Relatos Eróticos Autosatisfaccion
Con un vibrador
Publicado por Anónimo el 30/11/-0001
Hola, me llamo Juan y me gustaría compartir con todos vosotros una
experiencia muy gratificante. Me encanta masturbarme, y aunque nunca he
mantenido relaciones homosexuales, sí tengo continuas fantasias con hombres. Me
gusta pajearme viendo una buena película gay, pero no conseguía encontrar
alguna donde hubieran culos bien abiertos y corridas faciales, ya que me gusta
ver como un hombre saborea semen. Yo mismo lo hago en bastantes ocasiones con mi
propia leche. El otro día, estaba yo muy caliente y necesitaba ver una buena
película, así que fui a un sex-shop en busca de la película perfecta. Era la
primera vez que iba, ya que las anteriores las había comprado en quioscos.
Cuando entré en el sex-shop, no había nadie y las películas gay estaban
justo enfrente del dependiente, por lo que mientras las consultaba, no me
quitaba ojo. Por las imágenes, parecía que había algunas que podrían cumplir
mis expectativas, pero me resultaban demasiado caras. Llevaba media hora ojeando
las cintas, y la que me gustaba no me la podía permitir, y las otras no parecían
buenas, y no me atrevía a dejar el sex-shop sin comprar nada. Así que me puse
a ojear las revistas (todas precintadas) y los consoladores, y decidí comprarme
un vibrador. Nunca había tenido ninguno y la idea de usar uno ya excitaba más
de lo que estaba. Me acerqué al dependiente y le pedí que me mostrara los
vibradores anales. Empezó enseñándome un par de unos 15 cm de largo, pero sólo
de 2 cm de grosor. Le dije que los encontraba muy delgados, a lo que me respondió
que los anales eran así, pero que me podía enseñar otros vibradores de mayor
tamaño. Asentí y me enseñó uno que estaba de oferta, anatómico de látex de
20 cm por 5-6 de grosor. Sólo de ver aquella polla casi perfecta, se me puso
dura. Además, tenía un motor regulable bastante potente. Me hubiera gustado
llevármela puesta, pero no era plan correrme en plena calle, así que me la
envolvió y me fui derecho a casa.
Al llegar a casa no esperé ni un minuto, y me desnudé por completo. No quería
manchar mi nuevo juguetito, así que me hice un enema casero. Cogí un globo, lo
llené de agua, y introduciendo la punta del globo por el ano, empecé a bombear
el agua hasta que pasó toda a mi interior. Tenía la polla dura, aguanté lo
que pude el agua en mi culo hasta que la eché toda, quedando perfectamente
limpio mi culo. Sin perder un instante me tumbé en la cama con mi nueva polla
en la mano. Era muy parecida a la mía, aunque un poco más grande. La comencé
a chupar y me encantó su tacto y gusto a goma. Cuando estuvo bien lubricada, al
igual que mi ano, empecé la operación. Empecé a introducirla poco a poco y
con cuidado, pero mi culo ya estaba acostumbrado a recibir objetos, así que se
iba introduciendo lentamente, al igual que mi polla endurecía sin parar. En
pocos minutos estaban toda dentro, y yo no podía aguantar más de placer. Pero
aún quedaba lo mejor por llegar. Le di al botón del vibrador y un cosquilleo
empezó a recorrer el interior de mis entrañas. Fui subiendo la velocidad del
vibrador poco a poco hasta llegar al máximo y yo ya no podía más. A los pocos
minutos, y sin tan sólo tocarme la polla con las manos, empecé a correrme. Fue
una de las corridas más bestias de mi vida. La primera sacudida de leche me
llegó hasta la boca. Fui sacando el vibrador poco a poco de mi culo y las últimas
sacudidas descargaban mis últimas gotas de semen. A continuación unté el
vibrador con la leche que había derramado sobre mi pecho, y empecé a chuparlo
como si fuera una polla que acababa de correrse. La sensación era tan real, que
no tardé en tenerla dura otra vez. Cuando acabé de limpiar con mi mamada, toda
mi leche, cogí con mis manos las dos pollas a la vez, una sobre la otra (parecían
gemelas), y accioné el vibrador. El placer era infinito, un cosquilleo me
recorría desde la punta de los pies hasta la punta de la polla, y no tardé en
correrme por segunda vez.
Desde ese día, el vibrador juega un papel importante en mis pajas, y lo
utilizo a menudo mientras contemplo una buena película gay.