Relatos Eróticos Fantasias
Mi madre y yo
Publicado por Ignacio el 27/03/2010
La historia que voy a contarles es un hecho real. Soy Originario del Estado de México, digamos que me llamo Ignacio y mi madre se llama Victoria. Bueno, pues resulta que una vez llegando de niño a la pequeña habitación que era de un vecindario me encontré a mi madre sobre mi padre, meneandose con un placer intenso, su rostro lo elevaba hacia el techo del cuarto y gemía alcompás de sus movimientos. Pude ver sus enormes pechos blancos coronados con pezones de color cafe intenso, enormes y firmes, mi padre solo se concretaba a recibir esa carga de energía que emergia de mi madre y que dejaba un extraordinario olor en la habitación. Yo desde la puerta veía con admiración lo que pasaba. Cuando terminaron, entre estertores llenos de ruidos mi madre volteó y me miró tras la puerta, sin embargo solo se concretó a pedirme un trapo según dijo, para limpiarse las narices. Esa sería la primera vez que los miraría con atención y que poco a poco despertaría en mi una atracción brutal hacia mi madre. Me excitaba el solo pensarla montada y sacudiendo su cuerpo blanco encima de un hombre. Me la imaginaba con su cuerpo ardiente y su cabellera larga restregandose con fuerza agarrada de los hombros de mi padre, pidiendo más. Tenía yo entonces cerca de 7 años. Pasó el tiempo. Mi padre murió, élla quedó viuda a la edad de 32 años, con esa energía sexual que la caracterizaba, caliente, cachonda, pero eso si bien persignada, aparentaba ser muy modosita, bien portada pero yo leconocía sus debilidades. Una vez al cumplir los 14 años estando viviendo con mis hermanos en la ciudad de mexico, por razones de estudiar la preparatoria, a ella la habíamos pasado a dejar con mis hermanos más chicos mientras que nosotros estudiábamos la preparatoria y la universidad. Una vez, me enfermé de fiebre reumática y tuve que dejar de estudiar, fua por largos 6 meses que estuve en casa olvidado de amigos y de mis mismos hermanos que me miraban como un objeto más de la casa que rentábamos. Ese día llegó mi madre a visitarme, llegó al filo e las 7 de la noche, al cabo de salir de su trabajo en un taller de costura. Mi hermano no estaba, había salido con su novia y no llegaría hasta el otro día, puesto que trabajaba en el turno de la noche. Nos quedamos solos, platicamos duante dos o tres horas de muchas cosas hasta que nos dio por acostarnos hacia la media noche. No podía dormir yo estab muy inquieto con las imágenes de ella encima de un hombre y temblando de satisfacción, mi mente hervía de calentura a la vez que sentía delirar sintiendo su cuerpo repegadoal mío. La miraba en mis recuerdos desnuda en la tina de baño llamándome a tallarle la espalda, sentía sus grandes senos a la hora de enjabonarselos haciendosele más grandes y firmes, la miraba hincada lamiendo con su hermosa boca mi pene erecto y pidiendome penetración, en fin la imaginaba en todas las formas eroticas posibles, algunas conocidas por mi en ella y otras parte de mi imaginación. Ella tampoco podía dormir, la escuché en más de una vez decirme - No puedes dormir? - Yo solo habia contestado laconicamente un No. Fue entonces, que al calor de la sobreexitacion que me inundaba que me decidí levantar con el pretexto de tomar un poco de agua del buró que estaba junto a su cama, pues yo me había quedado en la mía y ella en la de mi hermano. Me lenavté en calzoncillo, mi pene tenía una enorme erección que lastimaba por entre el calzón. Al estar cerca de ella la escuche balbucear algo, entonces recordé aquellas veces que la llegué a mirar disfrutando del sexo, casi siempre ella encima de un hombre primero con mi padre, ya luego con uno o dos parejas que tuvo, siempre meneandose cadenciosamente y gozando el placer del sexo. Entonces me atreví con cierto miedo a bajarme la truza hasta los pies y me acerqué lentamente hasta su cara, la tenía volteando al lado donde estab yo parado, entonces lentamente le acerqué mi miembro hasta su boca, que primero hizo que repelía. Luego de volverla a tocar con mi trozo ella comenzó a abrir lentamente su boca como perezosamente y yo a ganar terreno cada vez más, entonces comencé a deslizarla hacia dentro y hacia afuera, despacio, pero con mucho temor, ella permanecía con la boca abierta, me acuerdo bien que tiene un pequeño lunar blanco en la comisura de su boca y lo sentí rasparme mientras entraba y salía. Entonces comenzó a mover su lengua restregándome la verga pero sin abrir los ojos, al ver que su respuesta era buena comencé a abrirle su blusón hasta que aparecieron sus dos enormes senos, más grandes que cuando los miré de niño, más fuertes que cuando se los daba a sus amantes, y entonces me acerqué para chuparselos, que digo chupárselos, para succionarlos queriendomelos tragar logrando solo que una parte entrara a mi boca pues la mayor parte de ellos quedaba sin poder caber en mi boca de lo enormes y duros que estaban. para entonces ella se metía mi pito hasta su garganta gemía como yo ya sabía y yo le daba placer parado allí junto a la cama. Entonces comencé a abrirle todo el camizón de dormir hasta el último botón, con desesperación bajé mis manos hasta su sexo, primero acaricié ese monte que ya conocía, negro, cubierto completamente de pelambre negro y enredoso, acariciable, le frote durante algunos segundos su monte pero entonces ella tomó mi manbo y la llevó hacia abajo. Era un volcán ardiente lleno de lava, su sabia brotaba lubricando toda la zona de los labios y al tocarla se estremecia gimiendo y apretando sus labios, levantandose levemente por la espalda. Le bajé toda la pantaleta hasta quedar frente a frente con ese tesoro añorado desde mis días de niño, entronces le comencé a abrir sus piernas, esos ricos chamorros que yo había visto como los disfrutaban otros hombres, la comí a besos, le besé los pelos dell pubis jaloneandolos suevemente con los dientes, hasta llegar a la zona húmeda. Era un hervidero de jugos y truenos, estaba calientísima, solo miraba yo como con sus manos me restregaba para que le lamiera todo, su clitoris, los labios, y entonces le entremetía la lengua hacia su profundidad logrando que ella se estremeciera más creo que como lo hacía con los otros hombres. Le levantaba sus piernas agarrándola de sus nalgas hasta lograr que sus piernas quedaran mirando hacia arriba, y yo le besaba todo su tronco sus piernas, su boca, su sexo, siempre arediente de deseo, siempre abierto dispuesto a recibir. Cuando me hube casadod de besarla y chuparla, entonces me decidí a penetrarla, fue hermoso hacía que la acariciaba con mi pene alrededor de su sexo, mientras le chupaba sus hermosos senos enormes, inigualables, cafés y bien erectos. Ella disfrutaba sin hablar solo gemía y decía más, más con voz entrecortada, de repente de una acometida le metí media verga y y sentí un estremecimiento de su cuerpo, entonces me agarró fuertemente de los brazos y elevó sus ricas piernasen el aíre y entonces dijo: - métemelo todo -métemelo todo Ignacio, por favor, métemelo todo, como mandes mami - le dije y procedí a metérelo hasta donde llegaba , ella llena de placer solo atinaba a decir ya, ya , ya, luego de tenerla así, estando yo encima de ella procedí a voltearla boca abajo en cuatro como se dice y entonces a montarla mientras estiraba mis manos para agarrarle sus enormes senos que le culumpiaban al ritmo de las acometidas, una y dos y tres veces, luego otra vez volteada, luego a mamarsela, luego a sacarsela de su nido y a metersela a su boca. Ya llevabamos más de media hora, cuando decidí hacerle una técnica que conozco y que funcionó a las mil maravillas consiste en atorar la punta del pene en una parte interna de la vagina donde se siente en la mera orilla la parte del hueso, allí se aprieta con fuerza mientras le besaba el oido y llegó lo esperado, mi madre se puso rigida poniendo los ojos blancos, abrazándome con fuerza diciendo lentamente no, no eso no, yo solo atiné a decirle, si, si , no pasa nada, y entonces se aferró con más fuerza y vino lo esperado, mientras se convulsionaba un charco se secreción salía de su hermoso sexo, el calor de nuestros cuerpos era grande, un aroma agradable a sexo, a hembra satisfecha inundó el ambiente. Entonces poco a poco se fue destensando hasta abrazarme solo superficialmente. Ya luego abrió los ojos y me dijo: Que hemos hecho hijo?, Sexo, madre le dije, amor y sexo, que bien te hacía falta a ti y a mi también, entonces jaló un trapo "para limpiarse la nariz" y lo puso sobre la sabana mojada, nos abrazamos y así quedamos bien dormidos hasta que llegó el amanecer. Nunca lo olvidaré fue una historia muy real. Ahora vivo con ella , yo casado y ella sola, pero de vez en cuando nuestras miradas parecen recordar con picardia aquella ocasión. Que opinan?