Relatos Eróticos Primera Vez

Dejo de ser virgen

Publicado por Anónimo el 30/11/-0001

Este relato sucedió hace pocos meses en Huelva, un sábado que salí de juerga por mi ciudad conocí a una chica, se llamaba Ana, era joven, veinte años, morena, guapa, alta, delgada, de piel un poco oscura, tetas duras y grandes, un culo redondito, o sea que estaba bastante bien, ella era modelo. Cuando fueron las cuatro de la madrugada, ella se fue, no sin antes darme el número de teléfono suyo para que la llamase.
Al día siguiente, contacté con ella, y quedamos para ir al cine, así estuvimos unas días, hasta que uno me dijo que ella era virgen aun, que le daba mucha vergüenza, y que por eso me lo contaba por si la quería dejar, yo le dije que eso no era nada malo, y que alguna vez sería la primera, de esta forma tuvimos nuestra primera relación sexual, en la que Ana me dijo que lo máximo que había echo era una pajilla a un amigo con la mano.
Al domingo siguiente, salimos de nuevo a ver una película al cine La Dehesa, dentro hubo algunos besos, acompañados de toqueteos por mi parte de sus pechos. Al salir ya era de noche, inmediatamente me di cuenta de que ella estaba un poco contenta ese día, su cara la delataba, nos fuimos al parque de Zafra que está próximo y nos sentamos en un banco retirado de las pocas personas que aun había en él. Allí estuvimos hablando, estuvimos un rato, hasta que comenzamos a besarnos, Ana estaba muy lanzada, parecía deseosa de lograr avanzar en su experiencia sexual, pronto empezó a besarme el cuello, luego deslizó su mano hasta mi pantalón agarrándome mi pene. Segundos después me bajó la cremallera, a continuación en botón del pantalón, y luego me descendió un poco el slip, lo siguiente fue tomar en su mano mi pene, lo miró con asombro, como algo novedoso, ya que había visto una verga solo en su vida antes.
Pasada la sorpresa inicial, empezó a acariciarlo con la mano, para minutos después comenzar a pajearme lentamente, yo la observaba mientras me masturbaba, miraba sus dos grandes tetas, hasta que no pude aguantarme más, miré alrededor del parque, estaba casi desierto, y entonces le abrí la blusa, pude ver su sujetador azul, el cual le levanté a los pocos segundos, pude ver ante mí sus dos pechos sobresaliendo entre la abertura de la camisa, no tardé mucho en acariciárselos, y después en chupárselos. Acariciaba sus tetas mientras que ella me pajeaba, gemía de excitación con el sobeo de los pechos.
Minutos después, bajé mi mano hacia su pantalón, le desabroché este y metí mi mano por dentro de sus braguitas azules hasta llegar a su coño, se depilaba, tenía escasos pelos, acaricié un poco su rajita y ella empezó a gemir más fuerte, después le metí un dedo en su coñito y comencé a masturbarla, ella estaba ya a punto de correrse, cosa que hizo poco tiempo después, noté sus jugos en mi mano. Seguidamente le dije que me masturbase, que si quería que me hiciera una mamada, pero ella dijo que no con la cabeza mientras sonreía, a la vez que empezó a acelerar con la mano, hasta que minutos después me corrí, cayendo mi semen sobre su mano. Nos limpiamos con unos pañuelos y nos dirigimos hasta su casa, donde la dejé, y después me fui a la mía.
El sábado siguiente, nos encontrábamos en una fiesta con unos amigos en casa de uno de ellos, estuvimos bebiendo y todo eso, en un momento de la noche, Ana me dijo que tenía una deuda pendiente conmigo, darme una mamada, me quedé sorprendido por su comentario, a continuación me dijo que después de la fiesta lo intentaría.
Cuando la fiesta terminó a altas horas de la noche, la acompañé a su casa en coche, aunque a mitad de camino me desvié y nos paramos en un descampado. Inmediatamente me preguntó por lo qué quería hacer, le respondí que me debía algo, y ella con cara de preocupación me advirtió de que no sabía hacerlo, yo le dije que yo la guiaba. Segundos después, me bajó el pantalón, me quitó mi ropa interior, se agachó desde su asiento del copiloto y procedió a mamarme mi polla, tomaba mi verga, la ponía en su lengua, entraba y salía de su boca, la mordía dulcemente con sus dientes, la chupaba. Minutos después, me dijo que si me gustaba como iba, le respondí que sí, pero que empezara un poco más rápido, ella continuó al mismo ritmo, le volví a decir que un poco más rápido, y Ana seguía igual, hasta que al rato me dijo que no sabía. La calmé, y le comenté que la iba a guiar yo ahora, ella me respondió que de acuerdo, así que ella continuó mamando lentamente mi polla, hasta que la agarré por la parte trasera de la cabeza y le introduje todo mi miembro hasta la garganta, le cogió de improvisto, y se quedó casi sin aire, saqué mi polla, y se la volví a meter, esta vez aguantó mejor, así varias veces, hasta que en una de ella, la metí más de la cuenta y le empezaron a dar arcadas, tenía los ojos desencajados cada vez que metía mi miembro, aunque se le veía que estaba disfrutando.
Momentos después, noté que iba a correrme, le quité la polla de la boca ya que era su primera vez, e inmediatamente ella me preguntó por lo que hacia, le dije que me iba a ir, ella respondió que por qué la sacaba, otra vez le dije que me iba a correr, Ana replicó que para eso estaba su boca. Segundos después, agarró mi verga entre sus manos, la apretó y se la metió nuevamente en la boca, la mamó enérgicamente esta vez, hasta que derramé mi leche dentro, se la tragó toda, a continuación me limpió la polla con la lengua, y momentos después la dejé en su casa.
Al día siguiente, me fui a comer a su casa, pues estaba sola, almorzamos, y después le dije de ir a dormir la siesta, Ana respondió que sí, nos fuimos al cuarto y nada más llegar comencé a desnudarla, hasta que quedó sin ropa, nunca antes la había visto completamente desnuda, era espectacular, se tumbó en la cama y empecé a besarla, a abrazarla, besaba sus pezones, los lamía, hasta que llegué a su coñito, solo tenía un triangulo encima de su clítoris, estaba mojada, su corazón latía aceleradamente, acaricié sus ingles, y después le abrí con mis dedos sus labios, luego comencé a lamerle la raja, ella no tardó mucho en empezar a gemir, momentos después le iba a meter un dedo en su vagina cuando tuvo su primer orgasmo en mi boca, saboreé este durante un rato, y después la volví a besar en la boca, intentando calmarla.
Minutos más tarde, me pidió por favor que le metiera mi polla, que la hiciera mujer, que no la torturase más, sin más demora, ella se puso debajo, yo arriba, la postura más clásica y universal, cara a cara, agarré mi verga y se la introduje poco a poco, era muy placentero penetrar el coñito virgen, mi miembro haciéndose camino entre su himen, desvirgando su vagina, ella gritando de placer, la sentía haciéndose mujer bajo mi cuerpo, minutos después llegué al tope, permanecí quieto un tiempo, para que se acostumbrara, hasta que pasado un rato empecé a bombearla muy lentamente, ella agarraba mis glúteos, me lo masajeaba, yo le frotaba su clítoris con mi dedo, sentía mi polla aprisionada entre su cerrada vagina, con cierta dificultad en la penetración, así estuvimos un rato.
Pasado un tiempo, la libré de mi cuerpo, ella permaneció boca arriba, le levanté una de sus piernas, la sostenía arrodillado a las puerta de su coño, hasta que lentamente la volví a penetrar, tomé el control de la penetración, con diferentes ritmos, la postura me permitía variar el sentido de la penetración y la apertura de sus piernas, su rostro reflejaba ansiedad, excitación, placer, lujuria, hasta que ella nuevamente llegó al orgasmo, noté su entrada de la vagina palpitar, apresando mi polla, yo estaba cerca de correrme también, pero paré para después continuar, mantuve un tiempo mi verga dentro de ella, hasta que se el pasó el subidón del orgasmo.
Pasados unos minutos, mi nivel de excitación había bajado bastante, el de Ana subía por momentos, nos besamos nuevamente, para después recostarme sobre la almohada, estaba sentado con las piernas flexionadas y un poco abiertas, la llamé a ella, y la senté encima de mí, después con la ayuda de mi mano acomodé mi polla en la entrada de su vagina, y se le clavó entera, ella dio un suspiro, a continuación le dije que era su turno, que tenía que follarme, y Ana empezó a cabalgar torpemente, pero gustosamente a la vez, yo acariciaba su clítoris al tiempo que la sostenía de la cintura un poco para guiarla, así permanecimos unos minutos.
Transcurrido un tiempo, cambiamos otra vez de postura, la coloqué a cuatro patas, y yo me puse detrás, le introduje mi verga en su enrojecido y húmedo coño y empecé a follármela, le tocaba su clítoris, incluso varias veces pasé un dedo por su ano, Ana con una mano tomó mis testículos. Estaba siendo espectacular, mi pene quedaba atrapado entre sus glúteos, la penetraba velozmente, ella me gritaba que se la metiera más duramente, yo la taladraba a todo trapo, ella gemía sonoramente, hasta que me dijo que se iba a venir, aceleré más, dándole más fuerte, de repente sentí un nuevo orgasmo de ella, salía fluido de su vagina, bañó mi pene, al sentir eso, no tardé mucho en correrme, inundé su vagina de mi semen, hasta que se desbordó cayendo por sus piernas.
Nos quedamos abrazados, nos besamos, durante un tiempo, hasta que pasado un rato me dijo que debía de haber empezado antes a tener sexo, que tenía que recuperar el tiempo perdido.