Relatos Eróticos Hetero
Puta en la posada
Publicado por Anónimo el 30/11/-0001
Este relato sucedió cuando fui a trabajar a Cortegana, un pueblo perdido entre los montes. Había logrado trabajo como enfermero ayudante del doctor, para los meses de junio y agosto, se trataba de sustituir una baja.
Llegué una noche, mantuve una entrevista con el doctor quién me mostró el consultorio e intercedió por mí en todo lo referente al hospedaje, terminé en una posada, la cual la regía un matrimonio, aunque al marido no lo vi casi nunca, pues estaba siempre de viaje con sus otros negocios, por lo que la dueña se podía decir que era su esposa, Leticia, con la que hice una buena amistad pues se encontraba muy sola. Cada día que terminaba la consulta, íbamos a almorzar después los dos juntos, ella era afable, servicial, educada y bastante sensual, tenía los ojos grandes, de color miel, con sus cabellos rubios, era de estatura media, peso medio, con un cuerpo muy sinuoso.
Un día vestía un vestido blanco de lino, extremadamente transparente que permitía al contraluz adivinar el contorno de sus muslos, su cintura, incluso cuando se ponía de perfil, también sus pechos, ella era consciente. Cuando estuvimos almorzando, ella solía levantarse de la mesa con frecuencia e ir a la cocina pasando por delante de aquellos haces de luz, dándose perfecta cuenta que atraía mi mirada en cada uno de sus pasos.
Al día siguiente, terminé de trabajar agotado, cuando llegué a la posada, Leticia había almorzado ya, eran las cuatro de la tarde, empecé a comer, ella se apoyó en los muebles y empezamos a charlar. Se mantuvo de pie toda la comida, con sus piernas cruzadas y apoyada en el mueble cuya arista se hundía en su culo y resaltaba por arriba sus exquisitas nalgas, vestía una bata ajustada celeste muy fina y corta, se abrochaba por delante y dejaba ver su piel entre un botón y otro, incluso entre dos botones vislumbré sus braguita blancas. Me estaba excitando con la situación, no podía dejar de pensar en tirármela, Leticia se daba perfecta cuenta y adoptaba posturas cada vez más insinuantes y provocativas. Cuando terminé de comer, mientras estaba con el postre, decidió sentarse y al hacerlo cruzó las piernas de manera que dejaba ver toda la cara exterior de su muslo derecho, mi pene se abultaba de forma brutal, tenía dificultades para disimularlo.
Al rato, ella me miró fijamente, devorándome con sus ojos, y me dijo que no se encontraba bien, le pregunté por lo que le pasaba, ella respondió que no sabía, que tenía trastornos con el periodo, se le adelantaba y se le atrasaba, y que a veces sentía una punzada en la ingle. Una especie de hormigueo me recorrió por el cuerpo, se me estaba ofreciendo la oportunidad de ver y palpar el cuerpo de aquella mujer. Con voz temblorosa le sugerí que si quería le podía echar un vistazo, respondió que no sería mala idea.
Cuando terminé de almorzar y asearme un poco, le dije de ir a mi habitación donde podía explorarla, ella dijo que sí, y eso hicimos, la seguí por el pasillo, iba delante de mí moviendo su culito con gracia, mis ojos se clavaron en sus curvas. Al llegar al cuarto, pasamos, ella se puso en un lado de la habitación, y sin demora, se empezó a desabrochar el vestido, comenzando por el botón inferior hasta quitarse todos, y quedarse sin él, no llevaba sujetador, aparecieron sus pechos, eran grandes, tiesos, con sus pezones rosados con una aureola no demasiado amplia, sus braguitas eran pequeñas, un minúsculo triángulo por delante y otro por detrás.
Le dije que se echase sobre la cama, ella se acomodó tendida pero algo incorporada, separó sus piernas y mi vista se clavó en la braguita, los pliegues de su coñito le sobresalían. Puse sobre su abdomen mis manos y empecé a palparla a la vez que le preguntaba si le molestaba algún punto, ella dijo que no. Después le tanteé sus tetas para ver si tenía molestias, aproveché para acariciarlas, rozando sus pezones para sacárselos y sentirlos duritos. A continuación, le dije que se tumbara boca abajo, ella lo hizo, y decidí que sin mirarme era más fácil lanzarme, mojé un dedo con mi saliva y lo pasé por dentro de sus nalgas, tuvo un leve estremecimiento, e inmediatamente me dijo con risita provocativa que qué hacía, la volví boca arriba y me lancé sobre su cuerpo besando su boca, ella abarcó mi nuca y comenzó a acariciar mi cabeza, mientras con la otra mano desabrochaba poco a poco mi camisa y hundía su barbilla en mi pecho buscando con sus labios mis pezones, succionándomelos, con una mano acarició mi muslo hasta mi bragueta, la bajó, y mi polla salió, comenzó a masajearla deslizando la piel atrás y adelante, me estaba masturbando.
Posteriormente, cuando se había entretenido ya un rato con mi verga, le quité la mano y la tumbé, besé sus pechos, lamí su barriga, y le quité sus braguitas, tenía su pubis recortadito, hurgué con mis dedos entre sus vellos hasta tocar su rajita, estaba húmeda y caliente, bajé mis labios hasta allí y comencé con una suave presión, una vez que tuve mis labios empapado de su jugo, mi lengua salió buscando avanzar hasta su agujerito, hasta que mi lengua entró en su coño tras abrir sus pliegues, su clítoris tenso lo tenía en la punta de mi nariz, tras lamerla un poco, empecé a empujar y sacar mi cara de su coñito, de forma que la estaba follando con la lengua, empezó a soltar sonidos de excitación, suspiraba entrecortadamente, gemía, me decía que siguiera, fui testigo de las sacudidas que daba su pelvis, inundaba mi boca su jugo, chorreaba a ambos lados de mi lengua, se había corrido.
Pasados unos segundos, me llamó para que fuera hacia ella, me tumbé encima, sus piernas comenzaron a rodear mi cintura y a apretarme contra ella, con su mano cogió mi polla y la pasaba suavemente por su raja, estaba dándose un masaje previo, sentía en mi glande el calor que desprendía, dio las últimas pasadas, se detuvo, apuntó a su agujero, adelantó sus caderas, y se metió mi polla, la cual fue engullida, ella lanzó otro sonido ininteligible, me abarcó con sus piernas totalmente, metiéndose todo mi miembro en su coñito, y comenzó a facilitar el bombeo, al principio despacito pero poco a poco fue incrementado el ritmo, sólo se escuchaba nuestras exhalaciones ruidosas, el choque de mis testículos con su culo y los sonidos que mi polla generaba en la humedad de su vagina.
Tras un rato así, nos separamos, se levantó y se colocó sobre mí, se clavó mi polla, y empezó a cabalgar, movía su cintura en círculos con mi polla secuestrada en su agujero, metí la mano entre movimientos por debajo de su abdomen, alcancé su clítoris, a la vez tocaba el tronco de mi polla totalmente lubricada, estuve unos minutos acariciando su rajita mientras follabamos. Minutos después, con los mismos jugos de ella, lubriqué mis dedos y los acerqué a su ano para masajearlo, sentía en la yema la presión de su esfínter y lo lubricaba con sus propias secreciones, hasta que ella llegó al clímax, tuvo un espléndido orgasmo, grandes sacudidas, con gran violencia.
Yo aguanté sin correrme, con auténticos esfuerzos mentales retenía mi orgasmo, Leticia, tras relajarse un poco, sacó un bote de crema hidratante de su bolso y la aplicó en mi glande, al mismo tiempo que con la otra mano se ponía un poquito en su ano, cuando terminó, se puso a cuatro patas, me colocó detrás, y fijó el extremo de mi verga en su culito, se relajó e hizo fuerza para dilatar su anillo al mismo tiempo que me pedía que empujase muy poco a poco, cuando sentí que había entrado algo de mi miembro me pidió que me detuviera para adaptar su orificio a la situación, tras esto metí otro poquito más, hasta que mi verga llenó su recto. Después empecé a bombearla lentamente, Leticia apretaba y aflojaba su culo al mismo tiempo que le entraba y salía mi polla, estando así le metí dos dedos en su vagina, sentía el bulto que en su culo producía mi polla en cada embestida, poco después ella se corrió de nuevo.
Hicimos una pausa, y tras esta se metió mi polla en su boca, la hundía hasta su garganta, sin que sintiera la más mínima náusea, sus labios se aferraban a mi polla, se deslizaban por ella, la recorrían en toda su longitud, se la sacaba y la metía en la boca, besaba la punta, daba con la lengua unos toquecitos en los testículos, después fijó su lengua en la parte inferior del extremo de mi verga y allí comenzó a vibrarla con toda la rapidez que pudo, yo sentía un gusto creciente que ya no podía detener, era autónomo a mi voluntad, hasta que sentí que me vaciaba en su boca, mi leche salía por sus comisuras a presión, ella sacaba mi verga de su boca y recibía los borbotones en su frente, en su nariz, en sus ojos, chorreaba por su cuello hasta sus pechos. Nos quedamos dormidos hasta que el ruido de la merienda nos despertó, así estuvimos viéndonos durante ese verano.