Relatos Eróticos Sexo con maduras
Una abuela mamadora
Publicado por Anónimo el 30/11/-0001
Ayer fui a visitar a Víctor, un amigo de ase años, cuando llegue a su casa, sus padres me dijeron que había ido a visitar a su abuela Paula, que si quería ubicarlo, tendría que llegarme hasta allí, yo agarre mi bicicleta y partí raudamente.
Cuando llegue al domicilio de doña Paula, me invito a pasar a su casa, pero mi amigo tampoco estaba allí, yo ya estaba un poco cansado de buscarlo en un día tan caluroso, así que la dueña de casa preparo un refresco, mientras me contaba que vivía sola y que se dedicaba a la costura, a la confección de ropa, cuando trajo el refresco, pude notar que para los 60 años que tenia estaba muy bien conservada, ella noto mi observación y me comento que todos los días salía por las mañanas a correr por el barrio, sin darme cuenta el tiempo se había pasado bastante, ya eran las cuatro de la tarde, cuando ya me iva a retirar, doña Paula me pidió que le diera mi opinión sobre una blusa y falda que había confeccionado para una clienta, yo le dije que podía quedarme unos minutos mas, así que ella se retiro, para cambiarse de ropa y así poder dar una buena observación, a los diez minutos regreso, pude ver que la blusa era muy escotada, se le veían los senos a la costurera, la falda tenia una abertura importante, ella desfilo ante mi como si fuera una modelo, cuando hizo un giro la abertura se abrió mas de la cuenta y pude ver en una fracción de segundos que su bombacha era de color rosado, a partir de ese momento empecé a sentir como mi cuerpo de 18 años entraba en calor acelerado, el corazón latía con fuerza, y mi pene se levantaba como un corcel hambriento, en un minuto había humedecido mi pantalón a la altura del cierre, ante semejante bochorno decidí acomodarme en la silla, tapándome con ambas manos esa zona, doña Paula se dio cuenta que yo ocultaba algo, así que se acerco y me tomo las manos y me dijo “veo que estas muy caliente, pero eso tiene solución” su mano derecha de inmediato bajo mi cierre de pantalón y metió sus dedos entre mis piernas y no paro hasta capturar mi miembro, lo saco hacia fuera y lo empezó a mamar con frenesí incontenible, ante toda esta situación procedí a tirarla al suelo, entre medio de las costuras y maquinas, de un manotazo le saque la bombacha, ella termino por desnudarse por completo, ya en ese momento, mi tronco estaba hecho una piedra, le pedí que abriera bien las piernas, su concha era hermosa, bien peluda, primero le metí parte de mi pija ya que no quería lastimarla, pero al rato note que ella estaba muy excitada y se la metí hasta el fondo, ella lanzo un quejido suave, pidiéndome que la montara con furia y así lo hice, luego se levanto y se fue al baño, de allí trajo una jalea especial y me explico que eso era para que mi pija entrara con mas facilidad en su culo, doña Paula se puso de cuatro pies y yo le unte la jalea en el ano y luego la penetre analmente sin compasión, ella me pidió entre medios de gritos de placer que la tratara como si fuera una prostituta, es decir que la manoseara todo el cuerpo, y además me exigía con suspiros de gozo, que mi tronco se moviera en su culo como si fuera un caballo indomable, ante estas opiniones decidí no defraudar a la abuela de mi amigo, esa tarde de verano doña Paula iva a quedar con el ano ardiendo, llego un momento en que sentí que mi leche ya estaba en camino, así que abruptamente saque mi pene y eyacule en la espalda de doña Paula, esta quedo bañada en semen, yo me recosté para descansar mientras ella le daba la ultima mamada a mi pija, los dos quedamos tan fatigados, que ella decidió cocinar unos tallarines para así festejar nuestro encuentro sexual.
Después de cenar con un buen vino blanco, me despedí de doña Paula, ella me pidió que de ves en cuenda fuera a visitarla, ya que se sentía muy sola, yo como buen amigo de su nieto le prometí que todos los fines de semana la vendría a ver, para así seguir dando rienda suelta a nuestras pasiones carnales.