primera vez. - Nada, sólo que no tarde usted mucho, o se nos va ha hacer muy tarde. Había tomado, por un momento, la iniciativa y ya estaba bloqueado por una duda: ¿se nos iba a hacer muy tarde porque era algo desagradable que se le hacía largo o porque contaba con estar ocupada bastante tiempo y ansiaba empezar?. Mientras lo pensaba, le pedí que abriera la puerta y viera si el pasillo estaba despejado y todo tranquilo. No quería ni pensar lo que podía pasar si me pillaban saliendo de la habitación y, encima, sin haber hecho nada, salí y me fui a mi baño pasando junto a mi esposa comprobando que estaba roque. Me limpie a toda velocidad los dientes y enjuague la boca con elixir, intentando no hacer mucho ruido. Me baje los pantalones y me quité los calzoncillos, me limpie bien los genitales y me subí los pantalones sin calzoncillos. Me apetecía ducharme pero iba a hacer ruido y tardar demasiado. Salí de mi habitación y me dirigí a la de mi hijo que estaba abierta. Cerré tras entrar y vi a la niña acostadita y tapada. Me acosté a su lado, por cierto, que buena idea montar una cama grande a mi hijo. Le pedí: - ¿Te sabría mal hacerme un streaptease?. - Faltaría más. Aunque este pijama no ofrece muchos alicientes. Si lo llego a saber me traigo otras cositas. Que bien habla esta niña, pensé, y que buena está. No comprendía como no me había sentido hechizado por ella como me había ocurrido con las otras amigas tetudas. Se puso de pie y empezó a contonearse y daba gloria verla. Empezó a bajarse el pantalón del pijama y pensé que era un error porque debería haber empezado por la camiseta. Después de ver sus braguitas blancas virginales y comprender que no llevaba sujetador, por los pezones erguidos que se manifestaban bajo la camiseta, estuve de acuerdo con haber empezado por el pantalón. Después de ver sus tetitas todavía me quedaría por descubrir su rajita oculta bajo las braguitas virginales. Después de quitarse el pantalón y menear su culito un par de veces y dejarme admirar unas piernas y unos muslos de película, porque resultó que de anoréxica nada, estaba en la medida perfecta, no le faltaba ni le sobraba un milímetro, empezó a jugar con su camiseta, con un levanto-bajo que me empezaba a poner nervioso. Lo cierto, es que, después de pensar en ello, creo que la escena era la de una profesional de tres pares de narices que actúa como una principiante. Cuando finalmente levantó su camiseta y me dejó ver sus tetitas, comprobé que eran un buen par de tetas. Alucinante. ¿Cómo no me había sentido atraído por esta niña si mi hija siempre me estaba diciendo el éxito que tenía y lo estupenda que estaba? Tal vez por eso mismo. Una vez desnuda se acercó y me besó en la mejilla preguntándome: - ¿Le gusto o lo dejamos?. - Que va, cariño estás estupenda, estaba pensando que no me lo podía imaginar. Creía que estabas muy delgada y ahora compruebo que estás perfecta. - Gracias. Va a disfrutar como nunca, o como hace mucho tiempo. ¿Cuánto tiempo hace que no ha estado con una jovencita como yo? - En la vida he estado con un bombón como tu. - O sea que le apetece un montón. - Ni te lo puedes imaginar cielo. Para entonces ya me había quitado la camisa, mientras me besaba un pezón me acariciaba el otro con la mano izquierda y, con la mano derecha, me desabrochó el vaquero y me acarició el pene que estaba de un tamaño mayor al que normalmente se ponía en las relaciones con mi esposa, salvo en el momento de eyacular. - Es guapa y suave y está muy dura. ¿No usa usted calconzillos?. - No me apetecía llevar los que tenía puestos. Su espontaneidad me dejaba completamente desarmado- - Me he lavado. -Dije torpe e inocentemente – Y arrepintiéndome tan pronto como lo dije, preocupado por lo que podría pensar. Mira que si le da por pensar que le estoy sugiriendo que me la chupe, que por otra parte me apetecía un montón - Yo también. Huela. – poniendo su cuello junto a mi nariz, dejo caer mis pantalones al suelo y pasó sus manos a mi tórax- - Hueles divinamente. ¿Qué colonia es? - Una muy baratita. ¿Le gusta de verdad? Con su altura no le fue difícil ponerse de puntillas y poner su pecho derecho a la altura de mi nariz, y de mi boca por supuesto, mientras decía: - Huela. –en un tono más suave y mucho más sensual – Me puse a besarle la parte baja del pecho y rozar con mi lengua su pezón, subí hasta su cuello y volví a bajar al pecho. Pase de un pecho a otro con besos y roces de lengua sin bocados ni chupones, porque mi mujer siempre me decía que no sabía comerle los pechos y ahí estaba yo arrancando gemidos de placer a ese ángel. De pronto me asaltó una duda. ¿Estaría fingiendo? Y para averiguarlo y porque, además, me apetecía un montón, fui bajando mi mano por su espalda toqueteando su culito respingón y redondito como un melocotón a punto. Mientras gemía en una especie de ronroneo, como si se retuviera para no armar mucho ruido, contorneaba sus caderas y entreabría y cerraba las piernas frotando los muslos. Pasé mi mano desde atrás, con toda la suavidad que pude, hacia delante hasta tocarle el pubis con muy poco pelo. Al hacer intención de bajar un poco más para comprobar si estaba mojada o estaba fingiendo, la niña y a estas alturas ya intuirán que no llegaré a mencionar su nombre, no me atrevo por si alguien la llega a identificar por lo inusual de su nombre y tampoco quiero poner un nombre falso porque sería como faltar a la memoria del mejor momento de mi vida hasta hoy, decía que al notar mi intención dobló sus rodillas lo suficiente para dejar al alcance de mi mano su vulvita. Estaba chorreando. Casi me corro. En ese momento, ella, que hasta entonces había estado acariciando mis pechos, mi nuca, las orejas y poco más, bajo a mis testículos y con la misma suavidad que me acariciaba la nuca, me los empezó a acariciar con algunos toques en la polla con la mano derecha, mientras con la izquierda levantaba mi mentón para besarme en la boca. Primero un beso con roces de labios para seguir mordisqueando mi labio inferior dándole toques muy suaves con su lengua y penetrando mi boca pasmada con su lengua. Acerco sus labios a mi oído y me pregunto: - Le apetece hacerme algo parecido aquí. –Me soltó el miembro y se tocó la vulvita por encima de mi mano que, en ese momento, tenía el dedo medio derecho en su interior. - Claro, ahora mismo. - Espere un poco, siga dándome suavemente con el dedo. Un poco más suave y despacio. – Así lo hice mientras chorreaba hasta llenarme los dedos y la palma de la mano y me besaba como enseñándome lo que le apetecía que le hiciera con mi lengua en su coñito– Al cabo de una ratito dejó de besarme y empecé a bajar con la lengua desde la boca pasando por todo su cuerpo intentando aplicarle lo que me había enseñado. Nos acostábamos en la cama de mi hijo. Al llegar a su vulva noté sus jugos en mis labios y no sabían a rancio como los de las mujeres a las que se lo había comido, sabía a mujer pero estaba muy rico, como dulzón. Empecé a besarlo, y a coger suavemente con mis labios sus labios mayores, que cada vez estaban más mayores. De vez en cuando le daba un toque con mi lengua muy carnosa, metiéndosela cada vez un poco más y retirándola de inmediato, arrancándole gemidos cada vez más fuertes y más soterrados a la vez que abundaba cada vez más su flujo y mi saliva. Se corrió, estoy seguro de que se corrió. Nunca lo había conseguido de ninguna mujer y ella me lo dio, apretó el culo y noté como le palpitaba el sexo mientras me apretada la cabeza entre sus piernas. Le duró casi dos minutos y cuando se relajó empezó a besarme la polla que hasta entonces ni siquiera había rozado; besos, lamidas y chupadas de mis testículos y toda la polla, toda. En menos de cuatro minutos, por más que quise retenerme, me corrí en su boca. Nunca, a lo largo de mi vida, me había corrido de ese modo en la boca de nadie, sólo una vez, mi mujer, en los primeros años de nuestro matrimonio, se tragó parte de una segunda corrida, dos o tres gotitas apenas. Pero la nenita se acababa de meter en la boca la mayor corrida de mi vida, ni de joven, recuerdo haber tenido siete u ocho sacudidas de leche, cinco o seis de ellas de cantidad considerable, porque me escoció al salir por la punta del glande, ya que tengo el agujero bastante reducido. Yo también me tragué lo suyo, si estoy en lo cierto, le llegaron dos orgasmos casi seguidos, uno nada más empezar a chupar a fondo mi polla y otro al recibir mi leche. O era la mejor actriz del mundo y podía controlar las emisiones de flujo de su coñito, o estaba disfrutando de lo lindo. - Límpieme bien por favor. Como yo. – Y se puso a relamerme totalmente hasta no dejar ni un resquicio de mi esperma- Yo hice lo propio y le dejé su coñito, de pelo rubio natural, absolutamente limpio, me tragué todo: saliva y flujos sin dejar nada. Como no dejaba de chuparme con tal suavidad y “cariño”, volví a excitarme, de hecho, creo que apenas se me bajó, un poco tal vez. Me acariciaba el agujero del culo e introducía la yema de uno de sus dedos, apenas nada. No lo comprendía pero me apetecía que me metiera algo más. - ¿Tiene condones? - Me pregunto- - No. Pero ¿Como se te ocurre ahora? - Si me va a penetrar usted sería mejor no jugársela. ¿No cree? - Claro, por supuesto. Pero no tengo. - A mi me apetece un montón que me penetré aunque sea sólo un poquito. Yo estoy sana y creo que usted también, porque sé por su hija que es usted donante de sangre, yo también lo soy y hace poco que he dado y no tengo nada contagioso. ¿Qué hacemos? - A mi me apetece mucho más que a tí y la semana pasada me llegaron los resultados de mi última donación de sangre y estoy perfecto. - Vale, ¿me la mete un poco? pero no se corra dentro por favor. ¿De acuerdo? - Claro cielo. - Que encanto - Y me beso en los labios con un sabor a mi esperma que ya no recordaba- Se puso boca arriba y se la introduje mientras me decía. - Hasta el fondo pero, por favor señor, despacito. No me costó nada meterla entera y empecé a bombear, me hizo reducir el ritmo y al poco empezó a jadear haciéndome aumentar el ritmo de bombeo hasta correrse de nuevo en unos minutos. Yo alucinaba. Cuando ella iba por el tercero de esta serie, le dije que me venía con intención de sacarla y me dijo: - No se pare por favor, no se pare. –Mientras jadeaba excitándome hasta tal punto que me corrí dentro de ella al instante – - La he cagado cariño, la he cagado. - Tranquilo, mañana me tomo la píldora del día siguiente por si acaso y no pasa nada.. Meneó su culito un rato como si se relamiera hasta que mi polla se quedó flácida. Y, como una gatita, se puso en posición del 69 se puso a chuparme la polla morcillona y dolorida, mientras decía. - Venga límpieme, no vayamos a manchar la cama. Y no le dé asco que lo que saldrá de mi es sólo suyo. Estuvimos “limpiándonos” hasta que le salió todo de su interior. Parecía que quería más y le pregunté: - ¿Te apetece seguir un poco más? - A mi si. ¿Y a usted?. Aunque estoy muy bien y muy a gusto si lo quiere dejar no hay problema, estoy encantada. - Que va, sólo necesito un rato, entiende que ... - Por favor, no se excuse usted, ha echado dos sin sacarla. ¿No se dice así? - En mi vida me he encontrado una maravilla como tú. Era maravillosa, no sólo sabía conseguirme el mayor de los placeres, me hacía sentir el macho más macho del planeta con la mujer más hermosa del mundo entero. Para entonces, la anoréxica había pasado a ser Mis Universo. - Espera un rato cariño. ¿Te apetece jugar un rato con unos juguetes que tengo? - Bueno, si a usted le apetece y le ayuda a animarse de nuevo. Me fui en pelota viva a mi cuarto y, con todo el silencio posible, saqué, de un cajón, vaselina y un consolador que mi mujer casi nunca quería usar, al menos conmigo, porque siempre decía “tira esto de una vez”, las pocas veces que la penetraba con él y la ponía cachonda para luego follarla, pero nunca lo tiraba. Tal vez lo usaba en solitario y por eso le apetecía tan poco hacer el amor conmigo. Me lave de nuevo, no sé bien porque, creo que para refrescarme un poco más que por otra cosa y, cuando lo hice, me sentí culpable por el esmero que había puesto la nena para limpiarlo todo perfectamente. Cuando entré de nuevo en el cuarto de mi hijo, cogí una vela de adorno que tenía allí y le puse un poco de vaselina, muy poca porque la nena seguía mojada, y empecé a penetrarla primero con la vela de tamaño algo mayor que un puro y, al poco, con el consolador de considerables proporciones, mientras tanto, la nena ya estaba chupando y sobándome testículos y polla. Sin llegar a estar empalmado iba camino de estarlo, llegué a tamaño de crucero en el mismo momento que, mientras bombeaba intensamente en su coñito con el consolador que mi mujer tanto criticaba, le vino un orgasmo de tal intensidad que los gemidos que dio la nena me dejaron preocupado por si se oían, pero no paré, estaba enfebrecido y en lugar de parar, le empecé a meter mi dedo medio y después la vela en el culito, de repente, la nena paró de mover el culo y de mamármela un momento, hasta que le hube metido unos quince centímetros de la vela. En ese momento empezó a moverse de tal modo que yo sólo sujetaba en su interior la vela y el consolador, en poco tiempo se corrió de nuevo y estoy seguro de que se despertó mi hija, aunque supongo que pensó que su amiga tenía un sueño y hablaba dormida. En cualquier caso, yo imaginaba posibilidades que no interrumpieran la realización del sueño de mi vida que se estaba haciendo realidad. Habíamos empezado a eso de las tres y media y eran poco mas de las cuatro y media, en poco más de una hora había conseguido un placer más intenso que en todo lo que llevábamos del nuevo milenio. Mi polla se había bajado un poco, si bien se había empinado, no podía aguantar la excitación de forma permanente. Estaba bastante gorda pero no estaba muy dura. Yo creo que el volumen era más fruto de la inflamación que de la erección. En cualquier caso, la nena supo hacerme sentir como un machote. - ¿Paramos un poquito por favor? Me tiene destrozadita, ya no sé cuantas veces me he corrido. Me escuece un poco. Le parece si hablamos un rato. - Claro, dime tú, porque yo no sé de que hablar contigo. - De mis planes, de por qué estoy haciendo esto. Verá, mis padres no apoyan que quiera estudiar lo necesario para montar una agencia de modelos. No creen que, con la competencia que hay, se pueda levantar una agencia seria y rentable y piensan que tras las fachadas de las agencias de modelos actuales se esconden organizaciones de prostitución de lujo. - ¿Pero tú que quieres montar, una agencia de modelos o de acompañantes?. - De momento modelos y, si no funciona, pues lo que sea. En cualquier caso, lo quiero montar sin formar parte directamente de ello. Quiero decir que si me va bien como modelo me dedicaré a ganar dinero y, sólo si hace falta, como acompañante hasta que pueda conseguir el dinero suficiente para montar mi agencia. Como no tengo claro si llegará a ser de modelos o de acompañantes, creo que debo conocer ambos mundos. Por ello hago lo que he hecho, o mejor dicho, lo que estoy haciendo, ¿no?, y así espero ir ahorrando para cuando ya no pueda trabajar de modelo o de acompañante. Estará usted de acuerdo en que esta actividad sólo se debe llevar a cabo por un período corto de tiempo. De forma indefinida no es vida y te puede machacar mucho el coco. Para que se haga una idea, he pensado meter el treinta por cierto de lo que gane en un fondo de pensiones porque me han dicho que no se puede sacar hasta la edad de jubilación y así no me lo gasto todo. Y si gano mucho, meteré un porcentaje mayor. Me quede alucinando, la nena, de la edad de mi hija, no sólo era Mis Universo, también era la niña más lista del mundo. Era más madura que las niñas de su edad, tanto que asustaba un poco. - Yo que tú estudiaría económicas o empresariales. Parece que se te pueden dar bien los negocios. - Yo también lo creo. - ¿De cuanto debería ser mi regalo? - No me pida eso, sería como poner precio y eso me convertiría en una putita. - No quería ofenderte, perdona. - Que va, lo cierto es que para mí es la primera vez, no me refiero a mis novios y amigos, ya habrá visto que tengo algo de experiencia, pero nunca con alguien de su edad ni en este plan, y me ha encantado. Aunque llevo tiempo pensándolo nunca se me había presentado una ocasión como la de esta noche al pillarle haciéndose un paja. Ha sido una suerte para los dos ¿No?. - No te quepa duda. – Dije, mientras dudaba de ser el primero y deseando serlo- - He pensado que si la cantidad es lo suficientemente estimulante podríamos volver a vernos cuando usted quiera. Digamos que esta noche es una muestra gratis y si usted demuestra el interés que a mi me gustaría podemos seguir viéndonos. Mi única preocupación a partir de ese momento, como buen tacaño, era, ¿Cuanto? - ¿No me podrías dar una pista?, lo cierto es que no hago uso de profesionales y por lo tanto no tengo ni idea de lo que puede servir de referencia, aunque claro está, que no es lo mismo ni sería lo más adecuado compararlo con un caso como el tuyo, podría servir de idea. ¿No? -Pensaba que estaba metiendo la pata y que estaría mejor calladito, pero no podía sacarme de la cabeza una pregunta ¿Cuánto?- - Por favor no siga insistiendo, yo tampoco tengo ni idea, pero en ocasiones he visto páginas de internet en las que se ofrecen los servicios de chicas de lujo mayores que yo y tal vez eso podría servirle de referencia pero sólo de referencia porque como ya le he dicho, no necesita usted hacer ningún sacrificio por mi futuro. Si que debería hacerlo si quería volver a disfrutar de ella. Lo cierto, es que cuando leo lo que acabo de escribir, me parece como si la nena me estuviera haciendo una llave de judo, pero en ese momento su voz bajita, porque hablábamos susurrando, y tan dulce que podía haberme dicho: - Dame un montón de pasta si quieres volver a follarme viejo de mierda. Y me hubiera seguido sonando a gloria. En las webs de putas de lujo los precios estaban entre 400 y 1000 euros por hora y ninguna de ellas era una nena Mis Universo como la que yo tenía en ese momento en la cama acariciando suavemente la polla. - No tengo mucho dinero ahora mismo en casa. - Que va, por favor, ¿Cómo quiere que le coja dinero? Le apunto el número de mi cuenta corriente y con toda tranquilidad. Sólo faltaría, si ha sido un cielo. Me da su número de móvil y el horario más adecuado para llamarle. - Se me ocurre que te podría hacer un ingreso y me das un toque a ver que te parece. - No cuente con ello, si le llamo será para confirmarle que ha sido un encanto y que, por ello, estaría encantada de volver a repetir una jornada como la de hoy, pero en un lugar más tranquilo y sin prisas. Un hotel chulo o algo así. ¿Le apetecerá vedad? - No hago más que pensar en ello créeme. - Pues no debería, todavía no hemos terminado. ¿No? Y se puso a chuparme de nuevo la polla y ponerme su coñito en la boca, unos minutos de conversación y ya estaba en forma, bendita juventud. Pero debe ser verdad que la juventud se pega porque se me puso tiesa como nunca y ella me lo confrimó. - Le hacía a usted falta una noche como esta. La tiene más dura y más gorda que cuando hemos empezado. Al rato, yo no me había dado cuenta de que la hubiera cogido, empezó a introducir la vela en mi ano, provocándome un dolor muy soportable, creía que iba a estallar de nuevo en su boca. ¿Cómo podía saber tanto esa chiquilla?. Me asaltó por un momento la preocupación de que era amiga, muy amiga, de mi hija. ¿A ver si mi hija...?. Con un empujón dentro de mi recto con la vela me olvide de mi hija y, sorprendentemente empezó a gustarme mucho. Me esforzaba en retrasar mi eyaculación porque sabía que con ello se darían por terminadas mis posibilidades de seguir gozando hasta haber dormido unas horas, si es que podía conciliar el sueño. Empecé a chupar a lo bestia su coñito, que era bastante pequeñito aparentemente, porque le entraba el consolador con suma facilidad y yo bombeada y chupaba sin parar, mientras ella me chupaba y bombeada sin parar. Durante unos veinte minutos estuvimos sin parar y ella se corrió un par de veces o tres, ya perdí la cuenta, y yo, como ya en otras ocasiones me había pasado al repetir, de tanto retener la eyaculación se me hacía imposible mantener la erección. Cuando la niña lo notó me preguntó. - ¿Qué le pasa, no le gusta?. - Claro que me gusta pero a mi edad resulta más difícil mantenerla dura. Oye una cosa, ¿No me podrías hablar de tí? A estas alturas me cuesta un poco entender tu trato como una muestra de respeto, parece más bien de distanciamiento. Cambiando de posición y pasando de mamármela a pajearme intensamente con la mano derecha, mientras con la izquierda no dejaba de bombearme la vela en el recto. Alargó su cuello y acercó su boca a mi oído derecho preguntándome, muuuuy lentamente, como en un susurro y con la voz más preciosa, sensual, cariñosa y dulce que he oído en mi vida: - ¿De verdad quieres que te hable de tu como hace tu hija? Y no sé que me pasó pero solté cuatro sacudidas de leche sobre la almohada de mi hijo. - La hemos fastidiado. La lavaré en mi casa, diré que la he manchado con el maquillaje. –Dijo al tiempo que quitaba la funda de la almohada y sin dejar de chuparme la polla hasta dejármela bien limpita – Tardamos un poco en recobrar el aliento. Cuando ya estábamos serenados. Me pregunto: - ¿Estás bien?. Quieres seguir un poquito más. A mi me duele bastante pero estoy muy a gusto. ¿Y tu? - No había disfrutado tanto en toda mi vida. Gracias. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Creo que nos podríamos dormir. Son las casi las cinco y media y tendremos que descansar un rato. ¿No? Ojalá pudiera pasar la noche contigo. - Abrázame un rato ¿Vale?. Tapaditos. La abracé y pensé estar unos minutos, pocos, porque no me quería imaginar lo que pasaría si nos quedábamos dormidos. - Si quieres dormir una horita te despierto. Tranquilo. - Vale, media horita. –dije- Pero no me dormí porque no me fiaba de que se mantuviera despierta. A la media hora me dijo: - Mi amor, ya ha pasado media hora. ¿Quieres otra media? Alucine y le dije. - No gracias cielo, pero todo ha ido maravillosamente y no querría fastidiarla. Me voy a mi cama. Gracias. Muchas Gracias. Nos volveremos a ver, te lo garantizo. - Vale, eres un encanto. Coloqué la vela en su sitio y me fui a mi habitación, después de lavarme un poco, lave el consolador y lo puse en el cajón. La tenía absolutamente escocida. Me acosté. Sorprendentemente me dormí al poco tiempo, y al poco me volví a despertar sobresaltado al comprobar que me la estaban mamando. Era la nena en mi cuarto con mi mujer roncando y ella, arrodillada en la alfombra, no paraba de chupar. Se acercó a mi oreja y me susurró : - Cuando te ibas de mi cuarto, estabas un poquito empalmado y me he propuesto dejarte sin leche por un tiempo. Además no me has dado tu número de móvil. Me asusté, eso no era normal, pero me levanté sigilosamente y volví a la habitación de mi hijo. Casi una hora después, y después de otra corrida y no sé cuantos orgasmos de ella, y con lo huevos colgando como nunca, absolutamente vacíos, volví a mi cama pero no me pude dormir, estaba pendiente de la puerta, absolutamente acojonado. Siempre duermo en bolas de cintura para abajo, tanto en verano como en invierno, esa noche me puse calzoncillos y pantalón de pijama. Prefería sudar y sudé, vaya si sudé., pensando en si volvía, no me atreví a cerrar la puerta de mi habitación, aunque pensé en ello, hubiera sido como una ofensa para ella. No volvió. Me dormí muy tarde, bueno muy temprano, ya hacía rato que había amanecido y cuando me levanté, hacia el medio día, ya se había ido de casa, como solía hacer siempre. Lo preferí, no sé si habría podido aguantarme sereno al verla. El lunes siguiente fui al banco y realice una transferencia de 1500 euros, con un desfalco en caja de 1000. Siguen buscando el descuadre. Al mes, le metí otros 1500 euros. Ya hace dos meses y aún estoy esperando su llamada, con una mezcla de deseo y miedo. Estoy pensando en ingresarle un par de miles de euros más. No ha vuelvo a dormir en casa. Cuando mi hija habla de ella, porque está empezando a desfilar, pregunto más de lo normal y creo que se está mosqueando. Cuando sale de marcha, me quedo esperando hasta que vuelve, sea la hora que sea y me mato a pajas recordando la mejor noche de mi vida. O acaso ¿Todo fue un sueño de una noche de invierno?