Relatos Eróticos Filial

Trio, hermano y compañero

Publicado por Ikarusulu el 20/04/2024

Tomando una copa por fin me lo confesó todo. Lo conocí cuando lo habían destinado a mi oficina desde otra ciudad. Se llama Mario. Habíamos coqueteado desde entonces. Pero hasta ese día no se había sincerado conmigo.


- ¿Querés salir a tomar algo luego, al terminar aquí?.


Era muy guapo, moreno, ojos azules, alto y espigado. Siempre bien afeitado y con aspecto muy cuidado. No parecía tener muy marcados los músculos pero apenas había podido distinguirlos pues casi siempre usaba traje y corbata en la oficina. Solo según iba entrando la primavera se quitaba la americana algunas tardes.


Yo solía enseñar bastante más de mí cuerpo, lo que además contribuía a atraer más clientes. Mis vestidos y minifaldas mostraban lo suficiente de mis torneados muslos como para que más de uno se agachara a ver si conseguía ver algo de mis nalgas duras y respingonas.


Los ajustados jerseys marcaban mi vientre plano y mis pechos generosos, algunos dirían que maternales, que a veces lucía con escotes más bien amplios. La melena pelirroja enmarca mis rasgos finos, mis ojos verdes y mi cutis pecoso.


Había tensión sexual entre nosotros. Algunas bromas subidas de tono y coqueteos descarados. Pero ese día por fin me lo contó. No podía seguir adelante conmigo por que le gustaban los chicos.


Había entrado al trapo conmigo un poco por soledad, otro poco por yo le caía bien y le gustaba y otro poco por que no se supiera lo suyo en el trabajo. Siendo de otra ciudad no conocía mucha gente con la que congeniar y menos aún de sus mismos gustos.


- He de confesarte algo. Me gustas mucho, me caes muy bien pero no me atraes físicamente.


- ¿Entonces?. ¿Qué estamos haciendo?.


- Bueno, me gustan los chicos. Eres una gran amiga pero solo podemos ser eso.


- ¡Joder! Me lo dices ahora. Debería enfadarme contigo.


No me lo tomé mal del todo por que algo sospechaba.


- Y como un chico tan guapo como tú aún no ha encontrado un ligue aquí. Los gays soléis tenerlo fácil.


- Soy tímido, fuiste tú la que se me presentó. ¿Recuerdas?. Y además no me gusta ir por el ambiente y no es que en esta ciudad haya mucho de eso.


No me lo tomé demasiado a mal, bueno puede que un poco si, había estado tonteando conmigo y dejando que me hiciera ilusiones. Pero al fin y al cabo a mí me gustaban, gustan a día de hoy, también las chicas y me hubiera sentado muy mal que se cotilleara en la oficina sobre ello.


Y tampoco habíamos dicho nunca nada claro. Esta era las primera vez que salíamos juntos fuera del trabajo. Y la primera vez que nos sincerábamos del todo.


Mi mente calenturienta comenzó a darle vueltas al asunto. Un chico tan guapo y resulta que yo conocía a otro en parecida situación, gay y guapo. Mi propio hermano, David, disfruta de una buena polla tanto como yo y parecía ser que tanto como mi compañero.


- Pues pude que tengas más suerte de la que te mereces. Cabroncete.


- ¿Me perdonas?. Entonces.


- Si, bobo. Pero no lo digo por eso. Te podría presentar a alguien. Y creo que lo hago más por él que por ti. Conste.


Así que me propuse presentarles, pero no iban a ser ellos los únicos que disfrutaran. Yo también quería disfrutar sino de un rato de sexo al menos de las vistas. Me daba un montón de morbo ver a dos chicos guapos en acción en vivo.


- Eso sí, para que te perdone de verdad... Me tendríais que dejar mirar.


- ¿Va en serio? Te digo que soy tímido y quieres verme follar con otro chico.


- Pues la timidez te la guardas, guapo. Ya verás en cuanto lo conozcas si merece la pena o no. Y además me da mucho morbo ver a dos chicos juntos. No digamos si están tan buenos como vosotros.


A ver, no me considero tan creída como para ser capaz de hacer cambiar de acera a nadie. Pero solo de pensar en algo tan morboso como ver a mi hermano follando con otro chico mojaba las bragas Si las hubiera llevado puestas, pues para ese entonces ya las tendría por los tobillos y me estaría haciendo un dedo de campeonato.


En cuanto llegué a casa me fui directa a la habitación de mi hermano. Entre sin llamar. Y lo pillé sin camiseta y por las apariencias a punto de hacerse una paja. Al menos a juzgar por lo que se veía en la pantalla de su portátil: dos macizos a punto de hacer un sesenta y nueve.


- Tato, tengo un amigo que me gustaría presentarte. Ya sabes, de tus mismos gustos.


- Vaya, ¿y desde cuando te metes tú en mi vida sexual?. ¿Vas a hacer de Celestina?


- Desde que tengo una magnífica oportunidad de mejorarla. Y ¿en serio te importaría?


- Ya será menos. Seguro que es un callo.


- De eso nada. Mario es muy guapo y sabes que no tengo mal gusto en absoluto. Estaba intentando ligarmelo yo. Ya lo verás cuando te enseñe sus fotos. Pero hay una condición...


- ¿Cuál?. Qué te tengo miedo.


- Apenas nada... Solo que me dejéis mirar.


- ¿Hablas en serio?.


- Pues claro. Algo exhibicinistas seréis. Tomároslo como si estuvierais follando en una playa o un parque. Pero solo conmigo mirando.


Lo decía como dudando pero desde luego por dentro estaba convencida de que él quería. Además tuve que enseñarles a cada uno las fotos del otro que tenía en el móvil. Por suerte algunas muy subiditas de tono. Sobre todo el cuerpazo de mi hermanito con un speedo. Eso les animó bastante.


Les pregunté a ambos por separado si confiaban en mi y les puse una serie de condiciones. Si se gustaban y llegaban a algo tenían que dejarme mirar. Tenia que ver aquellos dos preciosos cuerpos masculinos juntos, tocándose, amándose y follándose, ver las dos pollas a pleno rendimiento.


Desde luego a ser posible no me iba a conformar solo con eso, ya intentaría algo más, aunque claro no sé lo iba a decir todavía.


Así que los presenté ante unas copas para relajar el ambiente y deje que se conocieran mejor. Que todo fluya como deba.


Perece ser que había acertado en mi papel de Celestina. Estuvieron charlando horas y yo allí delante, de carabina. Oyendo detalles que ya sabía, de ambos. Se debieron caer bien, cosa que ya imaginaba y estaban dispuestos a pasar al siguiente nivel. A conocerse de una forma bíblica. Para ello decidieron quedar un sábado en el que ninguno de los tres tenía nada más que hacer.


- El sábado quedamos y cumplimos con nuestra parte del trato.


- ¡Ya era hora!.


- ¿Pensabas que no íbamos a cumplir?.


- Estaba segura.


Ellos como caballeros que son pasaron a recogerme para hacer honor al trato que teníamos. Habían quedado en una cafetería un rato antes. Durante esos días que los había dejado tranquilos aunque suponía que ya habrían follado además de hablar y conocerse mejor. Pero no me importaba mientras respetaran el acuerdo.


- Vamos, sube, petarda. ¿Lista para el show?.


Mi hermanito siempre tan considerado.


- Preparada y cachonda, tato.


Creo que a ellos también les daba cierto morbo exhibirse, aunque lo negaran. Para la ocasión incluso había sacrificado mi melena y le había dado a mi cabello un corte a lo garçón. A ver si les provocaba algo. Eso y mi culazo debían ser un par de bazas para animarles a hacer algo conmigo.


Pensando en lo que iba a disfrutar solo me puse una camiseta y una falda, sin lencería debajo. Y ya sé que ir sin bragas y con minifalda puede provocar accidentes. Pero en ese momento ponerme bragas solo habría servido para empaparlas.


Mi hermano, según conducía hacia el piso de Mario ya le iba acariciando su muslo por encima del vaquero. Desde el asiento de atrás, al verlo apreté los muslos. Corría el riesgo de que mis jugos mojaran la falda y la tapicería del coche.


- Ten cuidado no nos la peguemos.


- Tranquila que maneja la palanca de cambios muy bien.


- Eso es lo que quiero ver esta noche.


En el ascensor empezaron a besarse suave en la boca mientras Mario le agarraba el culo a David. Yo los miraba sonriendo y deseando ver mas carne. Ellos parecían haberme olvidado mientras llegaban al sofá sin separar las manos del cuerpo del otro, sus ojos turbios de deseo.


- ¡Joder!, David ¡qué ganas te tengo!.


- Y yo a ti.


- Y yo de veros a los dos en pelota picada.


Así que me puse cómoda en el sillón de enfrente. Las lenguas de ambos se cruzaban e hilos de saliva resbalaban por sus barbillas. Mi compañero ya le estaba sacando la camiseta a mi hermano.


- ¡Desnúdame!.


Por supuesto que ya había visto muchas veces ese torso depilado pero seguía siendo un bonito espectáculo. Que mejoró rápidamente cuando Mario se puso a lamerle las axilas, los pezones y el pecho mientras echaba una mano a su bragueta para buscar su polla. Aquel chico tenia hambre atrasada. No me extrañaba que hasta hubiera tonteado conmigo.


David aprovechó para tirar de la camiseta de mi amigo y dejarme ver mas piel a mi. Me acariciaba yo una teta por debajo de la tela de la mía. Pellizcando uno de mis pezones y siguiendo la acción con un ritmo tranquilo. Continuaron tocándose el uno al otro sin separar las lenguas ni las manos del cuerpo del otro.


- ¡Qué bueno estás!. Tendré que agradecer a mi hermana que nos haya presentado.


- Bien que se está cobrando el favor.


- Se lo merece.


Me miraban de reojo y me veían con los muslos bien abiertos y una mano por debajo de mi falda. La otra la tenía amasando uno de mis pechos.


Me encantó verlos desnudos del todo por fin. Sus cuerpos fibrados, con los músculos definidos. No tardaron mucho, sus pantalones y calzoncillos terminaron en un rincón. Ver sus durísimas pollas en las manos del otro. Se las acariciaban despacio, sin prisa. Dándose placer pero sin la intención de correrse pronto.


Fue estupendo ver como mi hermano se agachaba y enseñándome su prieto culo se inclinaba para lamerle los huevos y la polla a su nuevo amigo. Tuve que ponerme a su lado para observar más de cerca. Empezó lamiendo sus huevos. Subía con la lengua por el tronco hasta meterse el glande en la boca.


- ¡Joder! ¡Tato que bien la comes!


Ver la carita de vicio que estaba poniendo mientras le comía el rabo me hizo pensar en que la mía seria parecida en ese instante cuando le hacía el mismo favor a algún chico. Es una polla preciosa recta, el glande casi morado por la cantidad de sangre que la ponía dura.


- ¿Lo haces tú así?.


- Creo que nadie puede hacerlo tan bien.


Mario arrastró a David al sofá para quedar sobre él haciendo un sesenta y nueve. Y quedó sobre él. Así que ahora tenía a la vista el culito duro de mi compañero con el que jugueteaban los dedos de mi hermano. Me acerqué más para ver como entraba cada rabo en la boca del otro. Estaba ojiplática y muy cachonda.


A esas alturas ya me había sacado la camiseta y tenía la falda completamente recogida alrededor de mi cadera. Los muslos bien abiertos y mi mano acariciando el clítoris y los labios de mi vulva. De vez en cuando llevándome los dedos a la boca para saborear mis jugos y ensalivarlos para que entraran más en mi interior.


Quería ser acariciada pero tampoco quería romper la magia que había entre los dos, entre sus cuerpos desnudos. Así que dejé que llegaran al orgasmo sin molestarlos. Cuando se corrieron cada uno en la boca del otro se giraron para morrearse y mezclar semen y saliva en un húmedo lascivo y largo beso.


Ese era el momento de mi intervención cuando tenían la guardia baja tras el orgasmo. Despacio para no asustarlos, aunque esos dos no se asustarían de nada, me fui coloqué a su lado en el sofá.


Me arrodillé a sus pies y les cogí las pollas que estaban bajando pero que aún tenían semen en ellas. Las sujeté con mi mano, solo para llevarlas juntas a mi boca y lamer los restos de semen que había en ellas. Seguían besándose, bien pegados, y jugando entre ellos con sus lenguas. No parecía que les estuviera interrumpiendo.


Empecé a lamerlas por turnos pero como estaban muy juntos llegue a meterme las dos a la vez en la boca y terminar de limpiarlas con mi lengua. No pareció importarles mi atrevimiento que recibieron con una sonrisa. Aunque un hilo de saliva o semen todavía unía sus labios.


Al fin y al cabo las bocas se parecen mucho. Y los culos también pues aunque ambos se habían corrido todos queríamos más. Yo también. Hasta ese momento me había dado placer sólo con mis dedos, tenía guardada una sorpresa en mi bolso.


Un plan B si las cosas se torcían un poco con ellos, me había traído uno de mis dildos. Una polla de silicona no demasiado grande pero muy realista y con un motor potente para una buena vibración. También valdría para follar sus culitos.


Empezando por mí que solo pensaba en ver a mi hermano sodomizando o sodomizado y conseguir la polla que quedara libre entre mis nalgas.


Los dos me lo pusieron fácil. Fue David el que dijo:


- Quiero que me folles, guapo.


Eso sí que sería morboso. Ya veía en mi imaginación lo que pensaba hacer. Meterme bajo mi hermano mientras a él se lo follaba un tío bueno. Le pasé el culo por la cara en un intento de excitarle o provocarle algo más.


- Tato, se bueno y cómemelo un poquito.


- Acercarme ese culazo, nena.


Solo tuve que dar un paso atrás y noté como sus fuertes manos me agarraban las nalgas. Las separaban y me acercaban a su boca y lengua. De inmediato la noté pasando por toda la raja y clavándose en mi ano. No le disgustaba el sabor de mi coño al menos. Mis jugos habían llegado hasta allí cuando estaba sentada frente a ellos. Y también su lengua bajaba a veces hasta mis labios.


- Nunca había pensado en comerte este culo tan bonito, reina.


Mis jadeos debían llegar a oídos de los vecinos. El negro agujero se abría solo al toque delicado y húmedo de la sin hueso. Casi como si quisiera penetrarme con ella. Estaba más que preparada para notar una polla dentro de mí.


- Vamos nene, fóllate ese culito tan duro.


Le dijo, mi compañero.


- ¿No te importa?.


- Estoy deseándo verlo. Si te digo la verdad me pone que sea tu hermana. Ya veré como me las apaño yo.


Entre los dos me pusieron lubricante y Mario le puso a David en su polla.


Con una mano en mi cadera y otra en mi hombro fue deslizándome bajo su cuerpo. Mi hermano me manejaba como una muñeca dispuesta para su placer... y el mío.


Por fin noté el glande apoyado en mi esfinter. Abriéndose paso dentro de mi cuerpo. Siempre me gustado el sexo anal pero la forma en que lo hacen esos dos con cuidado, cariño, ternura es maravillosa. A esas alturas sólo podía gemir y suspirar.


Mi hermano se movía despacio, pausado haciéndome notar cada entrada y salida. Pero firme y con fuerza aprovechando al máximo la dureza de su instrumento.


Mario hizo un intento de ponerse detrás y follar a David. Pero en el sofá la postura era complicada. Apenas había sitio y con el movimiento casi imposible.


- Busca en mi bolso, compi.


Se quedó con cara de alucinado al ver el vibrador.


- ¿Te lo has traído por si había agujeros de sobra?


- Lo llevo siempre en el bolso por si las moscas. Pero va a venir bien.


Se inclinó y me besó. Un buen beso, con legua y abundante intercambio de saliva. Puede que lo hiciera como agradecimiento, pero nos gustó a los dos. Con las ganas que yo tenía de que lo hubiese hecho cuando salíamos como amigos.


Puso la polla de silicona entre nuestras bocas y ambos dejamos caer babas sobre el instrumento.


- Creo que con esto basta como lubricante. Ya he estado jugando con su ano un buen rato y parece bien abierto.


- Pues fóllaselo.


Al notar el vibrador en su ano las embestidas de mi hermano se hicieron aún más fuertes. No podía verlo, claro, pero lo estaba notando. Y era genial. David me mordida el hombro o lamía mi cuello y nuca.


Además de que Mario se prodigaba besándonos a ambos y lamiendo nuestras pieles allí donde le apetecía. Es más, se atrevió a deslizar la mano que no tenía ocupada con el vibrador entre mis muslos y acariciar mi clítoris. Y a penetrarme con dos dedos. Le había perdido el respeto a un coño a pasos agigantados.


Está claro que ambos son lo suficientemente bisexuales como para complacerme sin ningún signo de rechazo. Disfrutando los tres. O solo era el morbo de la situación entonces aún no lo sabía.


Al rato tenía el semen de mi hermano llenando mi recto. Y todo el peso de su cuerpo aplastándome contra los cojines del sofá. Y aún así era agradable y estaba satisfecha. Hacía rato que había perdido la cuenta de mis orgasmos.


- Levanta, que pesas.


Pude salir de debajo y cuando me giré él aún tenía clavado mi dildo en el culo. Fue una de las imágenes más morbosas que he visto en mi vida. Su cara de vicio y de su ano asomando el aparatito.


Nunca habíamos hecho nada, sobre todo por que yo pensaba que le gustaban los chicos en exclusiva. Sabiendo lo buenorro que está no había sido por que a mí me lo impidiera el parentesco. Pero aquella tarde estábamos perdiendo todos nuestros complejos y tabúes los tres. Sobre todo ellos.


- Déjame a mí.


Y uniendo la acción a la palabra tiré con suavidad del vibrador. Todavía estaba a cuatro patas. Se escapó un gemido de su garganta mientras el aparato salía. Pensaba que tendría que llevarlo al baño de inmediato para lavarlo pero salió casi prístino. Los dos, los tres, se habían puesto, nos habíamos puesto enemas y teníamos los culos como para comer sopas en ellos.


Aprovechamos la pausa para ducharnos. Los tres juntos en una enorme ducha plana. Y desde luego seguir con las caricias, los besos, lubricadas las pieles con el gel de baño. Yo me hacía un poco a un lado dejando que fueran ellos los protagonistas, para disfrutar del espectáculo. Pero enseguida tiraban de mí para que me uniera. Incluso me pusieron entre los dos para darme mimos y caricias.


- Tenemos que agradecer el que nos hayas presentado.


- Pues hasta ahora estoy muy contenta con la atención.


El anfitrión nos puso unas copas y las tomamos desnudos. Estuvimos comentando las mejores jugadas y reponiendo fuerzas. Pero desde luego todos queríamos más. David y yo salimos del piso de mi compañero al medio día del domingo y durante ese tiempo ninguno de los tres se puso una prenda de ropa encima.


Hemos repetido muchas veces ese trío, e incluso mientras mi hermano siguió viviendo en casa de mis padres jugábamos juntos y yo le pedía que me follara el culo, lo que hacía encantado. Y ¡albricias! Hasta me penetra el coño con gran placer para ambos.


Ahora los dos son pareja y viven juntos. Yo me uno cuando puedo. Están pensando en pasar por el ayuntamiento y casarse. Y ya me han pedido que sea la madre de sus hijos.










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