Relatos Eróticos Lesbicos
Con una compi de curro
Publicado por Anónimo el 30/11/-0001
La vida no ha sido tan dura con mi familia, y mis padres se han podido dar ciertos gustos entre los cuales es tener una casa de descanso, en una playa bastante cercana, a la ciudad capital, en donde solemos ir a pasar algunos días, como tiene pileta, con frecuencia suelo aprovechar mis tiempos libres para ir a descansar, pues por fortuna vivimos en un país en donde contamos con clima propicio para disfrutar del mar y del sol, casi todo el año.
Mis padres harían un viaje y me dejaron a cargo del cuidado de el jardín que tanto trabajo les ha costado levantar. Como no me gusta estar completamente sola, invité a una amiga del trabajo a que me acompañara, era viernes y hasta el lunes no retornaríamos a nuestras respectivas labores, y por supuesto estuvo aceptó encantada.
Ya en camino, charlábamos de todo un poco, pero nos detuvimos en un tema que para mi resultaba inquietante: “lo difícil que es entablar una relación con un hombre”, pensando que entre mujeres no resultaba tan complicado. Ya en casa, le dije que habitación podía usar, que se acomodara y que yo mientras, iba a preparar algo de comer, pues mis padres habían dejado de todo en el refrigerador. Cuando Raquel bajó, traía puesto un traje de baño de dos piezas y me dijo que desde la ventana de su habitación había visto la piscina, y le provocó aprovecharla. Nos dispusimos a comer unos quesos, jamón, aceitunas y galletitas que había preparado, mientras Raquel servía un vinito.
Mientras comíamos volvimos a charlar de lo no fácil que es relacionarse con un hombre, que a veces daba la impresión que no podíamos estar de acuerdo en determinadas cosas, en cambio entre mujeres nos entendíamos mucho mejor. Al terminar nos fuimos a bañar, mientras mi amiga Raquel, que se había quedando pensando en lo que hablamos, me comenta lo que le gustaba a su novio, por ejemplo que se depilara todo el vello publico, y me dice quieres ver como se ve, al escucharla decir esto, me sentí sorprendida, pero a la vez y tal vez, apoyada por el vino, me sentí nerviosa y excitada, así que le dije bueno.
Ella se bajó los pantys del bañador, como estábamos cerca de la escalera de la piscina, subió unos escalones para dejarme ver bien esa área, fue entonces que de pronto siento como tomó mi mano y la puso sobre su pubis. Cada vez más me sentía mas excitada e incluso hasta me comenzó a palpitar mi entrepierna, como si fueran los latidos de mi corazón. Empujada por la excitación que tenía en esos momentos, no pude evitar meter mi mano en la entrepierna y acariciar muy suave su clítoris. Ella se sorprendió, me miró extrañada, pero su sorpresa sólo duró lo que un suspiro, pues comprendió que pasaba por mi mente, fue cuando me dejó que siguiera con mi mano ahí.
Para mi, fue la primera vez que tenía ese contacto, ya que fuera de el mío, nunca antes había tocado el sexo de ninguna mujer, y esto me resultaba muy excitante. Como yo ya me conocía mis partes, sabía dónde y cómo tocar para sentir placer, y yo sin reparo me di a esa tarea en el sexo de mi amiga, como si lo hubiese hecho toda mi vida. No podía dejar de meter mi dedo en su rajita, fue entonces que ella se metió al agua otra vez, se acerca despacio a mi y muy lentamente se quita el brasier del bikini dejando sus pechos al aire, parados, duros, hermosos, y me los ofrece para que se los toque, yo ya sentía que todo mi ser se estremecía. La invité a salir del agua para seguir con lo que hacíamos tiradas sobre los toallones dispuestos en la hierba.
Ya para entonces nuestras bocas se unían en un profundo beso, suave, cálido y a la vez, algo salvaje, lleno de deseo. En nuestra conversación previa, ambas habíamos confesado que no teníamos experiencia con alguien de nuestro sexo, pero eso no importó. Sobre los toallones, rozamos nuestros cuerpos, haciendo que nuestros pechos se juntaran y que los pezones, se pusieran mucho más duros, dejé su boca y su cuello, y me dirigí a su pezón, que estaba duro, hermoso en todo su esplendor, no podía dejar de comerme ese manjar, yo quería para mi ese cuerpo generoso.
Con mi lengua fui recorriendo todo su cuerpo, hasta llegar a su sexo, que lloraba de placer. Sentí su aroma, ese olor característico que más que rechazarlo, atrae como las abejas al panal, sus labios y su clítoris estaban hinchados y cuando sintieron mi lengua, hicieron que ella diera un salto y diera un grito de placer, ooooohhhhhhh. Comenzó a moverse y me decía por favor no pares, no pareeeeeeeeesssssss, que me corroooooooooooooo!!! Al verla y escucharla de que manera estaba reaccionando, imprimí más velocidad a mi lengua, quería que se corriera en mi boca para tragarme todo ese líquido que saldría de su chochito caliente.
En un momento dado, ella me dijo que pusiera mi conchita en su boca, lo que me pareció una estupenda idea, quería que su lengua masajera mi entre pierna y también disfrutar de sus masajes y movimientos, lo que me hizo estar aún más cerca de el orgasmo. Estando así disfrutando de nuestras respectivas lenguas, no tardamos mucho en que llegaran nuestros fluidos, y las dos juntas explotamos de una manera espectacular. Mi cuerpo temblaba y yo seguía lamiendo su chocho y ella a mi y fueron uno tras otros nuestros respectivos orgasmos, hasta dejarnos sin aliento.
Cansada pero contenta, metí mi lengua en su culo, el cual lamí hasta dejarlo muy mojado, luego introduje un dedo en su ojete oscuro, lo que la hizo gritar de placer. Después al ver que no me rechazaba metí otro dedo y otro, parecía que su estrecho agujero se los iba a tragar, no tardó en correrse otra vez. Raquel quiso darme el mismo placer que sentía, y metió dos dedos en mi conchita caliente y con la otra mano introdujo un dedo por mi ano, que sensación más increíble aunque también dolorosa, no sabía que disfrutaba más, si como movía sus dedos en mi vagina, o su dedo dentro de mi culo. No pude más y me llegó una vez más entre gemidos el orgasmo aaaaaaaaaaaaaayyyyyyyyyyyy, aaaaaaaggggggggggg. Ya sin poder más, y extenuadas, nos dimos un abrazo y sonreímos, con la promesa de repetir esta sesión tan excitante.
El resto del fin de semana, la pasamos acariciando y descansando, planeando cuándo y cómo sería nuestra otra oportunidad, y así al final del día domingo, retornamos a nuestros respectivos departamentos en la ciudad, nos despedimos con un beso profundo. Al día siguiente, en la oficina, al verla en su cubículo, mi imaginación voló y la recordé con su cuerpo desnudo recostada a mi lado, y sentí como mis pantys se humedecían. Fui al tocador de damas, y al poco rato, ella se apareció, como estábamos solas, nos besamos, y comenzamos a tocarnos, y fue tanto nuestro deseo que no tardamos en corrernos, luego nos limpiamos, arreglamos nuestras ropas y cabellos y salimos una a una como si nada hubiese pasado. Esto que hicimos en el baño, con riesgo a ser descubiertas, nos causó tal excitación, que las veces que podemos lo repetimos y por supuesto que nos hemos seguido viendo en la intimidad de nuestros hogares.