Relatos Eróticos Filial
El lascivo hijo de mi prima
Publicado por Anónimo el 30/11/-0001
Tiene 18 años y desde que era un bebé tenía UNA GRAN inclinación hacia mí.
Somos grandes amigos y desde que entró a la adolescencia me sentí atraído sexualmente hacia él.
Sentía que era recíproco, pero nunca fuimos explícitos hasta esa mañana en la que él necesitaba hablarme con urgencia y le di una cita inmediatamente. Cuando llegó me saludó nerviosamente con su gentil y encantadora sonrisa. Tiene unos dientes perfectos y labios sensuales que juegan con su pelo de tono oro-viejo y la piel tostada.
Su verde mirada no dejaba de mirar mis abundantes pelos que salen por la parte superior de mi camisa. Mi pidió que le guardara una confidencia: la de enseñarle cómo colocar adecuadamente un condón, ya que según me explicó, se le rompían o quedaban con aire en el interior. Acepté al tiempo que se me aceleraban las palpitaciones en mi pecho y la sangre se calentaba provocándome una durísima erección. Le pedí que se colocara el condón tal como usualmente lo hace.
Al bajarse los pantalones y el interior me excitó ver su poderoso y arqueado instrumento ya erecto. Noté que él no apretaba el depósito de la punta del condón para evitar el aire y se lo hice notar como un grave error. Me pidió que por favor yo le colocara el condón en su propio pene. Le respondí que era incómodo estando yo al frente, al tiempo que me coloqué detrás de él y me apresuré a colocarle un nuevo condón.
En este intento el muchacho sintió el roce de mi dura verga contra sus nalgas e inmediatamente sentí sus manos en las mías apretándome contra él y ambos disfrutamos un par de minutos en este juego. Nuestras respiraciones agitadas nos excitaron cada vez más y más. De pronto, dió media vuelta y metió su lengua en mi boca y nos besamos con pasión y lascivia. Me dijo que había soñando con esta escena pero que jamás pensó que se llevaría a cabo. Su confesión me excitó a tope!!! y comencé a desnudarlo y a lamer cada centímetro de su hermoso y juvenil cuerpo.
Me dí unos segundos de descanso y él aprovechó para tragarse totalmente mi árabe largo, grueso y venoso- instrumento que me calentaba hasta el extremo del placer. Su sabia boca mamaba mi pene con lentitud y suavidad. Lamía mis grandes y peludos huevos con frenesí sin dejar de masturbarme. Tácitamente le ofrecí un 69 y a los pocos minutos explotamos casi al tiempo en candente eyaculación... Ahhhhhhh!!!!.. tragándonos el semen de cada uno.
Descansamos. Hablamos..., las confesiones continuaron, finalmente, y nos prometimos confidencialidad y próximos encuentros.
Me invitó a salir al campo este próximo sábado. Acepté. Me besó y se fué!