Relatos Eróticos Sexo con maduras
Del sexo una realidad
Publicado por Anónimo el 30/11/-0001
Siempre me han llamado la atención las mujeres mayores que yo, me encantan , y si están un poco pasaditas en kilos, mucho mejor.
Una vez en internet, conocí una mujer separada, de 45 años , y como me gustan a mi.
Luego de muchos correos, empezamos hacer amigos, y refugiados en la intimidad que nos entrega internet, comenzamos a contarnos nuestras intimidades, hasta el punto que le comenté mi fantasía de estar con una mujer como ella. Ella también me comentó que hacía años que no tenía relaciones, y que la idea de estar con un joven de 28 años, la verdad la hacía excitarse un poco, pero que era muy desconfiada, como para conocerme en persona.
La verdad me costó un poco converserla que yo era un hombre sano, sin malas intenciones, es decir , hacerle daño o algo por el estilo. Al fin luego de una conversación muy erótica que sostuvimos a través del chat, ella me dijo que se moría de ganas por que todas las cosas que hablamos se hicieran realidad, y que se arriesgaría conmigo, pero que por favor no le fallara.
Al fin estaba a punto de concretarse mi fantasía. Quedamos de acuerdo de que yo, pasaría a buscarla al otro día, a las 9 de la noche en una esquina poco concurrida, ya que sus hijos, que eran casi de mi edad, andaban en vehículo en la noche y no quería que nadie se enterara de la locura que ella iba hacer.
Al otro día, puntual, me encontré dando vueltas a la manzana, a la espera de que ella apareciera. A la tercera vuelta, suena mi celular y ella me dice que me ha visto pasar 2 veces, pero que no se ha atrevido. Nuevamente la convenzo, de que nos juntemos, nos conozcamos, y que si no existe química por parte de ella, no existiría ningún problema, solo platicaríamos el tiempo que ella quisiera y punto. Yo en ningún caso me enojaría o la trataría mal etc. Ella accedió.
Comencé a da mi tercera vuelta y al doblar la esquina, puedo ver como una mujer, vestida con un abrigo negro, con cartera, esperaba en la próxima esquina. Me detengo a su lado, y ella sonriendo, entra a mi vehículo.
Comienzo a conducir a las afueras de la ciudad, donde se encuentran los moteles mas discretos. Ella un poco avergonzada de los que estaba haciendo, se reía a cada momento, con una risa nerviosa.
- No puedo creer que esté haciendo esto
- Ja ja , y por que no’
- Eres muy jovencito para mi
- Bueno, ni tanto tampoco
- Y dime ...... ¿ muy decepcionado?
- No, para nada, al contrario
- Verdad
- Si...... ¿ y tu?
- Bastante sorprendida. Eres muy buen mozo, como para andar buscando mujeres como yo
- Gracias
Llegamos a uno que yo conocía , que era muy bueno.
- Que dices, ya estamos aca ... entramos
- Ahiiii no, se , me da un poco de plancha
- Vamos, ya te dije que aquí nadie va a obligar a nadie
- Bueno, pero entra rápido, que viene un auto
Entramos a las cabañas. Estacioné mi auto, cerrando las cortinas para que nadie viera las patentes. Entramos a la habitación. Ella me confesó que nunca había estado en uno. Suena el citófono. Solicito 2 pisco souer, Al poco rato se escucha como me dejan los tragos en una ventanilla. Cancelo la habitación y le entrego uno de los vasos a ella.
Brindamos por nuestro encuentro.
Le digo que se saque el abrigo, para que esté mas cómoda. Miriam, como asi se llama nuestra protagonista, era una mujer baja, un poco gordita, de tez blanca y pelo corto, negro. Vestía una falda verde, con una chaleco. Pude apreciar cuando dejó el abrigo en un sillón de la habitación el exagerado volumen de su trasero, sin embargo, por lo que podía ver a través del chaleco, sus pechos eran pequeños.
Comenzamos a beber y a conversar de distintas cosas. Ya luego de media hora de conversación, ( yo ya había solicitado otra ronda , de tragos), el instinto me estaba presionando para hacer mi primera movida. Trato de besarla, pero ella suavemente, me corre la cara , permitiéndome besarla solo en la mejilla.
Ella me mira y se rie . Me dice que está muy nerviosa. Yo le repito, que no la obligaría a nada, y que si ella no quería, no habría problema, que en ningún caso , me enojaría.
Pasan unos quince minutos mas y nuevamente me acercó a ella y trato de besarla. Esta vez, ella se queda inmóvil , sin moverse, pero sin contestarme el beso, permite que mis labios rocen los de ella.
Ya llevábamos casi una hora de pura conversación. El segundo trago ya se había terminado, y monetariamente no me encontraba en condiciones de solicitar otro, ya que el valor era excesivamente caro.
Esta vez fue ella la que me dijo que solicitara dos tragos mas, y que ella los cancelaría.
Comenzamos a beber nuestro tercer trago. A ella le dio un poco de calor y me pregunto si podía sacarse el chaleco. Estas en tu casa le contesté. Ella dejó su vaso en el velador, y yo, haciendo lo mismo, esperé que terminara de sacarse el chaleco y lancé mi tercer intento.
Esta vez tuve mejor suerte. Ella suavemente comienza a besarme. Era un beso suave, pero muy rico. Realmente sabía besar muy bien. Me acerco un poco mas a ella para abrazarla. Ella hace lo mismo.
Al poco rato nos encontrábamos los dos tendidos en la cama, besándonos uno al lado del otro. Lentamente comencé a bajar mi mano, hasta colocarla en su pierna. Ella al sentir mi mano, comenzó a besarme un poco mas fuerte. Esa fue mi señal que ya podía aventurarme un poco mas. Comencé a besarle el cuello, sus orejas, mientras mi manos acariciaba suavemente su generoso trasero
Comenzamos a desnudarnos mutuamente. Poco a poco fue liberando toda su sensualidad. Yo quedé completamente desnudo y ella se montó sobre mi. Comenzó a besar mi cuello, luego mi pecho, bajó a mis estomago, y luego frotó sus mejillas contra mi vello púbico. Mi erección era tremenda, sin embargo todas sus caricias se centraban alrededor de mi verga, sin tocármela. Esa sensación hacía que me excitara mas aun. Varios minutos duró esa tortura, yo le pedía que por favor me la besara, mas ella , sintiéndose dueña de la situación solo me la rozaba con sus mejilla.
Con su mano comenzó a masturbarme suavemente, sin perder de vista el tremendo bulto que tenía en sus manos, mordiendo su labio inferior. La escena y sus caricias ya me tenían loco. Luego dándome un suave beso en la punta de mi pene y luego, con la misma suavidad que la caracterizaba, comenzó a meterlo por completo dentro de su boca. El placer se apoderó de mi. Nunca ninguna mujer había dedicado tanto tiempo a satisfacerme, haciéndome una sesión tan buena de sexo oral.
Yo ya sabía mas o menos lo que a ella le gustaba, después de nuestras conversaciones eróticas a través de chat.
La separé de mi verga, y acostándola en la cama, con sus pierna abiertas, me sumergí en su vagina a entregarle placer igual como ella me lo había entregado. Ella gemía de placer, acariciando mis cabello y diciéndome lo mucho que le calentaba sentir mi lengua dentro de sus sexo.
Me monte sobre ella y comencé a penetrarla suavemente, como a ella le gustaba, mientras besaba sus pequeños pechos, y mis manos se hacian cargo de su gran trasero, que aun siendo de tal tamaño, aun se mantenía duro.
Fue este objeto el que me hizo ponerla en cuatro patitas, para poder penetrarla mientras obtenía un mejor ubicación para poder ver y acariciar el mas enorme poto que había tenido alguna vez en mis manos. Era fantástico, ver como sus tremendas nalgas, chocaban contra mi cuerpo, en cada embestida que yo le propinaba a mi exquisita madura.
Mis manos recorrian por completo su culo, haciendo suaves cariños a la entrada no siempre permitida. Ella me dijo, entre gemidos, que por ningún motivo quería ser penetrada por ahí, mas las caricias a la entrada de el fascinaba.
Yo estaba embelesado con su culo, y ya no me bastaba con acariciarlo, quería besarlo y chuparlo, por lo que empujándola un poco hacia delante, quedando de guata sobre la cama, comencé a besárselo y a recorrerlo por completo con mis labios, haciendo ahora el cariño donde a ella le gustaba, pero esta vez con mi lengua. Ella casi alcanzaba el éxtasis, y tal cual como hablamos en internet, completaría su fantasía.
Fui yo el que ahora se coloco de espalda. Ella subiéndose sobre mi, pero con dirección hacia mis pies, me comenzó a dar una mamada espectacular, mientras su sexo quedaba apoyado contra mi boca.
Un gran quejido y un aumento en la succión de su boca, me dio la señal que ella estaba por acabar. Aumentando la intensidad de mis chupadas, comencé a sentir un chorro de jugos sobre mi boca que en la calentura que estabamos viviendo, no desaproveché y bebí hasta que dejaron de salir. Esto para mi también fue lo máximo y sin darle aviso comencé a botar todo el semen que ella me había echo acumular, vaciándolo en su boca, la que sin hacerle asco, comenzó a tragar, mientras nuestros brazos apretaban fuertemente el cuerpo del otro.