Relatos Eróticos Hetero
Iniciando un nuevo mundo, Elise, una francesa de 34 años
Publicado por Alvaroalba el 28/02/2016
Hola, lo que podréis leer a continuación es un relato de una serie que he decidido escribir como recuerdo de las experiencias vividas a lo largo de los años de actividad sexual plena y que son absolutamente verídicos, sin maquillaje y sin adornos para decir que nadie era super nada ni increíblemente nada, ya me entendéis, sexo diferente pero al fin y al cabo sexo entre personas normales.
Respecto a mí, soy un hombre casado de 35 años de complexión fuerte, el vecino, tu compañero de trabajo, tu peluquero o ese chico agradable que simplemente te produce picardía y morbo.
Con mis 18 añitos andaba con una novia que tenía una situación familiar compleja lo que me estaba dando muchos quebraderos de cabeza, ella se sentía inestable y tampoco podíamos vernos de manera normal. Lo que os quiero contar sucedió en verano, en Peñiscola, donde ella pasaba el mes de Agosto con sus padres, ya que tenían un apartamento. Su padre era un tipo rancio, duro y de mal trato, lo que hacía imposible que yo me alojara con ellos así que se nos ocurrió un truco, yo me alojaba en un camping cercano sin que ellos lo supieran y así podíamos estar juntos.
Mis aptitudes como campista era al igual q mi economía de lo más básico, una tienda, un saco de dormir, el camping gas y mi preciada mochila. Me instale en una parcela al lado de una parejita que no tardo en saludarme amablemente y ofrecerme su ayuda, creo que mis pintas debían mostrar q la necesitaba y así se sucedieron peticiones de un martillo para clavar la picas, un mechero para encender, … siempre se mostraban encantadores.
Elise era una francesa de 34 años, con una carita preciosa y pelo corto moreno, muy francés al estilo de la película Amelie. Su cuerpo sin ser despampanante era bonito, pechos pequeños ligeramente caídos hacia arriba, cintura estrecha y unas caderas un poquito anchas para su constitución pero deliciosas en todo caso. Raúl era español, riojano, de metro setenta y complexión media, un chico que a mis ojos entendí como guapo. Como me contaron más adelante se conocieron cuando él estuvo de Erasmus en Burdeos.
Mis días pasaban entre la playa, la fiesta por las noches, disfrutando de mi chica, eso sí, con el problema de las comidas y cenas, que pasaba solo en el camping ya que ella iba a su casa. Sin querer y debido esto en más de una ocasión compartí mesa con mis nuevos amigos que al verme tan mal equipado y solo se portaban amablemente conmigo.
Una noche tuve una bronca monumental con mi pareja hasta el punto de mandarnos a la mierda y cortar, cabreado como estaba volví al camping bufando como un toro, eran solo las once y al llegar al camping tanto Raúl como Elise apreciaron mi estado, al verme así me dijeron que me sentará con ellos, que les contara que pasaba. Yo la verdad no estaba por la labor pero insistieron y al final me senté con ellos. Estaban tomando unas copas de sobremesa y me ofrecieron beber algo mientras les explicaba lo ocurrido. Me costó pero poco a poco les fui relatando y me ayudaron a calmarme, contándome experiencias suyas y diciéndome que era muy joven, que tenía que experimentar y no atarme ni complicarme.
Las copas hacían que me relajara y pronto pasamos a otros temas y de ahí a las risas. Elise estaba sentada a mi lado y su chico en frente de mi, bromeábamos sobre mi pronunciación en el casi nulo francés que conocía, tras una broma y una sonora carcajada Elise puso mi mano en mi pierna, al principio lo interprete como un gesto amistoso pero me sorprendió que tras el típico empujoncito queriendo decir “estas de coña” su mano no se separara, algo que provoco en mi un escalofrío. Pasaron unos segundos y seguía sintiendo su contacto mientras intentaba mantener la conversación con ambos aparentando una normalidad que para mí no existía, pero al ver que para ellos sí intente relajarme. La conversación y las bromas seguían pero la mano de Elise no se separaba de mí y poco a poco empezó a moverse y acariciarme sutilmente. Raúl parecía no percatarse o al menos no importarle sin embargo mi nerviosismo aumentaba por segundos y aún más cuando esa mano traviesa contacto con mi paquete. Mis pensamientos estaban bloqueados, intentaba mantener la conversación, saber si Raul lo sabía, evitar mi erección en unas bermudas que poco iban a ocultar, todo al mismo tiempo.
El descaro de Elise no freno y el roce momentáneo se transformo claramente en caricias a lo largo de mi pene perfectamente detectable bajo la fina tela del bañador, mis ojos como platos no deban lugar a dudas, era como un conejo ingenuo ante los faros de un coche y ese coche era Raúl. Un coche que esperaba que me arroyara, que me aplastara y sin embargo lo único que me mostro fue una pícara sonrisa y un movimiento de cabeza afirmando sin decir nada. Lo sabía, lo sabía y no le importaba, frente a él su chica acariciaba mi polla sin reparos, en una curiosa normalidad que me descolocaba.
“Vienes” fue el susurro que me saco de mi estupefacción, al aliento de Elise en mi oreja le siguió un gesto ofreciéndome su mano. Casi temblando la cogí y como un perrito sumiso me deje arrastrar por ella en dirección a su tienda. Tenían una carro de esos desplegables que se convierten en tienda, con un avance que hacía más grande el espacio habitable, tras cruzar el umbral me pidió que cerrara, sin entender nada lo hice y en un segundo la sentí pegada a mi espalda abrazándome, su boca volvió a humedecer mi oído “tranquilo, solo déjame a mí, disfruta”, sus manos se introducían en mis bermudas alcanzando con sus deliciosas manos mi poya, me perdía en sus caricias, hasta el punto de no saber cómo cayeron al suelo dejándome completamente desnudo. Los besos cubrieron mi cuello y se deslizaron por mi espalda, bajando y haciéndome desesperar. Era inexperto y desde luego mas en una situación como esa y sus besos hasta el contorno de mis nalgas descubrían nuevas sensaciones, ella mandaba y guiaba con la suavidad de una madre que enseña a un hijo, me hizo girar dejando y mi polla completamente erecta quedo ante ella. Verla arrodillada, preciosa, con una sonrisa picara no fue nada al sentir su primer beso en mi polla, las caricias de sus manos no tardaron en acompañarse de la sensación de su cálida boca degustando cada centímetro. Esa chica sencilla, agradable y con aspecto casi ingenuo tragaba con la maestría de una profesional mientras su pareja permanecía fuera, era mucho para mí, no iba a aguantar y ella lo supo, freno su caricias y poniéndose de pie me propino un delicioso beso con sabor a mí “poco a poco, tienes que aguantar, ven”.
Siguiéndola hasta la cama en la penumbra de la tienda mire su cuerpo y pude disfrutar del espectáculo, desnudándose poco a poco mientras me miraba, remarcaba con sus ojos que yo seguía siendo su marioneta, torpe, ingenua y eso parecía gustarle. “¿Te gusta?, ven quiero sentir tu boca”, se subió a la cama y me atrajo hacia ella, Sus manos guiaban mi cabeza marcando el mejor recorrido del mundo, su boca, su cuello, sus pechos deliciosos, su vientre, todo a su ritmo, a su deseo hasta llegar a su perfumado coño, un perfume que ya concia, el perfume del sexo de mujer que inundaba mis sentidos. Pese a mi ingenuidad, eso no era algo que desconociera y menos cual era su deseo así que deje que mi lengua recorriera primero sus ingles de un modo travieso, yo también quería aportar y demostrar que buscaba su deseo ansioso, y después el manjar más preciado. La humedad intensa de sus jugos se mezclaba con mi saliva mientras sentía su cuerpo arquearse. Deslizaba mi lengua por su rajita para terminar dando traviesos mordiscos en su clítoris seguidos de suaves caricias hasta el punto que creí apreciar su primer orgasmo.
Me detuve unos segundos y salí del calor de sus muslos para mirarla y ver su sonrisa, “toma”, el preservativo que me daba no dejo lugar a dudas, los dos lo necesitábamos y gracias a mi dedicación hacia ella había calmado un poco mi propia ansiedad. Me lo puse bajo su mirada atenta y ansiosa, sonriendo me atrajo hacia ella tal y como estaba, tumbada boca arriba con sus piernas a los lados de mi cintura. “Ssss ven yo te guio” escuche mientras su mano envolvía mi pene y lo llevaba hasta la entrada a la que tanto cariño había dedicado, tirando de mi nalga hacia ella sentí su calor envolviendo mi polla en cada centímetro de recorrido. Lubricado pero estrecho notaba sus paredes apretando mi pene, dándome un placer delicioso, que continuó en un vaivén marcado por sus manos. Los jadeos comenzaron a brotar de su boca dejándome en un trance delicioso, que aumentaba por momentos hasta que un sonido rompió el momento, la cremallera del avance se abría y no tarde en apreciar la figura de Raúl, casi petrificado pare, casi me había olvidado de él, no existía pero ahora todo se venía abajo.
Las manos de Elise tomaron mi cara y haciendo que la mirara me beso, “céntrate en mí, sigue, lo pasaremos bien”, su acento francés resonaba en mi cabeza mientras sus manos me obligaban a seguir penetrándola. Yo no podía dejar mi nerviosismo, oía a Raúl desnudarse y sabía que no tardaría en estar junto a nosotros y así fue. Despacio subió a la cama sin decir ni una palabra, solo una caricia en mi espalda. Un escalofrío y un respingo instintivo recorrió mi cuerpo provocando que mi polla casi saliera del delicioso coño de Elise, ella lo evito hábilmente con sus manos atrayendo mi cuerpo y dejando mi verga completamente dentro. Raúl se acerco a su boca y la beso a escasos milímetros de mí mientras acariciaba mi pelo en un gesto casi paternal. Siguió besándola mientras yo intentaba asimilar todo sin frenar mi movimiento, sus bocas, los jadeos ahogados de Elise me excitaban, lo sabía, y lo sabían.
Raúl se incorporo y acercándose de rodillas puso su polla erecta ante la boca de Elise que no tardo un segundo en lanzarse a devorarla, era una polla un poco menor que la mía pero sin dudarlo tenía algo especial, tan especial como que era la primera polla que tenía a escasos centímetros de mis ojos, era demasiado, todo era demasiado e iba a correrme pero de nuevo Elise supo sentirlo, adivinarlo, no lo sé, el caso es que freno con sus piernas mi cuerpo, rodeándome completamente incado en ella, sus ojos se fijaron en mi, sin dejar de engullir el pene de su pareja, mirando lasciva, degustaba ese trozo de carne ante mi mirada atónita. Sus manos tomaron mi cabeza, suaves y dulcemente me guiaron ante mi falta de resistencia, sus labios se tocaron con los míos pero esta vez no era un beso más, el glande rosado de su chico permanecía entre nuestras bocas y no tardo en sufrir la batalla de nuestras lenguas, para mi fueron momentos eternos, nuevos, diferentes, marcaban y traspasaban una línea de la que no podría volver. La mano de Raúl en mi cabeza me indico mi total sumisión cuando me guiaba para tragar su polla, mi primera mamada, el sabor y el calor de esa verga inundando mi boca ante los ojos de su pareja, lo acepte, lo entendí, ellos como era antes que yo y no iba a negarme a descubrirlo.
“Te dije que disfrutarías, sigue”, y lo hacía, no pensaba parar, ahora ya no, “¿confías en nosotros?, casi sin dejarla escapar asentí y continué mamando. La mano de Raúl dejo mi cabeza, no necesitaba sujetarme, sabía que no la quitará de nuestras bocas, y poco a po comenzó a acariciar mis nalgas. No era estúpido, si no lo paraba sabía lo que iba a pasar, aquí no mentiré, ya había jugado alguna vez con mis dedos, y algún objeto en mis masturbaciones, siempre fui inquieto pero…esto era otra cosa, esto no eran mis dedos, eran los de Raúl que no perdían el tiempo y acariciaban lubricados en saliva la entrada de mi ano. Intente centrarme en su polla mientras notaba las manos de Elise separar mis nalgas dejando camino libre a los juegos de su chico. Un dedo se deslizo dentro de mí, hábil y por poco tiempo solitario, porque le siguió otro. No era dolor, pero si la incomodidad inicial que todos los que lo habéis probado conocéis bien, se deslizaban y volvían a entrar con mas saliva, Raúl no paraba de lubricarlos en su boca.
El momento llego, tumbado sobre la Elise, con toda mi polla dentro de ella y sus manos separando mis nalgas, era hora de que esa polla deliciosa abandonara nuestras bocas y me abriera para siempre al mundo de la bisexualidad, era inevitable, era …era lo que deseaba, si lo deseaba. Raúl se incorporó para ponerse una goma mientras Elise como poseída por el momento me besaba, “tranquilo” de nuevo ese tono maternal seguido de su picara sonrisa, “me gusta que hagas esto” le escuche justo cuando sentía el glande de Raúl deslizarse por mi raja hasta alcanzar su objetivo, un ano virgen ante las pollas que perdía su condición. Sentí el glande abriéndose paso mientras Elise atraía mí boca a suya. El paso de esa polla dilataba mi entrada y ganaba poco a poco todo el espacio, inundándome con su carne, dolía un poco pero lo había aceptado, era lo que tenía que pasar. Por primera vez oí decir algo a Raúl, su espalda y su cuerpo completamente pegado a mí, susurro en mi oído “ya la tienes toda”, después dar un bufido inexplicable me oí decir “dame”, mis primeras palabras y eran las de una putita pidiendo que rompieran su culo, si, dame, era lo quería, y no tarde en sentir su follada cada vez más intensa. Elise intento bajarme a la tierra con su “tu a mi también cabrón” sorprendido por ese tono empecé como pude a acompasar mi penetración con la que sentía en mi culo pero no mentiré, me derrame en una corrida bestial en apenas unos segundos obligándome a parar.
Elise se rió mientras Raúl no paraba de bombearme sin percibir lo ocurrido ni importarle , había perdido la dulzura y se me hacía difícil aguantarlo después de mi corrida pero no podía frenarlo, yo había pedido eso, yo. Un bufido me indico el final acompañado de una estocada dolorosa. Lentamente se retiro dejando en mi un vacío casi más doloroso que eso último empujón. Yo también me retire despacio de Elise y caí rendido, ella se incorporó y me hizo tumbar boca abajo, con sus manos acarició mi irritado culo y como una niña pequeña disfruto descubriendo su dilatación. La sentí trepar sobre mi espalda,” has estado muy bien pero a mí me has dejado a medias, se que era mucho para ti pero no me lo volverás a hacer, ¿de acuerdo?” respondí afirmativamente y nos quedamos tirados y dormidos.
Como prometí no volví a dejar a medias Elise porque ella se encargo de que no fuera así, aunque poco duro porque en 3 días dejaron el camping al acabarse sus vacaciones, eso sí, no sin antes disfrutar 4 veces más de nuestros cuerpos. Los añoro la verdad pero agradezco a la vida que me dieran aquel comienzo tan especial en una vida sexual fuera de convencionalismos.
Agradezco su lectura y como no, cualquier comentario. alvar-o-alba@hotmail.com