Relatos Eróticos Hetero
Recuerdos de mi adolescencia
Publicado por Anónimo el 30/11/-0001
Una tarde que decidí ir al club deportivo a ejercitar un poco los musculos y a nadar en la tibia alberca que centraba las instalaciones del club.
Siempre me gustaba irme a la alberca despues del gimnasio. Por supuesto simpre me iba a las 8 de la noche cuando ya no habia gente. Nadaba con toda privacidad y cuando me sentía cachondo me quitaba mi bikini y totalmente desnudo nadaba de una orilla a la otra en donde yacía el mini bar al lado de
la piscina. Un par de veces fue sorprendido por el intendente de
mantenimiento, pero nunca hizo ningún escándalo pero fijaba su mirada en mí preguntándose curioso lo que yo hacia nadando en la piscina desnudo. Una de esas tardes ya casi no había gente en el lobby y pues yo por algunos minutos decidí nadar al desnudo, por alguna razón me sentía un poco incómodo porque sentía como que alguien me estaba mirando desde un rincón. Yo estaba en el lado del minibar, y en la otra orilla estaba mi bikini. Cuando nadé hacia mi bikini me di cuenta de que una sombra se acercaba lentamente. Yo seguí nadando y a media piscina vi a un jovencito muy curioso que me veía sin parpadear. Pensé en un segundo que se asustaría al verme desnudo y comenzaría a gritar. En la piscina a esa hora de las 8 ya no había tanto alumbrado en las afueras pero mi desnudez se notaba inevitablemente. El pequeño jovencito me miraba sin decir una sola palabra. Yo me detuve y nadé alrededor. Nadaba de espaldas para que el chavito me viera mi verga. No tuve más valor que mostrarme desnudo ante él en la piscina por 5 minutos.
Después salté desnudo fuera de la piscina para tomar mi bikini. El chavo aún me miraba, me puse mi bikini y tomé mi toalla para irme a las regaderas.
El chavito me miraba sentado en una de las bancas. Yo me fui hacia los vestidores a ducharme. Cuando llegue a las duchas me fui a mi locker a tomar mi ropa para vestirme. No había nadie, excepto un hombre maduro que se vestía y se peinaba listo para irse.
Yo entré en las duchas en serie que estaban justo al pie del gimnasio.
Mientras me enjabonaba el cuerpo oí unos pasos. Con el vapor del agua apenas podía distinguir la silueta. Para mi sorpresa era el chavo de la piscina que se disponía a tomar una ducha al igual. El chavo puso su toalla sobre un gancho y se metio a la ducha que estaba como a 3 metros de donde yo estaba. Él sin ninguna inhibición se empezó a enjabonar su cuerpo sin pena de que yo lo viera desnudo. El momento era tan extraño que me puse un poco nervioso pero al mismo tiempo estaba prendido de lujuria. Alguna vez había pensado en la belleza desnuda de un niño. Pero mi atención se fijó en su lindo cuerpo esbelto y bien proporcionado. Era un momento de adrenalina, y mi verga se me empezó a parar con tremenda erección que me tuve que voltear para ocultar mi crecida verga. El chavo no dejaba de curiosear mirándome fijamente. Me dije a mi mismo que ése era una oportunidad de mostrarme plenamente con alguien que me admiraría. Me di la media vuelta y deje que el chamaco me viera el frente con mi gran verga parada. Entre el vapor y la espuma era poca la visión pero el chamaco se acercó a mí invitandome a que lo tocara. Yo le rozaba mi cadera con su abdomen pretendiendo estar enjabonándome. Sus brazos se rozaron con mi verga dura y grande, y yo sentía un placer enorme de ese momento prohibido. Su cuerpo era infantil
aún pero radiante, y pensé que debía haber tenido como 10 u 11 años. Por
fin, el momento del climax: el chamaco me agarró la verga con su mano izquierda y la empezó a mover para todos lados. La adrenalina en mi sangre y mis nervios me hacían temblar, pero al mismo tiempo estaba lleno de placer. Hasta ese momento ni él ni yo dijimos una sola palabra. Yo accedí a preguntarle: ¿te gusta hacer ésto?. Él me contestó que si, y que era la primera vez que lo hacía pero que había tenido muchas ganas, pero por miedo a críticas y rechazos no lo había hecho. Al mismo tiempo pensé que ya era suficiente, mi verga estaba a punto de explotar y yo quería una mejor situación, así que le dije que debíamos irnos antes de que nos vieran. Le pregunté ¿Alguien viene contigo al club? Me dijo que su tía estaría esperándolo en el lobby. Yo le respondí que no la hiciera esperar y que debíamos irnos los dos. Mientras estábamos los dos vistiéndonos, le pregunté su edad, y él me contestó que acababa de cumplir 11 años y que estaba en 6to. grado de primaria. Mi asombro fue pleno pero me dio mucho placer y a la vez morbo de estar con alguien así de joven. Yo me acordaba que a esa edad a mi ya me daban ganas de una verga y pensé que no era raro que un chamaco así sintiera lo mismo que yo puesto que debe haber miles de niños a esa edad que fantasean con estar con alguien mayor. Le dije que deberíanos vernos otra vez para una ocación especial. Yo le sugerí que nos vieramos a la orilla del río del fraccionamiento en donde vivía yo, puesto que el niño vivía a 5 cuadras de mí, y Manuelito que era su nombre, aceptó de mil amores. Fueron 3 días despues en un viernes por la tarde a las 6 que nos vimos en la orilla del río, había un lugarcito que yo conociía desde mi niñez y entre los arbustos era como un oasis privado. Yo no sabía por donde empezar, ni él tambpoco sabía que decir. Yo lo tomé por los hombros y lo abracé. No quería mostrarle inseguridad de ningún tipo así que accedí a tomarle la mano y ponerla en mi verga para que la sintiera que parada la tenía, dura como una piedra y dispuesta como nunca. Le pedí que me desabrochara el pantalón y me sacara la verga. Manuelito no lo pensó dos veces y me desabrochó en seguida, y yo con gran excitación no podía dejar de pensar en el momento en que le tuviera mi verga metida en su virgen culito.
Le pregunté ¿quieres chupármela?...Manuelito no dijo nada y con su mano tomando mi verga volteo hacia arriba a mirarme en los ojos y moviendo su cabeza mi indicó que si lo haría. Tomó como 20 segundos a que Manuelito por fin se metiera mi verga a su boquita.s El placer de verle su inexperta boca chupar mi verga muy lentamente me puso la piel de gallina. Cada vez se metía más y más verga pero su boca poco profunda y mi larga verga no le cabía toda en su linda boquita. Lo aparté por un instante de mi verga y me quité los pantalones, los zapatos y la camisa hasta quedar totalmente desnudo. En seguida lo hizo él, y como no había ya inhibiciones de ningún tipo porque ya nos conocíamos los cuerpos desnudos anteriormente. Lo acosté entre unas ramas de arbustos y le besé su pecho. Lo besé después ligeramente en su boca cerrada y parecía gustarle. Finalmente lo volteé de lado y le agarré sus lindas nalguitas. Su piel tenía un olor delicioso a hierbas frescas. Le fui besando su espalda hacía abajo y cuando llegó mi boca cerca de sus nalguitas me ofrecí a darle un placer al niño que jamás olvidaría. Con mi lengua le fui lamiendo sus ricas nalgas y derepente empecé a chuparlas desaforadamente, abriendole las nalgas y descubriendo su raja le metí finalmente la lengua en el culo. Manuelito gemía de placer y se retorcía hacia todos lados pero al mismo tiempo presionaba sus nalgas contra mi boca absorbiendo el placer arrebatador. En seguida me acosté de espaldas y me lo puse encima en forma de 69. Él me chupaba la verga y con sus piernas separadas yo le chupaba su culito. No podía detenerme y empecé a meterle un dedo en el culo mientras lo oía gemir un poco más. Parecía encantarle y se mostraba muy receptivo, y al cabo de pocos minutos le metí de a dos dedos mientras le chupaba el culo más y más. Su piel tersa y suave me volvía loco. Lo tomé de su cuerpo volteándolo para besarlo en su boquita una vez más. A su oído le suspiré: ¿Quieres que te meta la verga? mientras le chupaba su cuello y sus mejillas. Con sus ojos cerrados lleno de placer
me contestó: Siiii,...quieroooo. Entre unas ramas lo puse a gatas y yo me
le puse por detrás, su culo todavía tenía my saliva y estaba perfectamente dilatado de tanto dedearlo. Le puse la punta de la verga en el culo a la
vez que le dije: Aquí te va chiquito!. Le empujé la cabeza suave y
lentamente hasta que desapareció en su virgen culito. El niño gemía nerviosamente, mientras lentamente le iba dejando ir un poco más de verga hasta que experimentaba un poco de dolor se movía bruscamente, mientras yo me detenía para que su dolor desapareciera, y cuando se le pasaba y se relajaba aún más le dejé ir media verga y me detuve. Al cabo de 10 minutos le metía y le sacaba la media verga hasta que al final pero lentamente se la dejé ir toda, y Manuelito dio un gemido fenomenal de victoria. Con toda la verga adentro de él a mí me volvió a dar escalofríos de placer, y el niño se movía hacia los lados y yo tomándolo de sus caderitas...lo cogía lentamente hasta que que Manuelito estaba aún más relajado, entonces aceleré la cogida y lo bombeaba más y más hasta que ya no pude más y le solté todos mis mecos adentro dando un gemido que me paralizó el cuerpo. Le dejé la verga adentro por 5 minutos más celebrando mi victoria, y lentamente se la saqué y Manuelito exhausto se quedo en posición de rodillas mientras se le salían los mecos del culo escurriéndole por las piernas. ¡Qué culeada le dí! me dije pensando. Fueron muchas veces que repetimos esta experiencia regularmente. A veces 3 veces por semana y lo hicimos por 4 años hasta que yo me cambié a diferente ciudad y lo volví a ver pocas veces después de éso.
Manuelito fue una experiencia única que nunca olvidaré y que jamás olvidará él tampoco. Qué placer tan infantil y tan rico.
GERARDO
aarvad@hotmail.com