Relatos Eróticos Orgias
Las cosas cambian
Publicado por Anónimo el 30/11/-0001
Era una una noche de Agosto y hacía un calor insoportable. Esa noche iban a venir a cenar a casa mi amiga Mercedes y su marido. Ya había terminado de cocinar y me había duchado, y mientras mi marido preparaba la mesa me estaba vistiendo. Cuando estaba sólo con mi tanga entró mi marido y me dio un fuerte beso mientras con sus manos empezaba a sobarme las tetas. Yo le dije que estuviera quieto que faltaba poco para que llegaran.
Efectivamente a los 5 minutos llamaron a la puerta y yo aún no había acabado de vestirme. Así que cogí rápidamente un vestido rojo muy corto y escotado y salimos a recibirlos.
Fue una sorpresa porque mi amiga debe tener unos 40 años como yo, y su marido era mucho más joven, guapo y fuerte. Me dio mucha envidia porque aunque mi marido no está nada mal, la verdad es que ese hombre era mucho más atractivo.
La cena estaba siendo muy divertida y quizá bebí más de la cuenta porque estaba muy animada y mi marido parecía preocupado y me miraba extrañado. Jorge, que es el nombre del marido de Mercedes, contaba historias muy divertidas y cuando las contaba me tocaba la mano a veces y otras me tocaba la pierna. Yo no le daba importancia pero seguro que a mi marido y a Mercedes no les hacía gracia.
- Voy a la cocina a traer otra botella de vino- dije.
- Espera que te ayudo- dijo Jorge al poco rato.
Yo estaba de puntillas intentando coger una botella, pero estaba en un estante muy alto y no llegaba. Mi sorpresa fue mayúscula cuando llegó Jorge y se puso detrás mío, empujándome y cogiendo la botella mientras con el otro brazo rodeaba mi cintura. Era una situación muy embarazosa e intentaba escapar pero él me cogía con fuerza. Entonces dejó la botella sobre una mesa que había al lado y mientras seguía rodeándome la cintura con un brazo, con la otra mano va y me toca una teta. Yo le di un codazo y me dejó de inmediato.
- ¿Se puede saber qué haces, asqueroso?- le dije con rabia.
- Pensaba que tú querrías- dijo Jorge.
- Pues no. Yo no soy de esas. Tengo un marido al que quiero y no tengo necesidad de ninguna aventura.
- ¡Vaya cabronazo que está hecho tu marido!- me dijo.
Yo le miré con odio y empezaba a ir hacia el comedor para decirle a mi amiga que mejor se marcharan cuando me paró y me dijo que conocía a mi marido del bar donde solía ir y que lo había visto con una rubia imponente muchos días besándose.
Yo estaba aturdida y no sabía si creerle, pero empecé a pensar que últimamente solía llegar a casa muy tarde y que a veces no quería hacer el amor por estar muy cansado.
Iba hacia el comedor muy cabreada y estuve unos minutos pensando sin decir nada, hasta que decidí que el cabrón de mi marido iba a pasarlo mal y me iba a vengar. Entonces empecé a hablar por los codos y a reírme exageradamente mientras seguía bebiendo y estaba muy marchosa.
Entonces les propuse jugar a cartas o a dados. Finalmente jugamos a dados. La primera partida la perdí yo a propósito y cuando acabó dije:
- Bueno ahora una prenda, ¿no?, por perder.
Y me saqué el vestido que llevaba, quedándome en tanga y sujetador. Mi marido se quedó estupefacto, mientras Jorge y Mercedes, que también habían bebido mucho, aplaudían.
- ¿Pero, qué haces?- preguntó mi marido.
- Así será más divertido y además hace mucho calor.
Puso cara de incrédulo y empezamos otra partida. También la perdí yo y entonces me saqué el sujetador. Mi marido estaba enfadado y dijo que no jugaba más. Entonces va Mercedes y se saca también su vestido.
- No te enfades hombre- dijo Mercedes- ¿Ves? yo también lo encuentro divertido.
Mi marido volvió y entonces parecía que ya le gustaba más. Mercedes no llevaba sujetador y mi marido no podía evitar mirar una y otra vez las tetas de mi amiga, que no eran tan grandes como las mías pero estaban muy bien formadas. Yo me estaba poniendo muy caliente de ver a Jorge y a mi marido que no paraban de mirarnos.
La noche fue avanzando. Unas partidas las perdieron ellos y estaban ya sólo en calzoncillos, y se les notaban a los dos un paquete importante. Nosotras ya no llevábamos nada de ropa y creo que estaba mojando la silla de la excitación que me provocaba esta situación. Yo era una chica muy poco atrevida hasta entonces y ni en la playa iba sin la parte de arriba del bikini.
Hicimos otra partida rápida y entonces perdió Jorge. Iba a sacarse ya los calzoncillos cuando le dije:
- No, ahora la prenda la voy a escoger yo.
Me subí encima de la mesa y abrí mucho las piernas justo delante de Jorge, de manera que quedaba mi húmedo chocho a 2 palmos de la cara de Jorge, que se le salían los ojos de las órbitas y sonreía.
- Quiero que me hagas una buena lamida hasta que me corra.
- ¡Ana, esto no puede ser! - dijo mi marido- ¡Te estás pasando! Mejor que os vais a casa porque ha bebido mucho y mañana se arrepentirá.
- ¡Cállate tú, cabronazo!- le solté a mi marido- Sé que me has hecho cuernos y lo vas a pagar caro.
El no dijo nada, puso cara de culpable y supongo que entendió que no valía la pena negarlo. Muy mal por eso no se lo estaba pasando, porque se le notaba una erección brutal. Así que me eché hacia atrás, y entonces Jorge empezó a lamerme lentamente mi chocho que estaba bien húmedo. Al poco rato, mi marido supongo que pensó que mejor que lo pasáramos todos bien y me tiró por encima de las tetas una copa de cava que estaba bebiendo y empezó a chuparme los pezones, cosa que me estaba poniendo a cien. Miré qué hacía Mercedes y vi que estaba mamando la polla a su marido. Jorge empezó a meterme un dedo por la vagina, luego 2 y finalmente 3, momento en que junto con la lamida de clítoris que me estaba dando tuve un orgasmo increíble.
Me incorporé y bajé de la mesa. Me agaché y me puse junto a Mercedes y le pregunté si me dejaba cooperar, a lo que me contestó que naturalmente. Le estábamos dando una doble mamada fenomenal y mi marido estaba en pie sin saber qué hacer. Se acercó por detrás y empezó a manosearme las tetas.
- ¡A mí no me toques, cabrón! -le dije- Mira lo bien que nos lo estamos pasando, pero no me toques.
Al poco rato Jorge nos dijo que se iba a correr, así que me puse su polla entre mis tetas y se corrió, llenándome de gran cantidad de leche en mis tetas. Me fui hacia mi marido y le dije:
- ¡Límpiame bien, tómate toda esta leche, venga! Lame todo el semen hasta que quede bien limpia.
Y él lo hizo perfectamente, aunque con cara de asco.
Como Jorge se acababa de correr no estaba en condiciones de hacer gran cosa, por lo que pensaba que la noche se había acabado porque con mi marido no quería hacer nada, pero Mercedes me dijo:
- Por favor, hazme un trabajito porque estoy supercaliente.
Así que me fui hacia ella, la puse en un amplio sillón que tenemos y le separé las piernas, poniéndolas sobre los reposabrazos. Tenía el chocho supermojado y empecé a lamerle tal como me gusta que me lo hagan a mí. Ella cogía mi cabeza y me apretaba contra ella. Mi marido y Jorge se estaban pajeando viendo la escena.
- Ahora coge la polla de Jorge y dirígela a mi chocho- le dije a mi marido.
Mi marido dudó un instante pero finalmente cogió la polla de Jorge y la fue introduciendo por mi chocho. Me encantaba que fuera mi propio marido que ayudara a Jorge y convertirse en un gran cornudo. Era un pedazo de carne muy caliente y comenzó a bombearme maravillosamente. Mercedes gemía como una loca y pronto le vino un largo orgasmo. Cerró sus piernas y apretaba mi cabeza con ellas. Yo estaba a cuatro patas y entonces ella se puso encima mío, quedando a Jorge las dos vulvas juntas, una encima de otra. Entonces Jorge iba alternando entre mi chocho y el de su mujer. Cuando estaba en Mercedes yo me metía los dedos y acariciaba mi clítoris. Mi marido no podía más y se puso debajo mío. Yo no quería dejarle pero estaba tan caliente que no pude negárselo. Empezó a chuparme el chocho, y cuando Jorge me penetraba a mi, sus huevos golpeaban la cara de mi marido. Estaba a cien. Entonces le pedí a Jorge que también se la metiera en la boca del cabrón de mi marido, que se lo merecía. Cuando lo hizo tuve un orgasmo brutal sólo de verlo. Ver a mi marido comiéndose la polla del marido de mi amiga me descontroló. La polla de mi marido me quedaba a la altura de mi cara, así que no pude resistir la tentación y me la metí en mi boca. Seguimos así un buen rato, los cuatro gemíamos como locos. Mercedes salió de encima mío y viendo que había perdonado a mi marido, se puso encima de mi marido y se la metió de una sola vez y empezó a cabalgar frenéticamente. Jorge ahora era solo para mí y mientras me estaba perforando, con un dedo intentaba metérmelo en el culo, cosa que finalmente consiguió y me provocó un nuevo orgasmo. Finalmente mi marido y Mercedes se corrieron y quedaron echados en la alfombra, Mercedes con las piernas muy abiertas de manera que veía como le salía el semen de su chocho empapado. Jorge ya no pudo más y me llenó de leche caliente. Mi marido estaba boca arriba también, así que fui hacia él y le puse mi chocho justo encima de su cara.
- Chupa el semen de mi amigo, cabronazo. Chúpamelo todo bien.
Cuando ya lo había limpiado bien, me puse a mear encima de su cara. El intentaba girar la cara pero yo se la cogía para que fuera todo hacia su boca.
- ¡Abre la boca y bébetelo, cerdo!
Descansamos un rato y luego se fueron, besándonos todos con todos y diciendo lo maravilloso que había sido.
Mi relación con mi marido se enfrió muchísimo y durante más de 3 meses casi ni hablábamos ni, claro está, follábamos. Yo seguía muy enfadada. No entendía cómo podía haberme hecho eso.
Un día venía de la compra a media mañana y al abrir la puerta oí unos ruidos. Raro porque mi marido estaba trabajando teóricamente. Me asusté, pero enseguida vi a mi marido y entré.
- ¿Qué haces aquí?- le dije
- Hoy tengo una buena sorpresa para ti.
- No quiero sorpresas, ya te puedes ir- le dije.
Él me cogió las llaves, cerró la puerta con llave, se las guardó en el bolsillo y me hizo pasar.
Al llegar al salón me quedé helada al ver a 3 hombres y una mujer.
- Mira, esta es Eva, la mujer con la que llevo 6 meses follando y estos son 3 amigos nuestros - dijo mi marido.
- Eres un cabrón- le dije -Ya os podéis ir.
- No, no. Hoy vas a saber lo que es sexo- me dijo.
Fui hacia la puerta, pero no podía salir. Vinieron los 3 hombres y mi marido tras de mí y me cogieron unos por los brazos y otros por las piernas. Yo pataleaba pero eran muy fuertes. Me llevaron al dormitorio. Gritaba pero mi marido me ponía la mano en la boca. Me sentaron en una silla y me ataron a ella de forma que no me podía mover y me pusieron un precinto en la boca.
- Ahora verás cómo se folla - dijo mi marido.
Eva se puso sentada en el borde de la cama y le bajó los pantalones a mi marido. Empezó a comerle la polla y ésta se iba poniendo tiesa. Le estaba haciendo una mamada increíble y yo no quería mirar, pero la curiosidad me podía. Al rato, fue mi marido quien tumbó a Eva, le sacó su falda y su tanga y empezó a comerle el chocho mientras ella se retorcía. Entonces pasó a su culo y empezó a meterle la lengua mientras metía 2 dedos en su vulva. Después metía el dedo pulgar en su culo y el índice y medio en su vulva. Eva gritaba de placer y yo, sin quererlo, me estaba mojando las bragas. Giré como pude mi cara y vi a los otros 3 hombres que estaban detrás de mí, que se habían sacado las pollas y se estaban pajeando. Una era tan enorme que me tuve que girar otra vez para ver si realmente había visto eso. Estaba horrorizada. Mi marido giró a Eva, la puso de espaldas y ella abrió bien sus piernas.
- Métemela bien como tú sabes,... destrózame... -decía Eva.
- Tú mira bien y aprende, Ana, que después vas tú- dijo mi marido.
Se puso tras ella y con suma facilidad pudo entrar su polla en el culo de ella. Se notaba que estaba muy acostumbrada. Estuvo bombeándola con fuerza durante un buen rato en diferentes posiciones. En una de ella él estaba echado de espaldas y ella sentada con su polla en su ano de espaldas a él, y tocándose el clítoris con los ojos cerrados. Me estaba calentando de verdad, por la escena y por el tiempo que llevaba sin follar, aunque estaba muy preocupada por lo que seguro me iban a hacer después. No podía creer que en mi casa y con mi marido delante fuera a ser violada por esos tres y no sabía que hacer. Entonces pensé que lo mejor era seguir el juego y al menos pasarlo bien. Empecé a hacer ruidos con la boca, llamando la atención de uno de los hombres. Me sacó el precinto de la boca y le dije:
- Desátame que yo también quiero participar.
El hombre pidió permiso a mi marido y éste accedió. Una vez desatada me puse delante de Eva que seguía insertada por el culo y empecé a chuparle su vulva, a lamerle el clítoris, a meterle toda la lengua dentro. De vez en cuando bajaba y le chupaba los huevos a mi marido. De repente noté que me cogían el culo y, sin mediar palabra, uno de los hombres me la metió hasta el fondo de mi chocho que estaba realmente empapado.
- Esta mujer es fabulosa - decía el hombre a mi marido.
Finalmente mi marido se corrió y yo, mientras estaba siendo embestida brutalmente por aquel hombre, le limpié la polla a mi marido.
- Bien, como podéis ver mi mujer es una gran puta y como tal tiene que ser tratada - dijo mi marido- Así que vosotros tres ya podéis follárosla bien.
Mi marido parecía el jefe, no sé si habían sido pagados o eran compañeros de la empresa donde trabajaba mi marido.
Bueno, entonces el hombre que me estaba follando se puso tumbado de espaldas y me coloqué sentada de cara a él, metiéndome su hermosa polla. Otro se puso de pie junto a la cama y me la metió en la boca. Yo la chupaba como un caramelo y mi chocho estaba chorreando. Pero entonces vino lo peor, el otro tipo, el de la polla descomunal empezó a chuparme el ano. Yo empecé a gritar que no, que nunca había sido enculada y que la tenía demasiado grande. Entonces me dio un bofetón en mis nalgas y me dijo que me callara.
Mi marido, que lo había perdido de vista, entró filmando con una cámara de video.
- Sí, sí, métesela bien por el culo. Así sabrá lo que es bueno. Y después pondré este video en internet para que todo el mundo sepa lo puta que es mi mujer.
El hombre de la polla enorme me escupía en el agujero del culo y me lo lamía . Yo estaba atemorizada pero cada vez me gustaba más. Finalmente puso su capullo en mi ano y haciendo mucha presión consiguió meterla. Yo pegué un grito descomunal por el dolor que me hacía. Mi marido seguía filmando cómo me follaban los tres, uno por el chocho, otro por el culo y otro en la boca. Eva se acercó a mí y me dijo que me relajara, que era muy bueno y que lo estaba haciendo muy bien.
El de detrás me la metía cada vez más al fondo y pensaba que me moría, pero de excitación y al final tuve un orgasmo como nunca había tenido. Al poco rato y casi simultáneamente se corrieron los tres sementales, llenándome de semen por todas partes, chocho, cara, culo… Me volví a correr y mi marido no perdía detalle.
Quedé tumbada hecha polvo sobre la cama cuando entonces mi marido me cogió en brazos y me metió en la bañera.
- Te has portado muy bien, pero te tengo que devolver lo del otro día- me dijo.
Vinieron los tres hombres y junto a mi marido se empezaron a mear sobre mi cara, mis tetas y mi chocho. Pues incluso eso me gustó.