Relatos Eróticos Lesbicos
Sí, esa es mi vagina, y esos son mis senos
Publicado por Isabela el 14/07/2015
Dedicado a las chicas de “El club de las bragas rosa”
Me gusta meterme entre tus piernas abiertas, acercarme y sentir tu delicioso aroma femenino, rozar con mis mejillas la suave piel de tus muslos por dentro, y tocar tu tanga rosa de la parte que cubre tu exquisita vagina. Sí, ahí me gusta estar, entre tus piernas y tu tanga rosa. Cuando froto las yemas de mis dedos sobre tu vagina, las letras que forman mi nombre en tu tanga resaltan, y entonces froto más intensamente para que sientas en tu sexo mi nombre.
Cada letra escrita por tu puño y letra me excita, la sensación que me produce pensar que sientes mi nombre cuando te toco encima me ocasiona una gran excitación, y el caudal de emoción que me provoca tocar tu vagina es inexplicable, me pregunto qué es lo que sientes tú ahora en tu vagina.
Ahora que te la estoy tocando, ahora que estoy sobre ella acariciándote con mis dedos, ahora que es mía y que puedo apoderarme de toda tu zona íntima, y así, quiero inundarte de deseo. Desde aquí puedo ver como se mete la tanga entre tus nalgas, casi puedo sentir la sensación que te produce rozar tus nalgas en la cama, y su calor, ese calor intenso que se desprende de tu zona intima, ese calor que trae tu aroma hasta mí y me hace desear agarrarte a besos sobre tu tanga, encima de esa parte que guarda tu vagina, sobre ese encaje que deja ver parte de tu vientre muy próximo a tu vagina, y también quisiera besar tus entrepiernas, ahí donde terminan los bordes de tu tanga.
Y más abajo se encuentran tus nalgas, tan redondas, deseo darte unos besos ahí donde se marcan tus entrepiernas, ahí donde se marcaron seguramente otros calzones mucho más anchos que cubrían por completo tus nalgas.
De tu vagina resbalan mis dedos hacia abajo y mi mano se mete entre tus nalgas, de inmediato puedo sentir lo redondas que son, tú sueltas un poco tu peso y separas tus nalgas de la cama, entonces mi mano se mete más entre ambas, ahora sí puedo sentir toda su redondez en mi mano. No paro de tocarlas, de pasar mi mano de una nalga hacia la otra, aprieto una de ellas metiendo mi dedo pulgar en medio y el resto de mis dedos sobre la redondez de tu nalga, ahí aprieto con entusiasmo y me gusta sentir lo carnosa que esta, tu piel es tan lisa sobre su redondez que me encanta deslizarme sobre ella.
Y de igual modo toco y aprieto tu otra nalga, al llegar a la parte más baja de tu glúteo, puedo sentir perfectamente la división entre tu nalga y el comienzo de tu muslo. Y cuando toco ahí siento tu pataleo, tu inquietud. Entonces saco mi mano rozando tu entrepierna, para volver otra vez hacia adelante.
Junto mis labios sobre esa tela de encaje que cubre tu vientre, beso encima del encaje, esa piel que esta tan próxima a tu pubis se aviva, con mis besos paso de costado a costado sobre tu vientre, el deseo de bajarte la tanga que cubre tu sexo me invade, quiero desnudar tu vagina, quiero llegar a tu piel más íntima.
Quiero destapar tu maravilloso sexo y encontrarme con la sorpresa que tienes reservada para mí; a punto ya de bajar tu tanga, encuentro los bordes de tu toalla sanitaria. Y no es un día de periodo menstrual sino un martes de las bragas rosa, por lo que tu toalla guarda una excitante experiencia que ahora compartiremos juntas.
Continúo bajando tu tanga, deslizándola por los costados para poder liberar tu sexo, y poco a poco va saliendo hacia afuera tu toalla, tus piernas tiemblan y me miras en silencio como voy liberando poco a poco tu pubis de la tanga. Ya casi puedo ver completa aquella frase mía que anotaste encima de tu toalla y que ha estado pegada a tu vagina durante todo el día, esa frase que ahora está inundada de tus flujos vaginales y a pesar que ha quedado un poco borrosa aún puede leerse y dice:
“Metí la lengua en su pubis, di una extensa y húmeda lamida desde abajo hasta casi llegar a sus nalgas”
Leo en vos alta la frase de tu toalla y tú repites junto a mí las últimas palabras de la misma, luego me miras sonriendo. En seguida, desprendes la toalla de tu tanga y la colocas encima de tu vagina, con las letras hacia arriba para que continúe viendo como quedó después de haber recibido todas tus humedades encima.
Me gusta ver las letras despintadas de tu toalla, imaginar que por ahí paso el caudal de tu humedad y se llevó mis palabras. Una mancha de tinta que ha corrido por el centro de tu toalla hasta atrás, en esa parte, las palabras han quedado; unas casi despintadas, otras como si hubieran sido escritas más gruesas. Y encima ese tu atrayente aroma femenino.
Ahora un trozo de mi último relato se escribe; con tu excitante aroma femenino, con la tinta de tus secreciones vaginales y con el calor de tu sexo. Aparto la toalla sanitaria de tu vagina, y ahí me quedo a contemplarla completamente.
Repentinamente abres tu piel íntima con los dedos y unos carnosos labios vaginales brotan, aún juntos cerrando tu vagina al centro, pero así es como me gusta empezar a lamerlos. Paso levemente mi lengua por encima de tus labios vaginales, los siento ligeros en la punta de mi lengua, siento también tu excitación, el borde de tus labios genitales es una piel exquisita, me pongo a chupar esos bordes y en mi boca se queda el sabor de tu piel más íntima. En cada chupada que le doy parece que brotaran más tus carnes vaginales hacia mi boca.
Tú continuas suspendiendo tu piel para que tus labios vaginales queden bien expuestos hacia mi boca y yo no paro de lamerlos, de chuparlos hasta meterlos dentro de mi boca, me excito lamiéndolos, me siento tan húmeda como siento de húmedo el interior de tus labios genitales cuando paso mi lengua dentro de ellos. Tus labios vaginales juntos en medio son dos lonjas de piel exquisita, de piel jugosa y llena de calores que se desprenden desde adentro y albergan a mi lengua en medio.
Pero deseo lamerte desde muy abajo, desde donde termina tu vagina y empieza tu ano, esa piel un poco más oscura, donde comienzan tus nalgas y se cierran tus muslos, desde ahí voy a venir lamiéndote hasta el centro de tu vagina.
Sigo lamiendo hasta arriba donde se esconde tu clítoris, no paro de lamer de abajo hacia arriba tus dos lonjas de carne vaginal juntas, tu piel se junta hasta arriba, hasta donde el borde de mi lengua parece caer en una hendidura de tu labio vaginal izquierdo. Y luego te doy una última lamida desde muy abajo, donde ya puedo sentir el sabor de tus fluidos vaginales que salen blanquecinos, y subo lentamente con mi lengua esparciendo toda esa secreción hacia afuera de tus labios vaginales, de esa manera recorro los bordes de tus labios genitales hacia arriba.
Vas abriendo más tu vagina, y con un par de dedos tomas tus labios vaginales y los llevas a los costados, se abren carnosos como dos lenguas a los lados contrarios y dejan expuesta, ahora sí, tu entrada vaginal, tus finos labios vaginales por dentro se ven húmedos y brillan, en medio tu entrada vaginal aun apretada apenas dejan divisar su interior, pero lo que noto de tu interior es suficiente para que mi lengua comience a explorarte. Resbalando con mi lengua voy por tu húmedo labio vaginal izquierdo, desato una húmeda lamida que se confunde con la humedad de tu vagina, y esas dos humedades, la de mi boca y la de tu vagina, se funden en tu labio vaginal para dejarme resbalar tiernamente hasta el fondo, en donde llego a sentir con el borde de mi lengua tu entrada vaginal.
Entrada vaginal que recibe mis caricias en forma de lamidas, roces que quieren llevarse el aroma, el calor, el sabor de lo que tu vagina deja salir en forma de baba blanca y que quiero recoger en el borde de mi lengua para luego probarlo en mi boca. Así tus flujos llenan el borde de mi lengua, su exquisito sabor se mete en mi boca y disfruto al probarte. Finalmente, en medio de tus labios vaginales suspendidos por tus dedos, muevo la punta de mi lengua a ambos lados para que la sientas pasar hacia arriba y hacia abajo de tu entrada vaginal como un péndulo.
En seguida te voy a lamer por debajo de tu entrada vaginal, ahí donde terminan tus carnosos labios vaginales y toda tu vagina, por ahí también paso mi lengua y luego subo por un costado, por ese costado donde tu piel forma un pliegue para cubrir tu labio genital. Solo un poco voy a lamer el fondo de ese pliegue que queda entre tu labio vaginal y la piel que lo cubre encima. Después, por encima de esa piel voy a besar tu entrepierna, al hacerlo, levemente siento en una de mis mejillas tus labios vaginales húmedos que han vuelto a juntarse en medio, eso me excita y subo a lamerte ahora más arriba y al centro, en donde ya casi despunta tu clítoris.
Pero aun ese tu clítoris está escondido en la comisura de tus labios vaginales, entonces vuelves a poner tus dedos alrededor de tus pieles vaginales para que éstos queden abiertos y una piel rojiza sale por encima de tu clítoris y lo cubre como un paraguas. Yo me pongo a lamer esa piel rojiza a espera de que tu clítoris despunte más hacia afuera, en cada lamida que hago ya puedo sentir la redondez de tu clítoris debajo de ese paraguas de piel, cada vez que paso por ahí el borde de mi lengua, siento como a pesar de estar un poco escondido tu clítoris se ha ido poniendo cada vez más durito. Continuara…
NOTA: a una de las lectoras de este relato ya la oigo decir muy excitada: “Sí, esa es mi vagina”
Este relato es parte de mi último libro digital “EL CLUB DE LAS BRAGAS ROSA” que lo distribuyo gratis a través de correo electrónico, las interesadas en leerlo completo sólo deben pedírmelo a: isabela.4102@gmail.com
No olviden pedirlo por el nombre del libro y por favor solo chicas.