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Me dio por el culo en el portal del edificio

Publicado por Danisampedro91 el 02/10/2020

Yo seguía dudando, cuando veo que lleva la mano a su entrepierna, se agarra el paquete con la mano, haciéndome señas para que fuera, a la vez que me ofrecía su polla, girándose e indicándome aquel pasillo estrecho y oscuro.

Iba de camino para casa, a las 4 de la madrugada cuando nos encontramos. Yo venía bajando las escaleras que vienen desde la calle Falperra y acaban en el principio de la ronda de Nelle, justo enfrente a la iglesia de San Pedro de Mezónzo. Hacía poco que las habían hecho, al igual que los edificios que suben la ronda de Nelle, de hecho, todavía no estaban terminados de todo y aún no vivía gente en ellos, o al menos en la mayoría de ellos.
Venía del centro de la ciudad (La Coruña), de tomar unas copas y buscar alguien con quien follar. Como solía ocurrirme muchas veces, no había encontrado nadie con quien hacerlo, así que me iba para casa caminando por lugares donde pudiera haber alguna persona con quien poder hacerlo. Por ese motivo había bajado por aquellas escaleras, ya que a mitad de estas había un pasillo que iba por detrás de los edificios que estaban prácticamente terminados. Ese pasillo era oscuro y solitario, y era un buen lugar donde poder follar sin ser visto.
Cuando llegué a ese pasillo, iba a ir por él, pero en ese momento, venía por el hacia donde yo estaba un hombre maduro. Los 40 años ya no los cumplía, y los 50, por ahí andaría. Quedé parado al verlo, dudando en si seguir ese camino o no, volví atrás y subí unas cuantas escaleras, esperando a ver para donde iba él.

Por supuesto que él también me había visto, pero no parecía tener intención de venir hacia donde yo estaba, así que, mirando para él, decidí bajar las escaleras, y cruzar hacia la iglesia de San Pedro de Mezónzo.

Cuando iba bajando, me pude fijar bien la pinta que tenía, era alto, rondaría los 2 metros, y aunque tenía una figura delgada, si aquel mastodonte me da una hostia, cruzo la calle sin tocar el suelo. Me debía llevar unos 30 o 35 centímetros de altura, ya que yo mido 1,65, y pesaba en esas fechas 58 kilos. Vamos que, al lado de ese bicharraco, no tenía ni media hostia.
Además, la cara que le vi, no me había gustado nada, tenía cara de loco, esa fue la primera impresión que me dio al verlo.

Él tampoco me quitaba ojo de encima, se había percatado de que yo andaba rondando por allí, y a saber que estaba buscando. No se realmente lo que pensaba, pero lo que sí sé, es que me caló a la primera.

Parado como estaba, me llamó, pchif pchif.
Yo me paré mirando para él, a ver que era lo que quería.

Me hizo señas con la mano para que fuera, pero yo dudaba, le veía la cara, y me parecía un loco recién salido de un manicomio.

Ven, no tengas miedo, me dijo claramente.
Yo seguía dudando, estaba parado sin saber que hacer.

Volvió a repetirme que fuera, ven hombre, que no te voy a hacer nada.
Yo seguía dudando, cuando veo que lleva la mano a su entrepierna, se agarra el paquete con la mano, haciéndome señas para que fuera, a la vez que me ofrecía su polla, girándose e indicándome aquel pasillo estrecho y oscuro.

Joder, el tío aquel me estaba haciendo unas insinuaciones bien claras, se había agarrado el paquete, ofreciéndomelo.

Comienza a dar unos pasos esperando que lo siguiera, y como vio que yo lo empezaba a seguir, caminando muy despacio y con algo de miedo, él sigue internándose más en la oscuridad de aquel estrecho pasillo.
Iba caminando despacito, esperando que yo le diera alcance, pero yo desconfiado, aún no las tenía todas conmigo, y dejaba que el fuese delante mía.

Ya bien internado en el pasillo aquel, se paró sacando la polla de fuera, la cual me mostraba sin disimulo alguno.

Yo parado igual que él, miraba con precaución todo lo que iba haciendo.
Me estaba mostrando su polla que acababa de sacarse junto a las pelotas, las cuales acariciaba mientras me la ofrecía.

Paso a paso me fui acercando más a él, tenía algo de miedo, pero aquella visión, me había despertado la lujuria haciéndome perder la poca prudencia que solía tener.

Cuando por fin estuve a su altura, me volvió a hablar, ven hombre, no tengas miedo que no te voy a hacer nada.
Pegado ya a él, yo no le quitaba la vista a aquella polla, joder menuda verga que tenía el fulano aquel, tenía realmente una polla acorde a su altura, larga y de buen calibre. Pero lo que más me llamó la atención, eran las pelotas que le colgaban, joder casi le llegaban a las rodillas, era una cosa exagerada.

Me sujetó por la mano, llevándola a su herramienta. ¿te gusta? Me preguntaba dejando que la cogiera con mi mano.
Dios, aquella verga estaba caliente caliente, tenía una piel suave que daba gusto acariciarla. Después de acariciarle la polla, eché mano a aquellas pelotas tocándolas, y al igual que pasaba con la piel de su verga, daba gusto tocar aquellos huevos.

Mientras yo le acariciaba sus genitales y polla, él fue metiendo su mano por dentro de mi camisa, iba desabrochándome desde el cuello los botones, hasta que metió su mano, acariciándome los pezones.
Tenía unas manos fuertes y algo rasposas, pero las iba deslizando con mucha suavidad y ternura, haciéndome estremecer con su tacto.

Sin decirnos nada, yo seguía acariciando sus genitales, admirando aquella herramienta que tenía aquel hombre.
Mientras él seguía desabotonándome poco a poco los botones de la camisa, hasta que tiró de ella, sacando el trozo que tenía metido por dentro del pantalón. Una vez abierta por completo la camisa, posó sus manos sobre mis pechos, y acariciándolos muy suavemente, iba bajando las manos por mi barriga, hasta que llegó a la cintura. Allí con toda parsimonia, las llevó a mi cinturón, empezó a aflojarlo con toda la parsimonia del mundo, viendo como yo acariciaba sus genitales y babeaba mirando para ellos, sin decir nada y dejando que me fuera desvistiendo.

Una vez hubo aflojado el cinturón, continuó con los botones de mi pantalón, hasta que estos cayeron por su peso al suelo.

Ya casi me tenía desnudo, ahora sí que ya estaba en sus manos, ahora sabía que me iba hacer suyo, me iba a dar por el culo hasta hacerme chillar de placer.

Ven, dijo tirando por mi mano, vamos para el portal que estaremos más abrigados.

Me agaché para poder subir el pantalón, y me dejase caminar sin problemas, y una vez lo hube subido, aguantándolo con una mano, fui detrás del mientras él me llevaba de la otra mano medio desnudo.

Entramos en el portal el cual tenía la puerta abierta, y allí siguió desvistiéndome con toda la parsimonia del mundo.

Dejé caer el pantalón al suelo, llevando las manos a sus genitales, y mientras se los iba acariciando, el llevó sus manos a mi cintura, acarició mi barriga y vientre con toda suavidad, a la vez que iba bajando mi slip con toda la dulzura y parsimonia del mundo.

Yo ya gemía por las suaves caricias que me iba dando, temblando de excitación, y ardiéndome el cuerpo. Cada vez estaba más y más caliente y excitado.

Empecé a aflojarle el cinturón, luego hice lo mismo con el pantalón, bajándoselo junto a los calzoncillos que llevaba.
Ahora ya tenía delante mía, aquella verga tiesa y dura, junto a sus enormes genitales, los cuales colgaban como si del badajo de una campana se tratasen. Los acariciaba sin que nada me molestase.

Mientras él descapullaba mi polla, me acariciaba los huevos, pasó su dedo gordo por la punta de mi polla, haciéndome dar otro gemido al hacerlo.
Prosiguió subiendo sus manos por mi vientre, me iba acariciando con ambas manos, hasta que llegó a mis pezones, los acarició, luego los apretó suavemente con sus dedos, siguió subiendo sus manos hasta mis hombros, sin dejar de acariciarme, y muy suavemente, fue sacándome la camisa y cazadora que llevaba, a la vez que deslizaba sus manos por mis brazos.


Dejó que cayeran ambas prendas al suelo deslizándose por mi espalda, y mientras se inclinaba hacia mí, llevó su boca a la mía, empezando a pasar su lengua por mis labios, luego los mordisqueó, mientras me abrazaba a él.

Quiero hacerte mío, me decía mordisqueándome los labios. Dame tu culito y déjame entrar en ti, me susurraba.

Deja que te llene con mi lechita esta barriguita, anda, dame tu culito ya verás que bien se siente que te preñe con ella.

Metió su lengua en mi boca, saboreó mi lengua, se empapó con mi saliva y yo con la suya, luego fue bajando por mi barbilla, dándome suaves mordiscos, hasta alcanzar mi cuello, donde me hizo temblar y gemir de placer, al notar sus placenteros y suaves mordiscos.

¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemía abrazándome a él, sin dejar de temblar por el gusto que me estaba dando.


Quiero que me des tu culito, susurraba al oído sin dejar de acariciarme con su boca y lengua.
Quiero entrar en ti y que seas mío, seguía susurrándome al oído, quiero hacerte gozar y hacerte mío, me decía sin dejar de mordisquearme el cuello, mientras seguía descendiendo hasta llegar a mis pezones.

Yo a esas alturas, estaba que me derretía, mi cuerpo estaba que ardía con la calentura y excitación que tenía.

Claro que deseaba ser suyo, ardía en deseos porque me hiciera suyo, quería que aquella polla entrara en mí poseyéndome y haciendo que gritara de placer.


Cuando llegó a mis pezones, con sus dientes empezó a morderlos, sacándome más gemidos y haciéndome retorcer de gusto.
Anda dame tu culito, me decía llevando sus manos a mis glúteos y apretándolos suavemente con sus manos. Dame tu culito que quiero llenarte esta barriguita con mi semen, decía acariciando mi barriga, mientras me iba girando para que le diera el culo.

Quítate el pantalón me dijo, así estaremos más cómodos y te puedo penetrar mejor.

Hice lo que me pidió, y después de sacarme los zapatos, terminé por sacarme el pantalón y slip, quedándome desnudo por completo, esperando que me penetrara, haciéndome suyo.


Abrazándome a él, me ordenó que subiera una pierna sobre el peldaño de la escalera. Cuando la hube puesto, quedando con una pierna sobre las escaleras, la otra en el rellano y las manos apoyadas sobre la pared, abrazándome con un brazo, llevó la otra mano a mi ojete, presionó con un dedo, luego lo llevó a mi boca para que lo chupara, lo volvió a llevar metiéndolo esta vez dentro de mi culito.

¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemí al notar como su dedo entraba en mi culo, abriendo mi esfínter.

¡Ohhh siiií! Dame tu culito, así, así, dame tu culito, ¡ohhh que gusto! Decía metiendo y sacando su dedo de mi culo, haciendo que mi esfínter se fuese relajando, ¡oohhh que culito más rico! Decía metiéndome ahora 2 de sus dedos, preparándome el culito para su penetración.

Después de un buen rato abriéndome el culo con sus 2 dedos, me dijo que ahora le chupara la polla un poquito, para que me entrara mejor.

Anda, chupa un poquito la polla que así entrará mejor en el culito.

Bajando la pierna del escalón donde la tenía, me agaché llevando con mis manos su polla a mi boca, empezando a chuparla.

¡Ohhh siiií! ¡ooohhh que gusto! ¡ohhh que bien la chupas! Decía agarrándome la cabeza.

Después de un ratito chupándole la polla y acariciándole los huevos, que cada vez que metía la polla en la boca, me golpeaban la nuez de la garganta. Parecía que tenía un collar puesto cada vez que metía la polla en la boca. Me sacó la polla de la boca, me ordenó que volviera a colocar la pierna sobre el escalón de la escalera, de esta forma mi ojete quedaba mucho más accesible.

Colocó la punta de su polla sobre mi esfínter, y mientras me sujetaba con una mano, y con la otra me levantaba un poco más la pierna, empezó a penetrarme poco a poco la polla en el culo.

¡Ohhh! ¡ooohhh! Gemía al notar como su polla iba penetrando dentro mía, abriéndome el culo deslizándose por su interior.

¡Ohhh siiiií! Gritaba él sujetándome con sus manos, ¡ooohhh que culito! ¡ooohhh que culito más rico!

Así, dame tu culito, así, ¡aaahhh que rico! ¡ahhh que rico se siente! Gritaba sin dejar de ensartarme una y otra vez la polla en el culo.


Dios que gusto me estaba dando, notaba como entraba una y otra vez su polla en mí, golpeándome sus pelotas mi culo cada vez que me metía la polla.

¡Ohhh que rico! ¡ohhh que rico! Gritaba él ensartándome cada vez más rápido su polla.

Cada vez que me ensartaba la polla en el culo, notaba como los huevos me golpeaban y me hacía prácticamente subir un escalón la pierna que tenía sobre el rellano, dando gritos de placer al notar como me incrustaba la polla en lo más hondo de mi culo.

Pero aquella posición que teníamos era algo incómoda, y la cosa parecía que iba para largo, por lo que decidió cambiarme de posición.

Espera mi amor, espera que vamos a cambiar de posición.

Se sacó por completo el pantalón y calzoncillo, dejándolos sobre las escaleras.

Ahora que ya te abrimos bien el culito, vamos a ponernos más cómodos.

Se sentó sobre aquellas 3 escaleras, ordenándome que abriera las piernas y me sentara a horcajadas sobre él.

Ven mi amor, ven, siéntate así. Así mi amor así me decía sujetándome por la cintura, mientras me sentaba a horcajadas sobre él, ensartándome la polla en el culo.

¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ohhh! Gemía notando como me iba entrando la polla por el culo a la vez que me sujetaba en sus hombros.

Ya mi amor, ya, ¡ohhh que culito! ¡ohhh que culito más rico! ¡ooohhh que gusto! Así mi amor, así, me decía él sujetándome por la cintura, haciendo que fuese cabalgando sobre su polla, ensartándomela una y otra vez.


¿Te gusta mi amor, te gusta? Me preguntaba ensartándome su polla en lo más hondo de mi culo, mientras me sujetaba con sus manos por la cintura, llevando su boca a la mía besándome y mordisqueándome los labios.

¡Ahhh mi amor que gusto! ¡aaahhh que gusto! ¡aaahhh como me gusta tu culito mi amor! Gritaba una y otra vez manteniéndome empalado en su tranca.


Yo abrazado a su cuello, subía y bajaba introduciéndome una y otra vez aquella polla que me estaba dando por el culo, haciéndome gritar de tanto gusto que estaba sintiendo.

Sudaba y gritaba cada vez más, disfrutando como aquella verga me abría el culo, deslizándose por mi interior, cada vez con mayor facilidad.

¡Ohhh que gusto mi amor! ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Me gusta tu culito, me gusta este culito tan rico y lindo que tienes, mi amor.

Yo ya estaba que no podía más, sudaba por todas partes y no paraba de gritar abrazándome a él.
Paré un momento de cabalgar sobre aquella polla que me tenía empalado, descansando unos segundos, pero él, sujetándome por el culo, se levantó llevándome a horcajadas y con la polla metida en mi culo, se dio la vuelta, me tumbó arriba de aquellos 3 escalones que había, me hizo levantar más las piernas, quedando yo como un pollito asado, y él tumbado sobre mí, con la polla clavada en mi culo, y yo gritando de placer.

Empezó a culearme salvajemente, metiendo y sacando su verga en mi culo mientras me gritaba, así mi amor, así, dame tu lindo culito, así mi amor, así. ¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Gritaba echado sobre mí, metiéndome su verga en el culo.

Se escuchaban nuestros jadeos y gemidos, el sonido de su polla entrando en mí, y el golpeteo de su pelvis y pelotas pegando sobre la entrada de mi ano, chof, chof chof chof, chof, chof chof chof. Cuando empecé a notar como su polla se hinchaba dentro de mi culito, me agarraba más fuerte y apuraba más las clavadas en mi culo, y empezaba a gemir, ¡ohhh mi amor! Ya, ya me vengo, ya mi amor, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Me corro mi amor, me corro. Gritaba eyaculando dentro de mí.
Su polla seguía escupiendo semen en lo más hondo de mis entrañas, cuando el que empezaba a gritar que se corría, era yo.

¡Ohhh! Me corro, ¡ohhh! Me corro, ¡ooohhh! Gemía notando como su polla soltaba su esperma dentro mía, regándome las entrañas, y mi polla escupía mi leche sobre mi estómago, impregnándonos ambos con ella.

¡Ohhh mi amor! Gemía mordiéndome los labios y lamiéndome con su lengua, teniéndome clavada su polla en lo más profundo de mi culo. ¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que culito más rico tienes! Me decía.
Ya te he llenado esta barriguita con mi lechita, mi amor. Ahora ya te he dejado preñadito, llevas mis hijos dentro de tu barriguita.

Ay que culito más lindo, me decía acariciándome sin sacarme la polla del culo.

Como si fuera un muñeco de juguete, me levantó abrazado a él, y sentándose sobre las escaleras, me besaba y mordía los labios, mientras su polla iba poco a poco escurriéndose de mi culo.

Cuando ya nos repusimos y la respiración se fue normalizando, nos levantamos de aquellas escaleras, recogimos la ropa que estaba esparcida por el suelo del portal, y antes de que me empezara a vestir, me abrazó por la espalda, y agachado sobre mi hombro, empezó a morderme el cuello y nuca manteniéndome abrazado a él.

Ay que bueno estás, mi amor. Como me gusta tu culito. Tienes un culito muy lindo y rico, me decía mordiéndome la nuca y el cuello, dándome escalofríos y haciéndome temblar del placer que me estaba haciendo sentir.

No paraba de morderme la nuca y el cuello, mientras me mantenía abrazado a él y me iba acariciando con sus manos la barriga y genitales.

No quiero que te vayas todavía, mi amor, déjame disfrutar un poquito más de este culito tan lindo que tienes.
Déjame follarlo otro poquito, anda, no seas malo, deja que te folle otra vez.

Notaba como su verga se rozaba en mi culo, y poco a poco esta iba creciendo de nuevo, hasta estar dura otra vez.

Anda abre un poquito las piernas y dame el culito que voy a metértela otra vez.

Dios no podía creerlo, me acababa de dar por el culo, y ya estaba listo otra vez. Incluso el cabrón me estaba calentando de tal manera, que mi culo deseaba que lo follaran de nuevo.

Excitado como estaba, fui abriendo las piernas dándole de nuevo mi culito que ya volvía a estar ardiente porque lo preñaran.

Así mi amor, así, dame el culito que voy a follarlo y dejarte bien preñadito.

Con su pie me abrió un poco más las piernas, me inclinó un poco la espalda, y sujetándome por las caderas, me volvió a penetrar.

Así mi amor, así, dame tu culito, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Gritaba ensartándome de nuevo la verga una y otra vez en el culo, mientras me acariciaba la barriga y genitales con su mano.

Yo gemía y gritaba de gusto, arrimando todo lo que podía el culito a su pubis, notando como su polla me iba taladrando el culo una y otra vez, introduciéndose en mí.

¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ohhh! Gemía disfrutando como aquella verga entraba una y otra vez en mi culo.

Ay que culito, ay que culito más lindo, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba él bombeándome una y otra vez ensartándome en su polla.

Ya llevaba un buen rato follándome, y yo ya estaba que no podía más. Las piernas me temblaban, sudaba por todas partes y no paraba de gemir y gritar. Deseaba que se corriera de una vez, y terminara aquella tortura que tanto placer me estaba dando.

Después de un buen rato follándome, y a punto de caer desparramado sobre el suelo de aquel portal, por culpa de aquella salvaje follada que me estaba dando. Empezó a gritar que se corría.
Ya mi amor, ya, ya me corro, ¡ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Me corro, me corro, ¡ooohhh! Me corro.

Soltó 4 largos trallazos de leche dentro de mi culito, y manteniéndome pegado a él, su verga fue soltando todo el esperma dentro de mí.

Me abrazaba a él, y sin sacarme la polla del culo, llevó su mano a mis genitales, empezando a pajearme.

Yo que ya no podía ni con mi cuerpo, gimiendo como una gatita en celo y con grandes temblores de piernas, me corrí sobre su mano, ¡ohhh! ¡ooohhh! ¡ohhh!
No podía más, sudaba y temblaba sin poder parar.

¡Ohhh mi amor! Me decía frotándome la barriga con su mano mientras su polla se iba escurriendo de mi culito, ya te preñé esta linda barriguita, ya te dejé toda mi lechita en ella.


Cuando por fin nos dimos recuperado, después de unos buenos morreos de boca y acariciarme con sus manos todo el cuerpo, nos separamos, y por fin pude empezar a vestirme.

Una vez vestidos ambos, me acompañó hasta pasar la iglesia de San pedro de Mezónzo, allí nos despedimos, marchando cada uno en una dirección, yo iba recto para mi casa, y él cogió a la izquierda rumbo a 4 caminos.

Yo iba que no podía más, llevaba el culo bien abierto, preñado y repletito de leche, despidiendo un olor a semen por todos los poros de mi cuerpo.
Vaya follada inesperada que me habían dado.

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